Angela Merkel: ¡°Estoy preocupada, tenemos que cuidar la libertad¡±

Un d¨ªa, call¨®. No es lo habitual en los dirigentes pol¨ªticos. Ella lo fue todo. Canciller de Alemania entre 2005 y 2021, cuatro veces reelegida en el cargo y, entretanto, crisis pol¨ªticas, econ¨®micas, sanitarias. Se fue por su propio pie, porque decidi¨® no volver a presentarse. Nunca perdi¨®. El 8 de diciembre de 2021 le traspaso? el poder a su sucesor y no volvi¨® a hablar, salvo en ocasiones excepcionales. Desapareci¨®.

Tres a?os despu¨¦s, aqu¨ª est¨¢ Angela Dorothea Merkel (Hamburgo, 70 a?os). Entra en la habitaci¨®n y saluda al equipo de El Pa¨ªs Semanal, y es la misma de entonces: la naturalidad en la distancia corta, el buen humor que puede sorprender ¡ªdurante la sesi¨®n de fotos dir¨¢ que, para sonre¨ªr ante la c¨¢mara, piensa en ¡°tapas¡± espa?olas¡ª y a la vez un autocontrol y una meticulosidad cortantes. Mientras sonr¨ªe, mide cada palabra, cada gesto.

Merkel ha vuelto: publica sus memorias, Libertad, escritas a cuatro manos con su leal colaboradora Beate Baumann (RBA, en castellano, con traducci¨®n de Christian Mart¨ª-Menzel y Rebeca Bouvier Ballester), y en las 800 p¨¢ginas de libro, y tambi¨¦n en esta ma?ana brumosa de noviembre en el legendario hotel Adlon en Berl¨ªn, rompe el silencio y es la misma de entonces. Pero el mundo es otro. Donald Trump ha sido elegido por segunda vez presidente de Estados Unidos. Alemania est¨¢ en recesi¨®n. La coalicio?n que encabezaba el canciller Olaf Scholz en el pai?s se acaba de romper: el sucesor de Merkel habr¨¢ durado poco m¨¢s de tres a?os y el final de este Gobierno habr¨¢ sido convulso. Ni una cuarta parte de lo que ella dur¨® antes de marcharse ordenadamente, sin drama ni ruido.

?No siente a veces la tentaci¨®n de volver a la pol¨ªtica para poner de nuevo sus conocimientos y su experiencia al servicio de los ciudadanos? ?No piensa a veces: ¡°Yo lo har¨ªa as¨ª o as¨¢¡±?

Fui canciller durante 16 a?os y no siento la necesidad de volver. Serv¨ª a Alemania durante mucho tiempo e intent¨¦ hacerlo lo mejor que pude. Siempre llega el momento en que los sucesores tienen que continuar con la tarea. Por supuesto, a veces pienso en c¨®mo pens¨¦ y actu¨¦ yo en una determinada situaci¨®n. Y precisamente por eso escrib¨ª mis memorias. Pero no volver¨¦ a involucrarme en la pol¨ªtica actual. Mi tiempo en la pol¨ªtica activa ha terminado.

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Su tiempo: basta mirar por la ventana de la habitaci¨®n donde se desarrolla esta entrevista para entender el significado que tuvo este tiempo para ella, para Alemania, para Europa, para el mundo. La ventana da a la Puerta de Brandeburgo, s¨ªmbolo de la divisi¨®n y la uni¨®n de Berl¨ªn. Por aqu¨ª pasaba el muro durante la Guerra Fr¨ªa y desde el otro lado el 40? presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, le dijo en 1987 a Mija¨ªl Gorbachov, el l¨ªder sovi¨¦tico: ¡°Se?or Gorbachov, derribe este muro¡±.

Dos a?os despu¨¦s del discurso de Reagan, el muro cay¨® y todo cambi¨®. Tambi¨¦n para Angela Merkel, hija de un pastor protestante y una maestra que, cuando la futura jefa de Gobierno acababa de nacer, hab¨ªan emigrado desde Hamburgo, en el Oeste, a la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA). Es un puro producto de la Alemania comunista, f¨ªsica de profesi¨®n, media vida bajo una dictadura y otra media en un pa¨ªs democr¨¢tico y libre. Ten¨ªa 35 a?os el 9 de noviembre de 1989.

