Dana Thomas, escritora: ¡°El verdadero lujo es hacer la siesta durante la jornada. La calma y la felicidad¡±
Nos citamos en Par¨ªs, donde reside desde hace tres d¨¦cadas, con esta periodista y escritora estadounidense, una de las pocas analistas de la industria de la moda en el mundo. Conversamos sobre la lucha entre negocio y arte, la moda r¨¢pida, c¨®mo la covid-19 ha aupado a los ultrarricos y la pena que le da que las librer¨ªas de Saint-Germain hoy sean tiendas de lujo.
El cielo de Par¨ªs, r¨¢cano por naturaleza con sus habitantes, no ofrece esta tarde mucho m¨¢s que nubes y lluvia, un dato escasamente relevante en una ciudad donde el sol aparecer¨¢ durante el mes de noviembre solo 10 horas. El bulevar Saint-Germain, quiz¨¢ eso sea m¨¢s importante para la historia, es hoy un sendero de tiendas de lujo y moda que ocupan los viejos locales donde antes hubo librer¨ªas. Y el Caf¨¦ de Flore, sempiterno templo de la contemplaci¨®n y de la conversaci¨®n parisiense, se ha convertido en una suerte de museo para turistas curiosos dispuestos a pagar nueve euros por un caf¨¦. No to...
El cielo de Par¨ªs, r¨¢cano por naturaleza con sus habitantes, no ofrece esta tarde mucho m¨¢s que nubes y lluvia, un dato escasamente relevante en una ciudad donde el sol aparecer¨¢ durante el mes de noviembre solo 10 horas. El bulevar Saint-Germain, quiz¨¢ eso sea m¨¢s importante para la historia, es hoy un sendero de tiendas de lujo y moda que ocupan los viejos locales donde antes hubo librer¨ªas. Y el Caf¨¦ de Flore, sempiterno templo de la contemplaci¨®n y de la conversaci¨®n parisiense, se ha convertido en una suerte de museo para turistas curiosos dispuestos a pagar nueve euros por un caf¨¦. No todo est¨¢ siempre perdido, porque arriba, en la ¨²ltima esquina del local, donde suele reunirse el jurado del premio literario que cada a?o otorga el Flore, queda una mesa libre junto a la del fabuloso actor Fabrice Luchini, que, a juzgar por c¨®mo bromea con el camarero, debe pasar aqu¨ª m¨¢s horas que en su casa.
Dana Thomas (Washington, 60 a?os) aparece unos minutos despu¨¦s. Impecable, blazer azul marino y fular, es inevitable pensar c¨®mo se va a vestir uno para entrevistarla. La periodista y escritora estadounidense, una de las mayores analistas de la industria del lujo y de la moda, pide una infusi¨®n de verbena, mira el reloj y advierte de que no podr¨¢ estar m¨¢s de 30 minutos. Una entrevista expr¨¦s, esa es la paradoja, a la gran cr¨ªtica de los modos urgentes de fabricaci¨®n y consumo. Thomas ha escrito tres libros (Deluxe, Fashionopolis y Dioses y reyes, todos editados en Espa?a por Superflua) que trazan el auge y ca¨ªda de la industria de la moda: desde los a?os de la expansi¨®n del lujo, al momento cumbre de la creatividad con figuras como John Galliano y Alexander McQueen, hasta la democratizaci¨®n del mismo lujo, convertido en una forma de explotaci¨®n humana y medioambiental. ?Nos vamos al garete? No del todo, todav¨ªa hay esperanza, anuncia mientras posa para la fot¨®grafa con una profesionalidad que invoca otras ¨¦pocas de su vida.
Se notan sus a?os de modelo.
S¨ª, y eso no lo sabe tanta gente. Fue cuando ten¨ªa unos 18 a?os. De hecho, la primera vez que vine a Par¨ªs fue para trabajar como modelo. Luego volv¨ª cuando me cas¨¦ y he pasado aqu¨ª 32 a?os.
Conoce bien los dos lados de la moda.
