La paz social se resiente a la vez que la mayor¨ªa parlamentaria
Los socios del Gobierno no garantizan ya el apoyo fijo a sus planes. Los agentes sociales entran en una etapa de discrepancias profundas
Una buena parte del an¨¢lisis del Gobierno para sostener que la legislatura terminar¨¢ cuando corresponde, al final de 2023, se basa en la disposici¨®n y ganas de quienes pueden propiciar que as¨ª sea. Pero la complejidad en aumento de la situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica pone en evidencia que el querer no siempre se traduce en poder. Los partidos que apoyan al Gobierno son presas de condicionantes crecientes y la paz social anclada por el entendimiento entre sindicatos y patronal, y de amb...
Una buena parte del an¨¢lisis del Gobierno para sostener que la legislatura terminar¨¢ cuando corresponde, al final de 2023, se basa en la disposici¨®n y ganas de quienes pueden propiciar que as¨ª sea. Pero la complejidad en aumento de la situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica pone en evidencia que el querer no siempre se traduce en poder. Los partidos que apoyan al Gobierno son presas de condicionantes crecientes y la paz social anclada por el entendimiento entre sindicatos y patronal, y de ambos con el Gobierno, no est¨¢ ya garantizada. Los intereses de cada actor pol¨ªtico empiezan a cambiar por sus propias agendas y los alejan del Ejecutivo.
El episodio del pasado jueves, cuando el Gobierno pudo sacar adelante el decreto de medidas anticrisis pese al no de ERC, alivi¨® a la bancada socialista. Nada menos que 176 votos a favor, mayor¨ªa absoluta. Eso es lo que cuenta. A por la siguiente. El respiro socialista y de Unidas Podemos no esconde las dificultades que asoman, seg¨²n valoraciones y previsiones recogidas por EL PA?S entre fuerzas pol¨ªticas, sindicatos y patronal. En los foros econ¨®micos, de organismos oficiales, las expectativas est¨¢n lejos de las que sostienen en los ministerios.
El Primero de Mayo ha venido precedido por el par¨®n en la discusi¨®n entre sindicatos y patronal sobre la negociaci¨®n colectiva, que el Gobierno sigue muy de cerca. En medio de la crisis econ¨®mica, con una fuerte inflaci¨®n, la consiguiente p¨¦rdida de poder adquisitivo, el d¨¦bil crecimiento y la ca¨ªda de empleo en el primer trimestre, los sindicatos se sienten obligados a ponerse al frente de la manifestaci¨®n. Si no hay negociaci¨®n colectiva, si se mantiene la negativa a subir los salarios, habr¨¢ ¡°movilizaciones¡±. Este fue el aviso de los l¨ªderes sindicales de CC.OO y UGT, Unai Sordo y Pepe ?lvarez, en las calles de Madrid. No solo; el sindicato de los funcionarios, el CSIF, ha realizado el mismo aviso.
El acuerdo de negociaci¨®n colectiva es la prioridad sindical. Se trata de fijar el porcentaje de subidas salariales para los pr¨®ximos a?os, de forma que el deterioro econ¨®mico que se vislumbra no deje a los trabajadores del todo desguarnecidos. Los sindicatos se?alan que los precios suben, producto del encarecimiento de las materias primas, pero no los salarios. La pelea es puramente sindical y de la patronal, pero el Gobierno se siente plenamente concernido y preocupado, con la vicepresidenta segunda, Yolanda D¨ªaz, a la cabeza, por su historial de hacedora de acuerdos. Sobre su cabeza, sin embargo, y m¨¢s sobre la de la vicepresidenta primera, Nadia Calvi?o, solo asoman nubarrones.
Los logros de estos a?os, como la reforma laboral, la subida del salario m¨ªnimo, la plasmaci¨®n de los ERTE, entre otros fueron la carta de presentaci¨®n que este domingo exhibieron los ministros que acudieron a la manifestaci¨®n del Primero de Mayo de Madrid. En eso insistieron desde D¨ªaz hasta la portavoz del Gobierno, Isabel Rodr¨ªguez, o la titular de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra. Pero estos logros pasados no son ya suficientes para los sindicatos ahora que las dificultades van a aumentar. Unidas Podemos no puede hacer o¨ªdos sordos a las reclamaciones sindicales y a las demandas de los m¨¢s desfavorecidos. Ese es el p¨²blico al que quiere representar, por lo que su grado de exigencia dentro de la coalici¨®n de Gobierno, ir¨¢ en aumento. con D¨ªaz, entre dos aguas. Y al mismo tiempo el Ejecutivo debe buscar margen y capacidad para seguir con las ayudas, subvenciones e incentivos y, por supuesto, sin subir los impuestos, sino baj¨¢ndolos como ha hecho con la gasolina y el IVA de la electricidad.