Su tiempo en la pol¨ªtica ¡ªel ascenso en la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU), el gran partido de la derecha alemana, su partido, y hasta sus a?os al frente de Alemania¡ª quiz¨¢ fue un par¨¦ntesis en la historia. Se inici¨® con aquel instante ¨²nico en que parec¨ªa triunfar la libertad y la democracia, ¡°el fin de la Historia¡± de Fukuyama. Se cierra con el triunfo de Trump, la guerra de Vlad¨ªmir Putin y la ola populista y de extrema derecha en las democracias occidentales.

Escribe en el libro: ¡°Si queremos vivir en libertad, debemos defender nuestra democracia, dentro y fuera, de quienes la amenazan¡±. En 1989 pens¨¢bamos que la libertad hab¨ªa triunfado. ?Hay ra?zones hoy en d¨ªa para temer por la libertad y la democracia?

Tengo 70 a?os ahora y el tema de la libertad ha sido una constante en mi vida. Durante los 35 a?os que viv¨ª en la RDA ech¨¦ de menos la libertad, pero mis padres me la dieron en el ¨¢mbito de la familia. Al escribir este libro, he podido mirar atr¨¢s, a esa ¨¦poca en la que no exist¨ªan libertades en el ¨¢mbito del Estado. Hoy, despu¨¦s de la euforia de 1989 y 1990, observo que vuelven a existir partidos y corrientes pol¨ªticas que intentan restringirlas. Por eso creo que hay que luchar por el valor de la libertad, que tenemos que repetirle a cada generaci¨®n que es algo valioso, que no se la puede dar por sentada, que hay que gan¨¢rsela una y otra vez. La libertad incluye el respeto a los dem¨¢s, la tolerancia, la capacidad de llegar a consensos. Todo esto hay que practicarlo una y otra vez, en cada generaci¨®n.

?Tiene una idea distinta de la libertad por haber vivido 35 a?os bajo un r¨¦gimen dictatorial?

Creo que yo y todos los que hemos vivido en la RDA o en otras dictaduras ¡ªtambi¨¦n hubo una en Espa?a hace muchos a?os¡ª conocemos el deseo de libertad. En la RDA la anhel¨¢bamos, sent¨ªamos el deseo de que nuestros talentos, nuestras habilidades y nuestros sue?os no se toparan siempre con limitaciones ¡ªtanto estatales como personales¡ª, sino que pudi¨¦ramos desarrollarnos libremente. Eso, por supuesto, lo recuerdo. Por ello, hoy estoy muy agradecida por la libertad y por las posibilidades que conlleva. Al mismo tiempo, la libertad es tambi¨¦n siempre agotadora y exigente, porque requiere constantemente que uno asuma la responsabilidad de su propia vida y de la de los dem¨¢s.

?Pero no tiene miedo de que ahora la era que pareci¨® empezar en 1989 pueda estar llegando a su fin?

Siempre he dicho que el miedo no es buen consejero. Pero estoy preocupada y creo que tenemos que cuidar la libertad. Hoy nos enfrentamos a desaf¨ªos y dificultades que no hab¨ªa en el pasado, por ejemplo a causa de las redes sociales, y tambi¨¦n por la tendencia de que todo se perciba en blanco o negro y de que los matices de gris y de colores desaparezcan en favor de los extremos.