Fue un trabajo que hice durante tres a?os, con la agencia Elite en Nueva York. Lo hice cuando era adolescente, y me mandaron durante tres a?os a Par¨ªs. Gan¨¦ dinero para pagarme los estudios de Periodismo. Mi sue?o era convertirme en corresponsal pol¨ªtica en The Washington Post o The New York Times. Y cuando estaba acabando la carrera, el Post me reclut¨® como ayudante en la secci¨®n de noticias nacionales. En esa ¨¦poca, eso consist¨ªa en responder al tel¨¦fono, llevar alg¨²n caf¨¦¡ Pero estaba feliz. Imagine, era la ¨¦poca de Woodward, Bernstein¡ Un momento m¨¢gico.
?Y c¨®mo pas¨® a la moda?
Nina Hyde, la jefa de esa secci¨®n, supo que hab¨ªa una antigua modelo en el peri¨®dico y que hablaba italiano y franc¨¦s. Necesitaba una asistente para el verano y me fui a trabajar con ella. Me di cuenta de que hab¨ªa aprendido cosas valiosas haciendo de modelo, no era solo dinero. Conoc¨ªa a la gente, las marcas¡ Viv¨ªa en Mil¨¢n cuando Armani y Versace explotaron. Hab¨ªa visto ese mundo por dentro, y eso ten¨ªa mucho valor para el periodismo.
Washington no es precisamente la capital de la moda.
?No! En esa ¨¦poca, cuando se escrib¨ªa de algo que suced¨ªa ah¨ª, solo era para hablar del vestuario de la primera dama: Nancy Reagan o Barbara Bush. Pero empec¨¦ a seguir la moda como lo hab¨ªa hecho siempre Nina. Ben Bradlee era todav¨ªa el director del peri¨®dico y me dejaron contarlo como un asunto pol¨ªtico, econ¨®mico, de antropolog¨ªa social. No solo analizando la altura de los tacones o los colores. Era algo m¨¢s profundo. Y entonces me mud¨¦ a Par¨ªs porque conoc¨ª a ese hombre franc¨¦s y atractivo en la boda de unos amigos.
?Y qu¨¦ se encontr¨®?
Era el momento en el que el se?or Arnault estaba transformando la moda, el cambio de las peque?as casas familiares de lujo gestionadas por sus fundadores. ?l iba a globalizar el lujo. Eran los a?os noventa, y me di cuenta de que hab¨ªa un mont¨®n de asuntos a explorar en ese mundo y comenc¨¦ a seguirlo art¨ªculo por art¨ªculo para el Post y luego para Newsweek. M¨¢s tarde, al principio de la d¨¦cada de 2000, la semana antes del 11 de septiembre, decid¨ª escribir algo m¨¢s importante sobre todo ese fen¨®meno y se convirti¨® en mi primer libro, Deluxe.
Sali¨® en 2007, justo un a?o antes de la gran crisis global.
Mucha gente me dijo que hab¨ªa sido una premonici¨®n. Pero estaba claro que la manera en que la gente consum¨ªa el lujo, comprando de forma masiva y compulsiva, era un s¨ªntoma de algo y no precisamente bueno. Era imposible que continuara as¨ª sin implosionar. Pero claro, nunca imagin¨¦ que ser¨ªa una crisis global de esa magnitud.
Tambi¨¦n comenz¨® a escribir en ese periodo sobre uno de los pr¨ªncipes de aquella monarqu¨ªa que comenzaba a reinar en las pasarelas: Alexander McQueen.
S¨ª, lo pusimos en la portada de Newsweek, fue justo al principio de su carrera. Y tambi¨¦n comenc¨¦ a seguir a John Galliano cuando explot¨® en Dior, aunque ya lo siguiese cuando estaba en Givenchy tambi¨¦n. Despu¨¦s de que viviera aquel episodio cr¨ªtico del caf¨¦ La Perle, me di cuenta de que hab¨ªa algo: Marc Jacobs ten¨ªa problemas de drogas y hab¨ªa estado haciendo rehabilitaci¨®n mucho tiempo, McQueen se hab¨ªa suicidado, Christophe Decarnin, de Balmain, tuvo que ser ingresado por una depresi¨®n¡ Era evidente que la presi¨®n para crear todo el tiempo para una enorme sociedad global era demasiado para esos artistas. Y estaban explotando.
?Otro episodio de la hist¨®rica guerra entre comercio y arte?
S¨ª, y es una de las m¨¢s antiguas. Ya los griegos y los romanos hablaban de ello. Fue una guerra que marc¨® el comienzo de la destrucci¨®n de esa manera de trabajar y, por supuesto, que termin¨® ganando el comercio. Ahora solo existe esa parte, la creatividad est¨¢ en decadencia.
