Oyambre, Son Bou y otras nueve playas espa?olas para un ba?o de historia

Area Longa, Porto do Son (A Coru?a). Los habitantes del castro de Baro?a, datado entre el siglo III antes de Cristo y el I de nuestra era, no le hac��an ascos a la magn��fica playa de Area Longa, si nos atenemos al arque��logo responsable de las excavaciones, Tito Concheiro, que recientemente ha desvelado una muralla en el recinto superior del poblado. ��De la actividad ��marisqueira�� de los galaicos dan buena prueba varios concheros, y est��n documentadas las actividades pesqueras y la utilizaci��n prehist��rica de algas como abono��, cuenta. Por ello, es de notar la concentraci��n de yodo imperante, garant��a de intensos bronceados. Detr��s del bar O Castro parte el sendero que conduce en 10 minutos a este enclave bordeado por pinares tapizados de helechos, de tradici��n nudista a la par que surfista. El oleaje, de respeto, solo admite a quienes bracean con desenvoltura. Pablo Charlon

Doni?os, Ferrol (A Coru?a). La base naval de Ferrol siempre fue muy deseada por su estrat��gica ubicaci��n. Doni?os era el playazo m��s cercano a la localidad coru?esa y, por sus casi dos kil��metros, id��neo para el desembarco ingl��s del 25 de agosto de 1800, origen de la batalla de Bri��n (que cumple este a?o su 222? aniversario), que se recrea aqu�� a finales de agosto. Hoy es el arenal ferrolano que concita mayor ambiente, con bandadas de jinetes sobre tablas dispuestos a sacar partido de los trenes de olas que rebotan en este brav��o play��n muy arriesgado para el ba?o. Los ��green jackets�� fueron repelidos en el castillo de San Felipe y en La Gra?a, de donde retrocedieron hasta embarcar en su escuadra. Napole��n, al enterarse, dijo: ��Brindad por los valientes ferrolanos��. RAM?N ESPELT

Emp��ries, L'Escala (Girona). La arribada de naves griegas cargadas de mercader��as fue bienvenida por los pueblos ��beros. As�� se gest�� en el siglo VI antes de Cristo la colonia m��s alejada de la antigua Grecia, Ampurias, de la que nos ha llegado, entre otros restos, una escollera (que no muelle), el ��gora y el templo de Asclepio ��dios griego de la medicina��, convertido a la saz��n en centro terap��utico y de culto: ya se sabe, la capacidad sanadora de las playas. La estatua de Asclepio (del siglo II antes de Cristo) le confiere al museo de Emp��ries un car��cter ��nico. Tras el yacimiento nos movemos a Sant Mart�� d'Emp��ries, antigua isla y capital carolingia, cuyas calles y plaza se recorren en un periquete. En el mirador del Port Grec habr�� que decidir si buscamos a mano derecha la playa familiar del Moll Grec o bien, si tiramos a mano izquierda, a la playa de Riuet, menos concurrida por semisalvaje. El restaurante L'Esculapi es tentador para las familias.

San Lorenzo, Gij��n (Asturias). Que los romanos fueron unos maestros en el cultivo de la salud por medio del agua es algo de lo que da buena cuenta Campo Vald��s: las termas p��blicas mejor conservadas de la cornisa cant��brica, escondidas junto a la estatua de Augusto. El yacimiento se visita de forma muy intuitiva, en el sentido en que lo har��a un ba?ista altoimperial: entrando por el vestuario y siguiendo por la ��sudatio�� (sauna), el ��frigidarium��, el ��tepidarium�� (zona de agua templada) y el ��caldarium��. Hoy quedan los ladrillos huecos por donde circulaba el aire caliente, lo mismo que parte de los frescos imitando el m��rmol. ��El edificio tendr��a conexi��n con el exterior��, puntualiza la arque��loga Paloma Garc��a, ��de suerte que los ba?istas pudieran salir a la playa de San Lorenzo, palestra natural donde practicar��an ejercicios gimn��sticos y ba?os en el mar��. Hoy esa zona de la playa corresponde a la Escalerona, que en bajamar genera charcos donde generaciones de gijoneses han superado el p��nico a ba?arse.TONO BALAGUER

Oyambre, Vald��liga /San Vicente de la Barquera (Cantabria). Antes de viajar, uno no puede menos que ver el maravilloso documental ��La aventura del P��jaro Amarillo�� (documaniatv.com), producido por el actor Antonio Resines, donde se da cuenta pormenorizada la epopeya que entra?aba cruzar el Atl��ntico en avi��n en junio de 1929. Al llevar un poliz��n a bordo, el combustible fue insuficiente para que la aeronave ��P��jaro Amarillo�� alcanzara Par��s (su destino), de forma que hubo que aterrizar de emergencia, quedando cegado el piloto por la amplitud y belleza de la playa de Oyambre. Recordando la gesta queda en este parque natural un monumento, un chiringuito y una marca de cerveza natural.MARIO GUTI