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En sus encuentros con Angela Merkel, Barack Obama o Emmanuel Macron deb¨ªan de observarla con curiosidad y fascinaci¨®n. Era una extraterrestre. Una pol¨ªtica particular a la que era dif¨ªcil imaginarse mir¨¢ndose en el espejo al inicio de su carrera y dici¨¦ndose, como tantos: un d¨ªa voy a llegar a lo m¨¢s alto. Una pol¨ªtica a la que el poder no deslumbr¨® ¡ªo al menos ella no lo mostr¨®¡ª ni transform¨®. No la deshumaniz¨® y, si lo hizo, no se not¨®. La vanidad y el narcisismo no figuran entre sus defectos; tampoco la fantas¨ªa ni la audacia entre sus virtudes. En su manera de hablar y de razonar, y en su estilo, no puede ocultar, ni lo quiere, sus or¨ªgenes. Es una mujer protestante del Este, una cient¨ªfica que ya ten¨ªa buena parte de su carrera hecha cuando entr¨® en pol¨ªtica; todo esto nunca dej¨® de serlo.

Y Putin ?c¨®mo la ver¨ªa, a ella que aprendi¨® ruso en la escuela de la RDA, ¨¦l que hablaba alem¨¢n de sus tiempos de agente del KGB en Dresde? En las memorias, Merkel explica que tiene miedo de los perros desde que le mordio? uno en 1990, y recuerda cuando, durante una reunio?n, el presidente ruso intento? intimidarla soltando a Koni, su labrador negro: ¡°Por la expresi¨®n de Putin interpret¨¦ que estaba disfrutando la situaci¨®n, as¨ª que me pregunt¨¦: ?Solo quiere ver c¨®mo reacciona una persona en apuros? ?Se trata de una peque?a demostraci¨®n de poder?¡±.

?Y Trump? ¡°Aparentemente, el presidente ruso le fascinaba¡±, escribe. Y sigue: ¡°En los a?os siguientes tuve la impresi¨®n de que [a Donald Trump] le seduc¨ªan los pol¨ªticos con rasgos autocr¨¢ticos y dictatoriales¡±.

Como canciller federal, usted trat¨® con frecuencia con Trump durante su primer mandato presidencial. Y escribe: ¡°?l consideraba todo desde la perspectiva de un inversor inmobiliario¡­ Todos los pa¨ªses participaban en una carrera en la que el logro de uno significaba el fracaso de otro¡±. ?Tiene alg¨²n consejo para los pol¨ªticos activos hoy sobre c¨®mo enfrentarse a ¨¦l a partir de ahora?

No tengo consejos, pero s¨ª experiencia. Mi experiencia es que hay que intentar ser uno mismo. Yo siempre he intentado ser yo misma. Expresaba mis opiniones y Donald Trump expresaba las suyas. Y a veces las expresaba con la intenci¨®n de que uno tuviera un poco de miedo de esas opiniones. Yo expresaba mi opini¨®n con confianza y alegr¨ªa, porque estaba convencida de ella. No hay que preocuparse en una conversaci¨®n pensando que uno nunca podr¨¢ salirse con la suya. Cada persona tiene sus propios intereses, y hay que conciliar estos intereses, aunque a veces sea dif¨ªcil.

Sin duda es un buen m¨¦todo para cualquier interlocutor, pero ?con Trump no es algo diferente?

El problema es que ¨¦l no cree en el win-win, en las situaciones en las que todos ganan, sino que piensa en categor¨ªas de ganadores y perdedores. Si un pol¨ªtico hace concesiones, si le da algo a otro y este otro tambi¨¦n le da algo a cambio, ambos habr¨¢n ganado algo, porque juntos son m¨¢s fuertes que solos. Ese es tambi¨¦n el principio fundamental de la Uni¨®n Europea. El contrario es Make America Great Again, un concepto que ¨²nicamente busca lograr la fortaleza del propio pa¨ªs, lo que en muchos casos solo puede funcionar quit¨¢ndoles o neg¨¢ndoles algo a otros pa¨ªses.

En el libro, escribe sobre la ¨¦poca de la RDA, un tema del que ha hablado poco en los ¨²ltimos 35 a?os.

El muro cay¨® en 1989, justo aqu¨ª donde estamos sentados, e inmediatamente me dediqu¨¦ a la pol¨ªtica y no tuve tiempo para pensar detenidamente en c¨®mo hab¨ªa sido vivir en la RDA. El proceso de escribir este libro me permiti¨®, por primera vez, realizar una reflexi¨®n realmente profunda.

