El puente hacia la rebeli¨®n de Serdio
Varios ganaderos de un pueblo c¨¢ntabro se enfrentan a la Guardia Civil para conservar un paso sobre las v¨ªas
La Guardia Civil lleg¨® a una zona apartada de Serdio (Cantabria, 170 habitantes) a las cinco y media de la madrugada del mi¨¦rcoles con una misi¨®n: custodiar la destrucci¨®n de un ruinoso puente de 16 zancadas de largo y seis metros de altura. Los agentes acompa?aban a operarios con maquinaria de ADIF, responsable de las infraestructuras ferroviarias, pero no esperaban la resistencia de los ganaderos que utilizan este paso, a falta de nada mejor, a diario. El enfrentamiento acab¨® con un detenido por embestir con un d¨²mper a los coches de los agentes y con un mensaje claro: estas familias luchar¨¢n para conservar el puente.
El panorama se ha templado ya en estas granjas apacibles, con animales de todo tipo campando sin reparo, pero las pancartas reivindicativas colgadas de varias vallas anticipan los ¨¢nimos. Pedro Sa?udo, de 68 a?os, relata entre una orquesta de mugidos y cloqueos c¨®mo ¨¦l y sus vecinos de otra vaquer¨ªa descubrieron varias m¨¢quinas de ADIF el d¨ªa antes del suceso y que un t¨¦cnico que las manejaba les confes¨® que actuar¨ªan de madrugada. ¡°?Lo planearon con nocturnidad y alevos¨ªa!¡±, exclama. As¨ª, estaban prevenidos cuando lleg¨® el dispositivo y pudieron reaccionar: dos ganaderos taponaron con sus tractores el acceso de los veh¨ªculos pesados hacia el puente y comenz¨® una discusi¨®n fuerte con los uniformados, que a su vez hab¨ªan bloqueado los accesos privados de los vecinos de granjas.
Las patrullas, a?ade Felisa S¨¢nchez, indignada con la actitud ¡°chulesca¡± de las autoridades, se negaron a retirar los coches y permitir que Sa?udo pudiera acudir, por el camino m¨¢s corto, al hospital santanderino de Valdecilla para someterse a una importante revisi¨®n oncol¨®gica. ¡°Pensaban que est¨¢bamos vacil¨¢ndoles¡±, censura. Entonces, tras varios minutos de gritos y algunos empujones, Carlos Hevia Sa?udo se mont¨® en un d¨²mper ¡ªun volquete con motor¡ª y arremeti¨® contra los veh¨ªculos oficiales para despejar el paso de su t¨ªo. Hevia, portavoz del PP en el Ayuntamiento de Val de San Vicente, del que depende Serdio, lo logr¨®, pero acab¨® detenido y durmi¨® en el calabozo. El mensaje estaba claro: no van a permitir que se elimine su puente sin que les ofrezcan una alternativa. Cueste lo que cueste.
El rostro de Alfredo V¨¦lez, tambi¨¦n ganadero y sobrino del hombre que necesitaba tratar su c¨¢ncer, se nubla al recordar las escenas de aquella terrible madrugada. ¡°Es un cuento chino que quieran ayudar al medio rural¡±. ¡°Somos gente pac¨ªfica, simplemente defendemos lo nuestro¡±, recalca, aunque lamenta que llegaran a esos extremos. Sin este recurso, tienen que dar un rodeo de ocho kil¨®metros, aparentemente una minucia pero importante en el medio rural por lo ajustado de los gastos, los escasos precios de la leche, el dinero del combustible y el intangible del tiempo: ¡°El campo no es una oficina, cada minuto cuenta¡±.
Nadie niega que el puente, con las vallas laterales corro¨ªdas y combadas y el pavimento encharcado y lleno de grava, deba cambiarse. Felisa S¨¢nchez enumera que lo usan los tractores, gente de otros pueblos, trabajadores de la zona, el ganado o personas que llevan a sus hijos al colegio. ¡°Puede ocurrir una desgracia cualquier d¨ªa¡±, augura. Las inspecciones de ADIF lo corroboran, pero discrepan sobre c¨®mo actuar.
Fuentes de la empresa p¨²blica reconocen el mal estado de la infraestructura, pero apuntan al Ayuntamiento: ¡°Nosotros velamos por el buen estado de lo que nos compete¡±. Las v¨ªas son cosa suya, afirman, pero no as¨ª la carretera que est¨¢ ¡°por encima¡± de las traviesas. El Consistorio, pese a varios avisos de que convendr¨ªa remplazar el paso, no intervino y ADIF decidi¨® cortar por lo sano, aunque apenas pasan trenes por ah¨ª, para ¡°evitar tragedias¡±. ¡°Si nos hubieran dejado, no habr¨ªa puente¡±, advierten. Ambas partes, no obstante, est¨¢n buscando un entendimiento, explica la empresa p¨²blica: ¡°Se est¨¢n redactando los proyectos y nos sentaremos en cuanto haya un presupuesto y un documento de convenio para proceder a un acuerdo de cofinanciaci¨®n¡±, algo que satisface tambi¨¦n al Consistorio.
Los vecinos han pedido presupuestos y calculado que la obra costar¨ªa unos 60.000 euros. El alcalde de Val de San Vicente no ha respondido a los intentos de EL PA?S de contactar con ¨¦l. Los informadores de ADIF anuncian que por fin han llegado a un acuerdo para buscar una alternativa, aunque el futuro dictar¨¢ sentencia. Al d¨ªa siguiente de los incidentes, dos trabajadores realizaban sondeos sobre el terreno para calibrar el estado del puente y valorar actuaciones. Seg¨²n ellos y ADIF, ya estaban citados de antemano, algo de lo que recelan los ganaderos, que lo consideran demasiada ¡°casualidad¡±.
Una de las voces m¨¢s cr¨ªticas procede de Pedro Sa?udo, hijo del ganadero anteriormente citado, que interpuso su tractor como barrera. En cuanto descendi¨® del veh¨ªculo, critica, dos guardias civiles lo encajonaron contra las ruedas y le exigieron identificarse. ¡°?C¨®mo me voy a identificar si me est¨¢n inmovilizando!¡±, denuncia, y asegura que entre empellones, golpes y tensi¨®n alguien podr¨ªa haber salido ¡°con los pies por delante¡±, m¨¢s a¨²n al lado de las v¨ªas del tren y entre tanta maquinaria. El arrestado est¨¢ ¡°muy asustado¡± y, tras ser liberado, declina hablar con este peri¨®dico porque el caso ¡°est¨¢ judicializado¡± y quiere distanciarse de lo ocurrido. Sus allegados agradecen que ¡°antes de pol¨ªtico, es persona y defiende a su familia¡±. El hombre, transportista de profesi¨®n y con dos hijos, est¨¢ ¡°nervioso¡± porque teme que le retiren la licencia por conducci¨®n temeraria.
El grupo reitera que ellos merecen unos recursos proporcionales a los impuestos que pagan. Por eso entienden tener que pasar algunas semanas sin puente, ¡°las que sean¡±, si a cambio les ponen uno nuevo. Y por eso seguir¨¢n impidiendo que se lo eliminen sin sustituci¨®n. De momento, las ¨²nicas m¨¢quinas, gr¨²as y remolques que van a faenar por all¨ª son las de los hijos peque?os de los ganaderos, que juegan con arena mientras los mayores batallan, con tractores y d¨²mpers, con la Administraci¨®n.
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