La magia reina
No olvidemos que la forma m¨¢s subversiva de magia, la m¨¢s perseguida, ha consistido en buscar la sabidur¨ªa
Tu hijo cierra los ojos con todas sus fuerzas. Sabe que entrar¨¢n de noche, mientras dormimos, con pasos furtivos y una misteriosa ganz¨²a para abrir la puerta. Est¨¢ prohibido mirar y, si un susurro te despierta de madrugada, debes ovillarte bajo las s¨¢banas mientras el coraz¨®n golpea y enloquece. Ruegas que no te descubran, finges un inocente sue?o, respiras bocanadas negras entre presagios y escalofr¨ªos.
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Tu hijo cierra los ojos con todas sus fuerzas. Sabe que entrar¨¢n de noche, mientras dormimos, con pasos furtivos y una misteriosa ganz¨²a para abrir la puerta. Est¨¢ prohibido mirar y, si un susurro te despierta de madrugada, debes ovillarte bajo las s¨¢banas mientras el coraz¨®n golpea y enloquece. Ruegas que no te descubran, finges un inocente sue?o, respiras bocanadas negras entre presagios y escalofr¨ªos.
No eran reyes en el Evangelio de Mateo. Seg¨²n el relato, se trataba de sabios persas interesados en la astronom¨ªa ¡ªde hecho, en ingl¨¦s los llaman the three Wise Men¡ª. Pertenec¨ªan a los ¡°magos¡±, una casta sacerdotal que ten¨ªa por rara costumbre subir a la cima de las monta?as para observar los cuerpos celestes. Se cuenta que viajaron a Bel¨¦n intrigados por un an¨®malo fen¨®meno: una estrella desconocida que refulg¨ªa en el firmamento. Sin embargo, en aquel tiempo, esos conocimientos astrales resultaban sospechosos de brujer¨ªa y cultos esot¨¦ricos. Para evitar suspicacias, Tertuliano afirm¨® en el siglo iii que en realidad eran tres monarcas, pensando que las coronas les otorgar¨ªan un aura de respetabilidad ¡ªaunque la historia ha mostrado que ciertos reyes dan m¨¢s miedo que todos los magos juntos¡ª.
Desde nuestros or¨ªgenes, el af¨¢n de saber ha topado con la acusaci¨®n de hechicer¨ªa. Hipatia de Alejandr¨ªa, fil¨®sofa y maestra, estudiosa de los astros y las matem¨¢ticas, vivi¨® una ¨¦poca de fuertes tensiones entre religiones y luchas pol¨ªticas. La influencia intelectual de una mujer resultaba molesta y algunas voces empezaron a tacharla de bruja, ¡°consagrada a la magia, los instrumentos musicales y astrolabios¡±. Fue secuestrada, linchada y asesinada por una turba de cristianos fan¨¢ticos. Tampoco acab¨® bien santa Catalina de Alejandr¨ªa, experta en ret¨®rica y geometr¨ªa. La tradici¨®n narra que el emperador romano la someti¨® a debate con medio centenar de fil¨®sofos y todos acabaron pidiendo el bautismo. Maximiano la conden¨® a muerte por hechizarlos y ¡ªde paso¡ª ejecut¨® tambi¨¦n a los 50 eruditos. Algunos sostienen que la leyenda de Catalina probablemente se bas¨® en la vida y muerte de Hipatia, con roles invertidos entre cristianos y paganos. Tal vez Hipatia y Catalina sean la misma mujer, un s¨ªmbolo de la sospecha que despierta la sabidur¨ªa.
La caza de brujas que se desat¨® en la modernidad occidental fue a la vez un estallido de misoginia y una nefasta persecuci¨®n contra el saber no controlado. Con frecuencia, las acusadas conoc¨ªan plantas medicinales, preparaban pociones, ejerc¨ªan de parteras ¡ªen franc¨¦s, sage-femmes¡ª, asist¨ªan a heridos y enfermos. Eran respetadas y valoradas por la comunidad, hasta que las procesaron, someti¨¦ndolas a s¨¢dicos interrogatorios y castigos. Tras siglos de hostigamiento, su memoria modela a¨²n nuestro imaginario del terror. Como explica la ensayista Mona Chollet, la primera en denunciar el acoso a las brujas y en reclamar ese t¨ªtulo para s¨ª misma fue la estadounidense Matilda Joslyn Gage, sufragista, luchadora por los derechos de los nativos americanos y la abolici¨®n de la esclavitud. Ella inspir¨® el personaje de la bruja buena en El mago de Oz, escrita por su yerno. En nuestro mundo, la cultura popular ¡ªdesde Harry ?Potter hasta Mi¨¦rcoles Addams¡ª nos invita hoy a simpatizar con las mujeres magas, mientras desde la literatura Silvina Ocampo o Mariana Enriquez las retratan como oscuro espejo de heridas hist¨®ricas.
Aprovechando este fil¨®n, el consumismo ha creado una nueva alquimia que promete juventud eterna y felicidad. La industria cosm¨¦tica reelabora las viejas p¨®cimas, vendiendo tarros y frascos, rituales de belleza, promesas de transformaci¨®n, la llave de un universo encantado. El t¨¦rmino glamour procede del griego grammatik¨¦, porque los sabios parecen gente extra?a, conocedores de palabras secretas y conjuros. Por alguna maldici¨®n astral, la antigua gram¨¢tica se ha puesto al servicio de las estrellas de la moda, mientras los regalos nocturnos y los prodigios anuales de los Reyes Magos han ca¨ªdo hechizados por la sociedad de consumo. No olvidemos que la forma m¨¢s subversiva de magia, la m¨¢s perseguida, ha consistido en buscar la sabidur¨ªa. Quiz¨¢ nada tiene un glamour m¨¢s genuino que la filolog¨ªa.