Solo en uno de sus ¨²ltimos discursos habl¨® abiertamente de aquello y lament¨® que su experiencia de la vida en la RDA se considerara un ¡°lastre¡±. En su propio partido se ve¨ªa as¨ª. En otra ocasi¨®n, incluso la tildaron de ¡°alemana federal de formaci¨®n [no de nacimiento]¡±. ?Esto le doli¨®?

S¨ª, me doli¨®. Curiosamente, ninguno de estos comentarios se hizo en los a?os noventa, sino a principios de esta d¨¦cada. Solo pude hablar de ello de esta forma al final de mi mandato. Antes siempre me consideraba la canciller de todos los alemanes, tanto orientales como occidentales. En lugar de decir ¡°f¨ªjense en lo que significa ser la primera mujer y la primera alemana oriental en este cargo¡±, intent¨¦, como lo exige mi juramento, servir a todo el pueblo alem¨¢n y no hacer hincapi¨¦ en las diferencias entre Este y Oeste. Cuando dej¨¦ el cargo quer¨ªa rese?ar esta faceta con m¨¢s ¨¦nfasis que antes.

Usted escribe: ¡°Hasta el ¨²ltimo d¨ªa en que tuve responsabilidad pol¨ªtica, durante m¨¢s de 30 a?os, me acompa?ar¨ªa la cuesti¨®n de cu¨¢ndo y c¨®mo se completar¨ªa realmente la unidad alemana¡±.

La unidad alemana no se ha completado. ?Cu¨¢ndo lo har¨¢? Yo sol¨ªa decir que ser¨¢ completa cuando las diferencias entre Mecklemburgo-Pomerania Occidental y Schleswig-Holstein [dos Estados federados vecinos en el norte de Alemania, antiguamente separados por la frontera interalemana] sean menores que las que existen entre Mecklemburgo-Pomerania Occidental y Sajonia [dos Estados que pertenec¨ªan a la Alemania Oriental, uno ubicado en el norte de aquel pa¨ªs y el otro en el sur]. Pero resulta que s¨ª existen diferencias estructurales entre los alemanes orientales y occidentales, por ejemplo, en su relaci¨®n con los partidos pol¨ªticos. A ra¨ªz de la experiencia en la dictadura de la RDA, existe un nivel de escepticismo completamente distinto en los nuevos Estados federales [los que pertenec¨ªan al Este] que en los antiguos [los del Oeste] en cuanto a la afiliaci¨®n a un partido. Adem¨¢s, hubo un gran ¨¦xodo de personas del Este hacia el Oeste. Muchas personas se mudaron a los Estados federados antiguos despu¨¦s de la reunificaci¨®n alemana porque no encontraban trabajo en los Estados nuevos, pero luego faltaban en estos lugares. Estos problemas persistir¨¢n durante alg¨²n tiempo. Quiz¨¢ todos, yo incluida, hayamos subestimado lo que dura un proceso de este tipo en un Estado en el que no hubo libertad durante 40 a?os.

En cuanto a los partidos pol¨ªticos, en las recientes elecciones regionales en el este de Alemania, partidos de extrema derecha y populistas obtuvieron m¨¢s del 40% de los votos.

Esto es un gran problema. Estos partidos y parte de su electorado tienen objetivos que no comparto. Lo que cuenta para m¨ª es la dignidad humana, que es inviolable para todos en Alemania. No se puede tolerar el odio hacia determinados grupos, como los ciudadanos extranjeros. Sin embargo, los partidos democr¨¢ticos por supuesto tienen que intentar convencer a quienes votan por estos partidos ¡ªsolo para manifestar su descontento con ciertas evoluciones¡ª de que la negativa y la protesta como ¨²nicas acciones no servir¨¢n para nada.

Actualmente los partidos de extrema derecha son un dolor de cabeza en muchos pa¨ªses europeos.

