Valle de Aosta, el diamante alpino
Tan bella como repleta de historia y planes viajeros, esta escarpada tierra fonteriza es uno de los grandes tesoros de Italia por descubrir. Poco importa el momento del a?o de ese hallazgo, porque siempre engancha. Incluso con la nieve en retirada
Incrustado en la esquina m¨¢s septentrional del mapa italiano, protegido por las cumbres m¨¢s altas de Europa, y con costumbres y dialectos cuyo origen se pierden en la noche de los tiempos, el Valle de Aosta es uno de los grandes secretos de Italia. Esta regi¨®n ¨Cla m¨¢s peque?a y menos poblada del pa¨ªs¨C tiene todo lo que buscan los viajeros pospandemia en sus experiencias: valles y cumbres de naturaleza imponente, gastronom¨ªa de calidad y kil¨®metro cero, uvas aut¨®ctonas, planes de turismo activo...
Im¨¢n para el Imperio romano
La ubicaci¨®n del Valle de Aosta, al que los caprichos de la historia han convertido en cu?a del mapa italiano con Suiza y Francia, hizo de ¨¦l un cotizado cruce de caminos desde la Antig¨¹edad. Tras someter a los celtas que habitaban estas tierras, los romanos comenzaron a pintar el valle tal y como lo conocemos hoy, y acometieron incontables obras civiles y militares entre las que destaca Aosta, la capital de la regi¨®n, que ostenta el merecido sobrenombre de la Roma de los Alpes.
Rica en patrimonio romano, seg¨²n muchos expertos no tiene mucho que envidiar a Roma, Pompeya y Herculano en n¨²mero de restos. Sus murallas, incre¨ªblemente conservadas, la Puerta Pretoria o el Teatro Romano constituyen los hitos m¨¢s destacables de ese pasado. Pero la ciudad tiene m¨¢s que ense?ar al viajero: las calles medievales de San¡¯t Orso, con su bell¨ªsima colegiata, y la catedral dell¡¯Asunta bien merecen una parada.
La ¨¦poca que recre¨® en el cine el g¨¦nero p¨¦plum fue solo el primer episodio de la no menos rica historia del valle: una imponente colecci¨®n de castillos, villas amuralladas, torres y fortalezas hablan al viajero de la importancia ¨Ctambi¨¦n estrat¨¦gica¨C de la regi¨®n hasta ¨¦pocas tan recientes como la II Guerra Mundial. El castillo de Aymavilles, que defend¨ªa el valle de Cogne; el del F¨¦nis, en la ruta entre Aosta y el Piamonte, y la muy visitada fortaleza de Bard, son los tres m¨¢s impresionantes.
Alpes en estado puro
El t¨²nel del Mont Blanc, la obra de ingenier¨ªa que m¨¢s de medio siglo despu¨¦s de su construcci¨®n sigue siendo la claraboya de los Alpes al sur, tiene su boca italiana cerca de la renombrada estaci¨®n tur¨ªstica de Courmayeur. La silueta del Mont Blanc, la cumbre m¨¢s alta de Europa, con sus 4.810 metros, no es la ¨²nica que pespuntea el cielo azul puro del valle: la escoltan el Monte R¨°sa (con 4.638 metros), el Gran Para¨ªso (con 4.061) y el m¨¢s ic¨®nico de todos, el Cervino (4.478 metros).
Est¨¢n marcados en rojo en las agendas de alpinistas y esquiadores de todo el mundo, pero no hay que serlo para disfrutar de estas cumbres: varios telef¨¦ricos se encaraman a ellas para transportar a los esquiadores y, tambi¨¦n, a quienes tan solo quieren quedarse boquiabiertos con las vistas. Las mejores del Cervino se obtienen desde el complejo del Monte R¨°sa, ubicado a 3.500 metros, y el SkyWay Monte Bianco, el nuevo telef¨¦rico del Mont Blanc, sube hasta Punta Helbronner, a 3.466 metros, donde aguarda una terraza panor¨¢mica circular en la que disfrutar de unas vistas espectaculares de estos colosos alpinos. Otra forma muy emocionante de contemplar la grandeza alpina del Valle de Aosta es en globo. Con raz¨®n, cada mes de febrero, el valle acoge una prestigiosa competici¨®n internacional.
Gastronom¨ªa aostana
Carnes preparadas de todas maneras, guisos, quesos, vinos y licores¡ la gastronom¨ªa aostana es recia, pero repleta de matices y con la calidad de los ingredientes como protagonista. Dos ejemplos: la fontina, un queso de vaca valdostana de fama internacional, y la contundente mocetta, un delicioso entrante a base de carne seca de ternera, gamuza, ciervo o jabal¨ª que se baja con una copita de g¨¦n¨¦py ¨Cun licor de hierbas alpinas¨C y se remata con el caf¨¦ valdostano, hecho a base de caf¨¦, especias y licores y servido en un ¨²nico recipiente de madera con varios pitorros, uno para cada comensal.
Los crudos inviernos del Valle de Aosta, adem¨¢s de moldear el paisaje y el car¨¢cter de sus gentes, definen otra caracter¨ªstica ¨²nica: sus excelentes vinos. Fueron tambi¨¦n los romanos quienes comenzaron a plantar vi?as por doquier, tanto en las extensiones m¨¢s llanas como en los escarpados lienzos de piedra de las monta?as. Las vi?as, sostenidas por postes o por columnas de piedra, ascienden en terrazas que se elevaban por encima de los mil metros, lo que los convierte en los vi?edos m¨¢s altos de Europa. Los tintos son predominantes, pero hay blancos (un 30% de la producci¨®n) realmente singulares, elaborados con una uva end¨¦mica del valle, la blanc de Morgex y de La Salle.
Aqu¨ª naci¨® el ¡®perro Samaritano¡¯
El San Bernardo ha protagonizado miles de pel¨ªculas, series e historietas durante d¨¦cadas. Esos grandes perros lanudos que socorren a los alpinistas con su barrilito colgado del cuello no son una invenci¨®n de Hollywood: tienen su cuna en el valle de Aosta.
Durante siglos?de hecho, hasta 1964, cuando se termin¨® de construir uno de los t¨²neles que horadan la cordillera?, un camino ascend¨ªa desde Aosta hasta Suiza por el paso del Gran San Bernardo. En plena ascensi¨®n, un refugio construido al borde de un lago sobre las ruinas de un templo romano era atendido desde la Edad Media por unos monjes y sus perros, que socorr¨ªan as¨ª a los peregrinos y comerciantes que buscaban atravesar la frontera.