Diez maravillas africanas que hay que ver una vez en la vida
Del estruendo de las cataratas Victoria al delta interior donde habitan los grandes mam¨ªferos amenazados de extinci¨®n. Y de las iglesias talladas en roca de Etiop¨ªa a la majestuosidad de las pir¨¢mides
?frica es, quiz¨¢ y con permiso de la Ant¨¢rtida, el continente menos conocido. Y, posiblemente, tambi¨¦n el m¨¢s deslumbrante. A su naturaleza desbordante, menos explotada que en otras partes del planeta, se unen vestigios de antiqu¨ªsimas civilizaciones. De las cumbres del Kilimanjaro a la riqueza salvaje del cr¨¢ter del Ngorongoro, y desde las sorprendentes iglesias excavadas de Lalibela a las eternas pir¨¢mides de Giza. Este es el top ten de las maravillas naturales y hechas por el hombre en ?frica, lugares extraordinarios que hay que ver al menos una vez en la vida.
El techo de ?frica
Monte Kilimanjaro (Tanzania)
Es dif¨ªcil imaginar glaciares en la l¨ªnea del Ecuador, pero los hay. Concretamente en lo alto del Kilimanjaro, la m¨ªtica monta?a ubicada tres grados al sur del imaginario paralelo 0?, en el norte de Tanzania y cerca de la frontera con Kenia. Este antiguo volc¨¢n es la cima m¨¢s alta del continente africano, al alzarse 5.896 metros en medio de la planicie de la sabana. Son muchos los que cada a?o se plantean la meta de subir a contemplar sus nieves perp¨¦tuas. Es una ascensi¨®n exigente, pero no imposible y siempre gratificante. Lamentablemente, los glaciares del Kilimanjaro est¨¢n a punto de desaparecer por el cambio clim¨¢tico ¡ªentre 1912 y 1989 la capa de hielo disminuy¨® un 75%, y podr¨ªa desaparecer en torno a 2030¡ª, as¨ª que quedan pocos a?os para que sigan coronando el continente.
Debido a la altitud, conviene tomarse la subida con calma: cinco d¨ªas es un tiempo m¨¢s que razonable. Para llegar a la cima del inmenso Kilimanjaro hay que caminar kil¨®metros y kil¨®metros, primero atravesando campos de cultivo y luego frondosos bosques tropicales, hasta llegar a las espectaculares praderas alpinas de la monta?a. El tramo final discurre por lo que parece un paisaje lunar, con los glaciares ya en lontananza. El cambio de h¨¢bitats y paisajes es una de las experiencias m¨¢s atractivas de la subida, antes de acometer el ascenso final a uno de los mayores volcanes del planeta y tambi¨¦n la monta?a independiente m¨¢s alta del mundo, con 5.100 metros desde su base. Conviene hacerlo de enero a marzo o de junio a octubre, la ¨¦poca con menos precipitaciones. No est¨¢ permitido subir por libre: hay que ir con gu¨ªa o en una excursi¨®n organizada, que se puede contratar en las ciudades de Moshi o Marangu.
Aunque se viaje hasta el parque nacional del Kilimanjaro sin intenci¨®n de realizar la caminata, la mera visi¨®n de esta imponente monta?a proyectando su sombra sobre las llanuras de ?frica es ya de por s¨ª una maravilla. Otro gran aliciente es poder ver elefantes o b¨²falos en sus alrededores.
El hogar de los cinco grandes mam¨ªferos
Cr¨¢ter de Ngorongoro (Tanzania)
Es una de las grandes joyas de Tanzania, una enorme y perfecta caldera volc¨¢nica en la que conviven unos 25.000 animales de muy diversas especies que conforman el cat¨¢logo m¨¢s representativo de la vida animal en ?frica. Para llegar al cr¨¢ter del Ngorongoro, al norte del pa¨ªs, hay que recorrer muchos kil¨®metros de accidentadas carreteras, pero compensa en cuanto uno se asoma al borde de sus altas paredes volc¨¢nicas. En el fondo de esta espectacular caldera de 264 kil¨®metros cuadrados se extiende como una alfombra la sabana, con sus bosques de acacias y sus brillantes lagos y pantanos. En la parte baja del cr¨¢ter podremos buscar leones al acecho entre la hierba o hienas, ?¨²s, cebras, gacelas y b¨²falos, todo un espect¨¢culo de la naturaleza, en el que se pueden tambi¨¦n ver rinocerontes negros de aspecto prehist¨®rico, elefantes o manadas de hipop¨®tamos al trote. Y es que se considera que el Ngorongoro es una de las ¨¢reas m¨¢s reducidas donde es posible avistar a los big five, los cinco animales m¨¢s representativos de ?frica: le¨®n, leopardo, elefante, b¨²falo y rinoceronte. En realidad ser¨ªan los seis grandes, si incluimos tambi¨¦n al hipop¨®tamo. Adem¨¢s, en el cr¨¢ter es posible observar, con un poco de suerte, al ex¨®tico rinoceronte negro, posiblemente el mayor atractivo del parque.
