Descubrir Las Calanques, un paraje salvaje de calas turquesas a las puertas de Marsella
Con playas de guijarros, arena fina y casitas de pescadores, este parque nacional franc¨¦s es un lugar de postal para hacer senderismo, explorar los fondos marinos o simplemente disfrutar de la naturaleza y del mar
?Fiordos en el Mediterr¨¢neo? Las Calanques son algo parecido: un paraje salvaje y escarpado, con categor¨ªa de parque nacional, entre Marsella y Cassis, a las puertas de la ciudad: una sucesi¨®n de rocas calizas blancas, aguas transparentes y vegetaci¨®n mediterr¨¢nea rica en especies protegidas. Sus peque?as calas, algunas cerradas como fiordos, entre paredes escarpadas, son un paisaje excepcional que se convierte en un complemento perfecto (casi imprescindible) si se viaja a Marsella, una ciudad ahora cada vez mejor comunicada con Espa?a. Con sus playas de guijarro y de fina arena, Las Calanques pueden parecer una postal, y resultan un lugar perfecto para explorar los fondos marinos, practicar deportes n¨¢uticos, hacer senderismo o simplemente tomar el sol. Algunas son m¨¢s accesibles que otras y el tipo de p¨²blico se autoselecciona: a unas van familias, a otras deportistas¡
Un d¨ªa en Las Calanques no se improvisa. Aunque el ba?ador forme parte del equipaje, no hay que olvidarse un buen par de zapatillas de marcha, crema solar, agua y un sombrero ¡ªsin un m¨ªnimo de equipamiento (sobre todo en verano), este lugar paradis¨ªaco puede convertirse en un infierno¡ª. Un cl¨¢sico para conocerlas en solo un d¨ªa desde Marsella es ir a la calanque (cala) de Callelongue, dejar all¨ª el coche y caminar una hora hasta el macizo Marseilleveyre, donde espera el famoso chiringuito Chez le Belge. Despu¨¦s del almuerzo, se vuelve a Callelongue para dejarse seducir por el pueblo de Goudes. Para un aperitivo en la orilla del mar, Tuba es el sitio perfecto. Se puede cenar all¨ª o seguir rumbo a la calanque de Samena para comer en el restaurante Les Tamaris, o a La Madrague para comer en Au Bord de l¡¯Eau. Otra opci¨®n es tomarse el viaje en plan m¨¢s tranquilo, e intentar recorrerlas todas alternando las excursiones en varios d¨ªas.
La primera cala que nos encontramos desde Marsella, y el punto de inicio de todo paseo por Las Calenques, es la de Callelongue, en el macizo de Marseilleveyre. Realmente estamos todav¨ªa en Marsella, concretamente en el distrito 8. ?C¨®mo identificarla? Pues por su aire de pueblo de pescadores, su diminuto puerto y sus caba?itas (los llamados cabanons). Es como un remanso tranquilo y diferente para los paseantes, con un bar-restaurante y una fuente para comenzar el camino, pero sin playa.
Tambi¨¦n son muy bonitas las vistas desde la calanque de Sormiou, la mayor de todas, un marco perfecto para contemplar los relieves monta?osos que rodean sus aguas turquesas. Se puede llegar a pie (una hora aproximadamente) por un camino sencillo para todos los p¨²blicos.
Más información en la guía Marsella y Las Calanques de cerca de Lonely Planet y en lonelyplanet.es.
Para muchos, la calanque m¨¢s bonita de Marsella es la d¡¯En-Vau, con una peque?a y tranquila playa de guijarros. Se la llama ¡°La Perla de las Calanques¡± y en verano son much¨ªsimos los turistas que llegan para contemplar sus tonos turquesa y a?il, bajo los acantilados.
