Tras el tel¨®n del primer Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez: ¡°Hubo que gestionar las contradicciones¡±
Ocho ministros del Gabinete con el que el PSOE asumi¨® el poder hace ahora cuatro d¨¦cadas ¡®regresan¡¯ a 1982 para recordar los retos y obst¨¢culos de aquel momento
Quince ministros ¡ªtodos hombres¡ª formaron el primer Gobierno socialista tras la hist¨®rica victoria del 28 de octubre de 1982. Junto al presidente, Felipe Gonz¨¢lez, y el vicepresidente, Alfonso Guerra, constituyeron el 3 de diciembre de aquel a?o el Gabinete que pondr¨ªa en marcha las reformas legislativas en varios frentes que articularon la Espa?a inmediatamente posterior a la Transici¨®n. Cuatro de esos 15 ministros ya han fallecido; uno de ellos, Ernest Lluch, asesinado por ETA en 2000. EL PA?S ha hablado con ocho miembros de aquel primer Gobierno del 82 para intentar reconstruir a trav¨¦s de ...
Quince ministros ¡ªtodos hombres¡ª formaron el primer Gobierno socialista tras la hist¨®rica victoria del 28 de octubre de 1982. Junto al presidente, Felipe Gonz¨¢lez, y el vicepresidente, Alfonso Guerra, constituyeron el 3 de diciembre de aquel a?o el Gabinete que pondr¨ªa en marcha las reformas legislativas en varios frentes que articularon la Espa?a inmediatamente posterior a la Transici¨®n. Cuatro de esos 15 ministros ya han fallecido; uno de ellos, Ernest Lluch, asesinado por ETA en 2000. EL PA?S ha hablado con ocho miembros de aquel primer Gobierno del 82 para intentar reconstruir a trav¨¦s de sus testimonios el escenario que se encontraron ¡ªpol¨ªtico, econ¨®mico, social¡ª y el que contribuyeron a levantar en los a?os siguientes. Hubo que lidiar con el monstruo etarra, la reconversi¨®n industrial, la entrada en la UE (y en la OTAN), el divorcio con los sindicatos... y hasta una pol¨¦mica y delicad¨ªsima restauraci¨®n de Las Meninas que, de haber salido mal, podr¨ªa haber eclipsado todo lo dem¨¢s. Hubo esperanza, dudas, errores, renuncias clamorosas y sonadas alegr¨ªas. Esta es su memoria.
El aterrizaje. ¡°No pis¨¦is muchos callos¡±
Lo primero que acordaron ¡ªinstrucci¨®n de Alfonso Guerra mediante¡ª fue que, al hablar entre ellos en las reuniones, se dar¨ªan unos a otros el tratamiento de autoridad. ¡°As¨ª como ¡®dice el ministro¡¯ o ¡®de acuerdo con el presidente¡¯... y cosas por el estilo¡±, explica Carlos Solchaga, que ten¨ªa 38 a?os cuando fue nombrado ministro de Industria y Energ¨ªa (en 1985 pasar¨ªa a ocupar la cartera de Econom¨ªa y Hacienda). ¡°Aunque suene banal, no dejaba de tener cierta importancia el considerarnos a nosotros como ministros de Espa?a en una labor fundamental, al margen de como un grupo de amigos¡±. Porque eso es lo que era la mayor¨ªa de ellos: amigos, compa?eros de universidad o de militancia y de pronto aterrizados en el palacio de La Moncloa para gobernar el pa¨ªs. ¡°Nos sent¨¢bamos all¨ª, en la sala del Consejo de Ministros, tent¨¢ndonos la ropa, como diciendo ¡®somos nosotros los que estamos aqu¨ª¡±.
Lo segundo fue dejar las cosas claras, prosigue Solchaga: ¡°Aqu¨ª en el Consejo no vamos a votar¡¯, nos dijo Felipe. ¡®Aqu¨ª en el Consejo vamos a debatir, todo el tiempo que sea necesario. Y si no hemos resuelto un tema, porque no veo yo que hay suficiente consenso en un d¨ªa, lo aplazamos al siguiente Consejo. Pero, eso s¨ª, una vez que yo vea que est¨¢ el debate agotado, yo tomar¨¦ la decisi¨®n, y aqu¨ª a todo el mundo le toca respaldarla y punto¡±. En sus memorias, Guerra dej¨® escrito lo mismo, aunque atribuy¨¦ndose la autor¨ªa: ¡°Aqu¨ª no se vota¡±, sostuvo que les dijo a los ministros. ¡°Cada uno expresa su parecer, y si este es variopinto, corresponde al presidente del Gobierno la decisi¨®n ¨²ltima. ?l es quien est¨¢ investido por la representaci¨®n de la soberan¨ªa popular¡±. Fuese uno u otro, Solchaga sostiene que en los 11 a?os que ¨¦l estuvo en el Gabinete esa regla no cambi¨®.
