Un gato solo conduce a otro gato
Estrenamos en exclusiva el primer cap¨ªtulo de ¡®D¨ªas para ser Gato¡¯, el segundo libro de nuestro gatuno primerizo, que ya es todo un experto en materia felina
Si quieres escribir acerca del ser humano, ten un par de gatos en casa.
Aldous Huxley
Entre la felicidad de mi gata o ser una persona de palabra, eleg¨ª lo primero. En junio de 2016, despu¨¦s de repetir por activa y por pasiva a todo el que quisiera escucharme que en mi casa no entraba un gato, apareci¨® M¨ªa. Aquel ser min¨²sculo, adorable y juguet¨®n transform¨® mi vida de una forma que nunca hubiera imaginado. No es un lugar com¨²n: desarroll¨¦ un amor por los animales que no sab¨ªa que exist¨ªa, pas¨¦ a ser un inquilino en mi propia casa, me convert¨ª en el gestor de la cuenta de Instagram de mi gata, escrib¨ª un libro que se vende en varios pa¨ªses y, sobre todo, me convert¨ª en el n¨²mero de tel¨¦fono preferido de todas las personas que conozco que entraban en contacto con un gato. Da igual el tipo de relaci¨®n. ?Que quieren adoptar? Me escriben. ?Que se cruzan con uno por la calle? Me escriben. ?Que les llega un v¨ªdeo, una foto o un montaje? Me lo reenv¨ªan. Desde junio de 2016, el 80% de las im¨¢genes que tengo en mi m¨®vil son de gatos. La gente que investiga lo que hacemos con nuestros tel¨¦fonos debe de estar flipando.
Al mismo tiempo que M¨ªa se hac¨ªa con el control del hogar, se iba consolidando una rutina bastante placentera para los dos. Superadas las primeras semanas, en las que llegar a casa era una loter¨ªa de peque?as novedades en forma de destrozos, comenzamos a sentar las bases de un idilio desigual: yo me mor¨ªa de amor por ella y ella me hac¨ªa caso cuando le daba la gana. Y eso hac¨ªa que la quisiera todav¨ªa m¨¢s. Porque as¨ª es como funcionan la vida, en general, y el amor, en particular.
Al regresar del trabajo, sal¨ªa a recibirme a la puerta. Se tumbaba boca arriba y reclamaba caricias. Despu¨¦s de cenar, cuando me echaba en el sof¨¢, ven¨ªa, se sub¨ªa sobre mi barriga y comenzaba a amasarme con sus patas delanteras.
Hay personas que siempre est¨¢n persiguiendo unos abdominales de acero. Si van a adoptar un gato, es m¨¢s recomendable tener un poco de tripa, porque es blandita y la pueden amasar a su gusto. Se me olvid¨® incluir este cambio vital en el p¨¢rrafo inicial: antes ten¨ªa los abdominales marcados y un cuerpo escultural. Que no, que es broma. Ya ven¨ªa muy bien equipado de serie para tener una gata.
Tras un rato amasando, posaba sus dos zarpas delanteras y se quedaba dormida sobre mi pecho mientras ronroneaba. Yo le acariciaba la barbilla y la coronilla ¨Ca los gatos les encanta que les acaricien las partes que ellos no pueden lamerse¨C y me quedaba frito. Me iba a la cama y, al rato, ven¨ªa ella. Sol¨ªa instalarse en una de las esquinas. All¨ª pasaba la mitad de la noche.
A veces hac¨ªa una excursi¨®n nocturna en la que no ten¨ªa en cuenta que hab¨ªa alguien m¨¢s en la cama. Otras, se bajaba y comenzaba a dar con la pata en la puerta del armario, pidiendo insistentemente que se lo abriera. Entraba y se quedaba all¨ª dormida hasta que amanec¨ªa.
Por las ma?anas, me vigilaba en la ducha. Despu¨¦s, me acompa?aba a ver c¨®mo le serv¨ªa la comida. Antes de que saliera de casa, se colocaba en el rinc¨®n de esperar los premios. Cuando cerraba la puerta, me pon¨ªa esa cara que solo los gatos saben poner y con la que no sab¨ªa si me estaba echando en cara que tuviera el valor de dejarla sola todo el d¨ªa o si, en realidad, estaba a punto de cerrar el pu?o, doblar el codo y traer el brazo hacia dentro, al tiempo que dec¨ªa "?Toma, por fin sola!".