La de Morgiou es otra de las m¨¢s apreciadas, por su ambiente ¨ªntimo y sobre todo porque es muy profunda y se puede practicar muy bien submarinismo. Hay cerca una cueva que todo el mundo quiere visitar: la Grotte Cosquer, una gruta submarina descubierta por el submarinista Henri Cosquer que atestigua la presencia del hombre hace unos 28.000 a?os. Adem¨¢s, aqu¨ª hay historia: durante el reinado de Luis XIII se organiz¨® una jornada de pesca para el rey y para la ocasi¨®n se excavaron escaleras en la piedra para facilitar su desembarco. Y all¨ª siguen.
Otra buena cala para nadar es la calanque de Port-Pin, perfecta tambi¨¦n para ir con ni?os por su f¨¢cil acceso. Es una playa de arena y guijarros, que toma su nombre de los pinos de Alepo que la rodean y es f¨¢cil darse un chapuz¨®n en sus aguas cristalinas sin tener que darse una larga caminata. Tambi¨¦n es perfecta para un d¨ªa de playa en familia la calanque de Marseilleveyre, muy cerca de Callelongue y de Marsella, rodeada de varios cabanons, con un restaurante y una impresionante vista del archipi¨¦lago de Riou.
Y para los que prefieran dedicarse a practicar esn¨®rquel o bucear, la de la Mounine puede estar muy bien: en sus aguas vive una flora y fauna muy interesante, y hay una tranquilidad absoluta a lo largo de la estrecha y recta hendidura excavada en la blanca piedra caliza.
Accesibles por senderos o por el mar
Los marselleses tienen en las calanques un espacio perfecto para el senderismo. Un objetivo puede ser la calanque d¡¯En-Vau, solo accesible por el mar o a pie, con dos senderos con rocas resbaladizas que requieren cierto grado de preparaci¨®n. Otra opci¨®n es la Anse de la Triperie, solo accesible a pie desde el calanque de Morgiou, por el col du Renard o el col de Morgiou. Una vez all¨ª, entre los impresionantes acantilados verticales, la vista es excepcional sobre el resto de las calanques hasta el Cap Canaille. Otras vistas excepcionales son las que se tienen desde la calanque de Sugiton, muy cerca de Morgiou, rematada por altos acantilados que la hacen ¨²nica. Desde ella es f¨¢cil llegar hasta el Tour d¡¯Orient, un mirador encaramado a 250 metros sobre el nivel del mar con una maravillosa panor¨¢mica. Se llega a pie, pero el camino es muy accesible.
Hay algunas calas a las que solo puede llegarse por mar, como la de l¡¯Oule (su nombre procede del provenzal Oulo, que significa olla o caldero). Enclavada entre dos enormes acantilados de 70 metros de altura, es uno de los lugares m¨¢s salvajes y secretos del parque nacional franc¨¦s. Y queda la que es, probablemente, la m¨¢s original: la calanque de Saint-Est¨¨ve, en la isla de Ratonneau (Frioul), con una playa natural y peque?os fondos marinos ricos en biodiversidad marina. Con sus aguas turquesas, es una de las m¨¢s agradables del parque nacional, con restaurante e incluso con ducha. Aqu¨ª se puede hacer un recorrido submarino en el mar, equipados con una m¨¢scara y un tubo, por un original sendero accesible a todo el mundo que permite descubrir la fauna y la flora desde la orilla.
Por regla general, se puede llegar a una sola cala desde varias entra?das del parque nacional, mientras que el GR 98-51 costero las conecta todas, de Callelongue (en el l¨ªmite de la ensenada de Mar?sella) a Cassis, en 11 horas de marcha sostenida, no siempre sencilla. Es posible combinar las dos op?ciones: llegar por una cala y, luego, por el sendero costero, enlazar con la cala vecina, desde donde se volver¨¢ a subir a la ciudad por su v¨ªa de acceso.
