El asesinato de Diego Bello en Filipinas: montaje policial al descubierto
Una nueva investigaci¨®n desmiente que el empresario gallego tiroteado en 2020 fuera un capo de la droga que dispar¨® a la polic¨ªa e imputa a los agentes que lo mataron
El 8 de enero de 2020 los padres, el hermano y los amigos de Diego Bello recibieron en A Coru?a la demoledora noticia de su muerte en Filipinas como si oyeran hablar de un extra?o. Les comunicaron que Bello hab¨ªa sido abatido en un tiroteo con la polic¨ªa. Les aseguraron que era un capo de la droga en la isla de Siargao, donde resid¨ªa desde 2017. Nadie del entorno de este empresario gallego de 32 a?os, surfista y due?o de varios negocios en el pa¨ªs asi¨¢tico, dio cr¨¦dito a aquella historia. Las conclusiones de una nueva investigaci¨®n, forzada por la movilizaci¨®n de la familia y las presiones diplom¨¢ticas, les dan de momento la raz¨®n. Los tres agentes que le dispararon han sido imputados por asesinato, perjurio y falsificaci¨®n de pruebas.
Diego Bello es una de las 12.000 personas que, seg¨²n Human Rights Watch, han muerto en Filipinas a manos de polic¨ªas en supuestas operaciones antidroga desde que el presidente del pa¨ªs, Rodrigo Duterte, decret¨® en 2016 una violenta guerra contra el narcotr¨¢fico. Su caso es tambi¨¦n uno de los 52 en los que ya se han detectado indicios de ejecuciones extrajudiciales, tras a?os de protestas de las organizaciones de derechos humanos. El Gobierno filipino, que afronta elecciones pr¨®ximamente, ha prometido analizar otros 6.000 homicidios. El informe oficial sobre el asesinato de Bello, realizado por la Oficina Nacional de Investigaci¨®n, equivalente a la Fiscal¨ªa, desmonta la primera versi¨®n gracias a los testimonios de testigos, el an¨¢lisis de los archivos policiales y la revisi¨®n de la escena del crimen.
Bello muri¨® acribillado a tiros en la puerta de su casa. Era la 1.35 y acababa de llegar de trabajar en el local de hosteler¨ªa que regentaba. Tanto los vecinos como su novia, que estaba dentro del domicilio, escucharon los disparos. Fue el capit¨¢n Wise Vicente Panuelos, jefe policial ahora imputado por asesinato, perjurio y falsificaci¨®n de pruebas, quien asegur¨® que se trat¨® de una operaci¨®n antidroga. Seg¨²n esa primera versi¨®n, aquella noche estaba al mando de un dispositivo para detener al empresario gallego tendi¨¦ndole una trampa. Uno de sus hombres, el tambi¨¦n investigado sargento Ronel Pazo, se cit¨® con Bello en la entrada de su vivienda para comprarle droga. El plan era que el tercer imputado, el sargento Nido Boy Cortes, lo arrestara en cuanto se produjese la venta, pero alegaron que ¡°se vieron forzados a defenderse¡± apretando el gatillo repetidas veces porque el presunto delincuente, al descubrir que hab¨ªa sido descubierto, dispar¨® primero y trat¨® de escapar.
La nueva investigaci¨®n demuestra que ese tiroteo nunca se produjo y que fue ¡°un escenario inventado¡±. Bello no sac¨® ning¨²n arma de una ri?onera, como aseguraron los polic¨ªas, ni efectu¨® dos disparos mientras hu¨ªa. En la escena del crimen se encontraron casquillos de dos calibres diferentes: los de las pistolas que portaban los polic¨ªas y los del arma que supuestamente utiliz¨® la v¨ªctima. Pero, seg¨²n el informe, de su colocaci¨®n se deduce que los tiradores estaban tan cerca unos de otros que los investigadores consideran inveros¨ªmil que Bello fuese el ¨²nico herido si ¨¦l tambi¨¦n hubiese apretado el gatillo.
Son varias las pruebas recabadas por los investigadores que desmontan la primera versi¨®n oficial del crimen. El rastro de las balas de la pistola adjudicada en un principio a la v¨ªctima no coincide con el movimiento de huida que le atribuyeron los polic¨ªas ahora imputados. Las manchas de sangre y los da?os hallados en el lugar de los hechos tambi¨¦n desmienten aquella versi¨®n. El ¨²ltimo disparo, por ejemplo, no se corresponde con el arma que supuestamente bland¨ªa Bello sino con la del jefe policial, y se cree que este lo efectu¨® cuando el joven estaba pr¨¢cticamente ca¨ªdo en el suelo.
Para la Fiscal¨ªa filipina es ¡°evidente¡± que la acusaci¨®n de que Bello portaba un arma es ¡°parte del gran plan para justificar un homicidio ilegal¡±. Las pesquisas descubrieron que la pistola que los polic¨ªas imputados adjudicaron al joven estaba a nombre de una empresa radicada en Manila que neg¨® tenerla inscrita en su inventario. Result¨® imposible, recalcan los investigadores, establecer un v¨ªnculo entre la v¨ªctima y esta compa?¨ªa, teniendo en cuenta que Bello llevaba tres a?os en el pa¨ªs asi¨¢tico y la firma ten¨ªa registrada el arma desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas.