Precisamente ese, el de la soledad, era el ¨²nico motivo que hac¨ªa que me planteara adoptar otro gato. Viajo bastante por cuestiones de trabajo ¨Ca veces una semana entera¨C y, aunque soy afortunado de tener muy buenos amigos que desfilaban a diario por casa y que incluso se quedaban a dormir, me agobiaba pensar en todos los ratos que M¨ªa pasaba sola.
Durante mucho tiempo, los supuestos inconvenientes de meter otro gato en casa pesaron m¨¢s. Me aterraba la reacci¨®n de M¨ªa. Una gata moderadamente feliz, due?a de su espacio, adaptada a sus rutinas... la reina de la casa, vaya.
Ya est¨¢bamos hechos el uno al otro. A menudo represent¨¢bamos esa t¨ªpica escena de una persona leyendo en el sof¨¢, una tarde de domingo, con la gata durmiendo a sus pies hecha un ovillo. Solo nos faltaba la chimenea.
Tres a?os estuve repitiendo la frase "En mi casa no entra otro gato" a todas las personas que me preguntaban si no iba a adoptar un hermano o hermana para M¨ªa. Quiz¨¢ porque ya hab¨ªa demostrado la volatilidad de mi palabra, percib¨ªa cierta sonrisilla ir¨®nica cuando me escuchaban. El m¨¢s directo era mi amigo Bilbo, que siempre dec¨ªa: "Se empieza por uno...". (Bilbo, por cierto, tiene un hermano que se llama Frodo. No es un dato que tenga nada que ver con los gatos, pero es curioso).
Todas las personas que compart¨ªan su vida con gatos me hablaban de las bondades de tener (al menos) dos, de la compa?¨ªa que se hac¨ªan, de lo mucho que jugaban, de que cuando te vas de viaje no se quedan tan solos... Me recordaba a mis ¨²ltimos momentos de resistencia antes de adoptar a M¨ªa. Segu¨ªa diciendo que no con la boca, pero mi subconsciente ya sab¨ªa cu¨¢ndo y c¨®mo. Otra cosa es que me negara a reconocerlo. Pero por tener, ten¨ªa ya claro hasta el nombre.
Los viajes aumentaban. Y el influjo de los gatos es inexorable. Mi entorno se divid¨ªa entre los que lo ve¨ªan claro y los que pensaban que era un poco chaladura. Mi amiga B¨¢rbara y mi televeterinaria Vero insist¨ªan en que lo hiciera. Mi madre dec¨ªa que ni se me ocurriera. Creo que la pobre me ve¨ªa viviendo con ochenta gatos. Yo cambiaba de idea seg¨²n el d¨ªa: unos, me mostraba decidido; otros, me echaba atr¨¢s y dec¨ªa que ni de co?a. Pensaba en la lata que ser¨ªa limpiar dos areneros, acarrear dos transportines, comprar dos tipos de comidas, aguantar el periodo de adaptaci¨®n, el riesgo de que te salga un gato terrorista, la castraci¨®n... Pero luego ve¨ªa la carita de M¨ªa cada vez que cerraba la puerta de casa con la maleta en la mano y pensaba que a lo mejor no estaba tan mal darle un poco de compa?¨ªa. En una especie de embudo mental, todas las preocupaciones se fueron reduciendo a una: ?no le destrozar¨¦ a la pobre la existencia?
Pero la vida es ir avanzando. Cuando tenemos una situaci¨®n medianamente controlada, tendemos a complicarnos (enti¨¦ndase que estamos hablando de adoptar otro gato y que se da por hecho que hay otras formas mucho m¨¢s interesantes de complicarse la vida y tambi¨¦n de que se la compliquen a uno sin quererlo). De otra forma, ser¨ªa todo muy aburrido.
Casi cuatro a?os despu¨¦s de la llegada de M¨ªa, comenc¨¦ a buscarle un hermano.
Cuando el peque?o At¨²n cruz¨® la puerta de casa, record¨¦ la frase de Hemingway: "Un gato solo conduce a otro gato".
Los tres est¨¢bamos a punto de empezar una nueva vida.
D¨ªas para ser gato (Duomo) sale a la venta el 2 de mayo.
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