?Obra de arte o tonter¨ªa?
Mucho se ha escrito sobre las relaciones entre la copia y el original porque hay entre la primera y el segundo una rivalidad fraterna de car¨¢cter shakesperiano. Lo que ven en la foto es una r¨¦plica perfecta del cad¨¢ver de Picasso. No le falta nada de lo que se supone que tiene que tener un difunto: el rigor mortis, desde luego, las manos cruzadas sobre la cintura (aunque algunos prefieren que se las crucen sobre el pecho), los p¨¢rpados cerrados y la tranquilidad zen que caracteriza a ...
Mucho se ha escrito sobre las relaciones entre la copia y el original porque hay entre la primera y el segundo una rivalidad fraterna de car¨¢cter shakesperiano. Lo que ven en la foto es una r¨¦plica perfecta del cad¨¢ver de Picasso. No le falta nada de lo que se supone que tiene que tener un difunto: el rigor mortis, desde luego, las manos cruzadas sobre la cintura (aunque algunos prefieren que se las crucen sobre el pecho), los p¨¢rpados cerrados y la tranquilidad zen que caracteriza a los extintos. El parecido nos sorprende tanto como cuando en un mercadillo compramos una imitaci¨®n de unos vaqueros Levi¡¯s a los que no les falta nada de lo que cabe esperar de ellos. Se dice que muchas se?oras ricas acuden a los c¨®cteles con imitaciones de sus propias joyas, en vez de con las verdaderas, para evitar perderlas o que se las roben. Pero dan el pego. Si pudiera establecerse un di¨¢logo entre una gargantilla de oro aut¨¦ntica y su r¨¦plica, esta le dir¨ªa a la genuina:
Yo ser¨¦ bastarda y todo lo que t¨² quieras, pero soy la que va a las fiestas de palacio mientras que t¨² te pudres en la caja fuerte.
Es cierto que el bastardo, en muchas ocasiones, goza de m¨¢s privilegios que el hijo leg¨ªtimo, obligado este a seguir unos c¨®digos de conducta que no obligan al que ha nacido fuera de la ley. La historia de las monarqu¨ªas est¨¢ llena de ejemplos.
Pues bien, ahora observen el regocijo nervioso de quienes observan la escultura hiperrealista. Algunos sonr¨ªen, pero se trata de una sonrisa alterada, quiz¨¢ un poco neurast¨¦nica.
¡ªPero si es mejor este cad¨¢ver que el real ¡ªparecen decirse.
Y en efecto, al cad¨¢ver aut¨¦ntico no te lo podr¨ªas llevar a casa porque oler¨ªa mal. Este podr¨ªas tenerlo perfectamente en el sal¨®n y comerte unos huevos fritos mientras lo contemplas pregunt¨¢ndote si es una obra de arte o una tonter¨ªa.