Alc¨²dia, la gran bah¨ªa de Mallorca
Las playas de Sa Canova y Es Com¨², cuatro kil¨®metros de litoral intacto en la finca Son Real y los platos de Macarena de Castro. 18 planes de verano al noreste de la isla balear
En la bah¨ªa de Alc¨²dia (35 kil¨®metros repartidos entre los municipios de Art¨¤, Muro, Santa Margalida y Alc¨²dia), Mallorca escenifica dos mundos contrapuestos: los complejos tur¨ªsticos ¡ªzonas de confort con las que se suele identificar esta ensenada del noreste¡ª y la Mallorca litoral semisecreta, que anima a no apalancarse en el hotel. Una necr¨®polis prehist¨®rica, murallas, avifauna, un puerto-refugio con encanto, variedad de restaurantes y el interesante Museo Sa Bassa Blanca.
1 Turismo de silencio
Bajo el cabo de Farrutx, el puerto-refugio de Es Cal¨® (Art¨¤) irradia un aura de para¨ªso costero; es el primer descubrimiento del extremo oriental de la bah¨ªa de Alc¨²dia. Dejar el coche en la Urbanitzaci¨® Betlem. A unos 100 metros sale el desv¨ªo (llevar calzado r¨ªgido) a la cala Na Clara, donde la manida expresi¨®n de aguas cristalinas cobra todo su sentido. Restan tres kil¨®metros (40 minutos) hasta Es Cal¨®. A los que no toman el sol en el muelle o en el tr¨ªo de caletas les queda la pinada. Adem¨¢s de dirigir salidas en paddle surf desde Betlem, Joan Bonet (651 06 30 70) pone ¨¦nfasis en los atardeceres, ¡°cuando la sierra de Tramontana parece dibujada a l¨¢piz¡±.
2 Varaderos en la roca
La cala des Camps se encuentra en un culo de saco de enorme belleza. Incluso los legos en geolog¨ªa guardar¨¢n en el recuerdo sus amarillentas formaciones, con scars (varaderos) tallados y un b¨²nker como trasfondo. El atardecer se combina en el restaurante Es Vivers, en la Col¨°nia de Sant Pere, con cocina calabresa y las actuaciones de Norbert Fimpel (5 y 19 de julio), saxofonista que toc¨® con Joe Cocker.
3 Sa Canova naturista
El sendero de 400 metros desde la urbanizaci¨®n S¡¯Estanyol hasta la playa de Sa Canova se vive como una experiencia luminosa. Esta ¨¢rea natural de especial inter¨¦s es una invitaci¨®n constante al relax y deja al paso campos dunares donde los lirios se entreveran con los cardos, ambos marinos; los pinares nunca estuvieron tan a mano, a lo que se a?ade el jugueteo visual que ofrece el cabo del Pinar, inscrito en el de Formentor.
4 Tambi¨¦n surfistas
Por Son Serra de Marina (Santa Margalida) se accede tambi¨¦n a la playa virginal de Sa Canova. Junto al torrente de Na Borges, la ausencia de hoteles y apartamentos infunde tranquilidad. La animaci¨®n la ponen los surfistas con el oleaje que entra por el centro del arco que forma la ensenada. En verano, el embat, viento que viene del mar a la tierra, suele refrescar de dos a seis de la tarde. El restaurante Lago (+34 971 85 40 81) conquista a los comensales, entre otros platos, con su gallo de San Pedro en salsa de almendras.
Como obeliscos, sobresalen por buena parte de la ensenada las puntas de enfilaci¨®n que serv¨ªan en el pasado para orientarse a los submarinos.
