El doctor Garrod y el misterio de los pa?ales negros
Algunos de los grandes cient¨ªficos de la historia han actuado como detectives para romper t¨®picos y desentra?ar los secretos de las enfermedades.
La ciencia, como cualquier otra actividad, no est¨¢ exenta de modas. Es relativamente frecuente que, cuando se lleva a cabo un gran avance en alg¨²n campo cient¨ªfico, durante los a?os siguientes se tienda a tratar de enfocar todos los problemas de forma similar, algo que puede conducir al error. Por ejemplo: el doctor John Snow, que fue pionero en la disciplina de la epidemiolog¨ªa a mediados del XIX, demostr¨® (actuando como un detective) que el origen de una gran epidemia de c¨®lera en Londres no eran las miasmas, sino la contaminaci¨®n del agua que brotaba de una bomba en la calle Broad. La teor¨ª...
La ciencia, como cualquier otra actividad, no est¨¢ exenta de modas. Es relativamente frecuente que, cuando se lleva a cabo un gran avance en alg¨²n campo cient¨ªfico, durante los a?os siguientes se tienda a tratar de enfocar todos los problemas de forma similar, algo que puede conducir al error. Por ejemplo: el doctor John Snow, que fue pionero en la disciplina de la epidemiolog¨ªa a mediados del XIX, demostr¨® (actuando como un detective) que el origen de una gran epidemia de c¨®lera en Londres no eran las miasmas, sino la contaminaci¨®n del agua que brotaba de una bomba en la calle Broad. La teor¨ªa de la ¨¦poca afirmaba que las enfermedades no se contagiaban, sino que se transmit¨ªan por el aire pestilente (miasmas); un problema que se solucionaba con buena ventilaci¨®n. En aquel momento le fue muy complicado a Snow convencer a las autoridades de que cerrar esa fuente pondr¨ªa remedio a la epidemia, como efectivamente al final pas¨®. El problema es que este ¨¦xito, junto con el desarrollo de la microbiolog¨ªa, hizo que a principios del siglo XX cualquier enfermedad desconocida se tendiera a interpretar por la presencia de microorganismos. Y eso tambi¨¦n indujo a error.
Archibald Garrod fue un m¨¦dico ingl¨¦s nacido en 1857. Educado en Oxford y en el hospital general de Viena, ejerci¨® como m¨¦dico en Malta durante la Primera Guerra Mundial y en varios hospitales de Londres. Garrod, desde joven, se centr¨® en la investigaci¨®n de las afecciones relacionadas con la qu¨ªmica. Entre ellas, le llamaba la atenci¨®n una dolencia denominada ¡°enfermedad de los pa?ales negros¡±. Su s¨ªntoma m¨¢s llamativo era que los pa?ales impregnados de orina de los ni?os que sufr¨ªan esa alteraci¨®n se te?¨ªan de negro en contacto con el aire. La hip¨®tesis asumida por la mayor¨ªa de los m¨¦dicos de la ¨¦poca era que ese mal se deb¨ªa a un desorden en los microbios intestinales. A esto se un¨ªa el hecho de que la sintomatolog¨ªa era aparentemente leve y los que la sufr¨ªan ten¨ªan un desarrollo normal. Sin embargo, ya en la edad adulta, causaba problemas renales, cardiacos, artritis y una pigmentaci¨®n oscura en la piel denominada ocrosis. La enfermedad fue bautizada como alcaptonuria porque se sospechaba que en la orina aparec¨ªa una sustancia muy reactiva con el ox¨ªgeno en un medio alcalino, a la que se le dio el nombre de alcapt¨®n. En 1891, los qu¨ªmicos Wolkow y Baumann descubrieron que la sustancia responsable de ese color era el ¨¢cido homogent¨ªsico, un ¨¢cido derivado del fenol.
El doctor Garrod pensaba que el estudio de la orina por m¨¦todos qu¨ªmicos era clave para entender el origen de algunas dolencias si estaban relacionadas con el metabolismo, es decir, con el conjunto de reac?ciones qu¨ªmicas que se desarrollan en un ser vivo. Adem¨¢s, era muy amigo de William Bateson, bi¨®logo y genetista ingl¨¦s y uno de los redescubridores de las leyes de Mendel. Gracias a conocer el trabajo de Bateson, Garrod decidi¨® aplicar esa gen¨¦tica mendeliana a sus investigaciones y, trazando ¨¢rboles geneal¨®gicos con los pacientes, pudo descubrir que era una enfermedad que se heredaba. Hoy sabemos, adem¨¢s, que la alcaptonuria se debe a un problema en el metabolismo de los amino¨¢cidos que hace que se acumule un intermediario que a la larga produce efectos de toxicidad.
Gracias a aquel descubrimiento, Garrod sigui¨® investigando el papel de la herencia gen¨¦tica en algunas afecciones y pudo determinar que otras, como la cistinuria, la pentosuria y el albinismo, tambi¨¦n ten¨ªan base gen¨¦tica. En 1908 imparti¨® la prestigiosa Croonian lecture en el Royal College of Physicians, donde utiliz¨® por primera vez el concepto ¡°errores innatos del metabolismo¡± que se sigue utilizando para calificar a las enfermedades gen¨¦ticas que provocan alteraciones en el metabolismo. Por lo tanto, las generalizaciones nunca han sido buenas, y algunos problemas complejos, como puede ser el conjunto de los males que sufren los humanos, pueden tener solucionas complejas, o, como en este caso, que enfermedades diferentes tengan or¨ªgenes distintos. La soluci¨®n no es siempre un microbio.
J. M. Mulet es bioqu¨ªmico y divulgador.
Las momias hablan siglos despu¨¦s
El conocimiento del origen de las enfermedades puede servir para resolver misterios hist¨®ricos. En 1584, el m¨¦dico alem¨¢n Wilhelm Adolf Scribonius describi¨® como una an¨¦cdota el caso de un escolar que ten¨ªa la orina negra. Posteriormente, en 1649, Latisanus describi¨® un caso similar. Sin embargo, el caso m¨¢s antiguo de alcaptonuria fue descubierto en 1977, cuando se public¨® el hallazgo de una momia egipcia llamada Harwa, que hab¨ªa sido trabajadora en un granero y que hab¨ªa fallecido sobre el a?o 1500 antes de Cristo. Adem¨¢s de las lesiones en las articu?laciones propias de esa afecci¨®n, se encontraron dep¨®sitos de ¨¢cido homogent¨ªsico, demostrando que padec¨ªa esa dolencia. Posteriormente en la regi¨®n se descubrieron otras momias con la misma patolog¨ªa, algo esperable dado el alto grado de endogamia de la civilizaci¨®n egipcia.