Parece un c¨ªborg: la belleza ¡®rob¨®tica¡¯ est¨¢ de moda
Los algoritmos homogenizan el gusto y la mirada tecnol¨®gica estandariza los rostros
Perfil anguloso, frente ancha, ojos grandes y algo separados, p¨®mulos altos, nariz tan afilada como la barbilla, labios carnosos y, por supuesto, piel fr¨ªa e impoluta como una superficie de metal: as¨ª luc¨ªa la modelo Bella Hadid en la portada de mayo de la revista Vogue Italia. Una fotograf¨ªa en la que, seg¨²n se?alaba la propia cabecera, lo ¨²nico real era la maniqu¨ª. El escenario a su alrededor hab¨ªa ...
Perfil anguloso, frente ancha, ojos grandes y algo separados, p¨®mulos altos, nariz tan afilada como la barbilla, labios carnosos y, por supuesto, piel fr¨ªa e impoluta como una superficie de metal: as¨ª luc¨ªa la modelo Bella Hadid en la portada de mayo de la revista Vogue Italia. Una fotograf¨ªa en la que, seg¨²n se?alaba la propia cabecera, lo ¨²nico real era la maniqu¨ª. El escenario a su alrededor hab¨ªa sido imaginado por una inteligencia artificial. Lo que la revista no advert¨ªa era que el propio rostro de Hadid, aunque de carne y hueso, tambi¨¦n hab¨ªa sido editado y previamente dise?ado. Como lo han sido los de otros personajes populares como Hailey Bieber o Amelia Gray Hamlin, c¨¦lebre por adelantarse en lo de decolorarse las cejas. Caras que han ido evolucionando en los ¨²ltimos a?os, con cirug¨ªas o maquillajes, hasta alardear de una belleza inquietante que recuerda a un c¨ªborg, criatura mitad humana, mitad m¨¢quina.
El cuerpo siempre ha sido un medio sobre el que representar sistemas de creencias y gustos est¨¦ticos y, como tal, ha ido mutando. La historia de la pintura es buen reflejo de ello: ¡°La belleza es un lenguaje cambiante¡±, afirma la historiadora del arte y autora de 100000 Years of Beauty, Elizabeth Azoulay. ¡°Tomemos como ejemplo a La Gioconda. Cuando Da Vinci la pint¨® ten¨ªa pesta?as y cejas, pero varias d¨¦cadas despu¨¦s un pintor an¨®nimo las borr¨®. El gusto hab¨ªa variado y triunfaba la idea de que hab¨ªa que eliminar todo el vello; los humanos eran criaturas elegidas por Dios, no animales peludos¡±. La Mona Lisa perdi¨® sus cejas y se adelant¨® varios siglos a otras como Gray Hamlin, Rosal¨ªa o Madonna, aunque los referentes hoy beban m¨¢s de avatares y humanoides que de inspiraciones divinas.
Las c¨ªborgs no son una novedad sobre la pasarela. Alexander McQueen, pionero en tantas cosas, jug¨® con las posibilidades de conjugar cuerpo y m¨¢quina en muchas de sus colecciones. Ya en 1999 cerr¨® su desfile de invierno para Givenchy con una modelo que solo vest¨ªa un pantal¨®n blanco y una especie de coraza transparente cubierta por cables y luces que se extend¨ªan hasta su cabeza, calva. Explorar las posibilidades m¨¢s all¨¢ de la corporeidad es un camino por el que se han interesado artistas de todo tipo. Espec¨ªmenes transhumanos han servido como hilo a colecciones femeninas de Comme des Gar?ons, Rick Owens o Gucci. Criaturas cercanas a las que defin¨ªa en 1984 Donna Haraway en su Manifiesto c¨ªborg: ¡°Un organismo cibern¨¦tico, un h¨ªbrido de m¨¢quina y organismo, una criatura de la realidad social, as¨ª como una criatura de ficci¨®n¡±. ¡°El c¨ªborg est¨¢ totalmente comprometido por la parcialidad, la iron¨ªa, la intimidad y la perversidad. Es desafiantemente ut¨®pico y nada inocente¡±. Imagin¨® que las mujeres pod¨ªan llegar a ser seres fluidos, radicales, resistentes y desleales con la imagen propia que no hab¨ªan elegido.
