Un descubrimiento
Existen pel¨ªculas que son mucho m¨¢s que pel¨ªculas. ¡®El a?o del descubrimiento¡¯ es una de ellas, la m¨¢s importante que he visto en a?os
?No lo vi? Tuve que verlo. Siempre he cre¨ªdo que tengo muy buena memoria, pero ahora dudo hasta de eso, porque tuve que verlo, tuve que enterarme, a la fuerza tuve que leer, escuchar lo que estaba pasando, y sin embargo no me acuerdo. En cualquier otro caso, la calidad de mi memoria resultar¨ªa irrelevante, en este no. El 3 de febrero de 1992 yo ten¨ªa 31 a?os, ya hab¨ªa publicado un libro, le¨ªa peri¨®dicos todos los d¨ªas, pero no consigo recuperar la imagen de la Asamblea de Murcia, en Cartagena, devorada por las llamas. De las Olimpiadas de Barcelona me acuerdo. De la Expo de Sevilla, tambi¨¦n. M...
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?No lo vi? Tuve que verlo. Siempre he cre¨ªdo que tengo muy buena memoria, pero ahora dudo hasta de eso, porque tuve que verlo, tuve que enterarme, a la fuerza tuve que leer, escuchar lo que estaba pasando, y sin embargo no me acuerdo. En cualquier otro caso, la calidad de mi memoria resultar¨ªa irrelevante, en este no. El 3 de febrero de 1992 yo ten¨ªa 31 a?os, ya hab¨ªa publicado un libro, le¨ªa peri¨®dicos todos los d¨ªas, pero no consigo recuperar la imagen de la Asamblea de Murcia, en Cartagena, devorada por las llamas. De las Olimpiadas de Barcelona me acuerdo. De la Expo de Sevilla, tambi¨¦n. Me acuerdo hasta de que Madrid fue Capital Europea de la Cultura en 1992. Y del Quinto Centenario del Descubrimiento de Am¨¦rica, por supuesto. Pero de la lucha obrera en Cartagena, donde se convocaron 150 manifestaciones seguidas contra la reconversi¨®n industrial que hab¨ªa condenado a la ciudad a la ruina, antes de que varios c¨®cteles molotov entraran por los cristales rotos de las ventanas de la Asamblea, no me acuerdo. ?Es culpa m¨ªa? No lo s¨¦. ?Estaba tan absorta en los grandes ¨¦xitos de la Espa?a Superstar que no prest¨¦ atenci¨®n a la cara oculta de una luz deslumbrante? Ahora me parece inconcebible, pero tal vez entonces, cuando los espa?oles est¨¢bamos tan de moda porque ¨¦ramos los m¨¢s listos, los m¨¢s guapos y los m¨¢s modernos, yo era as¨ª de tonta. ?Acaso los medios de comunicaci¨®n minimizaron las malas noticias cuando hab¨ªa tantas buenas en las que recrear el ego colectivo? Puede ser, pero tampoco estoy segura.
Existen poemas, novelas, pel¨ªculas capaces de cambiar la vida de la gente, porque modifican su mirada sobre la realidad, su idea del mundo o de s¨ª mismos. En la adolescencia, en la juventud, estas obras capitales demuestran con frecuencia su poder, pero con el paso del tiempo su n¨²mero va decreciendo, hasta asomarse en la madurez al abismo de la desaparici¨®n. Yo no esperaba volver a pasar por esa experiencia cuando vi El a?o del descubrimiento, un documental de Luis L¨®pez Carrasco que dura 3 horas y 20 minutos. La primera vez se me hizo corto. Al d¨ªa siguiente volv¨ª a verlo y me pareci¨® m¨¢s corto todav¨ªa. No descarto repetir en breve porque, m¨¢s all¨¢ de las dudas que ha sembrado en mi percepci¨®n de lo que fue el a?o 1992 y mi manera de recordarlo, sus im¨¢genes no se me quitan de la cabeza.
Una pantalla partida en dos. Gente corriente que habla en un bar de Cartagena. Pandillas de j¨®venes, se?oras mayores, desempleados de todas las edades, maestras, Mari Carmen, que es un cap¨ªtulo en s¨ª misma, obreros que conservaron su trabajo en la Empresa Nacional Baz¨¢n despu¨¦s de quemar un Parlamento, y quienes dirigieron aquella batalla. Todos hablan, cuentan pedazos de su vida, exponen sus ideas, sensatas o extravagantes, expresan sus sentimientos con m¨¢s o menos brillantez, dicen tonter¨ªas, interpelan a sus amigos, se r¨ªen. La vida, tal como se ha venido desarrollando en Cartagena desde 1992, pasa por la pantalla sin cortes ni intervenciones. El espectador se enfrenta a solas, con las manos desnudas, a una pavorosa devastaci¨®n, el relato directo, descarnado, de una ciudad pionera, para su desgracia, de los grandes males del siglo XXI, precariedad laboral, trabajadores pobres, j¨®venes sin futuro, explotaci¨®n, desesperanza. Jubilados con un nivel de vida m¨¢s alto que los trabajadores en activo. Viejos luchadores sindicales con un lenguaje mucho m¨¢s potente, m¨¢s expresivo y rico que el que manejan la mayor¨ªa de los j¨®venes que beben cerveza en la mesa de al lado. Y al fondo, invisible pero omnipresente, la imagen de la Asamblea en llamas. Yo ahora lo pienso y no me creo lo que hicimos, dicen los mayores, estuvimos a punto de convertirnos en terroristas¡ ?Hace falta quemar un Parlamento para salvar miles de puestos de trabajo?, se pregunta otro, m¨¢s joven. Pues s¨ª, se responde, aqu¨ª hizo falta. Aqu¨ª fue as¨ª.
Mientras tanto, el resto de los espa?oles ¨¦ramos felices, est¨¢bamos orgullosos, los Juegos, la Expo, el Quinto Centenario¡ Se me encoge el coraz¨®n al pensarlo.
Existen pel¨ªculas que son mucho m¨¢s que pel¨ªculas. El a?o del descubrimiento es una de ellas, la m¨¢s importante que he visto en muchos a?os.