Feminazis y suicidas
Espa?a es el ¨²nico pa¨ªs del mundo donde se ha organizado una pol¨¦mica que atribuye a la manifestaci¨®n del 8-M la propagaci¨®n del virus
Puestos a atribuir intenciones demon¨ªacas al Gobierno, hasta se podr¨ªa entender que alguien acabase creyendo que Pedro S¨¢nchez y sus secuaces callaron deliberadamente para no advertir a Vox del riesgo que corr¨ªan sus militantes con el acto multitudinario celebrado en Madrid el 8 de marzo. Es f¨¢cil imaginarse a algunas de l...
Puestos a atribuir intenciones demon¨ªacas al Gobierno, hasta se podr¨ªa entender que alguien acabase creyendo que Pedro S¨¢nchez y sus secuaces callaron deliberadamente para no advertir a Vox del riesgo que corr¨ªan sus militantes con el acto multitudinario celebrado en Madrid el 8 de marzo. Es f¨¢cil imaginarse a algunas de las mejores plumas de nuestra prensa defender, entre lirismos y retru¨¦canos, la existencia de un plan de exterminio concebido desde el mismo instante en que Pablo Iglesias decret¨® la ¡°alerta antifascista¡± ante la irrupci¨®n del partido de Santiago Abascal. Y qu¨¦ mejor momento para aplicarlo, sigilosamente y sin dejar rastro, que con la llegada del virus chino que se extend¨ªa por Espa?a entre la ocultaci¨®n c¨®mplice del Gobierno.
M¨¢s arduo resulta intentar comprender qu¨¦ siniestras maquinaciones se le suponen al Ejecutivo para que este pudiese permitir a sabiendas que el bicho campase por Madrid durante las marchas feministas del 8-M. El argumento m¨¢s elaborado es que a la progres¨ªa gubernamental le import¨® menos la salud p¨²blica que el indisponerse con organizaciones afines prohibiendo esas manifestaciones. Si as¨ª fuese, ?c¨®mo es que hasta siete ministros e incontables dirigentes de las formaciones que les apoyan se apretujaron entre la multitud conociendo que se expon¨ªan a un contagio seguro? ?Ser¨¢ que su fanatismo feminazi les llev¨® incluso a asumir tendencias suicidas? Con esa apariencia de sofisticaci¨®n intelectual que tanto cultiva, Cayetana ?lvarez de Toledo escribi¨® en este peri¨®dico: ¡°El feminismo fue la religi¨®n en cuyo altar se sacrificaron la ciencia y la raz¨®n¡±. L¨¢stima que sea tan dif¨ªcil encontrar un cient¨ªfico serio ¡ªaparte, claro est¨¢, de las eminencias en epidemiolog¨ªa de la Guardia Civil¡ª que avale la teor¨ªa de que el virus se propag¨® en Espa?a por el 8-M.
En contra de lo que puede parecer escuchando la conversaci¨®n p¨²blica en nuestro pa¨ªs, Madrid no fue la ¨²nica ciudad del mundo donde las feministas se echaron a la calle ese domingo. Tambi¨¦n sucedi¨® en Par¨ªs, en Londres, en Berl¨ªn, en Lisboa, en Buenos Aires, en Santiago de Chile, en S?o Paulo, en Ciudad de M¨¦xico¡ En varios de esos pa¨ªses, la pandemia prendi¨® a los pocos d¨ªas y ha causado decenas de miles de v¨ªctimas. Pero en ninguno ¨Cni siquiera en los mayores desvar¨ªos de Jair Bolsonaro¨C se ha intentado sustentar la teor¨ªa de que el virus lleg¨® de China y lo expandieron las feministas. Y eso que en Francia ocurri¨® algo peor: el presidente Emmanuel Macron permiti¨® al domingo siguiente, d¨ªa 15, cuando la OMS ya hab¨ªa declarado la pandemia y la vecina Espa?a el estado de alarma, celebrar unas elecciones municipales. Pues ni as¨ª la controversia sobre ese asunto en la opini¨®n p¨²blica francesa ha alcanzado la estridencia de la espa?ola a prop¨®sito del 8-M.
Visto en perspectiva, es obvio que en la lista de grandes errores del Gobierno figurar¨¢ para siempre haber permitido aquella manifestaci¨®n (igual que el mitin de Vox, los partidos de f¨²tbol de ese fin de semana o las aglomeraciones en el Metro). Pero la teor¨ªa que se ha puesto en circulaci¨®n en Espa?a parece una versi¨®n contempor¨¢nea y grotesca de un mito antiqu¨ªsimo. En el G¨¦nesis se dice que fue la primera mujer, Eva, quien sucumbi¨® a la tentaci¨®n del fruto prohibido y acab¨® con la vida id¨ªlica del Ed¨¦n. En la antigua Grecia esa primera mujer se llamaba Pandora, culpable de destapar la caja de los truenos y sembrar la desolaci¨®n en el mundo. En la Espa?a del siglo XXI, al parecer, han sido las feministas quienes nos han tra¨ªdo la muerte y la devastaci¨®n.