La guerra entre arte y comercio es antigua. Ahora solo existe el comercio, la creatividad est¨¢ en decadencia
?No ve nada interesante?
No hay gran cosa. Pero mire, luego comenc¨¦ a preparar mi tercer libro, que, en realidad, era la respuesta y el impacto de la globalizaci¨®n en la moda. Era imposible tener un crecimiento de esas proporciones sin un impacto negativo. Y lo vimos, el da?o causado recay¨® sobre la humanidad y el planeta. As¨ª naci¨® el fast fashion, que fue un negocio de la misma proporci¨®n que el lujo, porque todo el mundo pod¨ªa permit¨ªrselo.
Usted se?ala el punto culmen de ese crecimiento monstruoso y de su impacto el 24 abril de 2013.
S¨ª, ese d¨ªa se derrumb¨® una f¨¢brica textil de Banglad¨¦s y murieron 1.130 personas. Pero todos los d¨ªas hay incendios, accidentes, cat¨¢strofes evitables que provocan la muerte de decenas de personas. Adem¨¢s, el impacto sobre el medio ambiente es tremendo.
Si seguimos la l¨ªnea de puntos que une sus tres libros, llegamos a la conclusi¨®n de que el lujo y la moda se han comportado como Satan¨¢s.
S¨ª¡ Pero hay esperanza. Hay mucha gente que quiere hacer las cosas diferentes, de forma correcta, m¨¢s simples, con materiales saludables, org¨¢nicos. Producir menos, pensar de manera local y no global. El slow fashion es un movimiento importante.
?Usted c¨®mo definir¨ªa la idea del lujo?
Hoy son dos cosas. El verdadero es hacer la siesta durante la jornada [se r¨ªe]. En serio, disfrutar de la calma y la felicidad. Pero la industria del lujo es hoy una m¨¢quina enorme. Louis Vuitton factura m¨¢s de 20.000 millones de euros cada a?o. ?C¨®mo se puede decir que eso es lujo si es solo una m¨¢quina para hacer dinero? Si usted mira qui¨¦nes son los m¨¢s ricos del mundo, seis de esos personajes pertenecen a la moda. Y el ¨²nico sector que le compite a la moda es la tecnolog¨ªa.
Si usted mira qui¨¦nes son los m¨¢s ricos del mundo, seis de esos personajes pertenecen a la moda
Pero no es lo mismo Zara que Louis Vuitton, ?no?
S¨ª, ?por qu¨¦ no? Son precios diferentes, pero es el mismo sistema de producci¨®n. Louis Vuitton hace muchas cosas a mano, pero la mayor¨ªa es en cadena. Quiz¨¢ es un sistema m¨¢s serio, pero no siempre. Los famosos bolsos de Vuitton son una tela. Eso no es lujo, puede usted comprarlo en Decathlon.
Usted lo compara con el fast food. Pero mucha gente le dir¨¢ que es una democratizaci¨®n del lujo y que usted es una esnob.
S¨ª, claro. Es verdad que hay mucha m¨¢s gente comprando objetos que asocia al lujo. Pero ?es lujo un pintalabios hecho en la misma f¨¢brica que Bourjois con un logo distinto? Pagamos por la marca, por el marketing. ?Lo convierte eso en un objeto m¨¢s precioso que los otros? No creo.
Esa transformaci¨®n se produjo tambi¨¦n en el mercado del arte con artistas como Jeff Koons o Damien Hirst.
S¨ª, exactamente. Es el marketing, no el arte.
?C¨®mo ha cambiado en ese sentido la moda desde el punto de vista de la creatividad?
El algoritmo manda. Los dise?os est¨¢n basados en la inteligencia artificial, en el an¨¢lisis de datos. Y eso rebaja la diferencia entre las casas de moda. Tienen los mismos datos. Es como los mensajes pol¨ªticos: todo el mundo quiere responder a las mismas preguntas para los mismos votantes. Es menos individual, menos creativa, y menos interesante.
La crisis de la covid-19 parec¨ªa que iba a cambiar todos esos impulsos consumistas.