Tampoco fue hallado el nombre del joven en los listados oficiales de narcotraficantes desde 2016. Pese a que el jefe policial ahora imputado asegur¨® que Bello era un capo regional de la droga, no aparece ninguna referencia a ¨¦l en los archivos de la Agencia de Control de Drogas de Filipinas. Este organismo ha certificado adem¨¢s que no particip¨® en el operativo dirigido por el capit¨¢n Panuelos. La autopsia que se realiz¨® en Madrid concluy¨® que Bello no hab¨ªa tomado ninguna droga en los ¨²ltimos seis meses antes de su muerte.
En la escena del crimen que ahora se considera una farsa apareci¨® no solo una pistola que no pertenec¨ªa a Bello sino tambi¨¦n 15 gramos de coca¨ªna y una ri?onera en la que se dijo que guardaba el arma y que no llevaba puesta cuando sali¨® de su restaurante para ir a casa, tal y como registraron las c¨¢maras del local. La investigaci¨®n reprocha que los acusados acabaran a tiros con una persona indefensa pese a ir los tres armados y estar apoyados adem¨¢s por otros agentes desperdigados por la zona. La autopsia realizada en Filipinas revel¨® que Bello recibi¨® seis disparos, el ¨²ltimo en la oreja derecha. El informe concluye que los tres agentes filipinos compart¨ªan ¡°un prop¨®sito conjunto, una unidad de acci¨®n y una comunidad de intereses: matar a Diego¡±.
Preguntas a¨²n sin respuesta
El giro que ha dado el caso ha cogido de sorpresa a la familia de Diego Bello, que lleva casi dos a?os luchando desde A Coru?a para que se le haga justicia en Filipinas. Las dificultades han sido enormes, pero por fin han encontrado un bufete filipino con el que asociarse y se han personado en la causa, reserv¨¢ndose la potestad de acudir a la Audiencia Nacional o a la Corte Penal Internacional si no se celebra un proceso con garant¨ªas. Ahora pelean para lograr que el Ministerio de Asuntos Exteriores les ayude a pagar la costosa asistencia jur¨ªdica. ¡°No nos esper¨¢bamos nada de all¨ª y, de repente, vimos la luz¡±, se?ala sobre la imputaci¨®n de los polic¨ªas filipinos el abogado coru?¨¦s Guillermo Mosquera, que lleva el caso en colaboraci¨®n con Manuel Oll¨¦ Ses¨¦, experto en derecho penal internacional y curtido en asuntos como la defensa del ingeniero inform¨¢tico Herv¨¦ Falciani o del l¨ªder saharaui Brahim Gali.
El Ministerio de Asuntos Exteriores asegura que han realizado un ¡°seguimiento estrecho¡± del asesinato y prometen ¡°seguir prestando especial atenci¨®n¡± a la causa que se ha abierto contra los polic¨ªas. Uno de ellos, el capit¨¢n Panuelos, lleg¨® a reunirse con el c¨®nsul espa?ol d¨ªas despu¨¦s del crimen para asegurarle que ten¨ªa ¡°pruebas s¨®lidas¡± contra Bello, seg¨²n recogi¨® la prensa filipina. Posteriormente, representantes de Espa?a mantuvieron encuentros con los ministros de Justicia e Interior del pa¨ªs asi¨¢tico para urgir una revisi¨®n del caso que ha acabado destapando el montaje policial.
El informe de la Fiscal¨ªa no apunta a ning¨²n m¨®vil. ¡°Mi opini¨®n es que se us¨® la campa?a contra el narco para saldar algo personal contra ¨¦l y por eso se le puso all¨ª la droga y el arma. Pero el ¨²nico que nos podr¨ªa contar qu¨¦ era ese ¡®algo personal¡¯ es Diego¡±, explica el abogado de la familia. ¡°No s¨¦ qu¨¦ fue ni tampoco si lo llegaremos a saber alg¨²n d¨ªa. Lo que buscamos es limpiar su nombre y demostrar que todo fue un montaje para asesinarlo¡±.
La Comisi¨®n de Derechos Humanos de Filipinas, la primera entidad que puso en duda la versi¨®n policial, ha encontrado un nexo entre Bello y uno de sus presuntos asesinos. El capit¨¢n Panuelos procede de la provincia de Camarines del Sur, de la que es gobernador Migz Villafuerte, miembro de una poderosa estirpe de pol¨ªticos filipinos. Seg¨²n recoge el informe que public¨® la comisi¨®n antes de que Panuelos fuera imputado, Villafuerte acudi¨® a uno de los negocios de Bello apenas cinco meses antes del asesinato para protestar por el ruido y amenaz¨® a su socio: ¡°?No sabes qui¨¦n soy? ?Puedo dispararos y haceros desaparecer arroj¨¢ndoos al manglar!¡±.
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