En el reino del pinsapo
La sierra de las Nieves se convertir¨¢ pronto en el decimosexto parque nacional de Espa?a. Una fabulosa mezcla de bosques en las monta?as de M¨¢laga, que han sobrevivido a las mismas puertas de la f¨¢brica tur¨ªstica de la Costa del Sol. Entre sus m¨²ltiples maravillas naturales, cobija uno de los ¨¢rboles m¨¢s singulares de la flora ib¨¦rica: el pinsapo, el rey de este para¨ªso de la bot¨¢nica.
En el Conservatorio y Jard¨ªn Bot¨¢nico de la ciudad suiza de Ginebra, dentro de unos grandes armarios met¨¢licos del s¨®tano -1 del herbario de plantas faner¨®gamas, se guardan las muestras originales con las que qued¨® registrada para la ciencia en el siglo XIX una de las mayores singularidades de los ¨¢rboles ib¨¦ricos: el pinsapo. Son unos fragmentos de ramas y pi?as recolectados en 1837 por el bot¨¢nico suizo Edmond Boissier (1810-1885), junto a unas anotaciones de su pu?o y letra que sit¨²an el hallazgo en la sierra de las Nieves, en M¨¢laga. Ahora, 184 a?os despu¨¦s, solo queda el tr¨¢mite final en el Parlamento espa?ol para convertir en parque nacional este espacio ¨²nico y blindar, entre otras maravillas, estas raras con¨ªferas.
Para entender la particularidad de los pinsapos, hay que imaginar al bot¨¢nico Boissier al ver por primera vez unos abetos similares a los de las fr¨ªas monta?as de los Alpes (los t¨ªpicos ¨¢rboles de Navidad con forma triangular), pero perfectamente adaptados a las tierras castigadas por el sol de Andaluc¨ªa. El cient¨ªfico, explorador y coleccionista al que se le atribuye la descripci¨®n de casi 6.000 especies nuevas constat¨® que estas con¨ªferas mediterr¨¢neas eran algo ¨²nico y les puso el nombre cient¨ªfico de Abies pinsapo. Desde Suiza, una voz al otro lado del tel¨¦fono recibe con entusiasmo la noticia de la pronta declaraci¨®n del parque nacional de la Sierra de las Nieves, que ser¨¢ el decimosexto de Espa?a y proteger¨¢ 23.000 hect¨¢reas con una fabulosa diversidad de bosques. ¡°El abeto blanco y el pinsapo tuvieron una vez una poblaci¨®n ¨²nica, pero este se separ¨® y se especializ¨® en un h¨¢bitat y un clima completamente diferentes, estos ¨¢rboles de Espa?a son una gran curiosidad¡±, comenta Michel Grenon, presidente de la Sociedad de F¨ªsica e Historia Natural de Ginebra, a la que tambi¨¦n perteneci¨® Boissier.
En el siglo XIX una expedici¨®n por las sierras de Andaluc¨ªa constitu¨ªa toda una aventura con no pocos peligros. Cargado con su papel de herbario para prensar y secar los espec¨ªmenes que iba recogiendo, el explorador suizo relata en su emblem¨¢tica obra Viaje bot¨¢nico por el sur de Espa?a la extra?eza que caus¨® a los lugare?os que recorriera aquellas duras monta?as para recolectar plantas. ¡°Nadie cre¨ªa mis explicaciones muy simples sobre el objetivo de mis investigaciones, intrigaba a esta buena gente sobre todo mi bar¨®metro, sacud¨ªan la cabeza con aire significativo. Coger pinchos, medir sierras y por gusto, no puede ser¡, dec¨ªan¡±, relata el cient¨ªfico sobre sus exploraciones por estas solitarias tierras. Si Boissier pudiera volver hoy a la sierra de las Nieves, pegada a la costa malague?a y a apenas 25 kil¨®metros de una f¨¢brica del turismo como Marbella, ahora tendr¨ªa que superar un laberinto de edificios, autov¨ªas, rotondas, urbanizaciones, palmeras ornamentales, vallas publicitarias¡ Pero, tras el susto inicial, de pronto se encontrar¨ªa rodeado de bosques, en medio de un paisaje sublime.
Si bien existen diferentes rutas para entrar en el futuro parque nacional, acceder por la pista que conecta Marbella con Ronda es hoy parecido a cruzar una puerta m¨¢gica. Antes de atravesarla, todav¨ªa al dejar atr¨¢s la carretera asfaltada se siguen viendo m¨¢quinas que construyen m¨¢s complejos tur¨ªsticos, ya en las mismas faldas de monta?a, cuando de forma inesperada todo el cemento desaparece. ¡°Yo no s¨¦ c¨®mo se ha conservado esto aqu¨ª¡±, asegura Baltasar Cabezudo, profesor em¨¦rito de la Universidad de M¨¢laga y antiguo presidente de la Junta Rectora del Parque Natural de la Sierra de las Nieves, el ¨®rgano que entre 2011 y 2014 puso en marcha los tr¨¢mites para convertir este espacio en parque nacional, en un proceso impulsado desde abajo, con el apoyo de todos los sectores de la zona. ¡°En estas monta?as est¨¢n los pinsapares m¨¢s extensos y mejor conservados del mundo¡±, subraya el bot¨¢nico, que explica que, aunque en la actualidad se sabe de la existencia de otros abetos mediterr¨¢neos en el norte de Marruecos o en Grecia, estos est¨¢n considerados variedades o especies distintas. Todos los pinsapos se concentran en unos pocos puntos de Andaluc¨ªa, lo que a su vez supone tambi¨¦n su mayor vulnerabilidad, en especial ante el fuego, raz¨®n por la que esta comunidad tiene catalogada a la especie como en peligro de extinci¨®n.
