Dos p¨¢jaros
No sabemos si est¨¢n a punto de consumar la traici¨®n o acaban de llevarla a cabo. Sea como fuere, la foto se obtuvo durante el pleno del Congreso en el que se vot¨® el decreto de la reforma laboral, y en el que Carlos Garc¨ªa Adanero (izquierda) y Sergio Sayas (derecha) remataron el enga?o al que nos hab¨ªan sometido durante la jornada anterior y la ma?ana del d¨ªa de autos. Que la disciplina del voto estaba garantizada, dec¨ªan. Que eran personas respetables, responsables, gente recta, sin doble ...
No sabemos si est¨¢n a punto de consumar la traici¨®n o acaban de llevarla a cabo. Sea como fuere, la foto se obtuvo durante el pleno del Congreso en el que se vot¨® el decreto de la reforma laboral, y en el que Carlos Garc¨ªa Adanero (izquierda) y Sergio Sayas (derecha) remataron el enga?o al que nos hab¨ªan sometido durante la jornada anterior y la ma?ana del d¨ªa de autos. Que la disciplina del voto estaba garantizada, dec¨ªan. Que eran personas respetables, responsables, gente recta, sin doble cara y todo eso. Se trataba, en realidad, de no dar tiempo al PSOE para establecer otros pactos. Hablamos de una trampa, de un ardid consensuado sin duda con el PP para provocar una crisis que devino, justicia po¨¦tica, en un rid¨ªculo espantoso para los autores intelectuales de la cosa. Todo en plan sucio, feo, todo con el mismo olor a podrido del tamayazo que arrebat¨® en su d¨ªa a Rafael Simancas la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Quiz¨¢ pensaron que en las aguas fementidas de la pol¨ªtica actual podr¨ªan disfrazar de un impulso moral su ignominiosa actuaci¨®n. Somos gente de bien, jam¨¢s har¨ªamos algo que repugnara a nuestra conciencia, etc¨¦tera. En tal caso, ?por qu¨¦ no haberlo advertido antes, cuando su discurso habr¨ªa sido m¨¢s cre¨ªble? Porque el precio de la infamia inclu¨ªa el fraude. Aqu¨ª tienen a ambos, de perfil, asomando sus rostros por encima de las mascarillas pand¨¦micas, intercambiando alguna confidencia purulenta. Basta fijarse en la oscuridad de sus miradas torvas, como las de un sol enfermo, para advertir que no pueden tramar nada decente estos dos p¨¢jaros de mal ag¨¹ero.