Por eso tenemos que seguir haciendo campa?a por la libertad una y otra vez. En la actualidad, la AfD intenta apropiarse de la frase ¡°Nosotros somos el pueblo¡±, que proviene de la Revoluci¨®n Pac¨ªfica en la RDA en 1989, para excluir a otras personas. Pero yo creo que nadie debe definir de esta manera qui¨¦n es el pueblo, qui¨¦nes pertenecen al pueblo y qui¨¦nes est¨¢n excluidos. M¨¢s bien, cada persona que vive en un pa¨ªs y tiene la ciudadan¨ªa forma parte de ese pueblo.

?Y c¨®mo deber¨ªan tratar los dem¨¢s partidos a los partidos de extrema derecha?

Creo que es correcto determinar que no se formar¨¢n coaliciones y no habr¨¢ cooperaci¨®n con ellos. Pero al mismo tiempo hay que ver qu¨¦ problemas concretos existen para resolverlos adecuadamente. En muchos pa¨ªses europeos tenemos el problema de que, en las regiones rurales, la decepci¨®n de la gente es mayor que en las ciudades. En demasiadas ocasiones, la infraestructura en el campo es mala, muchos lugares no est¨¢n bien comunicados, faltan colegios y m¨¦dicos. Estas preocupaciones de las personas deben tomarse en serio. Pero no puede haber ninguna cooperaci¨®n con partidos que promuevan la marginaci¨®n de personas, que quieran que ciertas personas simplemente no pertenezcan a la sociedad, aunque lleven mucho tiempo viviendo con nosotros.

En algunos gobiernos regionales de Espa?a, el conservador Partido Popular ha gobernado junto con el partido de extrema derecha Vox.

No puedo dar consejos a Espa?a, pero tengo claro que en Alemania no deber¨ªa haber ninguna cooperaci¨®n entre los partidos democr¨¢ticos y la AfD.

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EL PA?S SEMANAL entrevista a Angela Merkel

Hay una fecha crucial en el libro y en su carrera: la noche del 4 al 5 de septiembre de 2015, cuando usted decidi¨® abrir la frontera alemana a los refugiados atrapados en Hungr¨ªa. Cuando ahora ve que los pol¨ªticos de Europa y Am¨¦rica triunfan con mensajes antiinmigraci¨®n, y que incluso un canciller socialdem¨®crata como Olaf Scholz impulsa medidas restrictivas en ese campo, ?cree que el mensaje de septiembre de 2015 ha ca¨ªdo en el olvido?

Mi decisi¨®n de no rechazar a los refugiados procedentes de Hungr¨ªa en la frontera entre Austria y Alemania, en la noche del 4 al 5 de septiembre de 2015, fue una decisi¨®n a favor de personas que se encontraban en territorio europeo. En Europa hablamos todos los d¨ªas de nuestros valores. Pero al mismo tiempo escribo en mi libro que, siendo canciller, no solo tuve que tomar esta decisi¨®n en la situaci¨®n de emergencia humanitaria el 4 y 5 de septiembre de 2015, sino que tambi¨¦n tuve que encontrar soluciones que perduraran m¨¢s all¨¢ de esas fechas y contribuyeran a combatir la migraci¨®n ilegal. Quiero mencionar en este contexto el acuerdo entre la Uni¨®n Europea y Turqu¨ªa. Muchas de las medidas que se est¨¢n tomando hoy, por ejemplo los acuerdos con T¨²nez o Libia, son una continuaci¨®n de mi pol¨ªtica de entonces. Esta forma de actuar intenta lidiar con las causas de la migraci¨®n, contribuyendo a que quienes propagan el odio y el resentimiento frente a los extranjeros, como la AfD, no sean los que marquen la agenda. El problema es la inmigraci¨®n ilegal, que haya personas que paguen mucho dinero a contrabandistas y traficantes de personas, que haya gente que ponga en peligro su vida, que los m¨¢s necesitados tal vez ni siquiera puedan venir porque las mujeres, por ejemplo, a menudo no tienen la fuerza para embarcarse en esas rutas de escape. Debemos intentar combatir los problemas desde su ra¨ªz y, si las personas deciden abandonar su patria, por lo menos darles la oportunidad de vivir cerca de ella. Por ello apoy¨¦ firmemente el acuerdo UE-Turqu¨ªa, que ha permitido reducir la inmigraci¨®n ilegal desde Turqu¨ªa. Pero eso implica apoyar a ese pa¨ªs por acoger a un gran n¨²mero de personas. Se me ha criticado por llegar a este acuerdo con el presidente Erdogan argumentando que ¨¦l no era un verdadero dem¨®crata. Pero creo que a veces tenemos que trabajar en conjunto con pol¨ªticos que tienen convicciones diferentes si esta cooperaci¨®n sirve a nuestros propios valores e intereses.