El cielo bajo la tierra
Lalibela (Etiop¨ªa)
Hay pocas construcciones tan extraordinarias como las iglesias talladas en roca de Lalibela. En lugar de elevarse hacia el cielo, estos templos se adentran hacia el interior de la Tierra dibujando sobre su tejado enormes cruces talladas. Lalibela representa el apogeo de la construcci¨®n monumental de la antigua Etiop¨ªa y es un lugar de peregrinaci¨®n durante todo el a?o, pero sobre todo cuando se celebra en enero el Timkat, la epifan¨ªa de los ortodoxos et¨ªopes, una fiesta extraordinaria y llena de colorido.
Descender al mundo subterr¨¢neo de Lalibela es sumergirse en la historia del pa¨ªs africano. Y no solo es una oportunidad de contemplar el pasado, sino de tocarlo f¨ªsicamente, olerlo y escucharlo. Tambi¨¦n es el cristianismo en su estado m¨¢s puro. Al recorrer los pasadizos y las grutas, acariciando con los dedos las paredes de roca tallada, podremos ver a los sacerdotes tradicionales blandiendo crucifijos que parecen flotar entre las nubes de incienso y el aroma de las velas de cera de abeja. Al seguir los c¨¢nticos que resuenan en cada rinc¨®n terminaremos saliendo en alg¨²n punto ba?ado por los rayos de sol frente a una imponente obra maestra, congelada en piedra. Lalibela da al viajero la oportunidad de participar en ceremonias religiosas muy antiguas y de admirar la extraordinaria habilidad necesaria para crear estos lugares de culto.
Este mundo medieval, integrado por 11 iglesias maravillosamente esculpidas, se tall¨® en la roca volc¨¢nica que hay en el subsuelo durante los siglos XII y XIII por los reyes de la dinast¨ªa ?Zagwe, que quer¨ªan convertir esta ciudad en una Nueva Jerusal¨¦n, a costa, eso s¨ª, de un trabajo esclavo de terrible dureza. Cada iglesia es ¨²nica, tanto en estilo como en tama?o: Biet Medhani Alem, el templo tallado en roca m¨¢s grande del mundo, est¨¢ rodeado por 34 alt¨ªsimas columnas; mientras que Biet Ghiorgis (San Jorge) es probablemente su obra maestra, un bloque de 15 metros y tres pisos en forma de cruz.
Maravillas de la Antig¨¹edad
Pir¨¢mides de Giza (Egipto)
Las pir¨¢mides de Jufu (Keops), Jafra (Kefr¨¦n) y Menkaura (Micerino), erigidas en mitad del desierto, a escasos kil¨®metros de El Cairo, llevan m¨¢s de 4.500 a?os inspirando a varias civilizaciones con sus formas perfectas, su enorme tama?o y su impecable factura. Estos tres portensosos monumentos, levantados en el siglo XXVI antes de Cristo, son la ¨²nica de las Siete Maravillas de la Antig¨¹edad que a¨²n se conserva. Su imagen es parte del imaginario colectivo universal, pero a pesar de haberlas visto muchas veces en foto o reproducidas en dibujos, contemplarlas al natural es una experiencia ¨²nica e inolvidable.
Fue Keops (segundo fara¨®n de la IV dinast¨ªa del antiguo Egipto, que rein¨® desde el 2589 al 2566 antes de Cristo) quien escogi¨® este lugar en la meseta de Giza para construir su propio complejo funerario, a unos 40 kil¨®metros de la pir¨¢mide construida por su padre Snefru en Dashur; pero Keops perfeccion¨® el dise?o con una forma piramidal perfecta.
