Lo que la c¨²pula nazi ocult¨® a la sociedad alemana sobre la ¡®soluci¨®n final¡¯
El historiador franc¨¦s Florent Brayard defiende en un libro que un reducido grupo de jerarcas hitlerianos mantuvo en secreto hasta ¨²ltimos de 1943 el asesinato de miles de jud¨ªos
?Se puede contar algo nuevo del nazismo? En Auschwitz: investigaci¨®n sobre un complot nazi (editorial Arpa), el historiador franc¨¦s Florent Brayard, uno de los m¨¢ximos expertos en el genocidio de los jud¨ªos, demuestra que s¨ª. A pesar de la ingente cantidad de libros, biograf¨ªas, documentales y ficciones que, ochenta a?os despu¨¦s del inicio de la Segunda Guerra Mundial, sigue generando el r¨¦gimen de Adolf Hitler, todav¨ªa quedan cosas por explicar. Cuestiones tan simples, en apariencia, como qui¨¦n supo qu¨¦ y cu¨¢ndo ¡ªlas preguntas cl¨¢sicas en toda investigaci¨®n¡ª siguen abiertas.
Releyendo con lupa los diarios de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda del r¨¦gimen nazi, y aplicando al texto una mirada de fil¨®logo tanto como de historiador, Brayard alcanza una conclusi¨®n que rompe con algunas ideas recibidas sobre este periodo.
Un n¨²mero reducido de jerarcas nacionalsocialistas, con Hitler a la cabeza, orquest¨® un complot para ocultar a gran parte de la c¨²pula nazi y de la Administraci¨®n ¡ªy al resto de alemanes y al mundo¡ª un aspecto clave: el plan para exterminar a los jud¨ªos europeos. La conspiraci¨®n consigui¨® mantener en el secreto absoluto, entre la primavera de 1942 y oto?o de 1943, la ejecuci¨®n, en Auschwitz y otros campos y lugares de exterminio, de centenares de miles de jud¨ªos de Europa occidental, incluidos alemanes.
En las 483 p¨¢ginas de Auschwitz: investigaci¨®n sobre un complot nazi, disecciona el proceso de toma de decisiones y la circulaci¨®n de la informaci¨®n en la Alemania nazi, recompone algunas piezas del relato hasta ahora aceptado y as¨ª completa la historia la llamada ¡°soluci¨®n final¡±.
Los diarios de Goebbels, uno de los dirigentes m¨¢s poderosos del nazismo, son el punto de partida. ¡°Lo que yo esperaba [al estudiar sus diarios] era que ¨¦l lo supiese todo y que lo comentase a su manera, es decir, de manera fan¨¢tica. Y no era lo que encontraba¡±, explica Brayard en su despacho de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales (EHESS, en sus siglas francesas), en Par¨ªs.
Aunque el asesinato de jud¨ªos alemanes ya estaba en marcha, nada de eso aparec¨ªa en los diarios de Goebbels
Lo que el historiador descubri¨® fue que, aunque el asesinato de jud¨ªos alemanes ya estaba en marcha, nada de eso aparec¨ªa en los diarios de Goebbels. Parec¨ªa que estuviese en la inopia. Goebbels ten¨ªa noticia del asesinato de jud¨ªos polacos y sovi¨¦ticos. Pero de los alemanes, nada. Su idea era que, como se?alaban los planes iniciales, estos eran deportados al Este de Europa, y confiaba en su desaparici¨®n definitiva, pero no sab¨ªa que en aquel mismo momento estaban siendo ejecutados. Si estas noticias no hab¨ªan llegado a alguien tan significativo como Goebbels, ?qui¨¦n estaba informado?
¡°Respecto a los jud¨ªos del Oeste, los m¨¢s altos responsables y el aparato de seguridad escondieron al resto del aparato del Estado, salvo a aquellos que necesitaban esta informaci¨®n, el hecho de que se hab¨ªa cambiado el proyecto inicial de transplantaci¨®n que deb¨ªa conducir, al cabo de un tiempo, a la extinci¨®n del pueblo jud¨ªo¡±, explica Brayard. ¡°Ya no se trataba del traslado y extinci¨®n sino de exterminio inmediato. Y el aparato de Estado hizo, durante 18 meses, como si el programa anterior no hubiese cambiado¡±.
