Un negocio montado sobre la angustia
Parece un ¡®vivarium¡¯, pero es una oficina del Estado, no importa ahora de qu¨¦ ministerio, direcci¨®n general o subsecretar¨ªa. Lo llamativo es que tanto los que atienden como los que anhelan ser atendidos tienen un aire de Airgam Boys o de Clicks de Famobil. Eran m¨¢s baratos los segundos que los primeros, pero todos se articulaban por la cintura y por los brazos, creo que tambi¨¦n por las piernas, de manera que los pod¨ªas colocar en distintas posturas en funci¨®n de a lo que jugaras con ellos. Los que aparecen en la foto est¨¢n todos sentados o de pie, aunque podr¨ªan ponerse de rodillas y quiz¨¢ alguno tenga la tentaci¨®n de hacerlo para dar gracias a Dios por haber llegado hasta ah¨ª. Y es a lo que ¨ªbamos precisamente, a la dificultad de quedar con el Estado, al que nadie llama para tomar una copa, que el Estado no bebe (o s¨ª, lo ignoro), sino para renovar el DNI, para tramitar la jubilaci¨®n, para pedir asilo pol¨ªtico o para apuntarse a la cola del paro.
El Estado te aconseja que pidas cita previa, pero luego, por lo que sea, no responde a las llamadas telef¨®nicas desesperadas de los contribuyentes o se le cuelga todo el rato la p¨¢gina web. De ah¨ª que haya surgido una especie de mafia que vende citas previas semejantes a la reventa de las grandes finales de f¨²tbol o de los conciertos de los Rolling Stones. Seg¨²n la informaci¨®n de este mismo peri¨®dico, una cita previa para pedir asilo cuesta 200 euros, un dinero libre de impuestos, suponemos, un gran negocio, en fin, montado sobre la angustia y del que el Estado es consciente, aunque incapaz de solucionar por ahora.
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