Un exteniente de El Salvador implica en el crimen de los jesuitas espa?oles al ¨²nico acusado
Rene Yushsy Mendoza empez¨® la vista oral como procesado y se ha convertido en testigo clave
El exteniente de El Salvador Rene Yushsy Mendoza ha pasado en un mes de acusado a testigo clave del juicio que se sigue en la Audiencia Nacional por la matanza de seis jesuitas espa?oles en la Universidad Centroamericana (UCA) en 1989. Mendoza empez¨® la vista oral el pasado 6 de junio con una petici¨®n de pena de cinco a?os de c¨¢rcel por parte de la Fiscal¨ªa por participar en el asesinato, pero fue eximido el segundo d¨ªa del juicio porque los hechos de los que se le acusaban han prescrito. Este mi¨¦rcoles ha declarado como testigo y se?al¨® al ya ¨²nico acusado, el exviceministro de Seguridad P¨²bica Inocente Montano, como uno de los militares que dio la orden de ¡°eliminar¡± al jesuita Ignacio Ellacur¨ªa y no dejar testigos del crimen.
Mendoza, que lleva a?os colaborando con la justicia para esclarecerlos hechos, se reafirm¨® ayer en las declaraciones que ha prestado hasta ahora. Seg¨²n su versi¨®n, el 15 de noviembre de 1989, la noche previa al crimen, el entonces director de la Escuela Militar, el coronel Guillermo Benavides, reuni¨® a todos los oficiales de la escuela y les inform¨® de que acababa de recibir la orden de asesinar al jesuita espa?ol. El encargo se lo hab¨ªan hecho en una reuni¨®n con los altos mandos de las fuerzas armadas del pa¨ªs, entre los que se encontraban el ministro de Defensa, los viceministros de Defensa y Seguridad P¨²blica y el feje y el subjefe del Estado Mayor. ¡°Nos explic¨® que la situaci¨®n del pa¨ªs era cr¨ªtica porque la guerrilla se hab¨ªa posicionado muy bien y para contrarrestar eso se hab¨ªa tomado la decisi¨®n de tomar medidas m¨¢s dr¨¢sticas porque si no perder¨ªan la guerra¡±, ha relatado este mi¨¦rcoles Mendoza por videoconferencia a preguntas de la fiscal Teresa Sandoval. Entre esas medidas ¡°dr¨¢sticas¡± estaba ¡°eliminar a todos los cabecillas guerrilleros o sindicalistas¡±. ¡°Es o ellos o nosotros¡±, ha recordado Mendoza que les dijo su superior.
¡°?Mencion¨® Benavides al padre Ellacur¨ªa entre esos cabecillas guerrilleros?¡±, ha preguntado la fiscal. ¡°S¨ª. Dijo que en su ¨¢rea de responsabilidad estaba la Universidad Cat¨®lica y all¨ª estaba Ellacur¨ªa. Y nos dijo: me han dado la orden de eliminar a Ellacur¨ªa¡±. El jesuita no era guerrillero, pero entre los militares del pa¨ªs ¡°hab¨ªa una percepci¨®n¡± de que simpatizaba con su causa, explic¨® el testigo, que dio credibilidad a lo que les cont¨® el coronel Benavides y descart¨® que este fuera el autor intelectual de la matanza. ¡°No era una orden de Benavides, descartado. Fue una operaci¨®n completamente autorizada. Era il¨®gico pensar que ese tipo de operaciones se hicieran solo con autorizaci¨®n de Benavides, ten¨ªa que estar pensado por alguien de arriba, en este caso el alto mando¡±. El testigoha explicado tambi¨¦n que el jefe m¨¢ximo del alto mando era el presidente de la Rep¨²blica, Alfredo Cristiani, y que el coronel les cont¨® que iba a ser informado antes del crimen de la decisi¨®n de matar a Ellacur¨ªa. ¡°Si no hubo contraorden es porque el presidente tuvo que haberlo aprobado¡±, ha a?adido Mendoza.
El ahora testigo form¨® parte del dispositivo de alrededor de 40 soldados que, horas despu¨¦s de aquella reuni¨®n de altos mandos militares, entraron en la Universidad para cumplir la orden. La operaci¨®n se encarg¨® a otro coronel, Hern¨¢ndez Barahona, que les inst¨® a que no usaran armas de las fuerzas armadas sino particulares para poder hacer creer que el crimen era obra de la guerrilla. Mendoza asegura que no vio directamente el asesinato, pero que escuch¨® disparos, sali¨® de la habitaci¨®n del campus en la que se encontraba y vio los cuerpos boca debajo de ¡°cinco o seis personas, aparentemente muertas porque estaban inm¨®viles¡±. ¡°Yo no dispar¨¦ ni vi que dispararan a nadie¡±.
Mendoza fue detenido el 8 de enero de 1990, despu¨¦s de que el Gobierno de El Salvador se viera forzado a investigar el crimen por la fuerte presi¨®n internacional. En su primera declaraci¨®n, ante la llamada Comisi¨®n de Honor (encargada de la investigaci¨®n interna de los hechos), cont¨® lo ocurrido sin recibir ¡°instrucciones¡±, asegur¨® ayer. Pero unos d¨ªas despu¨¦s, fue llamado a declarar ante una comisi¨®n extrajudicial y cuando estaba repitiendo el mismo relato, un asesor jur¨ªdico de la comisi¨®n interrumpi¨® su comparecencia. ¡°Me dice que no puedo declarar eso, que no puedo mencionar a ninguna persona del alto mando, solo a Benavides o miembros del batall¨®n. Y ordena que empiecen a tomarme la declaraci¨®n de nuevo¡±.
El testigo no coincidi¨® nunca con Montano en una unidad militar. ¡°Lo conoc¨ªa profesionalmente¡±, ha contado antes de narrar una conversaci¨®n que mantuvo su esposa con el coronel acusado cuando Mendoza estaba detenido. ¡°MI esposa fue a preguntar preocupada porque no conoc¨ªa mi paradero. Y al ver a Montano le dijo: ¡®?C¨®mo se los ha ocurrido matar a los jesuitas?¡®. Montano la tom¨® del brazo y la hizo entrar a su despacho, puso los pies sobre la mesa del escritorio y le dijo: ¡®No vuelvas a repetir lo que acabas de decir porque estamos en tiempos de guerra y a cualquiera le puede pasar algo. Incluso a ti¡±.
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