Una mudanza no tiene que ser una pesadilla, puede ser una oportunidad
Celebrar una cena de despedida, reservar suficiente tiempo y valorar lo positivo del nuevo hogar puede disminuir la carga emocional de un cambio de domicilio
La cama, los libros, el p¨®ster de Chagall, los ¨¢lbumes de fotograf¨ªas o la estanter¨ªa blanca resisten mudanza a mudanza. La caja que hizo de mesita de noche o los apuntes de la carrera se quedaron por el camino. Tres de cada cuatro espa?oles han cambiado de vivienda alguna vez. La media es de cuatro mudanzas a lo largo de la vida, aunque las cifras se han incrementado desde la crisis de 2008 y el inicio de la pandemia. En cada cambio de domicilio no es infrecuente preguntarse: ?ser¨¢ esta la ¨²ltima c...
La cama, los libros, el p¨®ster de Chagall, los ¨¢lbumes de fotograf¨ªas o la estanter¨ªa blanca resisten mudanza a mudanza. La caja que hizo de mesita de noche o los apuntes de la carrera se quedaron por el camino. Tres de cada cuatro espa?oles han cambiado de vivienda alguna vez. La media es de cuatro mudanzas a lo largo de la vida, aunque las cifras se han incrementado desde la crisis de 2008 y el inicio de la pandemia. En cada cambio de domicilio no es infrecuente preguntarse: ?ser¨¢ esta la ¨²ltima casa?, ?c¨®mo ser¨¢n los vecinos?, ?qui¨¦n se quedar¨¢ con la vivienda anterior?, ?cu¨¢nto durar¨¢ la adaptaci¨®n?
Las mudanzas son deseadas u obligadas, seg¨²n sea el motivo que haya originado el cambio de domicilio: el inicio de una vida en pareja, el nacimiento de un hijo, un proceso de divorcio, una situaci¨®n de crisis econ¨®mica, un desastre clim¨¢tico, el traslado de una ciudad o de pa¨ªs, etc¨¦tera. Implicarse en ellas puede estar relacionado, adem¨¢s, con el estilo de personalidad. Los psic¨®logos Markus Jokela y Liisa Keltikangas-J?rvinen, de la Universidad de Helsinki, realizaron un estudio en 2008 en el que se?alaron que hay personas m¨¢s abiertas a la experiencia y con menos miedos al cambio de domicilio que otras. Mientras que unas disfrutan del hecho de vivir como n¨®madas, otras anhelan la mudanza definitiva. Probablemente, las diferencias se deban a c¨®mo se interpreta el hecho de adquirir una propiedad o a la importancia de afincarse en un sitio definitivo.
Esto es algo normal. Naipaul escribi¨® en Una casa para el se?or Biswas que la b¨²squeda de una vivienda simboliza la obsesi¨®n del ser humano por encontrar un lugar de pertenencia en el mundo. A veces, en esa elecci¨®n se prioriza la parte emocional, como cuando se busca una determinada zona de la ciudad; en otros momentos priman m¨¢s razones pr¨¢cticas, como encontrar una casa con ascensor. Pero es l¨®gico esperar que la nueva casa se convierta en un lugar de apego seguro, de la misma forma que ocurre en las infancias felices. Como Gaston Bachelard dice en La po¨¦tica del espacio: ¡°La casa es uno de los mayores poderes de integraci¨®n de los pensamientos, recuerdos y sue?os de la humanidad. Sin ella, el hombre ser¨ªa un ser disperso. Lo mantiene a trav¨¦s de las tormentas del cielo y de las de la vida. Es cuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano¡±.
Mudarse se parece a un proceso de duelo. Cualquier cambio de ubicaci¨®n implica decir adi¨®s a objetos materiales, vecindario, afectos y vivencias asociadas a ese espacio habitado que se convertir¨¢n, con el paso del tiempo, en recuerdos. Dejar un lugar que consideramos seguro genera emociones como tristeza, miedo, ansiedad o incertidumbre por la sensaci¨®n de p¨¦rdida. No siempre. Despedirse de un domicilio cruel donde haya habido violencia, por ejemplo, genera alivio. Adem¨¢s de la carga emotiva, existe otro factor relevante que tiene que ver con el agotamiento f¨ªsico que produce. Tareas como la selecci¨®n de lo que se va a llevar, el embalaje de las cajas, la limpieza o cambiar los recibos requieren de esfuerzo y paciencia. La alteraci¨®n de las rutinas, de h¨¢bitos y la falta de tiempo durante esos d¨ªas disparan los sentimientos de vulnerabilidad porque uno se nota como en tierra de nadie. Si el proceso de mudanza se hace en familia o en pareja, cada miembro puede aportar diferentes opiniones que pueden potenciar la incomodidad.
Existen ciertos consejos para facilitar que el proceso de mudanza sea m¨¢s llevadero. Organizar las tareas con tiempo suficiente es un factor beneficioso. Es importante tener un cierre y realizar un acto de despedida de lo que se deja atr¨¢s; por ejemplo, celebrar una cena, o escribir o repasar mentalmente los momentos m¨¢s relevantes de esa etapa que termina. En una casa donde haya ni?os, hay que involucrarlos en el proceso, explicarles el porqu¨¦ de la mudanza, ad¨®nde se va y c¨®mo se va a llevar a cabo.
Una vez realizada la mudanza, hay que normalizar las peque?as incomodidades del principio, como el desorden o que uno se sienta extra?o en el ambiente. En los momentos de debilidad, cansancio o dudas tras la mudanza se puede conectar con el sentimiento del enorme esfuerzo de horas de trabajo y sacrifico que hay detr¨¢s de ese cambio. Hay que evaluar lo positivo que el nuevo hogar traer¨¢; por ejemplo, una reducci¨®n en los gastos mensuales, un mejor vecindario o la posibilidad de ponerse nuevas metas como reciclar o mejorar las habilidades culinarias. Y tambi¨¦n fantasear con nuevas ilusiones y celebrarlo.
El dise?o se ir¨¢ construyendo seg¨²n las necesidades, presupuesto y estilo de vida propio. Hay familias o personas m¨¢s sociales que dan importancia a espacios enfocados a compartir tiempo con los dem¨¢s. En cambio, otras optan por priorizar otros espacios donde tener m¨¢s independencia, como defend¨ªa Virginia Woolf en Una habitaci¨®n propia. En definitiva, disfrutar de la aventura de convertir esa nueva casa en un nuevo hogar.
Patricia Fern¨¢ndez Mart¨ªn es psic¨®loga cl¨ªnica del Hospital Ram¨®n y Cajal.