11 fotos
La nueva vida de Andorra despu¨¦s del carb¨®n En junio de 2020 se congel¨® para siempre el calor de las torres en la central t¨¦rmica de Andorra. Este pueblo turolense de m¨¢s de 7000 habitantes ha vivido por y para el carb¨®n desde los a?os 80. Primero dedicado a la miner¨ªa, y despu¨¦s a la central, propiedad de la compa?¨ªa el¨¦ctrica Endesa, que ha marcado la vida de los andorranos hasta el cierre definitivo hace menos de dos a?os Esta comarca empez¨® a te?irse de negro carb¨®n en los a?os 50 y 60, con la apertura de las minas. Las ¨²ltimas cerraron a mediados de los 2000. En los primeros tiempos, depend¨ªan de la empresa nacional Calvo Sotelo, que en los 70 fue adquirida por Endesa. En esos primeros a?os, hab¨ªa tanto trabajo que la gente de la zona no alcanzaba para cubrir todas las vacantes. As¨ª que se pusieron en marcha expediciones al sur de Espa?a en busca de mineros. Con los a?os, muchos regresaron a sus lugares de origen, pero otros se quedaron. Desde el mirador del pueblo puede comprobarse la magnitud de lo que supuso el carb¨®n para la localidad. Centenares de nuevas viviendas, pisos, chalets o instalaciones deportivas se construyeron ante la llegada de nueva poblaci¨®n. David Exp¨®sito Gustavo Ma?as es uno de los trabajadores de la central t¨¦rmica que ha sido recolocado en otra sede, en su caso en Catalu?a. Desde hace un a?o y medio vive entre Lleida y Andorra (Teruel), donde vuelve cada fin de semana. El primer a?o, dej¨® a su hija con los abuelos en su pueblo, pero cuando comenz¨® el nuevo curso, la inscribi¨® en un nuevo colegio en Lleida. Como cada domingo, hace la maleta, apura hasta bien entrada la tarde para que su hija disfrute todo lo que pueda y juntos vuelven a marcharse del pueblo rumbo a su nueva casa. David Exp¨®sito Durante los a?os de apogeo de la central, se construyeron decenas de promociones de pisos muy parecidos a los de cualquier barrio obrero de los centros urbanos, creando un contraste llamativo respecto a las monta?as que se vislumbran a lo lejos. All¨ª vivieron los nuevos pobladores, gente que acudi¨® a Andorra (Teruel) por todo el trabajo que hab¨ªa en la zona. David Exp¨®sito Unas de las nuevas viviendas m¨¢s reconocibles fueron los 'Lacasitos', que se llamaron as¨ª porque cada finca la hicieron de un color; amarillo, azul. Finalmente, el Ayuntamiento oblig¨® a pintar todas las fachadas en colores neutros porque el efecto arcoiris resultaba horrible a la vista. La decadencia de la comarca se ve muy clara en el padr¨®n del pueblo. Entre 1950 y 1960, cuando se pusieron en funcionamiento las minas, el censo pas¨® de 4.485 habitantes a casi el doble, con 7.795 empadronados. La apertura de la t¨¦rmica marc¨® otro hito, porque la localidad super¨® la barrera de los 8.000 habitantes por primera vez. Pero ahora, con el desmantelamiento de su industria y pocas opciones de futuro en el horizonte, la sangr¨ªa ya ha empezado. En la ¨²ltima d¨¦cada, Andorra ha perdido el 12% de su poblaci¨®n. Ha pasado de 8.324 en 2011, a 7.327 empadronados seg¨²n el ¨²ltimo censo. David Exp¨®sito Nacho Blasco, antiguo trabajador de la t¨¦rmica que participa ahora en el desmantelamiento y que despu¨¦s ser¨¢ recolocado en la filial de renovables. La Calvo Sotelo y posteriormente Endesa se preocuparon por el desarrollo de la comarca y de aportar un futuro a medio y largo plazo para la comarca y sus habitantes. Fueron impulsoras de instalaciones deportivas, clubs de empleados, escuelas de aprendices, colegios para los hijos de los empleados. Los trabajadores de la mina y la central gozaron de becas para que sus hijos pudieran estudiar. David Exp¨®sito La historia del pueblo tambi¨¦n se puede escribir con la evoluci¨®n de su equipo de f¨²tbol, el Andorra C.F. Patrocinado primero por Calvo Sotelo y despu¨¦s por Endesa, vivi¨® momentos de gloria que a¨²n se atisban en una sala de prensa hoy en desuso. En los ochenta y noventa, las gradas estaban repletas, disputaban ascensos a segunda divisi¨®n y ganaban trofeos. A d¨ªa de hoy, compite en la Regional Preferente aragonesa, con la aspiraci¨®n de ascender a la Segunda Divisi¨®n RFEF, lo que antiguamente era la Tercera Divisi¨®n del f¨²tbol espa?ol.