Hubo un complot, pues, o un ¡°secreto superlativo¡±, como dice tambi¨¦n Brayard. Pero, ?por qu¨¦? ?Por qu¨¦ necesitaban Hitler y el jefe de la seguridad del Estado, Heinrich Himmler, que tambi¨¦n estaba en el ajo, ocultarlo?
¡°Hitler y Himmler cre¨ªan que, si se hiciese p¨²blica la masacre de jud¨ªos alemanes deportados al extranjero, podr¨ªa suscitar protestas como hab¨ªa ocurrido el a?o anterior, en el verano 1941, cuando varios responsables de la Iglesia cat¨®lica, en particular el arzobispo Von Galen de M¨¹nster, protestaron por la muerte de enfermos mentales, que era secreta. Matar a enfermos mentales, para un Estado nazi embebido de darwinismo social, deb¨ªa ser la cosa m¨¢s natural del mundo. Pues no: visiblemente no lo era, ni era aceptable para la poblaci¨®n alemana¡±, argumenta Brayard. ¡°As¨ª que, quiz¨¢, se dijeron que, al matar a jud¨ªos alemanes, que era los vecinos, la gente que te cruzas cada d¨ªa, quiz¨¢ se traspasaba una frontera moral, y que se pondr¨ªa en riesgo la puesta en marcha de este programa si se desvelase su finalidad real¡±.
?Significa esto que Hitler y Himmler se avergonzaban de lo que estaban perpetrando? ?Que los jefes nazis eran conscientes de que estaba mal?
No, responde el historiador. Si existieron, estos reparos no se manifestaron ante la muerte de los jud¨ªos de Europa del Este. Y todos, los que estaban en la conspiraci¨®n y los que no, compart¨ªan la pol¨ªtica genocida. ¡°En el fondo, lo que intento mostrar en el libro es que la evaluaci¨®n por Hitler o Himmler de la moralidad del asesinato de los jud¨ªos obedece a un doble criterio. Seg¨²n la moral nazi, sus actos no son transgresivos, sino que son la aplicaci¨®n de las leyes de la naturaleza, y pueden glorificarse¡±, dice Brayard. ¡°Al mismo tiempo, est¨¢n obligados a tomar en cuenta la manera en que esta misma acci¨®n puede ser evaluada en el marco de la moral judeocristiana. Est¨¢n obligados a tener en cuenta ambas cosas. De lo que est¨¢n seguros es de que la nueva moral nazi no ha sustituido a¨²n del todo la moral judeocristiana¡±.
Fue un momento de cambio de civilizaci¨®n. Un mundo acababa, otro no hab¨ªa nacido a¨²n. El complot ¡ªel a?o y medio que la camarilla hitleriana?ocult¨® el asesinato de los compatriotas jud¨ªos, hasta casi concluida la matanza¡ª termin¨® cuando en octubre de 1943 Himmler la desvel¨® a otros jefes nazis. Entre ellos a Goebbels. ?Se puede contar algo nuevo del nazismo? Sin duda, s¨ª.
Al cargo de la edici¨®n de ¡®Mein Kampf¡¯ en franc¨¦s
Lleva tres a?os y medio trabajando en la edici¨®n del libro de Hitler con un grupo de 15 historiadores y expertos, y el trabajo a¨²n no est¨¢ terminado. El historiador Florent Brayard dirige la edici¨®n cr¨ªtica en franc¨¦s de Mein Kampf (Mi lucha), el libro que Adolf Hitler escribi¨® en 1925. Esta edici¨®n ser¨¢ una adaptaci¨®n de la editada en 2016 por el Instituto de Historia contempor¨¢nea de M¨²nich, que iba acompa?ada de 3.500 notas explicativas y constaba de dos vol¨²menes. La edici¨®n francesa, por su parte, reducir¨¢ las notas, pero tendr¨¢ una introducci¨®n para cada cap¨ªtulo. "No contribuyo a difundir Mein Kampf: contribuyo a que los lectores que deseen leer Mein Kampf puedan hacerlo de manera informada", dice Brayard.
Mein Kampf est¨¢ disponible en franc¨¦s en papel y online en la antigua edici¨®n de 1934. No era f¨¢cil traducir bien a Hitler al franc¨¦s. "No queremos que la versi¨®n francesa de Mein Kampf sea m¨¢s agradable de leer que la alemana", explica el historiador. Y a?ade: "No hay que mejorar a Hitler. Hay que escribir igual de mal que ¨¦l. Y es muy complicado".
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