El Pozo, Yaiza (Lanzarote). Muchos de los que disfrutan de las id��licas playas de Papagayo, en el monumento natural de Los Ajaches, desconocen que la de El Pozo conserva los restos del primer asentamiento europeo en las islas Canarias: el de San Marcial del Rubic��n. El sustrato hist��rico tiene su principal referente en el a?o 1402, cuando desembarc�� la expedici��n normanda de Jean de B��thencourt y Gadifer de la Salle, que se propusieron conquistar el archipi��lago para la Corona de Castilla. Este frente de arenas doradas muestra una separaci��n de roques bas��lticos cuya presencia empeque?ece a los ba?istas. En el sitio arqueol��gico han visto recientemente la luz estructuras defensivas, cer��mica aborigen, una casa y vertederos del siglo XV. Un pozo dispone a��n hoy de agua potable, pero fue cegado para evitar vandalismos. Del aparcamiento (hay que pagar tres euros) hay que tomar una senda de 300 metros para llegar hasta las calas. Para visualizar Papagayo, nada como ver a Raquel Welch en el filme ��Hace un mill��n de a?os�� (Don Chaffey, 1966).

Son Bou, Alaior (Menorca). Una de las gracias indiscutibles de esta bas��lica paleocristiana (siglos V-VI) es el lugar en que se halla situada, con el Mediterr��neo a unos pasos y el estupendo perfil de la playa de mayor largura de la isla de Menorca. De planta rectangular dividida en tres naves, su rasgo significativo es la pila bautismal tetralobulada. En la zona arqueol��gica veremos tumbas antropomorfas excavadas en la roca. La mejor idea es dejar el coche en el aparcamiento principal, para al regreso disfrutar del arenal y sus chiringuitos. STUART BLACK

Playa Norte, Pe?��scola (Castell��n). Acudir a Pe?��scola sin empaparse, aunque sea superficialmente, del pasado es tan calamitoso como ignorar qui��n fue el Papa Luna, el aragon��s que la habit�� entre 1411 y 1423. Es imposible ba?arse en la playa Norte sin prestar atenci��n al castillo templario de 1307, encaramado al pe?��n tomb��lico con su poderosa presencia. Era inexpugnable porque, para asombro de los sitiadores, los pe?iscolanos parec��an beber agua de mar, desconociendo los atacantes que en realidad eran surgencias de agua dulce que a��n hoy surten las duchas playeras. Para que el ba?o de historia sea completo, todav��a reluce la sucesi��n de murallas ��medievales, renacentistas y dieciochescas��, as�� como La Porteta del puerto antiguo. Esta estampa, paradigma de turismo familiar, es la que recrea la pel��cula ��El Cid�� (Anthony Mann, 1961), ambientada anacr��nicamente en el siglo XI, durante la conquista de Valencia por Rodrigo D��az de Vivar. Todav��a pueden apreciarse, detr��s de Charlton Heston cabalgando, las rodadas sobre la arena del coche habilitado para sustentar la c��mara.PICTORIAL PRESS LTD (Alamy Stock Photo)

El Castillo, Fuengirola (M��laga). Esta playa de arena voluminosa y oscura, con un sector para el disfrute de mascotas perrunas, debe su tranquilidad a la presencia del castillo de Sohail y su parque circundante, as�� como a la casi ausencia de chiringuitos. Al lado desemboca el r��o Fuengirola, que se salva a pie por un puente colgante. Del ��ribat�� (fortaleza monacal) construido en el siglo X queda el emplazamiento. No obstante, las sucesivas rehabilitaciones ��siglos XVI y XVIII�� y su media docena de torres cuadrangulares acent��an su monumentalidad. La visita est�� supeditada a la celebraci��n de conciertos, si bien cuando la audiencia se dispara, las actuaciones se trasladan al escenario Marenostrum, erigido en plena ladera. En la playa est��n saliendo a la luz los restos de la factor��a pesquera de la ciudad romana de Suel, del siglo III.ANTONIO CIERO

La Herradura, Almu?��car (Granada). ?Qui��n pensar��a que esta rada apacible fuera escenario de una de las mayores hecatombes de la historia naval espa?ola? Corr��a el 19 de octubre de 1562 en el reino de Granada, cuando la flota de Juan de Mendoza y Carrillo ��rumbo a Berber��a�� busc�� ponerse al socaire del levante en la Punta de la Mona. El viento rol�� inopinadamente a poniente y las galeras entrechocaron entre ellas y el acantilado, cobr��ndose 25 naves con 5.000 marineros. Un monumento los recuerda cerca del chiringuito La Sardina, conocido por sus migas. Luis Schrave regenta desde 1979 la escuela de deportes n��uticos Windsurf La Herradura. ��No son extra?os estos cambios bruscos. En 2021 se hundi�� un barco en el mismo lugar y hace 15 a?os ayud�� a librarse milagrosamente a otro velero, desgobernado y sin motor��. Lo que no hay que perderse es el museo hist��rico 1562, La fuerza del Mar, inaugurado el a?o pasado en el castillo de La Herradura. Para alojarse es buena opci��n el hotel Pe?a Parda, y para tomar una copa, La Cochera, que ha cambiado de manos sin perder su talante bohemio.JAPHOTOS