Su exministro del Interior Horst Seehofer dijo recientemente que su pol¨ªtica migratoria de 2015 ¡°llev¨® a la AfD a los Parlamentos¡±.

Se conoce que estamos en desacuerdo en cuanto a las medidas que hay que tomar para combatir eficazmente la migraci¨®n ilegal y que a la vez esas medidas correspondan a nuestros valores humanitarios. Europa no puede resolver este problema aisl¨¢ndose, sino sobre todo mediante la cooperaci¨®n con los pa¨ªses de origen de estas personas.

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Angela Merkel cape¨® ¡ªbien o mal¡ª las crisis, pero no model¨® Alemania, ni Europa ni el mundo. Gestion¨® m¨¢s que previ¨®. Par¨® los golpes pero no anticip¨® los que vendr¨ªan. El enga?o se titula uno de los libros que, tres a?os despu¨¦s de abandonar la escena, examina su legado, y describe los a?os tras la marcha de Merkel como ¡°un dif¨ªcil despertar¡± tras una era de bienestar. Es como si la canciller hubiera anestesiado a los alemanes y estos gustosamente se hubieran dejado anestesiar. En 2021 abandon¨® la escena envuelta en el aura de estadista: la l¨ªder de Europa. Hoy, en su pa¨ªs, pasa por una especie de purgatorio. Se le achacan sus dificultades para haber preparado a Alemania para las guerras y la recesi¨®n, el proteccionismo y un tablero geopol¨ªtico dominado por matones. Y desde su propio campo, incluso, se la acusa de haber alimentado a la extrema derecha con su pol¨ªtica de acogida de inmigrantes.

Tres a?os despu¨¦s de que usted dejara el cargo, cada vez se oyen m¨¢s voces cr¨ªticas en su pa¨ªs con relaci¨®n a su legado. Se subraya que, tras una era de prosperidad, la era Merkel, se han roto los pilares de esa prosperidad: el gas barato de Rusia a trav¨¦s del gasoducto Nord Stream, la seguridad militar brindada por Estados Unidos y las exportaciones a China. ?Se siente responsable por haber mantenido estas dependencias y no haber previsto las crisis actuales?

Despu¨¦s de 16 a?os en el cargo de canciller federal, me parece natural que se hagan estas preguntas. Durante mi Gobierno trabaj¨¦ para evitar en lo posible una guerra como la que el presidente ruso, Putin, inici¨® contra Ucrania en 2022. Ese ataque ha generado una situaci¨®n nueva, a la que por supuesto hay que reaccionar con medidas nuevas. Ucrania debe tener un futuro en paz y libertad como Estado soberano. Este objetivo no se logra solo militarmente; la capacidad de disuasi¨®n debe ir acompa?ada de medios diplom¨¢ticos que deben pensarse con antelaci¨®n y estar disponibles en el momento adecuado. Si no hubiera comprado gas ruso, Alemania habr¨ªa tenido el problema de los altos precios de la energ¨ªa 10 a?os antes, y tambi¨¦n es verdad que en aquella ¨¦poca las alternativas m¨¢s costosas carec¨ªan de aceptaci¨®n en el pa¨ªs. Adem¨¢s, me pareci¨® apropiado intentar mantener un intercambio comercial con Rusia, tambi¨¦n por razones pol¨ªticas, para seguir en contacto con el pa¨ªs. Esto significa que cada ¨¦poca tiene sus desaf¨ªos. Podemos ver a cu¨¢nta presi¨®n est¨¢ sometido el multilateralismo si observamos la pol¨ªtica de China. He intentado superar las grandes crisis ¡ªla financiera mundial, la del euro, Ucrania, los refugiados, el coronavirus¡­¡ª de tal manera que Europa se mantuviera unida. Lo hemos logrado. Ahora nos enfrentamos a nuevos e importantes problemas, y son otros los que tendr¨¢n que resolverlos. Esto incluye nuestra capacidad de defensa. Por supuesto, tendr¨ªamos que haber logrado el objetivo de la OTAN del 2% en gasto de defensa m¨¢s r¨¢pidamente. No solo Donald Trump, sino tambi¨¦n Barack Obama ya se hab¨ªa quejado de que la contribuci¨®n de Alemania en este ¨¢mbito no era suficiente. Nuestros gastos en defensa subieron hasta el final de mi mandato, pero no tanto como yo misma tambi¨¦n hubiese querido. No logr¨¦ convencer a mis socios de coalici¨®n de que eso era necesario y no obtuve las mayor¨ªas parlamentarias necesarias para ello. Por eso hay que conseguirlo ahora. En este aspecto me hubiese gustado lograr m¨¢s. Y tengo que asumir que ahora la gente me critique por ello.