5 Esculturas con ¡®pambolis¡¯
Cuatro agrupaciones de esculturas primitivistas de Joan Benn¨¤ssar salpican el paseo mar¨ªtimo de la poblaci¨®n de Can Picafort. Junto al grupo El Ritual se halla el apartotel Mar y Paz (en el beach club preparan sabrosas paellas). De la renovaci¨®n tur¨ªstica de la zona es ejemplo el Som Lla¨¹t Boutique Hotel (es.somhotels.es), que ofrece una estancia cuidada junto con su terraza chill out ¡ª?qu¨¦ tal un daiquiri de fresa?¡ª a la vista de los yates y con restaurante, aleda?o al tambi¨¦n recomendable restaurante Marisco (971 85 00 44).
El pa amb oli tiene para los insulares el valor de un mito. Consta de rebanadas de pan (moreno y sin sal) restregadas con tomate de ramillete y rociadas con aceite de oliva. Contiene butifarr¨®n, sobrasada, longaniza, queso¡ Don Denis es una de las mejores pamboler¨ªas.
6 Necr¨®polis a flor de agua
Adquirida por el Gobierno balear con los fondos de la ecotasa, la finca de Son Real (balearsnatura.com) custodia cuatro kil¨®metros de litoral intacto. Un milagro. Llevarse el mapa en la oficina de informaci¨®n y recorrer despu¨¦s el centro de interpretaci¨®n (gratuito) donde, adem¨¢s de fondos arqueol¨®gicos, se explica la vida en una finca agr¨ªcola.
El acceso a la costa se hace fatigoso bajo la can¨ªcula, salvo para los que recorren la ruta azul, algo arbolada, en busca de la curruca o el piquituerto. Mejor dejar el coche en Son Baul¨® y costear 20 minutos hasta la necr¨®polis talay¨®tica (entre los siglos VII antes de Cristo y I despu¨¦s de Cristo). La disposici¨®n de las 110 tumbas pertenecientes a personas de rango social alto alterna plantas cuadradas, circulares y de herradura naviforme. Delante del islote des Porros comienza el sector naturista, en el que vienen bien las sandalias de agua.
7 Sistema dunar
A las afueras de Can Picafort, en Es Com¨² (Muro), el ba?ista se abandona en una l¨¢nguida sensaci¨®n de bienestar abrumado por el sistema dunar de arena dorada protegido por pasarelas, sorprendido por los enebros mar¨ªtimos delante de la pinada de esta ¨¢rea natural de especial inter¨¦s. Sin casi desnivel, la playa de Es Com¨² representa un para¨ªso para familias por la atm¨®sfera crom¨¢tica de sus aguas azulonas y transl¨²cidas, sin por ello estar lejos de la zona hotelera.
Rige la prohibici¨®n de dejar el coche en la carretera: embocar la calle de Arenes y aparcar cerca del hotel Albufera Playa, de donde parte el sendero azul a trav¨¦s de los pinos. Bien por este, bien por el filo de las olas, a un kil¨®metro se alcanza el ¨¢rea naturista. Los amantes de la buena comida tienen a un par de kil¨®metros el restaurante Fusi¨®n19.
8 Eje paellero
Con Ses Casetes des Capellans se alude a la parcela legada a la iglesia por una vecina de Muro. Hoy es la meca de la paella a la mallorquina ¡ªmaridada con vino blanco aut¨®ctono¡ª, con nombres como Can Gavella, Ponderosa Beach y Es-Pedrissos. Si no queda espacio para aparcar, buscarlo junto a la biblioteca de Can Picafort.
Can Gavella busca entrar en la tipolog¨ªa de club de playa con sus paellas mixtas. Las aderezan con canela, clavo, pimienta y nuez moscada, y, salvo petici¨®n expresa al camarero, los comensales se sirven ellos mismos. De postre, cardenal de Lloseta bien fr¨ªo.