En la imagen, inicio del partido entre el Andorra C.F. y el Alca?iz, el derbi turolense de m¨¢xima rivalidad que termin¨® con la victoria del equipo local. David Exp¨®sito La afici¨®n sigue siendo fiel al equipo, m¨¢s a¨²n despu¨¦s del fin de las restricciones de aforo en los campos de f¨²tbol. El partido contra el Alca?iz es una fecha marcada en el calendario para los andorranos. Desde varias horas antes del encuentro los seguidores se concentran en los bares del pueblo para ir calentando la previa. El equipo vaga por la preferente aragonesa sin demasiadas posibilidades de ascenso, se encuentra en un periodo de transici¨®n parecido al que viven los andorranos despu¨¦s del cierre de la central. En la foto, aficionados del Andorra C. F. en la barra del bar del estadio durante el descanso del partido. David Exp¨®sito El f¨²tbol amateur no ofrece grandes espect¨¢culos, pero conserva unos halos de pureza que se han perdido en el f¨²tbol moderno. En Andorra los ¨ªdolos futbol¨ªsticos son hijos del pueblo. Los ni?os acuden al estadio Juan Antonioi Endeiza con fervor y ocupan las primeras filas para no perder detalle mientras se comen su bocadillo de lomo con queso y beben una Coca-Cola. Si hubieran nacido hace a?os habr¨ªan podido acudir a algunos de los centros educativos que Endesa construy¨® y podr¨ªan disfrutar de las instalaciones deportivas que hoy en d¨ªa est¨¢n en desuso o muy deterioradas. David Exp¨®sito La grada se divide en dos partes muy diferenciadas. Por un lado, la juventud se amontona en la parte norte para cantar y animar al equipo durante todo el encuentro. El poso que la compa?¨ªa el¨¦ctrica Endesa ha dejado en la comarca es tan profundo, que tras el primer gol de los locales, estos aficionados cantan ¡°Que bote el Endesa, que bote el Endesa¡±. En el otro extremo, cerca del bar del estadio Juan Antonio Endeiza, se concentran sentados los aficionados de m¨¢s edad, la mayor¨ªa son jubilados. David Exp¨®sito Hilario Monviela y Antonio Planas vivieron el ¨²ltimo d¨ªa de la central t¨¦rmica. Se abrazaron y lloraron porque sab¨ªan lo que aquello significar¨ªa para sus vidas y las de todos los andorranos. Incluso hoy cuando lo cuentan se les encharcan un poco los ojos. La mina y el carb¨®n marcaron su car¨¢cter, sus tradiciones y sus relaciones personales. ¡°Hemos visto perder la vida a muchos compa?eros y la vida de un compa?ero no vale todo el oro del mundo¡±, resume Monviela. ¡°El sentimiento minero en este pueblo siempre estar¨¢, pero por ejemplo Santa B¨¢rbara (patrona de este oficio) cada vez se celebra menos, cuando nosotros ¨¦ramos j¨®venes era fiesta gorda¡±, apunta Planas. David Exp¨®sito La ca¨ªda de las torres ser¨¢ un paso simb¨®lico en la larga despedida de este pueblo del carb¨®n. La obra es tremendamente compleja y no se prev¨¦ que termine por completo hasta 2024. Hubo un intento por parte de la asociaci¨®n cultural Rolde de Estudios Aragoneses para que el Gobierno de Arag¨®n otorgase a la t¨¦rmica alg¨²n tipo de protecci¨®n que evitara su demolici¨®n total. Avalados por un informe de la especialista en patrimonio industrial y profesora de la Universidad de Zaragoza Pilar Biel Ib¨¢?ez, solicitaban que se conservara como un ¡°ejemplo de ingenier¨ªa industrial¡±. La acad¨¦mica destaca que ¡°para Arag¨®n es el ¨²nico testimonio completo que conserva de este tipo de instalaciones que tuvieron una importante repercusi¨®n tanto para su econom¨ªa como para su sociedad, con especial incidencia en la turolense¡±. El Gobierno aragon¨¦s descart¨® esta posibilidad por la existencia de materiales t¨®xicos en la estructura como el amianto. David Exp¨®sito