Balneario de Lugo, antiguas termas a orillas del Mi?o

Huele a azufre, a cal, a bicarbonato. Al principio, insoportablemente. Pero es el olor de la salud. Aqu¨ª, a orillas del r¨ªo Mi?o, hay un balneario hist¨®rico que cura de reumatismos, ci¨¢tica, asma, bronquitis, faringitis y enfermedades varias de la piel. Su origen no est¨¢ claro, aunque el descubrimiento reciente de una sudatio romana en unas estructuras superpuestas con un pavimento de opus signinum lo datar¨ªa en el siglo III de nuestra era. As¨ª se deduce tambi¨¦n de un pergamino encontrado en 996 en el interior de la catedral lucense.

Las aguas del Balneario de Lugo, decretadas de utilidad p¨²blica, son sulfurado-s¨®dicas, bicarbonatadas e hipertermales. Brotan a una temperatura de 43,8 grados. Atractivos suficientes para el Imserso, que programa aqu¨ª todos los a?os terapias para pensionistas en turnos de 10 o 12 d¨ªas, seg¨²n las dolencias. Los tratamientos, seg¨²n prescripci¨®n m¨¦dica, contemplan afusiones de 4 euros, sesiones de parafangos de 12 euros, drenajes linf¨¢ticos de 31 euros, masajes anticelul¨ªticos de 34 euros y una ducha Vichy por 43 euros.

La casa de ba?os, plantada al borde mismo del Mi?o, citado por Estrag¨®n como el m¨¢s caudaloso de la Lusitania, empez¨® a construirse en 1847, aunque no quedara concluida hasta 1905. Adosado a ella se levanta un edificio contempor¨¢neo, algo anodino, resultado del auge que ha cobrado el termalismo en Galicia en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Una pasarela agradable y bonita flanquea la terraza exterior sobre el cauce del r¨ªo. Detr¨¢s crea ruidos el tr¨¢fico incesante de la ronda, motivo frecuente de quejas entre la clientela menos a?osa.

Tanto las zonas comunes como las habitaciones se ajustan a lo esperado en un hotel para ag¨¹istas, algo caducas y estrechas, pero acogedoras y de f¨¢cil tr¨¢nsito interior. Los que vuelven de a?os anteriores consiguen una atm¨®sfera familiar que invita a repetir estancia todos los a?os. Aqu¨ª se aseguran adem¨¢s la debida terapia del alma, gracias a un equipo humano emp¨¢tico, conocedor de cada qui¨¦n, entregado a la causa antiestr¨¦s y antiedad, que siempre es la mejor causa.

La oferta culinaria es simple, pero convincente. Lejos de la rigidez industrial, enfocada a los platos de toda la vida, algunos es verdad que algo anticuados. Pero el servicio y la relaci¨®n precio-calidad son inigualables, y la mayor¨ªa de los dormitorios orientan sus balcones al r¨ªo. Un lujo igualmente salut¨ªfero.

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