La esperanza, el arma secreta del fil¨®sofo Byung-Chul Han
Tres lecciones del ¨²ltimo libro del c¨¦lebre pensador surcoreano, ¡®El esp¨ªritu de la esperanza¡¯, que aborda esta br¨²jula para encontrar nuevos caminos y huir del miedo que nos paraliza
Ha sido una sorpresa, hasta cierto punto, que el c¨¦lebre pensador surcoreano Byung-Chul Han eligiera la esperanza como tema del libro que se publica en Espa?a en septiembre. Afincado en Berl¨ªn, este fil¨®sofo que escribe sus breves obras en alem¨¢n se hab¨ªa caracterizado por la cr¨ªtica al capitalismo y al neoliberalismo, con libros como La sociedad del cansancio o No-cosas. Elegir la esperanza, un sentimiento o visi¨®n que parece ir a contracorriente, pero que necesitamos para sentirnos vivos, es mirar a la luz al final del t¨²nel. Sin embargo, El esp¨ªritu de la esperanza ¡ªlibro de menos de 150 p¨¢ginas publicado por Herder¡ª no refleja la visi¨®n del ingenuo que cree que, al final, todo se arreglar¨¢ sin m¨¢s. Se refiere a una esperanza que nace de la proactividad, ya que ilumina caminos nuevos que nadie recorrer¨¢ por nosotros. Tal como lo plantea el pensador, la esperanza nace justamente de la desesperaci¨®n, de la negatividad, pero es una br¨²jula que nos lleva a situaciones y territorios nuevos, a aquello que a¨²n no existe.
Winston Churchill, un hombre que era muy proclive a las depresiones, dijo: ¡°Si est¨¢s pasando por un infierno, sigue adelante¡±. Esa recomendaci¨®n encierra que todo, lo bueno y lo malo, es provisional, como la vida misma.
Lo que mata la esperanza, seg¨²n Byung-Chul Han, no es la desesperanza; bien al contrario, esta ¨²ltima es su punto de partida, el inicio del viaje. Tal como lo expone en el preludio del ensayo, lo contrario a la esperanza es el miedo. En sus propias palabras: ¡°Pasamos de una crisis a la siguiente, de una cat¨¢strofe a la siguiente, de un problema al siguiente. De tantos problemas por resolver y de tantas crisis por gestionar, la vida se ha reducido a una supervivencia¡±. Para el coreano, vivir en esa mera supervivencia nos ancla a la depresi¨®n y al miedo. Este ¨²ltimo nos cierra puertas y nos roba la libertad, ya que imposibilita que nos pongamos en marcha. Alguien con miedo al futuro ser¨¢ incapaz de organizar y crear su propio futuro. Entra en una especie de profec¨ªa de autocumplimiento.
Como se?ala Byung-Chul Han, en alem¨¢n la palabra miedo ¡ªAngst¡ª procede, al igual que en lat¨ªn, del t¨¦rmino angostura. Es decir, cuanto mayor es nuestro temor, m¨¢s angosta ser¨¢ nuestra ¨¢rea de acci¨®n. Por eso quien se angustia se siente, de un modo u otro, acorralado.
El ant¨ªdoto es la esperanza ya que, en sus propias palabras, ¡°va dejando indicadores y se?alizadores de caminos. La esperanza es la ¨²nica que nos hace poner en marcha. Nos brinda sentido y orientaci¨®n (¡) Y las acciones necesitan un horizonte de sentido¡±. As¨ª como el miedo imposibilita, la esperanza, como la defin¨ªa el fil¨®sofo dan¨¦s S?ren Kierkegaard, es la pasi¨®n por lo posible.
Resumiendo, en clave pr¨¢ctica, estas reflexiones, podemos concluir tres cosas:
1. Tener esperanza es ver nuevas posibilidades. Es decir, adelantarnos a otros escenarios que nos esperan, aunque est¨¦n lejos de nuestra situaci¨®n actual. Byung-Chul Han cita, en este sentido, una Ep¨ªstola a los Romanos del Nuevo Testamento: ¡°Si lo que se espera ya est¨¢ a la vista, entonces no es esperanza, porque ?para qu¨¦ esperar lo que ya se est¨¢ viendo?¡±. Por lo tanto, hay algo de visionario en ello.
2. Hay esperanza pasiva y esperanza proactiva. La primera nos pone a merced de los acontecimientos. La segunda supone trabajar para que se materialice la nueva posibilidad. De hecho, el dramaturgo franc¨¦s Gabriel Marcel dec¨ªa que la esperanza est¨¢ trenzada: ¡°En el tejido de una experiencia en curso (¡) est¨¢ metida en una aventura que a¨²n no ha terminado¡±. Es decir, supone estar en el proceso de dirigirnos hacia algo mejor.
3. La esperanza es asumir que todo es temporal. Por consiguiente, es solo cuesti¨®n de tiempo que salgamos de este trance. El problema de los desesperados es que creen haber ingresado en una condici¨®n permanente. La persona deprimida se convence de que no saldr¨¢ del pozo, mientras que quien siente que el mundo se ha vuelto en su contra cree estar condenado de por vida. Para escapar de esa angostura hay que evitar tomar la parte por el todo. Todo mal momento es solo un cap¨ªtulo de la historia. El pr¨®ximo puede ser distinto. Con las acciones adecuadas, los acontecimientos y las circunstancias cambiar¨¢n.
La poeta Emily Dickinson defin¨ªa el asunto de este art¨ªculo con esta bella imagen: ¡°La esperanza es esa cosa con plumas que se posa en el alma, y entona melod¨ªas sin palabras, y no se detiene para nada, y suena m¨¢s dulce en el vendaval¡±.
Esperanza versus optimismo
En su último ensayo, Byung-Chul Han establece una diferenciación clara entre esperanza y optimismo, que este filósofo ve como algo pasivo y limitado. Tal como lo explica en El espíritu de la esperanza: "El optimismo carece de toda negatividad. Desconoce la duda y la desesperación (…) El optimista está convencido de que las cosas acabarán saliendo bien", aunque al mismo tiempo, señala el coreano, "desconoce el futuro como campo abierto a las posibilidades".
En su crítica al optimismo a ultranza entraría la ley de la atracción mal entendida: el hecho de considerar que basta con pensar en un resultado positivo para provocarlo, sin "picar piedra" para conseguirlo. Y ese esfuerzo empieza por alimentar la misma esperanza, que según Byung-Chul Han "muchas veces hay que suscitarla y concitarla expresamente".
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