La gaita como ciencia exacta
Pablo Carpintero, antiguo profesor universitario de Bioqu¨ªmica, ha desarrollado un m¨¦todo matem¨¢tico para poder determinar cu¨¢ndo fue fabricada una cornamusa. La m¨¢s vetusta que ha hallado hasta hoy es una que lleva sonando desde el siglo XV.
¡°Todos tenemos alg¨²n sue?o que se repite muchas veces. En el m¨ªo particular me veo viajando en el tiempo y guardando en una gaveta gaitas de todas las ¨¦pocas¡±, confiesa Pablo Carpintero Arias (Castro, Carballedo, Lugo, 53 a?os) a las puertas del sanctasanct¨®rum de su vivienda compostelana: el s¨®tano, guarida o b¨²nker donde cualquier enamorado de la m¨²sica querr¨ªa refugiarse durante una guerra. El ambiente aqu¨ª, en el mismo camino a las afueras de Santiago que lleva al cementerio de Boisaca (morada de ilustres como ...
¡°Todos tenemos alg¨²n sue?o que se repite muchas veces. En el m¨ªo particular me veo viajando en el tiempo y guardando en una gaveta gaitas de todas las ¨¦pocas¡±, confiesa Pablo Carpintero Arias (Castro, Carballedo, Lugo, 53 a?os) a las puertas del sanctasanct¨®rum de su vivienda compostelana: el s¨®tano, guarida o b¨²nker donde cualquier enamorado de la m¨²sica querr¨ªa refugiarse durante una guerra. El ambiente aqu¨ª, en el mismo camino a las afueras de Santiago que lleva al cementerio de Boisaca (morada de ilustres como Valle-Incl¨¢n), es el de un pante¨®n sagrado, una c¨¢mara oculta en una pir¨¢mide, un tesoro flanqueado por antorchas que aguarda al final de un pasadizo. Aunque en esta aventura, el h¨¦roe perseguidor de reliquias no se llama Indiana Jones ni hay trampas con serpientes, y la antesala del espacio fant¨¢stico no es un corredor secreto, sino solo el garaje de su casa. Pero al otro lado de la puerta del fondo, aislado del mundo, hay un templo pagano con las paredes tapizadas de negro sobre las que deslumbran, ba?ados por una luz tenue y dorada, centenares de instrumentos desconocidos para la mayor¨ªa de los vivos.
El altar mayor lo ocupan las gaitas de fuelle, como seres mitol¨®gicos con un est¨®mago muy grande, vestidas de seda bordada, terciopelo, flecos y borlas, contemplando la historia desde su pedestal. Carpintero custodia y toca decenas, r¨¦plicas perfectas de c¨¦lebres gaitas del noroeste de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, entre ellas la del gaitero pontevedr¨¦s Xan Tilve (1872-1950), que ha identificado con un m¨¦todo matem¨¢tico como la m¨¢s antigua del mundo.
Las construye ¨¦l mismo en un taller contiguo a partir de fichas meticulosas donde registra las medidas y los detalles de cada cornamusa hist¨®rica para asegurarle al menos las siete vidas de un gato. Son clones de instrumentos que llegaron a ser famosos, ¡°gaitas de culto¡± como puede serlo la guitarra de una estrella del rock, por las que se peleaban los j¨®venes gaiteros cuando su viejo tocador mor¨ªa. Esas cuyo sonido m¨¢gico trascend¨ªa provincias, inundaba el alma y llevaba la fiesta a todos los pueblos cuando no exist¨ªan las bandas, la radio, el tocadiscos, las orquestas que recorren las verbenas de verano.
Adem¨¢s de artesano y diplomado en Estudios Avanzados de Historia de la M¨²sica, Pablo Carpintero es doctor en Biolog¨ªa y fue profesor de Bioqu¨ªmica en la Universidad de Santiago. En el laboratorio trabaj¨® secuenciando ADN y cultivando c¨¦lulas destinadas a la regeneraci¨®n de huesos. ¡°Hay gaiteiros por ah¨ª con r¨®tulas restauradas¡±, sonr¨ªe satisfecho. Y es que la leyenda dice que los viejos gaiteros suelen tener mucha vida detr¨¢s. En las tierras donde la gaita es el instrumento rey, sus int¨¦rpretes (siempre varones) eran considerados anta?o ¡°personas de mundo¡±. Ten¨ªan su estatus, ¡°los buenos ganaban mucho dinero¡±, pero la vida azarosa derivaba alguna vez en licenciosa.
Y es debido a esto que el investigador se ha encontrado en sus a?os de pesquisas alguna viuda traicionada que orden¨® destruir, quemar hasta la extinci¨®n, los instrumentos de su difunto esposo, en los que focalizaba la infidelidad sufrida. Otras gaitas, sin embargo, se perdieron porque dejaron de tocarse cuando se cambi¨® la afinaci¨®n tradicional para adaptarla a los instrumentos y las partituras de las bandas. Aquellas cornamusas antiguas fueron repudiadas con una frase repetida como un mantra por muchos m¨²sicos posteriores: ¡°Tira con eso, que no afina bien¡±.