Luchando contra la masificaci¨®n
El parque nacional de Las Calanques (el d¨¦cimo de Francia) est¨¢ formado por 5.000 hect¨¢reas terrestres y 20 kil¨®metros de costa. Lo habitan 140 especies terrestres y vegetales protegidas y 60 especies marinas patrimoniales. Pese a las restricciones, entre dos y tres millones de personas lo visitan cada a?o por tierra y por mar y esta afluencia ejerce una presi¨®n sobre el me?dio natural. Para conciliar la protecci¨®n de los espacios naturales y el acceso libre, el parque intenta controlar el acceso. Por ejemplo, con una aplicaci¨®n (Mes Calanques) que proporciona informaci¨®n en tiempo real del n¨²mero de visitantes y se emiten mensajes de prevenci¨®n.
Fueron necesarios 15 a?os de gestaci¨®n para lograr la creaci¨®n de este parque nacional, por decreto, en abril de 2012. Sus caracter¨ªsticas espec¨ªficas explican, en gran parte, tanta lentitud; el parque abarca un territorio periurbano, a la vez terrestre y mar¨ªtimo, y los usos sobre este para?je natural son numerosos. Desde hace lustros, se caza, se pesca y se recolectan plantas. Aunque ya estaban reguladas (Las Calanques est¨¢n clasifica?das desde 1975), estas pr¨¢cticas no conviv¨ªan del todo bien con los desaf¨ªos de un parque. Al final, se siguen autorizando, pero con m¨¢s restricciones.
Un ejemplo de lo que puede pasar son las calanques de Sugiton y des Pierres Tomb¨¦es, que han sido v¨ªctimas de su ¨¦xi?to. Para combatir la erosi¨®n provocada por la masificaci¨®n en verano (con picos de 2.500 visitantes diarios), el parque ha fijado un l¨ªmite de 400 personas al d¨ªa hasta 2027. Para ello, ha establecido un acceso (gratuito), previa reserva, en los meses de julio y agosto, as¨ª como los dos ¨²ltimos fines de semana de junio y los dos primeros de septiembre. La afluencia estival se ha reducido as¨ª en m¨¢s de un 80%, moderando su impacto en el entorno. Las reservas se hacen en la web del parque nacional.
Con una gran ciudad tan cerca de este espacio tan fr¨¢gil, los marselleses se aseguran de poner unas medidas para controlar la visita a Las Calanques y su conservaci¨®n como parque nacional. Aunque es posible acercarse a ciertos puntos en coche, el macizo de Las Calanques se descubre a pie o se pueden contemplar en barco. Durante los recorridos, no hay que salirse de los senderos se?a?lizados, y, por supuesto, est¨¢ prohibido acampar, ni siquiera una noche, y sobre todo hacer fuego y fumar. Los incendios son una aut¨¦ntica plaga en la zona. Por ello, del 1 de junio al 30 de septiembre el acceso y la circulaci¨®n est¨¢n regulados.
¡®Cabanons¡¯, las casitas de los pobres
Sometidos a la Ley de Costas, algunos cabanons ¡ªpeque?os refugios frente al mar construidos ilegalmente¡ª est¨¢n desapareciendo poco a poco. Con el tiempo, se han convertido en emblema de una tradici¨®n t¨ª?picamente marsellesa. Todas las caletas de la costa, as¨ª como otras m¨¢s grandes, como Morgiou y Sormiou, cuentan con estas curiosas casitas, construidas a principios del siglo XX para guardar las barcas de los pescadores. Signo de los tiempos, los cabanons, sin renegar de su tradici¨®n popular, son hoy destinos vacacionales muy apreciados entre los marselleses, a pesar de sus comodidades b¨¢sicas. Algunos cabanoniers viven en ellas a tiempo completo durante el verano y est¨¢n encantados de reencontrarse con sus vecinos. De hecho, tan?to si van en familia como con amigos, los felices propietarios de las casitas (que transmiten este bien de generaci¨®n en generaci¨®n) saben que son los encargados de mantener una forma de vida.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter de El Viajero y encuentra inspiraci¨®n para tus pr¨®ximos viajes en nuestras cuentas de Facebook, X e Instagram.