Nunca ser¨¢s un verdadero Gondra
Borja es un autor peculiar, un hombre atado a una sola historia, y sin embargo capaz de cautivar a los espectadores
En febrero de 2019, en la sala Margarita Xirgu del Teatro Espa?ol de Madrid, descubr¨ª la existencia de la familia Gondra.
Borja Ortiz de Gondra, autor del texto, apareci¨® en el escenario de esa sala m¨¢gica, mi favorita pese a sus reducidas dimensiones, para hacer el papel de narrador de su propia historia. Propia porque en parte est¨¢ inspirada en su relato familiar. Propia tambi¨¦n porque ¨¦l es el autor de una obra cuyos espectadores nunca llegaremos a saber hasta qu¨¦ punto es verdadera o ficticia.
Aunque no podr¨ªa decir tajantemente que no me interesa, porque algunos de los libros que m¨¢s me han gustado en los ¨²ltimos a?os pertenecen a esa categor¨ªa, confieso que mi relaci¨®n con la autoficci¨®n, a¨²n tan de moda en la narrativa, apenas sobrepasa los l¨ªmites de la desconfianza. Pero la presencia de Borja en la puesta en escena del tr¨¢gico declive de su familia, dando paso en determinados momentos a un actor que le representaba mientras ¨¦l se apartaba hasta un extremo del escenario para permanecer en la sombra, me impresion¨® tanto como me conmovi¨® la historia de los Gondra buenos y los Gondra malos. Los otros Gondra, presentes en el t¨ªtulo de la obra, son la encarnaci¨®n contempor¨¢nea, etarra, de la rama maldita que, desde las guerras carlistas, se levanta en armas en cada conflicto contra los Gondra que se consideran a s¨ª mismos ¨²nicos portadores leg¨ªtimos del apellido, los due?os de la casa y del pante¨®n del cementerio de Algorta donde s¨®lo consienten que se entierre a los suyos. Estos son los Gondra buenos, todos menos el primog¨¦nito de la ¨²ltima generaci¨®n, Borja, que decide marcharse lejos de Algorta, de Euskadi, de Espa?a, para no convertirse en el hombre que su familia espera que sea.
Los otros Gondra me emocion¨® mucho, pero no m¨¢s que la primera obra de su autor, titulada simplemente Los Gondra, que pude leer aunque, por desgracia, nunca he visto representada. Entonces pens¨¦ que Borja es un autor peculiar, un hombre atado a una sola historia, y sin embargo capaz de cautivar a los espectadores con todas las versiones de un argumento muy simple en apariencia y extremadamente complejo en realidad, como son todos los buenos relatos familiares. Ahora s¨¦ que me qued¨¦ muy corta en esa apreciaci¨®n, porque acabo de terminar Nunca ser¨¢s un verdadero Gondra, la primera novela de Borja, que he le¨ªdo casi sin aliento, aplastada por la desolaci¨®n que impregna unas p¨¢ginas cuyo contenido argumental ya conoc¨ªa en gran parte. Y nunca me hab¨ªa pasado nada parecido.
Aunque me encanta el teatro, soy mucho m¨¢s lectora de novelas que espectadora de obras teatrales. Quiz¨¢s por eso, en las p¨¢ginas de Nunca ser¨¢s un verdadero Gondra he logrado ver con m¨¢s detalle la gran casa que construy¨® el antepasado indiano que hizo fortuna en Cuba, en su opulencia original y en su irreparable decadencia, una ruina que destruye con la misma ferocidad el destino de muchos personajes. Relato implacable de las heridas que ETA, tanto en su sangriento esplendor como en su disoluci¨®n, abri¨® en el coraz¨®n del pueblo vasco, donde nadie pide perd¨®n porque se cree con derecho a exigirlo de sus enemigos y la convivencia es una flor fr¨¢gil que sobrevive gracias al silencio con el que la riegan tercamente unos y otros, las dudas de su protagonista, su necesidad de saber, su resistencia a plegarse a la tiran¨ªa de los secretos que le rodean, le convierten en un h¨¦roe inc¨®modo y perdedor, como los mejores. Pero adem¨¢s, en esta novela existe otra novela, que se titula Nunca ser¨¢s un verdadero Arsuaga. Es el relato alternativo, complementario del principal, que el autor del libro intenta escribir, cambiando su verdadero nombre, sus verdaderos apellidos, para intentar esquivar el dolor que le causa la desgracia de su propia familia. Y hasta ese artefacto literario, que sin dejar de serlo no resulta en ning¨²n momento forzado o artificial, ha contribuido a conmover a la lectora que escribe estas l¨ªneas.
No s¨¦ si Borja Ortiz de Gondra seguir¨¢ diseccionando la misma historia en otras obras de teatro, otras novelas que escriba en el futuro, pero estoy segura de que, si lo hace, yo seguir¨¦ ley¨¦ndole para asombrarme de su talento y de su audacia.
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