Puy du Fou, cuando el pasado es un exitoso espect¨¢culo
El parque tem¨¢tico, alrededor de la historia de Espa?a y situado en Toledo, estren¨® el 24 de septiembre con una oferta de inmersi¨®n familiar en las grandes haza?as patrias mejorada y ampliada. Lo visitamos y pas¨® esto
La idea de un parque tem¨¢tico que nos permita sumergirnos en el pasado de cuerpo entero no es nueva. Yo misma en los a?os setenta asist¨ª a una cena medieval en el pueblo alicantino de Alfaz del Pi, en una mesa muy larga, como de boda. Mientras cen¨¢bamos, dos guerreros con armadura y lanza luchaban a caballo con br¨ªo y cierta sobreactuaci¨®n. Desde aqu¨ª puedo ver a mi yo de ocho a?os encantada con el espect¨¢culo y bebiendo un refresco de naranja en un vaso que parec¨ªa un envase de cuajada, pues t...
La idea de un parque tem¨¢tico que nos permita sumergirnos en el pasado de cuerpo entero no es nueva. Yo misma en los a?os setenta asist¨ª a una cena medieval en el pueblo alicantino de Alfaz del Pi, en una mesa muy larga, como de boda. Mientras cen¨¢bamos, dos guerreros con armadura y lanza luchaban a caballo con br¨ªo y cierta sobreactuaci¨®n. Desde aqu¨ª puedo ver a mi yo de ocho a?os encantada con el espect¨¢culo y bebiendo un refresco de naranja en un vaso que parec¨ªa un envase de cuajada, pues todo era de barro en las vajillas de aquel medievo recreado.
Tras ese acontecimiento, que me marc¨® porque a¨²n lo recuerdo, no he experimentado ninguna otra inmersi¨®n en siglos remotos, as¨ª que espero, con muchas expectativas y algunos temores, mi inminente visita al parque tem¨¢tico Puy du Fou, a las afueras de Toledo. Al explorar su web intuyo que la caracterizaci¨®n de los actores y el atrezo ser¨¢n de gran calidad, nada de calzas y jubones de terciopelo gastado, pues la exitosa sucursal del parque en Francia sirve como aval de la filial espa?ola. Puy du Fou ha de ser el foie-gras de los parques, de eso estoy segura.
Mi principal temor est¨¢ ligado a la inevitable interacci¨®n con el personal del parque: ?romper¨¢n los actores la cuarta pared llam¨¢ndome ¡°vuesa merced¡± y yo tendr¨¦ que responder adoptando los valores del Siglo de Oro? ?Querr¨¢ el doble de Alfonso X el Sabio echarse una partida de ajedrez conmigo? Por un lado, me muero por hablar en ladino con un jud¨ªo sefard¨ª y por charlar con Lope de Vega en pleno proceso de escritura de Fuenteovejuna para sentirme dentro de un videojuego de la historia de Espa?a, pero, por otro, temo que mi yo contempor¨¢neo quiera huir despavorido de esa teatralizaci¨®n.
Basta de imaginar: ya estoy en Puy du Fou. Son las doce de la ma?ana y mi ingreso al recinto viene acompa?ado por una banda sonora ¨¦pica que podr¨ªa pertenecer a cualquier pel¨ªcula hist¨®rica como El Cid o Ben-Hur. Enseguida descubro que Puy du Fou no es solamente don Rodrigo D¨ªaz de Vivar, sino tambi¨¦n el califa omeya Abderram¨¢n III o los Reyes Cat¨®licos en busca de marineros que se embarquen hacia las Indias. Puy du Fou son doblones y corceles, mueble castellano s¨®lido, halcones y ¨¢guilas, astrolabios y sextantes. Con la misma ilusi¨®n infantil de aquella cena medieval, me pongo hoy a la cola para entrar al espect¨¢culo Allende la mar oc¨¦ana, cuyo t¨ªtulo ling¨¹¨ªsticamente arcaico me seduce, pues la inmersi¨®n total en otra ¨¦poca implica asumir tambi¨¦n su l¨¦xico.
Resulta que acabo de entrar en la nao de Col¨®n, donde vivo una tormenta que me deja empapada, ya que por las grietas de la madera entraba agua real ¡ªagua de 1492¡ª, en un virtuosismo mec¨¢nico que me lleva a aplaudir a todos los dise?adores de atracciones del planeta. Tras recorrer el mismo trayecto de la Santa Mar¨ªa pero en una versi¨®n incre¨ªblemente acelerada, al salir del barco experiment¨¦ unos minutos de mar Caribe con sus plantas tropicales y sus aguas l¨ªmpidas y turquesas, todo escenificado all¨ª para los visitantes. Poco despu¨¦s constat¨¦ que segu¨ªa en la submeseta sur, donde la creaci¨®n de zonas sombreadas es hoy la profesi¨®n con m¨¢s futuro.
Puy du Fou hace lo que puede por llevarnos de la mano hacia la Historia con may¨²sculas o, m¨¢s bien, hacia una superproducci¨®n cinematogr¨¢fica de ¨¦poca. En varios momentos me sent¨ª hermanada con el resto de p¨²blico, como si todos fu¨¦semos figurantes de una pel¨ªcula filmada en Cinecitt¨¤ y estuvi¨¦semos esperando el turno para colocarnos nuestra gola almidonada o nuestra cota de malla y participar en una escena multitudinaria.
En mi b¨²squeda de autenticidad, pens¨¦ que all¨ª comer¨ªa gachas de mijo o pata de carnero, y que beber¨ªa aloja, el refresco de aguamiel y especias que serv¨ªan en los corrales de comedias del Siglo de Oro en Espa?a, pero a cambio almorc¨¦ una hamburguesa con gajos de patatas fritas servida en un envase de cart¨®n, m¨¢s apta para los paladares de las familias espa?olas de hoy que los excesos gastron¨®micos de siglos anteriores: la comida de los parques tem¨¢ticos es democr¨¢tica y nos iguala a todos.
En este recinto vi a las clases medias haciendo sacrificios econ¨®micos y espirituales para entretener a sus hijos; vi tambi¨¦n a personas con sed de aprendizaje, con ganas de revivir en tres dimensiones lo estudiado en el bachillerato. Yo misma fui una de ellas: ahora, en los primeros puestos de mi lista de libros por leer figuran los Diarios de Crist¨®bal Col¨®n. Por suerte, la librer¨ªa del propio parque sirve para saciar esa curiosidad.
Puy du Fou consigue fabricar emociones intensas y conectarnos con la historia abri¨¦ndonos las puertas del t¨²nel del tiempo mediante decorados detallistas, efectos visuales y un gran elenco de actores y actrices, pero atravesarlo no nos resulta f¨¢cil: ah¨ª est¨¢n nuestros smartphones y nuestras sandalias con velcro record¨¢ndonos a gritos que pertenecemos a esta ¨¦poca de pantallas y desmesura informativa. Aunque no hemos de descartar que incluso la parte m¨¢s sosa de nuestra cotidianidad forme parte ahora mismo, y sin que lo sepamos, de un parque tem¨¢tico para visitantes procedentes del futuro. ?Alguien se animar¨ªa a escribir el guion de una serie al respecto? Muchos como yo la ver¨ªamos con entusiasmo.