La multinacional de la droga
Las epidemias, las narcoepidemias tambi¨¦n, nunca quedan demasiado lejos, como la covid nos ha ense?ado
Aunque corro el riesgo de parecer un poco la abuela batallitas, quisiera recordar en este art¨ªculo los a?os de la Transici¨®n, los finales setenta y primeros ochenta. Ya se sabe que fueron tiempos muy dif¨ªciles, con los constantes asesinatos de ETA, el ruido de sables, el miedo a la involuci¨®n y todo lo dem¨¢s. Pero en lo que quiero centrarme es en la epidemia de drogadicci¨®n que padec¨ªamos. Y utilizo la palabra epidemia a conciencia; justo con este t¨¦rmino se ha calificado el terrible problema de abuso de opi¨¢ceos que llevan sufriendo en Estados Unidos desde hace dos d¨¦cadas y que hizo que, en ...
Aunque corro el riesgo de parecer un poco la abuela batallitas, quisiera recordar en este art¨ªculo los a?os de la Transici¨®n, los finales setenta y primeros ochenta. Ya se sabe que fueron tiempos muy dif¨ªciles, con los constantes asesinatos de ETA, el ruido de sables, el miedo a la involuci¨®n y todo lo dem¨¢s. Pero en lo que quiero centrarme es en la epidemia de drogadicci¨®n que padec¨ªamos. Y utilizo la palabra epidemia a conciencia; justo con este t¨¦rmino se ha calificado el terrible problema de abuso de opi¨¢ceos que llevan sufriendo en Estados Unidos desde hace dos d¨¦cadas y que hizo que, en 2017, se declarara una situaci¨®n de emergencia sanitaria. En esos 20 a?os ha muerto medio mill¨®n de personas y hoy en d¨ªa siguen falleciendo 200 adictos al d¨ªa en EE UU. El problema all¨ª, ya se sabe, es el fentanilo, 50 veces m¨¢s potente que la hero¨ªna, la llamada droga zombi porque convierte a los usuarios en convulsas piltrafas (este peri¨®dico ha sacado un gran reportaje sobre el tema hace 15 d¨ªas).
En nuestro caso, en aquella ardiente Transici¨®n, se trataba de la hero¨ªna. Ya era bastante malo. Los parques p¨²blicos estaban llenos de jeringuillas, no era raro ver a un yonqui pic¨¢ndose al amparo de un portal y, sobre todo, la inseguridad ciudadana era elevada. Los seres humanos somos bastante est¨²pidos. Por ejemplo, enseguida dejamos de apreciar las buenas cosas que tenemos. Las damos por sentadas, como si el mundo tuviera que ser as¨ª. Entre ellas, y de forma muy destacada, la seguridad ciudadana. Como yo me paso la vida viajando, a menudo por pa¨ªses muy peligrosos, cada vez que regreso a Espa?a no puedo dejar de maravillarme de ese para¨ªso en la Tierra que es, por ejemplo, poder salir a cenar de noche con amigos y volver andando a mi casa, desde la otra punta de la ciudad, en un paseo de una hora de duraci¨®n a la una de la madrugada. Cosa que no se puede hacer en muchos de los pa¨ªses del mundo. Yo dir¨ªa que no se puede hacer en la mayor¨ªa de ellos. Esta seguridad, y todo lo que ello significa, un entramado estructural de logros sociales (polic¨ªa no corrupta, legisladores no corruptos, sistema no corrupto, estoy hablando en general, por supuesto, m¨¢s all¨¢ de los casos de corrupci¨®n aislados), es algo que me parece impagable. Uno de los mayores lujos de mi vida.
En la Transici¨®n no era as¨ª. Yonquis desesperados robaban, asaltaban, entraban en las casas, te pon¨ªan una navaja en el cuello, her¨ªan, incluso mataban, daban mucho miedo. Y los traficantes engordaban. Nunca llegamos a tener los problemas de carteles que tienen otros pa¨ªses, por fortuna nunca se lleg¨® a rozar la destrucci¨®n del poder del Estado, pero las calles eran inseguras. Luego, en octubre de 1981, fue diagnosticado el primer caso de sida en Espa?a, y unos pocos a?os despu¨¦s no quedaban yonquis; todos se hab¨ªan muerto, contagiados por las jeringas. De esta manera tan brutal acab¨® nuestra epidemia.
Seg¨²n Sanidad, la circulaci¨®n ilegal del fentanilo en Espa?a es residual. Tendr¨¢n raz¨®n. Sin embargo, paseando por el centro de Madrid he visto en los ¨²ltimos meses, en dos ocasiones distintas, a unos j¨®venes recostados contra el muro, totalmente rotos y muy pasados. No parec¨ªa alcohol. Y me recordaron a los antiguos yonquis. Hac¨ªa mucho que no ve¨ªa algo as¨ª. Algo que a¨²n reconozco.
Y no es solo eso. Asisto, horrorizada, al feroz asalto de los criminales contra el Estado de Ecuador. Una sangrienta y pavorosa crisis a la que no estamos dando mucha importancia desde Europa. Como si no tuviera nada que ver con nosotros. Como si nos quedara demasiado lejos. Entre otras causas y otras cosas, detr¨¢s de esta cat¨¢strofe est¨¢n el narcotr¨¢fico y los carteles mexicanos como el de Sinaloa, que se enriquecen con el fentanilo. Los narcos se expanden. Son una multinacional y aspiran a conquistar la Tierra. Quiz¨¢ sea el momento de volver a estudiar, con sus pros y sus contras, alguna manera m¨¢s o menos controlada de legalizar las drogas. En fin, no s¨¦ cu¨¢l es la soluci¨®n, pero algo habr¨¢ que hacer, en cualquier caso; porque si crees que el derrumbamiento de grandes pa¨ªses como M¨¦xico o Ecuador en manos del crimen organizado es algo que nos pilla lejos y no nos afecta, est¨¢s muy equivocado. Las epidemias, las narcoepidemias tambi¨¦n, nunca quedan demasiado lejos, como la covid nos ha ense?ado.