La primera vez que se atisban las tres siluetas picudas en el horizonte de El Cairo es tan emocionante como sorprendente. El viajero va tomando consciencia de toda su grandeza seg¨²n se aproxima a ellas desde el centro de la capital egipcia. Porque, aunque mucha gente imagina una larga traves¨ªa por el desierto hasta dar con ellas, la realidad es que el bullicio de la fren¨¦tica megal¨®polis se extiende hasta casi sus pies. Sin embargo, todo ese ruido queda atr¨¢s una vez se baja del taxi o del autob¨²s y ante el viajero se despliega la imagen eterna de las pir¨¢mides alz¨¢ndose solitarias hacia el cielo azul, rodeadas de arena. El mundo tecnificado del siglo XXI parece quedar completamente atr¨¢s cuando se accede a la Gran Pir¨¢mide de Keops a trav¨¦s de la Gran Galer¨ªa, un angosto pasaje de 48 metros de longitud, que conduce a la c¨¢mara funeraria donde est¨¢ el sarc¨®fago vac¨ªo del fara¨®n, en el centro geom¨¦trico de la pir¨¢mide. Entonces es inevitable preguntarse si lo que se est¨¢ viviendo es un sue?o.
Los templos colosales que cambiaron de sitio
Abu Simbel (Egipto)
Los templos de Abu Simbel, en el alto Nilo, nos cuentan lo mejor de la historia antigua, pero tambi¨¦n son un milagro de la log¨ªstica moderna, que logr¨® trasladarlos, piedra a piedra, desde su ubicaci¨®n original, junto al lago Nasser, para salvarlo del peligro de desaparecer bajo el agua con la construcci¨®n de la presa de Asu¨¢n, en 1968. Maravillas de hace muchos milenios y de hace pocas d¨¦cadas.
Las cuatro estatuas colosales de Rams¨¦s II presiden la entrada del gran templo, amenazadoras e impresionantes. Pero lo mejor est¨¢ dentro, escondido entre las sombras: al atravesar la puerta de la sala hip¨®stila, se entra en un recinto con un techo lleno de buitres y presidido por ocho enormes tallas de Rams¨¦s II y con las paredes cubiertas de relieves que cuentan las victorias del fara¨®n frente a los hititas, como la batalla de Kadesh del 1274 antes de Cristo (en lo que hoy es Siria).
Despu¨¦s hay que adentrarse en el santuario del templo. Tallado directamente de una monta?a durante el siglo XIII antes de Cristo, se dise?¨® para que el 21 de febrero y el 21 de octubre de todos los a?os, la fecha de cumplea?os y coronaci¨®n del fara¨®n, los primeros rayos del sol penetraran en el interior, iluminando las estatuas de Rams¨¦s II y del dios del sol, Ra-Horakhty, al fondo del santuario.
La ciudad fantasma engullida por la arena
Kolmanskop (Namibia)
Seguramente Kolmanskop, en Namibia, no sea el lugar m¨¢s bello del ?frica austral, pero s¨ª uno de los m¨¢s soprendentes y testigo mudo de lo que un d¨ªa signific¨® la ocupaci¨®n del continente para los europeos. Se trata de una ciudad fantasma original y ¨²nica, en la costa sur de esta antigua colonia alemana, en el interior de la infame Sperrgebiet (zona prohibida). Los diamantes iban a ser su futuro, pero no duraron para siempre.
Dado que esta ciudad minera abandonada est¨¢ siendo engullida espectacularmente por el desierto del Namib, el m¨¢s antiguo del continente con sus incre¨ªbles dunas de color rojo, resulta l¨®gico que fuera bautizada con el nombre de uno de los primeros afrik¨¢ners (descendientes de holandeses) cuyo carro de bueyes sucumbi¨® ante las mismas arenas un siglo antes.