S¨ª, de hecho la manera en la que se presentan las cosas ha cambiado. Antes quer¨ªan vender a todo el mundo con esa democratizaci¨®n de la que habl¨¢bamos. Pero despu¨¦s de la crisis se ha establecido una verdadera divisi¨®n entre ricos y pobres, y la clase media se ha evaporado. Han aparecido los ultrarricos, y est¨¢n volviendo a esos clientes. La gente que no tiene dinero debe seguir pagando escuelas, sanidad, comida.
?Vuelve el lujo para los ultrarricos de los a?os cincuenta?
S¨ª, la alta costura empieza a producir como entonces. No alcanzan a satisfacer la demanda. Lo mismo pasa con la alta joyer¨ªa, antes estaba hecha por casas de joyer¨ªa como Cartier, Van Cleef, Chaumet¡ Ahora es Louis Vuitton, Dior, Chanel¡ ?Herm¨¨s hace alta joyer¨ªa! Y la alta joyer¨ªa es una pieza dise?ada y construida por encargo para un ¨²nico cliente. Un mercado enorme en el que hay un mont¨®n de j¨®venes creadores que antes trabajaban en alguna casa de la plaza Vend?me. Piezas que pueden llegar a costar un mill¨®n de euros. Y no hay ning¨²n problema porque hay mercado para ello. Lo mismo sucede con los perfumes por encargo, cuyo mercado es enorme. Fragancias exclusivas para personas concretas.
?A qu¨¦ responde todo esto?
?A qu¨¦? A que ganan much¨ªsimo dinero. Y para sostener ese enorme mercado de individuos ultrarricos, que gastan y gastan, hay que seguir produciendo estos objetos. Crean experiencias para ellos. Apartamentos espec¨ªficos para comprar.
Parece que el ritmo de crecimiento de la idiotez en el mundo es tambi¨¦n considerable.
[Asiente en silencio]. Mire otras experiencias, como el Orient Express, de hiperlujo.
Y los que solo vemos eso desde la ventanilla de nuestras vidas, ?compramos igualmente demasiado?
Por supuesto. Si hoy par¨¢semos de producir ropa, tendr¨ªamos suficiente para vestirnos con piezas nuevas hasta 2050. No necesitamos seguir fabricando. Compra menos, compra mejor. Mejor tener una cosa bien hecha, que 10 que no durar¨¢n. Pero el marketing nos empuja a consumir esos productos de forma ininterrumpida. Compra, compra¡ Mire el pobre bulevar Saint-Germain donde estamos, antes eran todo librer¨ªas, ahora son marcas de lujo. Hab¨ªa una que todo el mundo adoraba, y ahora es una tienda de Louis Vuitton.
?El mercado chino tiene algo que ver?
S¨ª, claro. Han empujado mucho. Creo que entre el 70% y el 80% de las ventas del lujo son los chinos: en su pa¨ªs y viajando. En todas esas tiendas hay dependientes que hablan mandar¨ªn. Pero hay una peque?a crisis porque su econom¨ªa est¨¢ fren¨¢ndose, y eso tendr¨¢ un impacto en el lujo.
Pens¨¢bamos que el teletrabajo tambi¨¦n cambiar¨ªa nuestros h¨¢bitos de compra. ?Para qu¨¦ vestirse bien si no va a vernos nadie?
S¨ª, pero en lugar de eso estamos comprando como locos en el ordenador todo el d¨ªa. El tema del algoritmo es complicado, pero es evidente que nos ponen delante las cosas que antes est¨¢bamos obligados a buscar. El otro d¨ªa estaba con un amigo hablando de Ralph Lauren, y luego abr¨ª Instagram y me estaban vendiendo no s¨¦ qu¨¦ de esa marca. Es inquietante.
Si el lujo y la moda tambi¨¦n son pol¨ªtica, ?c¨®mo cambiar¨¢ el regreso de Donald Trump esta industria?
Veremos en EE UU, pero tambi¨¦n en el resto del mundo, un proteccionismo y aranceles contra todos los productos que vienen de China. Pero olvidan que todo est¨¢ producido en China: las bicis para los ni?os, los bolsos¡ Ser¨¢ complicado, veremos c¨®mo subir¨¢n los precios. Y adem¨¢s se retirar¨¢n restricciones en la producci¨®n contra el cambio clim¨¢tico. Todos los avances que la moda ha hecho para ser m¨¢s verde pueden perderse. Va a ser un periodo dif¨ªcil. Si cumple todas sus promeses, viene una gran crisis econ¨®mica global.