9 Fochas y cig¨¹e?uelas
Cita a las 9.00 en el parque natural de la Albufera de Mallorca (el autob¨²s 352 pasa cada 15 minutos) para ser los primeros en desperezar a las aves acu¨¢ticas. Nos encontramos en uno de los humedales insulares m¨¢s importantes del Mediterr¨¢neo. Tras los centros de informaci¨®n e interpretaci¨®n, proponemos un recorrido por los observatorios de Sa Roca y des Ras, seguidos de Gran Canal y Ses Pardes, que son los puntos de observaci¨®n que m¨¢s agua acumulan. Salvado el puente del Gran Canal, por la laguna de aclimataci¨®n lucen su colorido fochas cornudas, puede que calamones. C¨®mo se agradece el bosque de ribera que conduce a los miradores de Es Cebollar, espacio de garzas y cig¨¹e?uelas.
10 Ecos de Eurovisi¨®n
Lo menos que se puede decir del Royal Beach Gastrosenses es que resulta acogedor, en buena medida por el dise?o modular con el que van modificando las terrazas. Pasma el trampantojo de los ba?istas sentados en sof¨¢s Chester¡ que al contacto se revelan de pl¨¢stico. Lo de gastrosenses se confirma frente al arroz cremoso de remolacha con calamares o apunt¨¢ndose al men¨² degustaci¨®n (38 euros, bebida aparte). En cuanto a c¨®cteles, probar el 1850¡¯ con whisky Macallan servido en petaca, y los vermuts. Tambi¨¦n destacan las actuaciones. A¨²n se recuerda el paso del eurovisivo Salvador Sobral.
11 Arquitectura del sol
El edificio Canopus, incluido en el complejo tur¨ªstico Ciudad Blanca, fue proyectado en 1963 por Francisco Javier S¨¢enz de Oiza. El presidente de la Fundaci¨®n Docomomo Ib¨¦rico, Celestino Garc¨ªa, nos glosa esta ciudad jard¨ªn escalonada de la avenida Palmeres: ¡°Es la respuesta racional a la bah¨ªa. Se organizaron los apartamentos en hilera, adosados unos a otros, de manera que desde los espacios principales se disfrutara al m¨¢ximo del paisaje. Us¨® hormig¨®n blanco, tan vinculado a la modernidad¡±.
12 Mallorca en el plato
El restaurante Jard¨ªn, en Port d¡¯Alc¨²dia, lleva por r¨²brica la estrella Michelin ganada por Macarena de Castro. Su autoexigencia tiene su correlato en el uso de productos que han ascendido al m¨¢s alto grado de las esencias mallorquinas. Para ello, la alcudiense despliega rastreadores por toda Mallorca buscando bellotas comestibles o el mejor bocado de cada pescado, que para la chef son el morro y la cococha. Desde su huerta en Sa Pobla, Maca tiene hilo directo con el fondo del mar ¡ªa trav¨¦s de las lonjas¡ª y con su devoci¨®n por lo verde (?influjo de su paso por los fogones del Mugaritz?), y compone una alta cocina que se renueva permanentemente.
En el bistr¨® se recuperan propuestas del men¨² degustaci¨®n, como la paletilla de conejo con alioli (132 euros, 65 euros en concepto de maridaje). En temporada alta abre de mi¨¦rcoles por la noche a domingos.
13 Un d¨ªa en Alcanada
La zona residencial de Alcanada, con sus chal¨¦s y campo de golf, siempre fue s¨ªmbolo de estatus. Tambi¨¦n gracias a su playa de piedrecillas sombreada de pinos. Sin masificaciones, pero con la impresi¨®n de quietud que otorga el islote farero. Muchos caminan hasta dar con rincones discretos, si de lo que se trata es de desvestirse. La puesta en escena del restaurante La Terraza tiene mucho de celebraci¨®n junto al mar.
14 ¡®House¡¯ hasta las tres
El Caf¨¦ Milano (+34 636 79 72 69), situado en el puerto deportivo de Port d¡¯Alc¨²dia, es rese?able para la primera copa. En sus terrazas se pincha house y deep house (con dj¡¯s de jueves a s¨¢bados), siendo su especialidad el caipiroska de fresa. Abre a las 19.00.