A pesar de que el abandono de Kolmanskop como sede de la Consolidated Diamond Mines fue paulatino (empez¨® tras la II Guerra Mundial y termin¨® en 1956, cuando se march¨® el ¨²ltimo residente), nadie lo dir¨ªa al visitarla hoy. A¨²n se ven juguetes entre la arena en algunas casas, muebles perfectamente colocados en otras. Y la bolera y el teatro parecen listos para abrir sus puertas. Pero lo m¨¢s llamativo del lugar son los edificios y hogares inundados por el imparable mar de arena. Al trepar por las ventanas desaparecidas y pasear sobre las dunas que recorren pasillos y entran en los dormitorios, es dif¨ªcil creer lo que se ve, es demasiado surrealista y hermoso al mismo tiempo. Cuando el viento produce remolinos de polvo fantasmag¨®ricos entre los rayos de luz que atraviesan la oscuridad de algunas casas, incluso puede resultar desasosegante.
Un palacio medieval en el sur de ?frica
Gran Zimbabue (Zimbabue)
Gran Zimbabue encierra uno de los grandes misterios del sur de ?frica: unas ruinas del siglo XI que dan nombre al pa¨ªs. Toda una proeza arquitect¨®nica que son la prueba de que, en la Antig¨¹edad, ?frica alcanz¨® un nivel de civili?zaci¨®n insospechado por los primeros exploradores. Aqu¨ª los atardeceres son espectaculares, al hundirse el sol detr¨¢s de los muros de la mayor ciudad medieval de la ?frica subsahariana.
A pesar de su tama?o, el Gran Zimbabue tiene un aire ¨ªntimo. Los complejos y recintos de piedra, de los siglos XI al XIV, no son gigantescos, y esto permite fijarse en detalles que, de otra forma, pasar¨ªan desapercibidos. De hecho, a veces, como cuando se toma el camino antiguo hasta el Complejo de la Colina, hay que atravesar pasadizos tan estrechos como grietas. Recorrer el Corredor Paralelo, en la Gran Cerca, con sus alt¨ªsimas paredes de piedra que se curvan en un punto ciego, invita a seguir explorando. Y es que el recinto a¨²n conserva parte de su esplendor, como la Torre C¨®nica o las vistas de las ruinas desde los recintos reales.
La grandiosidad del lugar hizo que los historiadores europeos del siglo XIX se negaran a creer que era de origen africano. Y, sin embargo, esta ciudad medieval, que tuvo entre 10.000 y 20.000 habitantes, fue la capital de una civilizaci¨®n bant¨² que gobern¨® buena parte del sur de ?frica. Comerciaba con marfil y oro en lugares como Arabia o China. Gran Zimbabue es tan importante que, cuando la Rep¨²blica de Rodesia logr¨® su independencia definitiva del Reino Unido en 1980, tom¨® su nombre de este antiguo yacimiento.
La s¨¦ptima maravilla natural del mundo
Cataratas Victoria (Zimbabue / Zambia)
Las cataratas Victoria (Mosi-oa-Tunya, el humo que truena, como la llaman los nativos) son una de las grandes maravillas naturales del mundo, concretamente la s¨¦ptima; un imprescindible de ?frica y un destino por s¨ª mismo, compartido entre Zimbabue y Zambia. La Unesco las incluy¨® en su lista de monumentos naturales en 1989.
Este enorme salto, cuyo vapor de agua es visible a 20 kil¨®metros de distancia, es uno de los mayores espect¨¢culos del planeta y se puede disfrutar de muchas formas: contemplando la vista frontal de esta embravecida cortina de agua de m¨¢s de 1,7 kil¨®metros de ancho desde un helic¨®ptero o atreverse a mirarla durante un ba?o en Devil¡¯s Pool, una piscina natural formada al borde del abismo solo accesible en la ¨¦poca de bajo caudal del r¨ªo Zambeze. Da igual c¨®mo nos aproximemos a ella, su poder y fuerza nunca defraudan. Reluciendo bajo el sol africano, vierte cerca de un mill¨®n de litros de agua por segundo desde 108 metros de altura. Adem¨¢s, su espectacularidad est¨¢ garan?tizada en cualquier ¨¦poca del a?o, aunque la experiencia cambia seg¨²n la estaci¨®n.
La neblina permanente, adem¨¢s de crear un arco¨ªris constante, ofrece todo un bosque tropical para explorar. Pasear bajo su espeso dosel proporciona discretas vistas de las cascadas a lo lejos, ¨²nicas y bellamente enmarcadas por la frondosa vegetaci¨®n del entorno.