Sin embargo, el c¨ªborg que se impone ahora se aleja de las ideas que planteaba la feminista. No tiene tanto de reivindicaci¨®n como de imposici¨®n por un panorama que, como la portada de Hadid, se moldea a trav¨¦s de programas de generaci¨®n de im¨¢genes y se impone a golpe de algoritmos (creados en su mayor¨ªa por hombres) que buscan enganchar. De filtros de Instagram a aplicaciones como Lensa o Midjourney. Ya hasta las videollamadas en Zoom pueden editarse. As¨ª, la aspiraci¨®n est¨¦tica se distorsiona buscando replicar los efectos de la tecnolog¨ªa. Lo explicaba en su bolet¨ªn la periodista especializada en la industria de la belleza Jessica DeFino: ¡°El uso del maquillaje iluminador es un excelente ejemplo de c¨®mo las m¨¢quinas influyen en los ideales de apariencia modernos; la t¨¦cnica no recrea una caracter¨ªstica humana innata, sino m¨¢s bien los efectos de los pesados equipos de luces de Hollywood¡±. Ella tambi¨¦n denuncia c¨®mo la meta es cada vez menos humana ¡ª¡±una piel c¨ªborg que quiere borrar todos los signos de vida (arrugas, granos, poros)¡±¡ª de la que se hace dif¨ªcil escapar.
¡°?Qu¨¦ es el rostro?¡±, se preguntaba el historiador alem¨¢n Hans Belting en su libro Faces. Una historia del rostro: ¡°Todo el mundo tiene uno, pero no se convierte en rostro hasta que no entra en contacto con otros, los contempla o es contemplado por ellos¡±. Y eso en 2023 equivale a una bomba de p¨ªxeles. Caras como eje del contenido que se consume a diario en la pantalla del tel¨¦fono, en las redes sociales. Un ecosistema en el que nada es inocente y todo monetizable, denuncia Elise Hu, autora de Flawless, un ensayo sobre la evoluci¨®n del concepto de belleza en Corea del Sur: ¡°En Corea vemos c¨®mo la noci¨®n heteronormativa de que las mujeres persiguen la belleza para atraer la mirada masculina puede verse eclipsada por algo m¨¢s complicado: la mirada tecnol¨®gica. Esa mirada est¨¢ determinada por un algoritmo que define cu¨¢les son los ideales de nuestro rostro. Un conjunto de rasgos perfectos escogidos algor¨ªtmicamente por las plataformas sociales que brindan contenido seg¨²n hacemos scroll. Representa un cambio de poder de una mirada externa, masculina y juzgadora a una mirada narcisista y autocontrolada. La mirada tecnol¨®gica crea demanda de c¨®mo deber¨ªamos ser las mujeres y tambi¨¦n la alimenta¡±.
Si Da Vinci pintaba las proporciones protot¨ªpicas en su hombre de Vitruvio, en Corea las cl¨ªnicas de est¨¦tica ya manejan c¨®digos que analizan los rostros que m¨¢s gustan para recomendar procedimientos optimizados a sus clientes. Porque las mejoras tecnol¨®gicas tambi¨¦n permiten que esas actualizaciones corporales sean cada vez m¨¢s sencillas. En Espa?a, el n¨²mero de intervenciones de cirug¨ªa est¨¦tica ascendi¨® a 204.000 en 2021, un 19,3% m¨¢s que el a?o anterior, seg¨²n el estudio La realidad de la cirug¨ªa est¨¦tica en Espa?a publicado este mes por la Sociedad Espa?ola de Cirug¨ªa Pl¨¢stica, Reparadora y Est¨¦tica (?SECPRE). Los procedimientos con inyectables, de los menos intrusivos, est¨¢n entre los que m¨¢s crecen, un 22,8%. Con ellos ya se puede modificar una nariz. Conviene no banalizarlos, aconseja la doctora Isabel de Benito, cirujana pl¨¢stica y presidenta de SECPRE: ¡°Son accesibles, pero no son f¨¢ciles. As¨ª que deben dejarse en manos expertas¡±. En Europa, apunta la doctora, el enfoque de la cirug¨ªa persigue soluciones adaptadas a cada mujer (ellas se hacen el 85% de las intervenciones).
Porque, al mismo tiempo, las alternativas infinitas que ofrecen cosm¨¦tica, cirug¨ªa o filtros abren la puerta a un abanico infinito de posibilidades para definir identidades. Artistas digitales como Johanna Jaskowska o Ines Alpha (a la que acaba de fichar Prada para el lanzamiento de su maquillaje) son prueba de ello. Y, mientras, una revoluci¨®n contra el sistema pasar¨¢ por renunciar a la perfecta divinidad y abrazar la diferencia, ya tenga forma humana o humanoide. ¡°Prefiero ser c¨ªborg que diosa¡±, que dec¨ªa Haraway.