15 Cita con el arte
El Museo Sa Bassa Blanca es el sue?o hecho realidad de una pareja art¨ªstica ¡ªYannick Vu y Ben Jakober¡ª enamorada de esta colina del cabo del Pinar. Para dise?ar la fortaleza arabizante, solicitaron los servicios de un amigo, el egipcio Hassan Fathy, de suerte que el edificio se adaptara a las obras que conserva la pareja, tambi¨¦n coleccionistas.
La mansi¨®n est¨¢ cargada de referentes, que van de las instalaciones en parte cin¨¦ticas de Rebecca Horn a las ilustraciones del prematuramente desaparecido artista romano Domenico Gnoli, primer esposo de Yannick Vu; obra de Picasso y Chillida; arte de Esauira (Marruecos). Y el artesonado de Tarazona (1498), ep¨ªtome de suntuosidad. Adem¨¢s de la rosaleda, el zoo p¨¦treo y la c¨¢mara oscura, el exterior esconde dos espacios subterr¨¢neos. Sokrates exhibe una miscel¨¢nea de arte contempor¨¢neo, desde la obra de los due?os de la casa ¡ªel chupete gigante¡ª hasta el autorretrato de Miquel Barcel¨® y la proyecci¨®n de James Turrel escondida tras el fosilizado rinoceronte lanudo.
Pero es la pinacoteca de retratos infantiles de la realeza, la colecci¨®n Nins, la que garantiza una experiencia in¨¦dita. El tiempo pasa a toda velocidad desentra?ando la simbolog¨ªa que rodea estos 173 lienzos de entre los siglos XVI y XIX, desglosados por pa¨ªses. Calcular unas tres horas de visita.
16 La playa monta?osa
A Coll Baix, playa del cabo del Pinar, se baja con una sensaci¨®n muy parecida a la de lo sagrado. Desde los pinares mejor conservados de Mallorca se asciende f¨¢cilmente al refugio, de donde se desciende en 20 minutos. Tiene m¨¢s de cala fragorosa e imaginada que de playa tangible. Su escarpadura, la transparencia de sus aguas con los barcos fondeados afirman su prestigio ic¨®nico. Si no se baja con sombrilla, mejor evitar las horas m¨¢s achicharrantes.
17 Pollentia y las murallas
Evitar las horas de m¨¢xima insolaci¨®n durante el recorrido por la ciudad de Pollentia, que conserva su fisonom¨ªa romana en La Portella, en el foro, y que impresiona en el teatro excavado en la roca. Ya en el museo, reparar en la bronc¨ªnea cabeza de ni?a, de exquisita factura.
La magn¨ªfica muralla de Alc¨²dia acumula en su pasado huellas lo mismo del siglo XIV ¡ªimpulso de Jaime?II de Arag¨®n¡ª que del XVI, reconstrucciones decimon¨®nicas aparte. A las puertas de Xara y Mallorca se suma la de Vila Roja, donde hay un interesante tramo de paseo de ronda por las almenas. El lienzo de murallas que mira a Pollen?a se ilumina espectacu?larmente al atardecer. Preguntar por las visitas teatralizadas.
18 Intramuros
Para ver el Santo Cristo (siglo XV), lo mejor es acudir a la iglesia de San Jaime de 10.00 a 13.00 (excepto domingos), aprovechando para contemplar, en el museo parroquial, el Retablo de la Virgen con San Sebasti¨¢n y San Bernardino, del siglo XV.
Los casals eran segundas residencias de los se?ores de Palma. Junto al Ayuntamiento, una de estas casas solariegas, en el n¨²mero 18 del bullicioso Carrer Major, atrae por sus ventanas renacentistas. Veremos m¨¢s en Can Fondo, sede del Archivo. Los pambolis de Sa Portassa se sirven en el callej¨®n de Sant Vicen?. Acabaremos tomando una cerveza en el Satyric¨®n, por lo espectacular de su puesta en escena: ni m¨¢s ni menos que un teatro.
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