Cinco joyas en los Pirineos por si este verano eliges ir de vacaciones a la monta?a
El paisaje del Rinc¨®n de Belagua, las iglesias del Serrablo, el burgo medieval de Monta?ana, el tren cremallera de la Vall de N¨²ria y los pueblos del Pallars Sobir¨¢ son aciertos viajeros
Para quienes en el eterno debate de d¨®nde ir en verano elijan monta?a en vez de playa, aqu¨ª van cinco lugares del Pirineo en el lado espa?ol. Parajes escondidos, poco transitados y deliciosos para redescubrir la gran cordillera m¨¢s all¨¢ de los manidos y archisaturados lugares de siempre.
1. Rinc¨®n de Belagua (Navarra)
En lo m¨¢s alto del valle de Roncal existe un peque?o valle lateral excavado por los glaciares. Su acceso es angosto, pero enseguida se ensancha en prados de ensue?o y bosques sugerentes. Es el Rinc¨®n de Belagua, una de esas peque?as joyas perdidas en los pliegues del Pirineo. La parte m¨¢s alta del valle la ocupa el karst de Larra, uno de los parajes de caliza m¨¢s impresionantes de Europa. La erosi¨®n tall¨® en esta masa de roca mil grietas y oquedades hasta formar un paraje imposible. Una de estas grietas da acceso a la celeb¨¦rrima Piedra de San Mart¨ªn, que con sus 1.410 metros de profundidad fue durante muchos a?os la sima m¨¢s profunda explorada por el ser humano. Muy cerca de la boca de la Piedra de San Mart¨ªn, en el moj¨®n n¨²mero 262 de la muga hispano-francesa, se celebra cada 13 de julio el tributo de las Tres Vacas. Los alcaldes del Roncal, vestidos a la usanza tradicional, reciben de los del valle franc¨¦s de Baretous tres vacas como tributo de una sentencia arbitral que sell¨® en 1375 la en¨¦sima disputa por los pastos. Es el lugar ideal para iniciar buenas excursiones senderistas, como la que sube a la Mesa de los Tres Reyes.
2. Las iglesias del Serrablo (Huesca)
Desde mediados del siglo X y hasta finales del XI, la comarca del Alto G¨¢llego, en la provincia de Huesca, sufri¨® un periodo de ebullici¨®n, preludio de la creaci¨®n del reino de Arag¨®n y del fin de la dominaci¨®n musulmana. En esa etapa de mestizaje, y por tanto de trasvase de ideas y estilos, se empiezan a construir por todo el valle peque?as iglesias de una sola nave y ¨¢bside circular en las que se funde todo ese amalgama de culturas y de estilos: arcos de herradura, frisos de baquetones, arquer¨ªas ciegas, ventanas ajimezadas.... Una mezcla de influencias entre el rom¨¢nico lombardo que empezaba a llegar de Europa y el arte musulm¨¢n local que alumbr¨® un nuevo estilo, el moz¨¢rabe, del que las iglesias del Serrablo son uno de sus mejores exponentes. Destacan las de Santa Mar¨ªa de Is¨²n de Basa, Satu¨¦, San Juan de Busa o la de San Bartolom¨¦ de Gav¨ªn. Aunque la m¨¢s bella y trabajada de todas las iglesias del Serrablo es la de San Pedro de L¨¢rrede. Olvidadas durante siglos, las iglesias fueron rescatadas por la labor de algunos historiadores, como Rafael S¨¢nchez Ventura, Francisco ??iguez y Antonio Dur¨¢n Gudiol, y, sobre todo, por la actuaci¨®n entusiasta y constante de la Asociaci¨®n de Amigos del Serrablo, verdadera dinamizadora de la recuperaci¨®n de esta comarca oscense.