Un bosque de pin¨¢culos de otro mundo
Tsingy de Bemaraha (Madagascar)
Entre las maravillas menos conocidas de ?frica est¨¢n las que encierran algunos de sus destinos menos tur¨ªsticos, como la enorme isla de Madagascar. Se trata de un mundo aparte, donde los animales y hasta las plantas son diferentes y sobreviven extra?as especies como el l¨¦mur, un tipo de primate ¨²nico de Madagascar, que puede contemplarse en alguno de sus parques nacionales. El Tsingy de Bemaraha es uno de ellos, con formaciones k¨¢rsticas modeladas por el viento, la lluvia y el tiempo durante miles de a?os. Su geolog¨ªa es ¨²nica, igual que sus bien conservadas selvas de manglar y su rica fauna de l¨¦mures y camaleones. Pero lo m¨¢s llamativo son sus innumerables pin¨¢culos afilad¨ªsimos (los tsingy), algunos de cientos de metros de altura. Son todo un espect¨¢culo pero dif¨ªciles de recorrer, tanto que su nombre en malgache significa "sitio donde no se puede caminar". Sin embargo, con la ayuda de gu¨ªas, pasarelas y un sistema de v¨ªas ferratas de cables, escaleras y puentes, se consigue hacerlo.
El ascenso a la parte m¨¢s espectacular del paisaje de Grand Tsingy resulta emocionante y complicado: hay que meterse por estrechas grietas, gatear por cuevas y amarrar el arn¨¦s a los cables de seguridad para realizar ascensos verticales. Desde la cima, se contemplan unos paisajes que parecen de otro mundo, igual que los pasos por los puentes suspendidos, que conectan las zonas superiores de Tsingy por encima de escarpadas ca¨ªdas. Los bosques inferiores albergan 11 especies de l¨¦mur, por lo que conviene tener los ojos bien abiertos.
Un delta interior lleno de vida
Delta del Okavango (Botsuana)
El delta del Okavango, patrimonio mundial de la Unesco, al noroeste de Botsuana, es uno de los lugares m¨¢s extraordinarios de ?frica, con un ritmo muy particular: la subida y bajada de las aguas; el espect¨¢culo diario de su fauna; su banda sonora compuesta por rugidos de leones, el ronco sonido del leopardo o la risa loca de la hiena; y los misterios que esconden los papiros que se mecen en la brisa de la tarde. Visto desde el aire, en un avi¨®n desde la ciudad de Maun, es un para¨ªso acu¨¢tico de islas y recodos. A ras de tierra, las siluetas de los ¨¢rboles muertos en la ¨¦poca seca le dan un aspecto apocal¨ªptico.
El Okavango, uno de los mayores deltas interiores del mundo, es el emocionante contrapunto al desierto del Kalahari, donde el r¨ªo muere creando uno de los ecosistemas m¨¢s asombrosos del planeta. Los m¨¢s de 18.000 kil¨®metros cuadrados del r¨ªo Okavango sirven de sustento para un enorme n¨²mero de animales, que van cambiando con cada temporada. Aqu¨ª habitan algunos de los grandes mam¨ªferos que mayor peligro de extinci¨®n corren actualmente: rinocerontes blancos y negros, licaones (tambi¨¦n conocidos como perros salvajes africanos), leopardos y leones.
En pleno apogeo de inundaciones el r¨ªo se desborda formando islas, crece la vegetaci¨®n y llega hasta el lugar una incre¨ªble marea de animales. En este delta encontramos la ¨²nica poblaci¨®n de leones nadadores, que se ven forzados a entrar en el agua durante las crecidas para cazar ant¨ªlopes.
Aunque hay safaris que permiten explorar la zona en todoterreno, no hay nada comparable a deslizarse en mokoro (canoa tradicional) por los canales repletos de juncos. Con la mirada casi al nivel del agua, se siente la verdadera escala del lugar y los encuentros con elefantes, jirafas y ant¨ªlopes son mucho m¨¢s especiales. Y mientras se espera a atisbar alg¨²n animal, en lo alto, se puede escuchar un magn¨ªfico coro de aves africanas.
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