Hace unos 15 a?os, ¡°cansado de esperar por un contrato decente¡± y apoyado por su esposa, Rosa S¨¢nchez ¡ªque canta, baila y toca el tambor¡ª, el bi¨®logo decidi¨® dejar las probetas. Fue para hacerse artesano y dedicarse de lleno a otra pasi¨®n a la que ya consagraba los fines de semana hace tres d¨¦cadas, en los ¨²ltimos cursos de Biolog¨ªa: investigar la m¨²sica tradicional y capturarla con disciplina y m¨¦todos propios de las ciencias exactas. Su ¨²ltimo descubrimiento, ahora, alimenta el que ser¨¢ su segundo doctorado, la tesis de Historia que planea defender a principios de 2023 en la Universidad de Vigo. El c¨¢lculo matem¨¢tico permite conocer la edad de una gaita por el desgaste de los agujeros del puntero. Para esto cont¨® con la ayuda de su padre, antiguo catedr¨¢tico de Matem¨¢ticas en Santiago. Pero sobre todo, de su fiel amigo Iv¨¢n Area, tambi¨¦n catedr¨¢tico, de Matem¨¢tica Aplicada, en la Escuela de Ingenier¨ªa Aeron¨¢utica de Vigo. Area es m¨²sico, compa?ero de fatigas gaiteiras y director de la tesis de Carpintero junto con la profesora de Historia Susana Reboreda. El apellido de su asignatura, ¡°aplicada¡±, explica que en los ¨²ltimos a?os, sobre su mesa de trabajo, convivieran los gr¨¢ficos lineales que miden la veteran¨ªa de un puntero con las previsiones de la evoluci¨®n de la covid-19 en la poblaci¨®n gallega.
La secci¨®n de un puntero nuevo es redonda. Pero uno muy antiguo, que haya sido tocado generaci¨®n tras generaci¨®n, presenta un considerable aplanamiento en torno a los orificios. ¡°Es lo mismo que una escalera que fue subida y bajada durante muchas d¨¦cadas¡±, pone por ejemplo. ¡°O la huella del P¨®rtico de la Gloria¡±, esa honda marca de cinco dedos grabada por peregrinos de muchos siglos en la columna de m¨¢rmol del parteluz. A costa de replicar gaitas m¨ªticas hasta en el m¨ªnimo detalle, Carpintero se plante¨® la hip¨®tesis de que se pod¨ªa despejar matem¨¢ticamente la inc¨®gnita de la edad de las gaitas. Y comprob¨® que, efectivamente, ¡°el 90% del desgaste se deb¨ªa al uso, y solo el 10% a otras variables¡±, como puede ser el tipo de madera. Con Iv¨¢n Area, a trav¨¦s de gr¨¢ficos en los que la coordenada vertical era el desgaste y la horizontal los a?os, fue como determin¨®, despu¨¦s de recabar datos de unas 400 gaitas muy antiguas de Galicia, Asturias, El Bierzo (Le¨®n), Sanabria (Zamora) y Portugal hasta Lisboa, que tres de ellas hab¨ªan sido usadas, de forma continuada, durante unos cinco siglos.
Dos est¨¢n en la capital lusa. La del T¨ªo Pepe da Freixenosa (Tr¨¢s-os-Montes), conservada en el Museo Nacional de Etnolog¨ªa, y un punteiro de ¨¦bano y marfil, en manos de un particular. Pero la m¨¢s ancestral, mientras no aparezca y se documente otra anterior que le robe el primer puesto en el podio, es la de Xan Tilve de Campa?¨®, guardada en Pontevedra como tesoro familiar por Maril¨¦ Salgueiro Tilve, descendiente del legendario gaitero. Para confirmar que el modelo matem¨¢tico, basado fundamentalmente en la variable del desgaste por el uso, era acertado, la universidad encarg¨® en un laboratorio de Florida pruebas de carbono 14 de muestras tomadas de los punteros m¨¢s antiguos. El resultado apuntal¨® los c¨¢lculos: la madera de la gaita de Campa?¨®, que seg¨²n la gr¨¢fica fue tocada como m¨ªnimo 490 a?os, en uso desde la Edad Media, hab¨ªa sido cortada para fabricarla hace unos 550 o 600 a?os.
Carpintero no conoce en el mundo una investigaci¨®n m¨¢s exhaustiva referida a un instrumento, y dice, rememorando a Tolkien, que es gracias a la ¡°Compa?¨ªa del anillo¡±: una tupida red de amigos que llegan como capilares a las aldeas m¨¢s remotas y le avisan, desde hace 30 a?os, de viejos gaiteros que es necesario grabar antes de que el tiempo se los lleve. El primero al que visit¨® fue a Manuel Lago, de Carelle (Sobrado, A Coru?a). ¡°Qued¨¦ flipado¡±, recuerda. ¡°Era un gaiteiro absolutamente excepcional, que tocaba una gaita con un fol fabricado con el neum¨¢tico de un cami¨®n¡±. Entonces se lo cont¨® a su amigo Iv¨¢n, y este amante de los algoritmos le respondi¨® con un n¨²mero redondo: ¡°Tenemos que grabar a 100 gaiteiros¡±.
Se pasaron de largo en esta misi¨®n. Contra el mal de la desmemoria hist¨®rica, han registrado (o como dice Carpintero, ¡°extra¨ªdo la sangre totalmente¡±) los saberes ¨²nicos y las melod¨ªas de 165 gaiteros, hoy casi todos fallecidos. Adem¨¢s, han rescatado 170 instrumentos tradicionales distintos, incluidos los que fabricaban los ni?os de la era prenintendo, y pretelevisi¨®n, como flautas de cuerno de cabra, violines de tallo de ma¨ªz o cornetas de corteza de casta?o. Con el tiempo, Carpintero public¨® varios libros, entre ellos el premiado Os instrumentos musicais na tradici¨®n galega (2009), y fue nombrado consultor de la Unesco sobre patrimonio cultural inmaterial. Pero la aventura de este Indiana sin l¨¢tigo no ha llegado a su fin. Carpintero sigue so?ando con viajar al pasado de una cultura de ¡°arraigo bestial¡±, y siente que, en alg¨²n faiado o desv¨¢n del noroeste ib¨¦rico todav¨ªa le espera un arca perdida donde duerme, silenciada, una gaita a¨²n m¨¢s antigua.