El vientre soleado del Z¨®calo
En M¨¦xico DF naci¨® y muri¨® Octavio Paz, premio Nobel de Literatura 1990. La ciudad deambula por toda su obra. El?31 de marzo de 2014 se cumplir¨¢n 100 a?os de su nacimiento, y en las calles de la monstruosa y fascinante metr¨®poli permanece su huella. En su restaurante franc¨¦s favorito y en el parque donde se sentaba a leer.
En el itinerario urbano de Octavio Paz, ?qu¨¦ mejor que una visita al claustro de Sor Juana para rendir homenaje a su obra monumental sobre la monja poeta del barroco? En Sor Juana In¨¦s de la Cruz y las trampas de la fe, el escritor elabora el que quiz¨¢ sea el m¨¢s certero an¨¢lisis de la vida en la Nueva Espa?a, y el convento donde vivi¨® la monja es hoy una universidad privada en el centro hist¨®rico de la capital. Estas eran las calles favoritas del poeta y ensayista, del que en 2014 se cumplen 100 a?os de su nacimiento. Tambi¨¦n le gustaba moverse por Coyoac¨¢n y el paseo de la Reforma, la zona donde viv¨ªa. Pero la primera parada es Mixcoac, donde naci¨® y creci¨®. Sus callejones todav¨ªa no pertenec¨ªan a la capital y el r¨ªo que lo atravesaba a¨²n no estaba entubado. Era una especie de aldea, con una iglesia de una sola torre, a la que la revoluci¨®n mexicana no logr¨® arrebatarle su tranquilidad y donde, dec¨ªa el escritor, el tiempo se tend¨ªa para que se secara en sus azoteas.
Cuando en 1971 Octavio Paz regres¨® al DF despu¨¦s de pasar casi una d¨¦cada viajando por Europa, Jap¨®n, India y Estados Unidos, se refugi¨® en el pasado arquitect¨®nico de Ciudad de M¨¦xico y public¨® un libro llamado Vueltacon varios poemas, llenos de asombro y hasta temor, inspirados en la gigantesca urbe. En sus p¨¢ginas se nota tambi¨¦n la nostalgia por el barrio donde creci¨®, que para entonces ya hab¨ªa sido tragado (y desfigurado) por la expansi¨®n urbana. En Mixcoac fue al colegio, en Mixcoac devor¨® la biblioteca de su abuelo y escribi¨® sus primeros versos, y desde Mixcoac cog¨ªa el tranv¨ªa hasta el centro hist¨®rico para ir al Antiguo Colegio de San Ildefonso, donde estudi¨® el bachillerato y que hoy es un museo de historia con valiosos murales de Diego Rivera o Jos¨¦ Clemente Orozco. Las calles, plazas y, sobre todo, la multitud inspiraron su poema Piedra de sol: ¡°Voy con tu cuerpo como por el mundo / tu vientre es una plaza soleada, tus pechos dos iglesias donde la sangre oficia sus misterios paralelos¡±.
Paz atravesaba el monumental Z¨®calo, planeaba la revista Barandal, una publicaci¨®n vanguardista, iba andando al Palacio de Bellas Artes para asistir a conferencias, obras de teatro y conciertos, y pasaba largos ratos en la librer¨ªa Zaplana (ya no existe), de la avenida de Ju¨¢rez, en cuyas estanter¨ªas hab¨ªa libros de autores extranjeros que nutrieron su radical cosmopolitismo. Y se sentaba a leerlos en los bancos del parque de la Alameda Central.
Despu¨¦s de haberse casado en India con la francesa Marie-Jo Tramini, la pareja se estableci¨® en un piso ubicado a unos pasos de la c¨¦ntrica avenida del Paseo de la Reforma. Paz se encerraba en su estudio, sin tel¨¦fono, para escribir mientras escuchaba m¨²sica cl¨¢sica. Muy cerca, en el edificio del peri¨®dico Exc¨¦lsior, coordinaba las reuniones editoriales de la revista mensual Plural. Luego, en 1976 fund¨® la revista Vuelta,cuya sede era una casa de la calle de Leonardo da Vinci, en el barrio de Nonoalco, al poniente de la ciudad, donde todas las calles tienen nombres de grandes pintores.
Al autor de El laberinto de la soledad le encantaban los guisos franceses, y uno de sus restaurantes favoritos era Champs Elys¨¦es (paseo de Reforma, 316), donde sol¨ªa pedir una salchicha con lentejas y un vino borgo?¨¦s, que saboreaba mientras ve¨ªa por la ventana el emblem¨¢tico ?ngel de la Independencia. Poco despu¨¦s de que le dieran el Premio Nobel de Literatura en 1990, entr¨® en el restaurante y los comensales se pusieron de pie y le aplaudieron.
La noche del 21 de diciembre de 1996, un cortocircuito incendi¨® el piso donde viv¨ªa. El fuego acab¨® con buena parte de su biblioteca y dej¨® el departamento pr¨¢cticamente inhabitable. Paz, entonces ya convertido en un t¨®tem cultural mexicano, acept¨® que el presidente Ernesto Zedillo le cediera temporalmente la Casa de Alvarado, de arquitectura ¨¢rabe y mud¨¦jar, en la empedrada calle de Francisco Sosa de Coyoac¨¢n, para vivir mientras se restauraba su vivienda. No dio tiempo, muri¨® el 19 de abril de 1998, a los 84 a?os, en la Casa de Alvarado, que alberga hoy la Fonoteca Nacional, en Coyoac¨¢n, esa especie de pueblo enclavado en la gran ciudad que le recordaba al Mixcoac de su infancia.
Cien a?os en una moneda
El Gobierno de M¨¦xico ha formado una Comisi¨®n Especial para Conmemorar el Centenario del Natalicio de Octavio Paz. Se imprimir¨¢ un billete de loter¨ªa con el rostro del escritor y una moneda del Banco de M¨¦xico. Por su parte, la editorial Fondo de Cultura Econ¨®mica publicar¨¢ una antolog¨ªa de su poes¨ªa amorosa, un libro con sus traducciones de poemas japoneses, otro con la correspondencia que mantuvo con los editores Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez y Jaime Garc¨ªa Terr¨¦s, y organizar¨¢ mesas de an¨¢lisis y discusi¨®n sobre la vida y obra del autor de ¡®El arco y la lira¡¯.
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