El ¨²ltimo refugio de los maquis
Una exposici¨®n en Cantabria rememora el malvivir de los guerrilleros antifranquistas en cuevas y caba?as de vacas
Existen decenas de libros y varias pel¨ªculas sobre los maquis que combatieron a la dictadura franquista y resistieron en el monte, unos pocos hasta dos d¨¦cadas despu¨¦s del final de la Guerra Civil. En Francia tienen estatuas y son considerados h¨¦roes. En Espa?a, los documentos oficiales los llaman bandoleros, forajidos, malhechores o criminales, y cuando eran abatidos por la Guardia Civil se les en...
Existen decenas de libros y varias pel¨ªculas sobre los maquis que combatieron a la dictadura franquista y resistieron en el monte, unos pocos hasta dos d¨¦cadas despu¨¦s del final de la Guerra Civil. En Francia tienen estatuas y son considerados h¨¦roes. En Espa?a, los documentos oficiales los llaman bandoleros, forajidos, malhechores o criminales, y cuando eran abatidos por la Guardia Civil se les enterraba en fosas comunes, como si fueran perros, despu¨¦s de exhibir sus cad¨¢veres al p¨²blico para escarmiento del vecindario que osaba ocultarlos o socorrerles.
Maquis es ahora sin¨®nimo de resistente. En realidad, la palabra italiana macchia, de la que deriva la espa?ola a trav¨¦s del franc¨¦s, define un campo de matorrales. Era el hogar de las guerrillas rurales. Muchos escaparon a Francia cuando dieron por perdida una batalla imposible. Unos pocos se quedaron. Los dos ¨²ltimos fueron abatidos a lo largo de 1957. Hab¨ªan sobrevivido en cuevas, en invernales ¡ªcaba?as de ganado¡ª compartiendo el calor con vacas y caballos, ocultos en zulos de casonas o escondidos en pajares de sus enlaces, caminando por la noche entre las carrascas, por senderos por los que solo transitaban cabras; atravesando barrancos y durmiendo en cuevas naturales, o agazapados entre matorrales.
Ese terrible malvivir palpita en decenas de fotograf¨ªas y documentos que se exhiben en la antigua iglesia de San Vicente M¨¢rtir, en Potes (Cantabria), hoy sede del Centro de Estudios Lebaniegos. Patrocinada por el Gobierno c¨¢ntabro, la muestra es obra del fotoperiodista palentino Agust¨ªn L¨®pez Bedoya e incluye los atestados en los que la Guardia Civil relata c¨®mo eran abatidos los guerrilleros, y los castigos que recib¨ªan sus c¨®mplices, en su mayor¨ªa mujeres. Algunas fueron fusiladas sin miramientos tras choques entre la guerrilla y las fuerzas de seguridad; otras sufrieron torturas y a?os de c¨¢rcel, y m¨¢s tarde el destierro para evitar que siguieran actuando de enlaces.
La exposici¨®n lleva por t¨ªtulo Maderas de Oriente. El monte, ¨²ltimo refugio. No es poes¨ªa. Adem¨¢s de alimentos, tabaco, co?ac y ropa, los enlaces se jugaban la vida para abastecer a los guerrilleros de una colonia popular en los a?os de la posguerra con la que se rociaban el calzado para evitar que los sabuesos de la Guardia Civil les localizaran. Se llamaba Maderas de Oriente.
Las guerras producen relatos legendarios y crean santorales civiles. As¨ª escribe Agust¨ªn L¨®pez sobre el mosaico que acoge un centenar de rostros de guerrilleros de ambos sexos. Los hay de todas las edades y de todas las profesiones. Unos, la mayor¨ªa, hu¨ªan de un fusilamiento seguro; otros se evadieron de campos de concentraci¨®n y batallones disciplinarios. Esperanzados en que las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial liquidar¨ªan la dictadura de Franco, manten¨ªan una guerrilla, organizados en batallones o brigadas. La mayor¨ªa pas¨® a Francia a partir de 1947. Los que se quedaron, por motivos muy diversos (enfermedad, hijos, familia, amores o porque s¨ª), fueron liquidados en los siguiente diez a?os. Eran ¡°los del monte¡±.