Gonz¨¢lez les dijo m¨¢s cosas. Javier Moscoso, designado ministro de la Presidencia tambi¨¦n frisando ya la cuarentena, constat¨® de inmediato que el presidente quer¨ªa avanzar con cautela. De ah¨ª su invocaci¨®n inicial: ¡°No pis¨¦is demasiados callos¡±. Reforma, no ruptura. Cambio, no convulsi¨®n. La situaci¨®n del pa¨ªs no permit¨ªa, resume Moscoso, ir tan deprisa como algunos de los ministros hubieran querido. Y a la petici¨®n de no pisar callos se sumaba otra, tambi¨¦n habitual en Gonz¨¢lez cuando los asuntos se superpon¨ªan en la mesa del Consejo de Ministros: ¡°Eso, para m¨¢s adelante¡±.
Joaqu¨ªn Almunia, que ten¨ªa 34 a?os, una hija de tres y un beb¨¦ en camino, recuerda esos primeros a?os como ¡°trabajar, trabajar y trabajar: ma?ana, tarde y noche¡±. ¡°Fum¨¢bamos como carreteros. Se fumaba en el Consejo de Ministros, se fumaba antes y se fumaba despu¨¦s¡±. Enrique Bar¨®n (Transportes, Turismo y Comunicaciones), cuando a?os m¨¢s tarde dej¨® el Gobierno, se llev¨® de recuerdo de La Moncloa un cenicero. Despu¨¦s de cada reuni¨®n sal¨ªan a tomar un pincho de tortilla a una salita aneja y ah¨ª ya hablaban m¨¢s relajadamente o prosegu¨ªan la discusi¨®n pero ya ¡°diciendo alg¨²n taco¡±. ¡°Es que ¨¦ramos amigos¡±, cuenta Almunia. ¡°Habl¨¢bamos todos, salvo alg¨²n ministro, Fernando Mor¨¢n, por ejemplo, que no era de nuestra quinta. Era una persona peculiar, inteligente, culto, muy divertido. Bueno, cuando quer¨ªa; no siempre era divertido¡±. El flamante ministro de Trabajo y Seguridad Social dio un bote en su sill¨®n el primer d¨ªa, cuando ¡°de repente se abri¨® la puerta y entr¨® un militar¡±. Era el ayudante militar del presidente del Gobierno, una figura que entonces a¨²n exist¨ªa. ¡°Y luego el ministro de Econom¨ªa y Hacienda, Miguel Boyer, nos dijo: ¡®Bueno, la primera decisi¨®n que tenemos que adoptar es devaluar la peseta y descongelar los topes que hay en los precios de la energ¨ªa, porque est¨¢n creando una distorsi¨®n tremenda¡¯. Y esas fueron las primeras decisiones que tomamos: subir la gasolina, devaluar la peseta. ?Qu¨¦ alegr¨ªa!¡±
La ausencia total de mujeres en aquella sala no llam¨® la atenci¨®n a casi nadie durante a?os. ¡°D¨ªas antes le pregunt¨¦ a Felipe: ¡®Oye, ?hay mujeres en el Gobierno? Y me contest¨® que no lo hab¨ªa conseguido¡±, cuenta Enrique Bar¨®n. ¡°A posteriori, s¨ª... pero la verdad es que en ese momento no lo pensamos¡±, asume Jos¨¦ Barrionuevo, primer ministro del Interior. ¡°Mi hija me ha puesto esta foto a parir 200 veces, [dice] que era un Gobierno de machistas... De verdad que no, pero la cosa era as¨ª¡±.
