Los b¨²nkeres del Estrecho que Franco nunca estren¨®
Unos 30.000 prisioneros participaron en la edificaci¨®n de las 640 construcciones con las que los nazis planearon atacar Gibraltar y que hoy languidecen en la costa de C¨¢diz
Larissa Swirski y Gabriel Riera probablemente nunca se conocieron, aunque los dos coexistieron o, m¨¢s bien, sobrevivieron a ese escenario peligroso e intrigante que era el estrecho de Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial. Ella, como la Reina de Corazones, agente doble para los nazis y los aliados, en el entramado de espionaje campogibraltare?o que los ingleses bautizaron como Spy row. ?l, como prisionero obligado a comer caracoles machacados para no morir de inanici¨®n, mientras excavaba el enorme t¨²nel ...
Larissa Swirski y Gabriel Riera probablemente nunca se conocieron, aunque los dos coexistieron o, m¨¢s bien, sobrevivieron a ese escenario peligroso e intrigante que era el estrecho de Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial. Ella, como la Reina de Corazones, agente doble para los nazis y los aliados, en el entramado de espionaje campogibraltare?o que los ingleses bautizaron como Spy row. ?l, como prisionero obligado a comer caracoles machacados para no morir de inanici¨®n, mientras excavaba el enorme t¨²nel que atraviesa la sierra Carbonera y que deb¨ªa servir para una ofensiva de los alemanes contra el Pe?¨®n que nunca se materializ¨®. Aunque la historia mundial oficial se detenga en otras haza?as, en C¨¢diz se libr¨® una tensa y discreta batalla en los primeros a?os de la d¨¦cada de los cuarenta. De aquel Estrecho de operaciones militares frustradas, esp¨ªas y crueles batallones de presos hablan m¨¢s de 640 b¨²nkeres e infraestructuras militares variopintas, varadas y abandonadas hoy a su suerte a lo largo de la costa gaditana.
B¨²nkeres de diversas tipolog¨ªas, bater¨ªas, ca?ones antia¨¦reos, polvorines, puestos de mando, t¨²neles y hasta una carretera de Algeciras oculta tras extra?as pantallas son testigos vivos de esa suerte de guerra sin disparos que se libr¨® en uno de los nodos geoestrat¨¦gicos esenciales del mundo. Todas estas construcciones que se extienden a lo largo de todo el borde mar¨ªtimo de la provincia de C¨¢diz, desde los l¨ªmites con Huelva a M¨¢laga, forman parte del llamado Plan de Fortificaciones de la Frontera Sur, ideado por el general de brigada de artiller¨ªa Pedro Jevenois Labernade desde mayo de 1939. Justo en los tiempos previos a la Segunda Guerra Mundial, el militar franquista estudi¨® un plan de fortificaci¨®n y artillado que, oficialmente, servir¨ªa solo para defender al pa¨ªs ante posibles incursiones del bloque de los aliados. ¡°Estamos hablando de un proyecto muy serio. Junto al sistema de fortificaciones en la l¨ªnea de los Pirineos [la llamada L¨ªnea P, que levant¨® 6.000 b¨²nkeres entre 1944 y 1948], son las grandes construcciones defensivas del momento¡±, valora Alfonso Escuadra, experto en las edificaciones gaditanas y el contexto hist¨®rico que las rode¨®.
Pero, por mucho que el franquismo se empe?ase en argumentar que las fortificaciones del Estrecho solo ten¨ªan como fin la protecci¨®n del pa¨ªs, a ninguno de los actores de ese momento b¨¦lico se le escapaba que quien controlase el Estrecho y el canal de Suez tendr¨ªa las llaves del Mediterr¨¢neo. De ah¨ª que, desde el inicio de 1940 y en pocos meses, el r¨¦gimen levantase una l¨ªnea fortificada, especialmente m¨¢s numerosa y reforzada en zonas aleda?as a Gibraltar, como La L¨ªnea de la Concepci¨®n con un plan oculto. ¡°Todos los elementos del sistema artillero y observatorios tienen tambi¨¦n un matiz ofensivo¡±, a?ade Escuadra. Por eso precisamente, ese mismo a?o la Alemania nazi incluye a los b¨²nkeres del Estrecho como lugares clave para su Operaci¨®n F¨¦lix, el plan con el que Hitler pretendi¨® invadir Gibraltar en enero de 1941.
¡°Hay quien todav¨ªa piensa que en la entrevista de Hendaya [celebrada entre Franco y Hitler en octubre de 1940 para tratar la entrada de Espa?a en la guerra] no se lleg¨® a un acuerdo, pero eso no es as¨ª (¡). Las fortificaciones se utilizaron como elemento de juego en las negociaciones¡±, apunta Escuadra. De hecho, el investigador linense ha localizado en el Bundesarchiv alem¨¢n documentos secretos en los que el general nazi Hubert Lanz asegura que el Estado espa?ol le hab¨ªa ¡°entregado varios b¨²nkeres situados en La L¨ªnea¡±. Escuadra va m¨¢s all¨¢ y, en contra de lo que la historiograf¨ªa hab¨ªa defendido hasta hace poco, tiene claro que el plan para invadir Gibraltar tuvo una participaci¨®n mucho m¨¢s activa del franquismo. Pero los preparativos para la toma del Pe?¨®n acabaron por torcerse, solapados con la operaci¨®n para la ocupaci¨®n alemana de la URSS, primero, y con el cambio de suerte de un bando a otro ¡ªdel eje al de los aliados¡ª, despu¨¦s.