El 25 de abril de 1957, el cad¨¢ver de Juan Fern¨¢ndez Ayala, Juan¨ªn, estaba tirado en una esquina del cementerio de Potes y un joven sacerdote de la comarca de los Picos de Europa se acerc¨® para rezarle un responso. A punto estuvo de ser agredido por algunas de las autoridades presentes, que lo echaron del lugar a empellones. Se llamaba ?ngel Mier y acab¨® en Suiza como capell¨¢n de emigrantes.
Juan¨ªn ten¨ªa 19 a?os cuando empez¨® la guerra y 26 la tarde que se ech¨® al monte, a la anochecida. Estaba en libertad vigilada y trabajaba para Regiones Devastadas en la construcci¨®n de la nueva iglesia de Potes, cabecera de la comarca de Li¨¦bana. Escap¨® cuando era conducido al cuartel de la Guardia Civil, donde sol¨ªa ser apalizado una vez a la semana. La exposici¨®n lo muestra ya cad¨¢ver, de pie contra una pared para una fotograf¨ªa ya legendaria. En un hueco de esa pared, en la carretera sobre un viejo molino convertido en camping a las afueras del pueblo de La Vega, a siete kil¨®metros de Potes, hay siempre flores, a veces frescas, a veces artificiales, que familiares y admiradores reponen cuando se marchitan o se deterioran.
En la fotograf¨ªa, el guerrillero parece un anciano pese a tener 39 a?os. Ha vivido casi dos d¨¦cadas con la Guardia Civil pis¨¢ndole los talones. Se dice que no sali¨® a Francia porque se sent¨ªa enfermo de muerte, o porque ten¨ªa un amor por la zona de los Picos de Europa. Como a tantos de sus compa?eros en la guerrilla, eran los familiares los m¨¢s castigados, con una represi¨®n que inclu¨ªa torturas para que los delatasen. Visto en perspectiva, los verdaderos h¨¦roes de las guerrillas rurales fueron ¡°los del llano¡±, sobre todo las mujeres (madres, hermanas, novias, amigas), que les ayudaban por solidaridad familiar o vecinal, pero tambi¨¦n, muchas, por un compromiso pol¨ªtico. Se calcula que un tercio de los integrantes de las redes de apoyo a los del monte fueron mujeres. Adem¨¢s de a la represi¨®n, tuvieron que enfrentarse a la maledicencia. En atestados oficiales se las presenta como ¡°concubinas¡± o se reduce su papel a ¡°las que lavan la ropa a los guerrilleros¡±.
Fusilada con sus padres a los 16 a?os
Tama, en el municipio c¨¢ntabro de Cillorigo de Li¨¦bana, 20 de octubre de 1952. El matrimonio formado por Dominador G¨®mez y Carmen de Miguel y la hija menor de ambos, Carmina, de 16 a?os, son fusilados ante su casa, en la parte superior del pueblo. En realidad, deb¨ªa morir solo Dominador, un pe¨®n caminero, por dar cobijo a unos guerrilleros. Descubiertos por la Guardia Civil, en el tiroteo fallecieron tres maquis y un sargento.
La versi¨®n oficial sostuvo que Dominador, Carmen y Carmina tambi¨¦n cayeron en el intercambio de disparos. Lo cierto fue que, en el momento del fusilamiento del padre, madre e hija lo abrazaron llorando y fueron tambi¨¦n tiroteadas. Una hija mayor del matrimonio, Mar¨ªa Eugenia, fue detenida al d¨ªa siguiente en Santander, y la casa familiar reducida a cenizas. Es historia del maquis espa?ol en una exposici¨®n que busca hacerles justicia.
Exposici¨®n ¡®Maderas de Oriente. El monte, ¨²ltimo refugio¡¯. Centro de Estudios Lebaniegos. Eduardo Garc¨ªa de Enterr¨ªa, 1; Potes (Cantabria). Martes a domingo, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 18.00. Hasta el 31 de agosto.