Todo son preguntas
Bueno, bueno, la contemplaci¨®n de estos monstruos urbanos del Antropoceno, tan ensimismados en su car¨¢cter f¨¢lico, le obliga a uno a preguntarse por qu¨¦ no hay edificios que imiten las partes femeninas de la flor: el ovario, el estilo, el estigma, montados sobre sus correspondientes ped¨²nculos. ?Es imposible reproducir arquitect¨®nicamente estas delicadezas de nombres tan sugestivos y variados? ?C¨®mo averiguarlo si no nos ponemos a ello? Claro que hay belleza en el falo y funcionalidad y capacidades simb¨®licas, pero tambi¨¦n un enorme vac¨ªo cuando la sangre deja de irrigar las interioridades de ...
Bueno, bueno, la contemplaci¨®n de estos monstruos urbanos del Antropoceno, tan ensimismados en su car¨¢cter f¨¢lico, le obliga a uno a preguntarse por qu¨¦ no hay edificios que imiten las partes femeninas de la flor: el ovario, el estilo, el estigma, montados sobre sus correspondientes ped¨²nculos. ?Es imposible reproducir arquitect¨®nicamente estas delicadezas de nombres tan sugestivos y variados? ?C¨®mo averiguarlo si no nos ponemos a ello? Claro que hay belleza en el falo y funcionalidad y capacidades simb¨®licas, pero tambi¨¦n un enorme vac¨ªo cuando la sangre deja de irrigar las interioridades de su materia cavernosa.
Y esto es lo que vino a suceder durante la pandemia, que, debido al teletrabajo, los ascensores de estas construcciones dejaron de subir y bajar transportando de un lado a otro sus hematocritos, sus eritrocitos, sus leucocitos y plaquetas. Tan numerosos eran los perfiles profesionales de los hombres y las mujeres que ocupaban las oquedades org¨¢nicas, con moqueta y aire acondicionado, de estas torres que su enumeraci¨®n ocupar¨ªa m¨¢s espacio que el art¨ªculo ¡°sangre¡± de la vieja enciclopedia Espasa, desaparecida ya o en v¨ªas de extinci¨®n. Parec¨ªan, desde donde quiera que se contemplaran, buques fantasmas surcando las tardes fr¨ªas y oscuras del invierno. En ocasiones, al anochecer, se les encend¨ªan las luces del mismo modo que a un cad¨¢ver, de repente, se le abren los ojos, manifest¨¢ndose en sus ventanas impracticables un abandono que daba miedo ver. Cuerpos eviscerados, organismos huecos, ejercicios ret¨®ricos hinchados, flatulencias de acero y de cristal y de hormig¨®n armado. ?nfasis al servicio de la nada.
Se preguntaba uno qu¨¦ ser¨ªa de ellos de institucionalizarse los nuevos modos telem¨¢ticos de producci¨®n. ?Los mantendr¨ªamos en forma como a esos casi cad¨¢veres que, enchufados a las tecnolog¨ªas cl¨ªnicas, prolongan de forma artificial unas constantes vitales que en realidad nada tienen que ver con la existencia? ?Trasplantar¨ªamos sus ¨®rganos vitales? ?Se abrir¨ªan al p¨²blico como las diversas, aunque tan parecidas entre s¨ª, representaciones modernas del viejo mito de la Torre de Babel? ?Se deprimir¨ªan? ?Colapsar¨ªan? ?Caer¨ªan por su propio peso o, en su defecto, por las leyes de la gravedad?
Todo son preguntas.