Por qu¨¦ entonces s¨ª se pudo y por qu¨¦ ya nunca m¨¢s
El PSOE logr¨® en octubre de 1982 un total de 10.127.392 votos, el 48% de las papeletas v¨¢lidas, y casi dobl¨® en esca?os a la siguiente fuerza pol¨ªtica, Alianza Popular. Los ocho exministros coinciden, 40 a?os despu¨¦s, en que una victoria como aquella es impensable hoy en d¨ªa. Ni para el PSOE ni seguramente para nadie. Casi todos confiaban en ganar esos comicios, pero ninguno vislumbr¨® unos n¨²meros tan abultados ¡ª¡±Alfonso Guerra dir¨¢ que ¨¦l s¨ª lo sab¨ªa antes, pero ni siquiera ¨¦l¡±, bromea Almunia¡ª. ?C¨®mo explicar aquel triunfo? Bar¨®n, con 38 a?os entonces, apunta incluso al factor ¡°irracional, de sentimiento¡±, en un momento ¨²nico y en un clima peculiar, entre los coletazos de acontecimientos tan distintos como un intento de golpe de Estado y el Mundial de F¨²tbol, y a pocos d¨ªas de recibir al Papa Juan Pablo II con una misa por todo lo alto en el madrile?o paseo de la Castellana. Pero se?ala tambi¨¦n el elemento pol¨ªtico. ¡°Hubo dos corrimientos de tierra: nosotros ganamos muchos votos y UCD y el PCE se hundieron. Las fundaciones, los institutos de estudio europeos nos dec¨ªan: ¡®Aqu¨ª la salida ser¨¢ como en Francia e Italia, ser¨¢ una derecha y el Partido Comunista¡¯. Y no fue as¨ª. Ese es el momento en el que hist¨®ricamente el pueblo espa?ol decide dar un paso adelante¡±.
Javier Moscoso interpreta que la gente ¡°quer¨ªa votar una opci¨®n distinta de las anteriores, porque daba la impresi¨®n de que todo lo que hab¨ªa pasado desde la muerte de Franco era como provisional, que la democracia vendr¨ªa cuando hubiese un gobierno de izquierdas¡±. Y a?ade: ¡°Y hubo otro factor que impuls¨® a mucha gente a votar, que era Europa. Est¨¢bamos los espa?oles un poco cansados de ser distintos, quer¨ªamos ser europeos y sab¨ªamos que con un Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez ir¨ªamos pronto a Europa¡±. A ese factor europeo apunta tambi¨¦n Tom¨¢s de la Quadra-Salcedo, primer ministro de Administraci¨®n Territorial, que se?ala igualmente ¡ªtodos los hacen¡ª cu¨¢nto ayud¨® al PSOE la ¡°descomposici¨®n de UCD¡±, su desgaste, en medio de luchas intestinas, despu¨¦s de gestionar una dificil¨ªsima Transici¨®n.
Almunia cree que, cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, el bipartidismo no ha muerto del todo y que nadie puede descartar de plano una mayor¨ªa absoluta, pero s¨ª asume que la ¡°autonom¨ªa¡± total que busc¨® y logr¨® el PSOE en 1982 ¡°ya no es viable¡±: hay muchos m¨¢s partidos con capacidad de influencia, un puzzle m¨¢s complicado de cuadrar, y hay, de hecho, un Gobierno de coalici¨®n por primera vez desde la II Rep¨²blica. ?C¨®mo habr¨ªa sido gobernar Espa?a en 1982 con 120 diputados? ¡°Imposible. No se pod¨ªa gobernar Espa?a entonces con 120 diputados. La UCD tuvo 168 y no pudo. Mientras que ahora f¨ªjate, hay en Espa?a una coalici¨®n muy complicada con dos partidos que no tienen apoyos suficientes, pero al final se est¨¢n haciendo muchas cosas¡±. Esa es la primera diferencia fundamental que ven los exministros entre el Ejecutivo de Felipe Gonz¨¢lez y el de Pedro S¨¢nchez: la menor libertad de movimientos.
¡°El multipartidismo obliga a hacer una serie de equilibrios y concesiones que son dif¨ªciles a veces de entender. Yo creo que no se han hecho [en el actual Gobierno] concesiones sustanciales, aunque hay algunas que a la gente le inquietan¡±, dice De la Quadra-Salcedo, sin especificar. ¡°Pero el proyecto sigue siendo el mismo: tener en cuenta a los desfavorecidos, a las clases medias y medias altas¡±. Narc¨ªs Serra, que fue con 39 a?os el primer ministro de Defensa del Gabinete, considera que, una vez que en Espa?a se cubrieron los objetivos m¨¢s ¡°claros¡±, los de la Transici¨®n, el entusiasmo electoral cay¨® necesariamente. ¡°Ahora s¨ª hay problemas obvios, pero no hay pol¨ªticas que puedan convencer a grandes mayor¨ªas¡±, opina.
¡°Hay una clara continuidad [entre los Gobiernos de Gonz¨¢lez, Zapatero y S¨¢nchez]: la defensa de la solidaridad y del Estado de bienestar¡±, dice Bar¨®n. S¨¢nchez es ¡°un socialdem¨®crata¡±, remarca Moscoso. ¡°Probablemente, su imagen es de algo m¨¢s a la izquierda, por contagio con sus compa?eros de Gabinete. Pero es imagen, no realidad¡±, afirma. As¨ª que continuidad con S¨¢nchez y, antes, con el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero (2004-2011). Pero tambi¨¦n diferencias.