A sus propias dificultades, el Ejecutivo no querr¨ªa a?adir la explosi¨®n de una conflictividad laboral de ciertas magnitudes. Las subida de las pensiones y de los salarios de los empleados p¨²blicos le ata?e directamente. Las previsiones econ¨®micas m¨¢s ortodoxas llaman a la contenci¨®n del gasto p¨²blico, pero el Ejecutivo constata la inquietud de parte de la sociedad y no est¨¢ preparado para anunciar restricciones sino que mantiene el discurso de que nadie quedar¨¢ atr¨¢s.
Puede haber base para llamar a la movilizaci¨®n, pero los sindicatos reconocen que no hay razones para invocar ni evocar la huelga general. Los ¨¦xitos que se apunta el Gobierno lo son tambi¨¦n de los agentes sociales. Las prestaciones a los aut¨®nomos, la ley de los riders o los pr¨¦stamos ICO constituyen otras de las medidas pactadas por sindicatos, patronal y gobierno que una mayor¨ªa parlamentaria ha hecho suyas.
Con el peligro de esa agitaci¨®n social al acecho, el Gobierno se ha encontrado adem¨¢s ante el esc¨¢ndalo del supuesto espionaje a una sesentena de independentistas que le ha colocado en una situaci¨®n muy comprometida ante sus principales aliados. Hasta d¨®nde llegar¨¢ la manifestaci¨®n de enfado de estos ¨²ltimos es por ahora una inc¨®gnita. El Gobierno hace requiebros a ERC para que vuelva al di¨¢logo y encripte el problema del espionaje. A los republicanos no les resulta f¨¢cil, en general, entenderse con Madrid al tener a Junts, socios de Gobierno en Catalu?a y adversarios m¨¢ximos en las urnas, siempre prestos a denunciarlos por colaboracionistas. Tampoco las bases de ERC quieren pasar por alto este grave episodio de espionaje.
Sin confianza en el PP
Bildu lo denuncia con igual fuerza, al haber sido uno de sus diputados, Jon I?arritu, directamente afectado, pero de momento separar¨¢ su exigencia de responsabilidades de la aprobaci¨®n de leyes que beneficien a la mayor¨ªa de la sociedad. El PNV siempre se ha mantenido en esa l¨ªnea. Con el PP no cuentan en el Gobierno, que tiene escasa confianza en la l¨ªnea de su nuevo l¨ªder, Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Tras muchas dudas, Feij¨®o impuso el voto en contras de las medidas anticrisis, aunque ahora el PP volver¨¢ a sentarse a hablar con el Gobierno sobre la renovaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial, caducado desde hace m¨¢s de un trienio. Hablar, s¨ª; acordar, ya se ver¨¢.
La evoluci¨®n de los acontecimientos y las consecuencias econ¨®micas de la invasi¨®n rusa de Ucrania est¨¢n siendo muy analizada por el Gobierno, los organismos internacionales, y centros de estudios de entidades financieras. Los augurios son peores de lo que los gobiernos reconocen a sus sociedades aunque el canciller alem¨¢n, Olaf Sholtz, s¨ª ha avisado a los alemanes de que deben estar preparados para posibles restricciones.
Ese debate no est¨¢ en Espa?a, donde el dif¨ªcil panorama no ha hecho m¨¢s que ensanchar el campo de la discrepancia. Los intereses cruzados de cada partido, de la patronal y de los sindicatos obligar¨¢n al Gobierno a redoblar los esfuerzos por convencerlos de la necesidad de entendimiento, aunque sea a costa de ceder en algunas de sus posiciones. Unidas Podemos est¨¢ obligado a ir dos pasos m¨¢s lejos que el PSOE en sus demandas sociales. El aviso del auge de la extrema derecha ser¨¢ aventado por el Gobierno, un temor compartido por sus socios, al igual que los sindicatos, a quienes el populismo perjudica en su tarea de representaci¨®n. Aun as¨ª, ninguno de estos actores puede garantizar al Gobierno que permanecer¨¢ fieles a su lado.