3. Monta?ana (Huesca)
La hist¨®rica comarca de la Ribagorza, una de las piezas fundacionales del reino de Arag¨®n, cuenta en su zona sur con muchas poblaciones ricas en patrimonio e historia, donde vuelven a aflorar las ermitas rom¨¢nicas y las fortalezas altomedievales que tanta importancia tuvieron en la consolidaci¨®n de la casa real aragonesa. Una de las m¨¢s singulares es Monta?ana, el burgo medieval con m¨¢s encanto de toda la baja Ribagorza, perdido del mundanal ruido en el fondo de un barranco lateral del r¨ªo Noguera Ribagorzana, a un par de kil¨®metros de la carretera N-230. Al trasladarse la poblaci¨®n paulatinamente a Puente de Monta?ana, la villa qued¨® en el olvido, lo que propici¨® la ca¨ªda de tejados y el deterioro de sus inmuebles, pero tambi¨¦n que no se cometieran tropel¨ªas urban¨ªsticas ni ampliaciones aberrantes que hubieran acabado con su estampa casi de cuento. Lo forman dos barrios a ambos lados del torrente unidos por un puente de piedra y rodeados por un denso entramado de torres y puestos de vig¨ªa que avisaban a los moradores de peligros en ciernes. La abundante restauraci¨®n emprendida por particulares ha devuelto su esplendor a un pueblo cuyas calles, llenas de arcos y rincones abovedados, no son accesibles en coche. Sobre la pe?a que domina el lugar destaca la torre de la C¨¢rcel, que perteneci¨® a la antigua fortaleza, y la iglesia de Nuestra Se?ora de Bald¨®s, cuyo aire fortificado evidencia que antes de templo fue baluarte.
4. Vall de N¨²ria (Girona)
En Ribes de Freser, el Pirineo catal¨¢n empieza a tomar hechuras de alta monta?a y el paisaje se llena de picos brav¨ªos, densos bosques y multitud de arroyos. Es el lugar apropiado para dejar el coche y seguir remontando el r¨ªo hacia N¨²ria en el ¨²nico tren cremallera de Espa?a. N¨²ria es un circo glaciar rodeado de monta?as que superan los 2.500 metros de altitud, enclavado en una de las zonas m¨¢s v¨ªrgenes del Pirineo catal¨¢n. Sus laderas suaves, cubiertas de verdes praderas en verano, confluyen en una explanada herb¨¢cea donde se levanta desde ¨¦poca visigoda el monasterio de la Mare de D¨¦u de N¨²ria, el segundo lugar de peregrinaci¨®n m¨¢s frecuentado de Catalu?a tras el de Montserrat. La leyenda atribuye su fundaci¨®n a San Gil, que lleg¨® a este remoto lugar hacia el a?o 700 huyendo de las persecuciones del rey godo Witiza.
En 1928, antes de que llegara la fiebre del autom¨®vil, se proyect¨® un tren cremallera que permitiera acceder al santuario de una manera m¨¢s ¨¢gil que en burro por la vieja senda de herradura que remontaba el r¨ªo desde Ribes. Mejorado y restaurado, el tren de N¨²ria es una de las m¨¢s saludables iniciativas pirenaicas. Salva mil metros de desnivel y 12,5 kil¨®metros de distancia entre Ribes y el santuario, con parada en Queralbs, otro n¨²cleo caracter¨ªstico pirenaico. Junto al templo se encuentran un hotel, un albergue, cafeter¨ªa, restaurantes, tiendas y un centro de acogida para los numerosos peregrinos que llegan a este lugar emblem¨¢tico.
5. Pueblos del Pallars Sobir¨¢ (Lleida)
El Pallars Sobir¨¢ leridano es una de las comarcas pirenaicas m¨¢s remotas y abruptas, que incluye la cima de Catalu?a, la Pica d¡¯Estats (3.143 metros). Pura alta monta?a entre prados verdes y picos de roca desnuda que guardan en sus umbr¨ªas peque?os neveros hasta bien entrado el verano. Su dif¨ªcil acceso por el ¨²nico paso natural que hay al sur, el desfiladero de Collegats, en el valle del Noguera Pallaresa, no ha impedido que pueblos como Esterri d¡¯?neu, Llavors¨ª y Sort se masifiquen cada primavera y verano, sobre todo por el impacto que tienen los deportes de aguas bravas en el r¨ªo Noguera Pallaresa. Pero perdidas por los rincones del valle hay otras muchas localidades de pura arquitectura monta?esa que conservan a¨²n el encanto de anta?o. Pueblos como ?reu, en la vall de Ferrera; Burg, con sus callejuelas empedradas; Esterri de Card¨®s y el valle hom¨®nimo, donde a¨²n queda ganader¨ªa, e incluso Gerri de la Sal, en el Baix Pallars, con su famoso puente medieval y la iglesia del antiguo monasterio de Santa Mar¨ªa de Gerri.
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