Usted dice que contribuy¨® a salvar el euro tras la crisis financiera de 2008, pero las medidas que apoy¨® o promovi¨® fueron muy duras para el sur de Europa, incluida Espa?a. ?Comprende que su imagen, que era excelente internacionalmente, se haya visto da?ada en estos pa¨ªses porque muchas personas asocian su pol¨ªtica con a?os de sufrimiento? En estos pa¨ªses, Merkel es sin¨®nimo de austeridad.

Lo comprendo. Y, sin embargo, creo que las reformas eran necesarias. Mire, yo vengo de la RDA y en los nuevos Estados federados tambi¨¦n tuvimos una tasa de desempleo alt¨ªsima despu¨¦s de la reunificaci¨®n alemana. S¨¦ lo que eso significa para la gente. No cabe duda de que las medidas de austeridad y las reformas representaron una ¨¦poca muy muy dif¨ªcil en Espa?a, en Portugal, en Grecia. Pero creo que la situaci¨®n solo mejor¨® gracias a esas reformas. Durante esta ¨¦poca dura se sentaron las bases para la mejora. En la pol¨ªtica hay situaciones en las que tienes que vivir con una mala imagen. Pero lo puedes afrontar si est¨¢s convencido de que est¨¢s haciendo lo correcto. Eso se aplica a la pol¨ªtica con respecto a los refugiados que yo llev¨¦ a cabo, y se aplica a la pol¨ªtica europea, y tambi¨¦n a la pol¨ªtica frente al coronavirus y los otros grandes temas.

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Hay dos claves biogr¨¢ficas o personales que, m¨¢s all¨¢ de sus ¨¦xitos y fracasos pol¨ªticos, definen a Angela Merkel. La primera, haber crecido en la Alemania Oriental y, por tanto, haberse sentido siempre como ente extra?o, empezando por su propio partido, la CDU, un partido muy occidental. La segunda es ser mujer, que tambi¨¦n la marc¨®: fue la primera y por ahora ¨²nica mujer que ha liderado Alemania. Pero tambi¨¦n en eso fue un ente extra?o en la misma CDU que, adem¨¢s de muy occidental, era muy conservadora y muy masculina. Y tambi¨¦n por eso se la minusvalor¨®: ¡°La muchacha de Kohl¡±, la llamaban, en referencia al canciller que la promocion¨® y a cuya ca¨ªda por la financiaci¨®n irregular del partido contribuy¨® ella decisivamente, a?os despu¨¦s.

Merkel tiene la experiencia del desprecio y sus partidarios pueden argumentar que ahora, al cuestionarse a fondo su legado, no se hace otra cosa que continuar atac¨¢ndola pese al lugar fundamental que ocupa ya en la historia de Alemania y de Europa. Pero quienes la han despreciado habitualmente han acabado perdiendo la partida. Lo llamativo, volviendo a sus rasgos personales ¡ªser de la antigua Alemania Oriental y ser mujer¡ª, es que, durante su ascenso al poder y sus 16 a?os en ¨¦l, evit¨® hacer bandera de ellos. Los disimul¨®.

