?De verdad recordamos las cosas tal y como pasaron?
Qui¨¦nes somos ahora afecta a c¨®mo percibimos el pasado, c¨®mo lo moldeamos, lo remodelamos o incluso lo inventamos
La vuelta a clases provoca, en nosotros, exalumnos veteranos, una cascada de recuerdos. Basta deambular una ma?ana en las inmediaciones del patio del colegio del barrio a la hora del recreo y escuchar la ensordecedora algarab¨ªa, los murmullos y pateos del bal¨®n para activar la memoria. De s¨²bito, un riiing nos devuelve al aula, y nos sumerge en la atm¨®sfera que Collodi describe cuando Pinocho llega, de madrugada, al ¡°pa¨ªs de los juguetes¡±: ¡°Este pa¨ªs no se parec¨ªa a ning¨²n otro pa¨ªs del...
La vuelta a clases provoca, en nosotros, exalumnos veteranos, una cascada de recuerdos. Basta deambular una ma?ana en las inmediaciones del patio del colegio del barrio a la hora del recreo y escuchar la ensordecedora algarab¨ªa, los murmullos y pateos del bal¨®n para activar la memoria. De s¨²bito, un riiing nos devuelve al aula, y nos sumerge en la atm¨®sfera que Collodi describe cuando Pinocho llega, de madrugada, al ¡°pa¨ªs de los juguetes¡±: ¡°Este pa¨ªs no se parec¨ªa a ning¨²n otro pa¨ªs del mundo. Toda la poblaci¨®n estaba compuesta por ni?os. Los m¨¢s viejos ten¨ªan catorce a?os, los m¨¢s j¨®venes apenas ocho¡±. Es notable c¨®mo se recuerdan eventos espec¨ªficos relacionados con el colegio, y c¨®mo influyen en nuestras vidas. Las interacciones con compa?eros y el personal docente pueden tener consecuencias duraderas, no siempre favorables. Sin embargo, ?fue realmente entonces como lo recordamos ahora? Una reuni¨®n de antiguos alumnos me enfrent¨® recientemente al hecho de que el colegio, tal como lo recordamos, ya no es lo que sol¨ªa ser. La memoria epis¨®dica ¡ªel sistema que nos permite recordar experiencias pasadas¡ª no es una reproducci¨®n literal del pasado. Es propensa a errores, ilusiones y distorsiones, es delicada. Una frase memorable del antrop¨®logo Marc Aug¨¦ lo capta: ¡°Los recuerdos son creados por el olvido como los contornos de la costa son creados por el mar¡±.
En una conversaci¨®n con el psic¨®logo estadounidense Daniel Schacter, exdirector del departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de Harvard, destacado investigador de la memoria humana y autor de Los siete pecados de la memoria: C¨®mo olvida y recuerda la mente (Ariel), me explica: ¡°La memoria se reconfigura a partir del presente, es decir, que los acontecimientos y experiencias pasadas se reinterpretan en funci¨®n del presente. Este recuerdo es a su vez transformador de la realidad social, y promueve nuevas alternativas para interpretar el aqu¨ª y el ahora¡±. La direcci¨®n de nuestros recuerdos no es del pasado hacia el presente, sino, por el contrario, del presente hacia el pasado; qui¨¦nes somos ahora afecta c¨®mo percibimos el pasado, c¨®mo lo moldeamos, lo remodelamos o incluso lo inventamos. Sin embargo, el pasado nunca es completamente mudo y, s¨ª, informa el presente. En su laboratorio, Schacter y sus colegas han explorado la idea de que la memoria desempe?a un papel fundamental no solo al permitirnos acceder a nuestro pasado, sino tambi¨¦n para imaginar o simular eventos que podr¨ªan ocurrir en nuestro futuro, y propone que ¡°el papel de la memoria en la simulaci¨®n de eventos futuros es esencial para comprender la naturaleza constructiva de la memoria¡±.
Ese fin de semana algunos de nosotros viajamos para coincidir con nuestros compa?eros y embarcarnos en un viaje mental en el tiempo. En cada reuni¨®n anterior el encuentro hab¨ªa manifestado un tono diferente, esta vez hubo algo m¨¢s conmovedor y sombr¨ªo; reflexionamos sobre qui¨¦nes vinieron y qui¨¦nes no, pasamos lista. Se hizo evidente lo complicado que es volver y afrontar el tipo de recuerdos como los que se animaban ante la presencia del grupo. El contexto deshace las d¨¦cadas que han transcurrido ¡ªhay algo en el estar con todos ellos que evoca la memoria de qui¨¦nes fuimos, cada uno de nosotros¡ª. Al intercambiar historias intentamos tender un puente, alg¨²n tipo de significado entre esos adolescentes irrepetibles, y lo que ha sido de nosotros en cada una de nuestras iteraciones posteriores. Puede que en todo esto haya un trasfondo competitivo, como si estuvi¨¦ramos comparando notas, pero sobre todo es un deseo de conectar ¡ªel concurso termin¨® hace a?os¡ª. ?Por qu¨¦ algunos queremos volver y otros no lo toleran? Reencuentros de este tipo suscitan ambivalencia; por un lado, la idea puede generar excitaci¨®n, euforia (del griego euphor¨ªa: ¡°fuerza para soportar¡±), pero por otro, es probable que represente una amenaza repentina a la propia identidad. En el espacio de una breve reuni¨®n, somos convocados a reconciliar expectativas pasadas con nuestra realidad presente entre personas que compartieron ese pasado. Podr¨ªamos decir que asistimos a estas reuniones para demostrar que seguimos vivos y avanzando, que continuamos marchando hacia alg¨²n tipo de meta inexorable.
Pocos recuerdos personales son exclusivamente individuales, la mayor¨ªa hace referencia a situaciones compartidas. En 1925, el fil¨®sofo y soci¨®logo franc¨¦s Maurice Halbwachs public¨® Los marcos sociales de la memoria, un libro en el que avanza la noci¨®n de una ¡°memoria colectiva¡±. A pesar de que la memoria o, mejor a¨²n, el acto de recordar es esencialmente un proceso individual, Halbwachs enfatiz¨® que depende de nuestras estructuras sociales. Participamos en un orden simb¨®lico colectivo que nos proporciona esquemas cognitivos, conceptos de tiempo y espacio y patrones de pensamiento con los que recordamos e interpretamos acontecimientos pasados. As¨ª, los marcos sociales constituyen el horizonte multidimensional en el que se desarrolla la acci¨®n de recordar. La mayor parte de lo que ¡°recuerdas¡± del colegio ha sido reconfigurado: ?eras t¨² el cerebro, el atleta, el caso perdido o la princesa? La reuni¨®n de antiguos alumnos es un momento para reconectarnos y compartir vulnerabilidades, para repensar y actualizar nuestro pasado y, en cierto modo, tambi¨¦n para avivar el futuro. Aunque el viaje puede resultar vertiginoso.