La palabra nazi
El nacionalismo como forma de proclamar que todos los males surgen de los otros, que hay que odiar lo distinto |?Columna de Mart¨ªn Caparr¨®s
Este domingo hace 77 a?os: aquel 8 de mayo de 1945 Alemania se rindi¨® por fin al ataque combinado de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y sus aliados. Se acababa la guerra m¨¢s bestia, la m¨¢s mortal de todas: solo en Europa hab¨ªa matado a 45 millones de personas ¡ªentre ellas, m¨¢s de 30 millones de civiles. Hab¨ªa millones de razones para aborrecer a sus culpables: durante d¨¦cadas, nazi fue la peor palabra del vocabulario.
Nada la destinaba a tanto espanto. A pri...
Este domingo hace 77 a?os: aquel 8 de mayo de 1945 Alemania se rindi¨® por fin al ataque combinado de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y sus aliados. Se acababa la guerra m¨¢s bestia, la m¨¢s mortal de todas: solo en Europa hab¨ªa matado a 45 millones de personas ¡ªentre ellas, m¨¢s de 30 millones de civiles. Hab¨ªa millones de razones para aborrecer a sus culpables: durante d¨¦cadas, nazi fue la peor palabra del vocabulario.
Nada la destinaba a tanto espanto. A principios del siglo pasado, Nazi era el diminutivo de Ignatz, un nombre com¨²n entre los campesinos cat¨®licos austriacos. Esos se?ores ten¨ªan fama de paletos y sus vecinos b¨¢varos empezaron a usar la palabra nazi como burla: significaba primitivo, bobo. Unos a?os despu¨¦s, cuando Hitler y sus alegres barrabravas lanzaron el Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, los socialistas, que muchos llamaban sozis, empezaron a llamarlos nazis. Era una forma de tratarlos de tontos, y los hitlerianos, tras un breve intento de apropiarse la palabra y borrarle ese matiz, la rechazaron. As¨ª que los nazis nunca se llamaron a s¨ª mismos nazis: se llamaban, si acaso, nationalsozialisten. La palabra nazi fue difundida por los que hu¨ªan del r¨¦gimen y retomada por la prensa mundial. Es, de alg¨²n modo, como si todo titular sobre Vox reemplazara la palabra Vox por la palabra Bobis ¡ªo Brutis o algo as¨ª.
Y sin embargo el nombre se instal¨® y la palabra se volvi¨® la s¨ªntesis de todos los horrores. La paradoja es que los nazis se perdieron por sus convicciones. Hitler y los suyos podr¨ªan haber defendido los intereses de los grandes industriales alemanes como todos sus predecesores; podr¨ªan haber reprimido a comunistas y homosexuales y pensadores engorrosos como cada Estado de su ¨¦poca; podr¨ªan haber combatido contra sus vecinos como lo hab¨ªa hecho el Kaiser dos d¨¦cadas antes ¡ªy no habr¨ªan sido lo que fueron. Lo que los distingui¨® de todos, lo que los convirti¨® en el monstruo, fue que decidieron aniquilar a un pueblo. No lo necesitaban. El antisemitismo les hab¨ªa servido para llegar al poder en un pa¨ªs antisemita, pero una vez all¨ª no precisaban aplicarlo de ese modo absoluto. Lo hicieron porque, de alg¨²n modo, lo cre¨ªan, porque estaban convencidos de que el mundo ser¨ªa mejor sin los jud¨ªos ¡ªsin mi bisabuela Gustawa, que mataron en Treblinka, por ejemplo. Y porque lo cre¨ªan se convirtieron en los peores asesinos de la historia. Creer no garantiza nada.
En cualquier caso, nazi se volvi¨® una palabra impronunciable. En muchos pa¨ªses est¨¢ incluso prohibida: no puede usarse para nada que no sea condenarla. La prohibici¨®n funcion¨® durante d¨¦cadas; ahora, menos. La palabra nazi est¨¢ de vuelta. Semanas atr¨¢s una rubita hispana fue detenida en el aeropuerto de Berl¨ªn con Mi Lucha, de Adolf Hitler, y banderas de cruces gamadas. Poco antes hab¨ªa proclamado, en el Retiro de Madrid, ¡°muerte al invasor¡± ¡ª¡±el invasor¡± ahora son los inmigrantes¡ª mientras hac¨ªa el saludo hitleriano, y sigui¨® libre. Y Putin la pronuncia todo el tiempo y en las franjas radicales de los partidos de ultraderecha europeos aparecen cada vez m¨¢s los estandartes y las nostalgias nazis.
Porque ese es el problema: m¨¢s que la palabra, lo que est¨¢ de vuelta es la idea, difundida como casi nunca. En 1933 los partidos de ultraderecha europeos no ten¨ªan, salvo en Italia y Alemania, tantos votantes como ahora. Lo sabemos: la incapacidad de las izquierdas para canalizar el malhumor social les est¨¢ dando alas, y crecen y crecen. En Francia, por ejemplo, la mayor¨ªa de los obreros no vota y la mayor¨ªa de los que votan lo hizo por Le Pen. Han sabido, como los nazis, definir como enemigo al ¡°extranjero¡±, un truco milenario.
Los nazis no se llamaban a s¨ª mismos nazis pero as¨ª los llamaron. La burla funcion¨® porque se defin¨ªan como nationalisten. El nacionalismo como forma de proclamar que todos los males surgen de los otros, que lo decisivo en una sociedad no son las clases y la riqueza y el poder sino la piel y la bandera, que hay que odiar lo distinto hasta el punto de querer eliminarlo.
Eso signific¨®, en s¨ªntesis, la palabra nazi. Eso significan ahora otras palabras; ojal¨¢ no sea necesario, dentro de 77 a?os, recordarlas con este asco y este miedo.