Siempre ha evitado declararse feminista. Pero ahora escribe en sus memorias que responder¨ªa de otro modo, que dir¨ªa: ¡°S¨ª, a mi manera, soy feminista¡±. ?Cu¨¢l es esa manera?

Quiero la participaci¨®n igualitaria y paritaria de las mujeres en todos los ¨¢mbitos. Esto no significa una cuota del 20% o del 30%, sino, a ser posible, el mismo n¨²mero de hombres y mujeres en las distintas profesiones, en los distintos cargos directivos y en la pol¨ªtica. Tambi¨¦n para los hombres est¨¢n cambiando muchas cosas en la sociedad, ellos tambi¨¦n han desempe?ado un papel determinado durante siglos. Ya lo vemos en la familia, por ejemplo, a la hora de educar a los hijos. Queremos que hombres y mujeres, padres y madres, se repartan el trabajo a partes iguales. Por eso introdujimos el subsidio parental, por ejemplo, que tambi¨¦n permite a los hombres tomarse unos meses de baja por paternidad. Al principio hubo burlas al respecto, la gente hablaba de un ¡°voluntariado para cambiar pa?ales¡±. As¨ª que feminismo s¨ª, pero no un feminismo que enfrente a hombres contra mujeres, sino uno que permita a hombres y mujeres cambiar en conjunto de tal manera que podamos hablar de una verdadera igualdad de g¨¦nero.

?Por qu¨¦ no dice ¡°soy feminista¡±, sin adjetivos?

Porque el feminismo, tal y como se hab¨ªa desarrollado en Alemania y quiz¨¢ tambi¨¦n en otros pa¨ªses europeos, era un feminismo que a menudo estaba vinculado a ideas socialistas sobre la sociedad. Era un feminismo que a menudo enfrentaba a hombres contra mujeres. Y ese no era ni es mi tipo de feminismo.

Fue pionera, la primera mujer y hasta ahora la ¨²nica en ser canciller de Alemania.

Cuando me convert¨ª en candidata para canciller por primera vez en 2005, me di cuenta de que en pol¨ªtica ser mujer no era una ventaja. Muchas personas, incluidas muchas mujeres, estaban preocupadas, se preguntaban si una mujer pod¨ªa desempe?ar bien este cargo, si ser¨ªa lo suficientemente fuerte. La gente siempre ten¨ªa presentes ¨²nicamente los modelos masculinos. Pero despu¨¦s de que me reeligieran por segunda, tercera y cuarta vez, los alemanes llegaron a confiar en m¨ª.

¡°Podemos lograrlo¡± es sin duda una de sus frases que pasar¨¢n a la historia. La formul¨® durante la crisis migratoria. ?Qu¨¦ reto actual podr¨ªa requerir hoy un ¡°podemos lograrlo¡±?

Creo que el mayor deseo hoy en d¨ªa es que consigamos seguir viviendo en paz y libertad en una Europa unida. Ese es mi deseo.

El tiempo se agota. La canciller da la entrevista por terminada. Se levanta. Fuera, los turistas pasean por la Puerta de Brandeburgo y, m¨¢s all¨¢, el barrio gubernamental vive una de sus jornadas m¨¢s agitadas desde que ella se march¨®. Scholz y su coalici¨®n al final no aguantaron. Ella est¨¢ apartada, s¨ª, y es reacia, muy reacia, a comentar la actualidad pol¨ªtica de su pa¨ªs. Mide cada palabra, cada adjetivo, pero no ha desconectado. No del todo. Cuando se le pregunta por la actual crisis pol¨ªtica alemana, pide que se apague la grabadora (Unter 3, dice, la f¨®rmula period¨ªstica alemana que significa que lo que va a decirse es off the record, que no podr¨¢ citarse). Y solo entonces dice unas palabras.