Como Boissier y los bot¨¢nicos cl¨¢sicos, Cabezudo y el investigador Federico Casimiro-Soriguer han estado dos a?os recorriendo este espacio para inventariar toda su flora. Se han dedicado a salirse de los caminos y a perderse por estas monta?as recogiendo muestras de todas las variedades de plantas, rastreando los rincones m¨¢s escondidos, los m¨¢s inaccesibles por los que no hubieran pasado antes. Todav¨ªa hoy, mientras andan por la sierra de las Nieves, de vez en cuando sacan una peque?a bolsa de pl¨¢stico para introducir alg¨²n esp¨¦cimen, como si fuera una prueba que recogiera la polic¨ªa cient¨ªfica de las plantas. Despu¨¦s de analizar miles de muestras recolectadas, secadas y conservadas en los s¨®tanos de la Facultad de Ciencias de M¨¢laga, y revisar pliegos digitalizados de otros muchos herbarios, han contabilizado 1.620 especies vegetales diferentes. En este para¨ªso bot¨¢nico hay mucho m¨¢s que pinsapos.
Parte de esta enorme diversidad vegetal se explica por la situaci¨®n geogr¨¢fica y el clima de esta parte de Andaluc¨ªa. Sin embargo, en el caso de la sierra de las Nieves se dan adem¨¢s otras particularidades. Uno de los factores m¨¢s determinantes es el especial desnivel de este parque de media monta?a, que en poco espacio pasa de los 200 metros no lejos del mar hasta los 1.919 del pico Torrecilla, una diferencia de m¨¢s de 1.700 metros. ¡°En apenas 1,5 kil¨®metros en l¨ªnea recta pasamos de ver el palmito [una peque?a palmera aut¨®ctona] a vegetaci¨®n de alta monta?a, los contrastes son espectaculares¡±, se?ala Casimiro-Soriguer. Otro de los motivos para crear este parque nacional, aparte de los pinsapos, son las formaciones geol¨®gicas de peridotitas (serpentinas), roca magm¨¢tica muy rara en la que tambi¨¦n cambia la vegetaci¨®n que crece encima. El resultado es una incre¨ªble amalgama bot¨¢nica, en la que se mezclan bosques de pinsapos, alcornoques, quejigos, encinas, sabinas, pinos, enebros¡
¡°Cada vez quedan menos bot¨¢nicos de base, de los que van al campo a recoger e identificar muestras¡±, comenta Cabezudo, que mientras camina por el futuro parque nacional cada cierto tiempo lanza una exclamaci¨®n o se detiene al ver alguna novedad entre las plantas que tanto conoce. Puede ser un simple musgo, alguna flor blanca de los jarales o la campana amarilla de un narciso. De todas las especies que ha inventariado en la sierra de las Nieves, el profesor ya jubilado destaca algunas variedades de las partes m¨¢s altas, como los piornales y brezales, los enebros y sabinas rastreros¡ Y, en especial, los quejigos de monta?a, Quercus alpestris Boiss., majestuosos ¨¢rboles de troncos demacrados por la edad, tambi¨¦n descritos en su d¨ªa por Boissier.
Si no hay duda de la importancia del ginebrino en la bot¨¢nica de Andaluc¨ªa, Cabezudo reivindica el papel de otras figuras. Es el caso de dos farmac¨¦uticos de M¨¢laga, F¨¦lix Haenseler (1766-1841) y Pablo Prolongo (1806-1885), que le acompa?aron y ayudaron en su b¨²squeda de los pinsapos por la sierra de las Nieves. Pero tambi¨¦n del bot¨¢nico Sim¨®n de Rojas Clemente (1777-1827), que describi¨® el pinsapo dos d¨¦cadas antes que el suizo, aunque no de la forma correcta para la ciencia. De hecho, hoy es habitual encontrar referencias de esta especie como Abies pinsapo Clemente ex Boiss., para incluir las dos paternidades. Los nombres de estas plantas est¨¢n llenos de historias de las personas que han llevado a cabo la colosal tarea de catalogarlas para darlas a conocer y poder protegerlas. Antes de que llegaran a las colecciones cient¨ªficas, los pinsapos eran como llamaban los habitantes de estas tierras a los ¨¢rboles de los que cortaban ramas para llevar a las procesiones (por tener formas de cruces).
En la sierra de las Nieves hay muchas variedades raras, como la Centaurea clementei, un esp¨¦cimen tan bello como extra?o de flores amarillas que dedic¨® Boissier a Clemente, pero todav¨ªa m¨¢s relevantes son sus comunidades vegetales. ¡°Una especie puede estar plantada en un jard¨ªn bot¨¢nico, pero lo interesante son estos jarales, pastizales, alcornocales, pinares, saucedas¡¡±, recalca el profesor malague?o, Cabezudoi en la terminolog¨ªa de las plantas, que asegura que la creaci¨®n del parque constituye un hito en su vida como bot¨¢nico. A pesar de dar a este espacio la m¨¢xima protecci¨®n, tampoco significa que vaya a estar siempre igual. A diferencia de lo que ocurre con un herbario, un parque tampoco es algo que se pueda prensar y secar para preservarlo inmutable. Con el calentamiento del planeta, los pinsapos ya han empezado a extenderse hacia arriba en las monta?as y de forma irremediable el paisaje ir¨¢ cambiando.
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