Una guerra discreta
Todas estas operaciones frustradas y negociaciones de altas esferas se tradujeron sobre el terreno, en el Campo de Gibraltar, en intrigas de esp¨ªas en favor de uno u otro bando ¡ªe incluso dobles, como Swirski, con una vida apasionante documentada por el periodista Wayne Jamison¡ª, sufrimiento y muertes. Si fue posible que la dictadura franquista levantase m¨¢s de 640 construcciones defensivas en apenas meses, se debi¨® a que el Estado recurri¨® a contratistas privados, mano de obra militar y, sobre todo, a miles de prisioneros obligados a participar en trabajos forzosos de extrema dureza. El historiador Jos¨¦ Manuel Algarbani tiene contabilizadas, desde mayo de 1939 hasta 1944, hasta 43 unidades disciplinarias. ¡°Conocemos el caso del Valle de los Ca¨ªdos, donde hubo hasta 20.000 prisioneros, pero aqu¨ª fueron 30.000 y apenas es conocido¡±, reflexiona el experto. ¡°Hemos vivido bajo el ideal de que Espa?a no ha participado en la Segunda Guerra Mundial, que se lo digan a los vecinos de La L¨ªnea que asistieron a un bombardeo italiano por error [el 11 de julio de 1941, que produjo cinco muertos] de Gibraltar¡±, asegura el periodista e investigador de ese periodo Juan Jos¨¦ T¨¦llez.
Cuando el h¨²medo viento de levante del Estrecho se mezcla con la niebla, el pe?¨®n de Gibraltar se desvanece tras un trampantojo de nubes blancas. La ausencia de la Roca desde las troneras de los b¨²nkeres de la sierra Carbonera ¡ªun monte al norte de la colonia de algo m¨¢s de 300 metros de altitud¡ª se antoja hasta parad¨®jica con tan solo contemplar un paisaje de matorrales bajos plagados de construcciones de hormig¨®n. ¡°Esto es solo una parte, en San Roque [la monta?a es el l¨ªmite entre La L¨ªnea y esta localidad] tenemos un b¨²nker por cada kil¨®metro cuadrado, son m¨¢s de 180 solo en el municipio¡±, relata Carlos Jordan, t¨¦cnico municipal de Turismo y responsable de unas rutas culturales por estas edificaciones. Recorrer esa sucesi¨®n de estancias abandonadas, galer¨ªas que suben, restos del campo de prisioneros y el enorme t¨²nel que atraviesa de punta a punta la colina desasosiega, solo de pensar el sufrimiento y las muertes que aparej¨®.
El mallorqu¨ªn Gabriel Riera fue uno de esos presos que document¨® su experiencia en Cr¨°nica d¡¯un presoner mallorqu¨ª als camps de concentraci¨® (1936-1942): ¡°Un d¨ªa vino una inspecci¨®n con un coronel de sanidad. Hicieron formar a quienes quedaban de la compa?¨ªa, ya no ¨¦ramos muchos, y, al atravesar la red de alambre, suelta: ¡®?Esto es un cementerio de hombres vivos!¡±. La ausencia de alimentos, las enfermedades, los accidentes y los turnos de trabajos de m¨¢s de diez horas hicieron que fallecieran, al menos, 500 prisioneros, seg¨²n cuantifica Algarbani. Fueron decesos en vano para construir una l¨ªnea fortificada que, aunque estuvo dotada de personal y armamento, nunca lleg¨® a abrir fuego y cay¨® en desuso tan pronto el franquismo vio que no iba a servir ni para atacar ni para defenderse de los aliados.
Hoy subsisten a duras penas como megalitos varados a lo largo de una costa que se mantuvo, en buena medida, natural y salvaje gracias a esas necesidades militares en la zona. Envueltos en farragosas afecciones administrativas y titularidades de propiedad, ni siquiera existe consenso de cu¨¢ntos son. En 2001, Escuadra y ?ngel S¨¢ez realizaron un cat¨¢logo para la Consejer¨ªa de Cultura de la Junta de Andaluc¨ªa en el que documentaron unas 500 edificaciones, pero el primero cree que pueden ser m¨¢s. Jord¨¢n, apoyado en otros estudios posteriores, eleva la cifra de edificaciones a m¨¢s de 640, para las que pide la protecci¨®n como bienes de inter¨¦s cultural (BIC) que prometi¨® la Junta en septiembre de 2019. Consultada por EL PA?S, la Consejer¨ªa de Cultura no ha precisado si realizar¨¢ esa declaraci¨®n espec¨ªfica y solo asegura que ya ¡°los b¨²nkeres, al formar parte de la arquitectura defensiva, tienen la consideraci¨®n de BIC en aplicaci¨®n de la Ley 16/1985 de Patrimonio¡±.
Algarbani y Escuadra, cada cual en su camino, llevan d¨¦cadas empe?ados en rescatar del olvido a las construcciones, ubicadas en potentes espacios naturales con indudable valor tur¨ªstico. El primero, afanado en que se reconozca su papel como lugares de la memoria hist¨®rica: ¡°Hay que explicar c¨®mo se construyeron y para qu¨¦, que sean lugares de memoria, e intentar que no se destruyan m¨¢s¡±. Y Escuadra va m¨¢s all¨¢: ¡°Dentro de dos d¨¦cadas cumplen 100 a?os y nos hablan de nuestra propia historia. Y no es local, sit¨²a a la zona en el contexto de la gran historia europea y mundial¡±.