¡°Pues s¨ª, las hay¡±, zanja Solchaga. El ¡°respeto¡± que sent¨ªa Gonz¨¢lez por los problemas de pol¨ªtica internacional y econ¨®mica se perdi¨® despu¨¦s, sostiene; aunque, ¡°a cambio¡±, Zapatero abord¨® asuntos que en los a?os ochenta ¡°no parec¨ªan lo m¨¢s importante: los problemas de g¨¦nero, los homosexuales, el tema feminista¡±. La opini¨®n del exministro sobre los actuales compa?eros de viaje ¡°antisistema¡± del presidente no es la mejor, pero concede: ¡°S¨¢nchez lo ha hecho bastante bien. Ha vivido situaciones que a cualquier otro Gobierno se lo habr¨ªan llevado por delante. Es absolutamente sorprendente c¨®mo ha conseguido, pese a las diversas crisis de convivencia, sobrevivir¡±. En todo caso, concluye Solchaga, hay algo claro: ¡°El papel omnipresente que tiene Pedro S¨¢nchez al frente del Gobierno y del partido... ni en los mejores momentos del carism¨¢tico Felipe Gonz¨¢lez lleg¨® a verse¡±. ¡°Gonz¨¢lez quer¨ªa que el protagonista fuera el ministro del ramo en cada cuesti¨®n. Solo sal¨ªa, y a m¨ª me pas¨® varias veces, para decir ¡®yo respaldo a este ministro al que le est¨¢n pidiendo la dimisi¨®n¡¯. Pero la reconversi¨®n industrial la defend¨ªa yo, o las pol¨ªticas fiscales, o la creaci¨®n de Argentaria¡±, sostiene. ¡°Eso empez¨® a desaparecer con Zapatero, que pensaba que el ¨²nico agente pol¨ªtico era ¨¦l, y ha llegado al extremo con S¨¢nchez. ?Qu¨¦ quiero decir? Hombre, yo creo que es muy valioso que el presidente del Gobierno se presente en la isla de La Palma cuando ha habido una erupci¨®n del volc¨¢n. Pero que vaya 12 veces es sorprendente, ?no? O que el presidente del Gobierno llame al Parlamento para decidir que va a comunicar una cosa que est¨¢ a nivel de una direcci¨®n general... Espa?a no es una rep¨²blica presidencialista. El Gobierno es un ¨®rgano colegiado y hay que tratar de respetar las ¨¢reas de autonom¨ªa¡±.
Las dos almas
En aquel primer Gabinete de 1982 estaba Guerra y estaba Boyer. Aparentemente, dos polos, si no opuestos, s¨ª dif¨ªciles de conciliar. ?Eran reales esas dos supuestas almas, o el PSOE en el Gobierno siempre fue esa mezcla? ¡°S¨ª, s¨ª, se ve¨ªan, digamos, los recelos¡±, dice Solchaga. De la Quadra, que en 1982, con 36 a?os, era de los m¨¢s j¨®venes del grupo, relata: ¡°Yo llevaba en el PSOE solo desde el a?o 76 y percib¨ªa que hab¨ªa distintas posiciones. Pero no, no vi lo que luego pareci¨® que era como m¨¢s radical. Felipe Gonz¨¢lez demostraba claramente el apoyo a la l¨ªnea econ¨®mica. Boyer pod¨ªa dar tranquilidad a los mercados, pero era un hombre inequ¨ªvocamente socialdem¨®crata. Pod¨ªa parecer m¨¢s liberal, pero ten¨ªa el apoyo del presidente, lo que no quita que se vivieran algunos momentos... no dir¨ªa yo de tensi¨®n sino de discrepancia, especialmente con Guerra. Pero no percib¨ª que hubiese en ning¨²n momento una ruptura¡±.
¡°Los partidos socialistas europeos importantes en Francia, en Alemania, en los pa¨ªses n¨®rdicos, hab¨ªan evolucionado hacia posiciones socialdem¨®cratas. Y esa fue la evoluci¨®n que tuvo el PSOE en Espa?a¡±, resume Moscoso. ¡°Seguimos llam¨¢ndonos Partido Socialista Obrero Espa?ol, pero yo creo que es un partido socialdem¨®crata. La democracia era incompatible con un socialismo marxista. Y nosotros ¨¦ramos dem¨®cratas¡±.
Los desaf¨ªos del 82
¡°Felipe ha dicho que no se sent¨ªa asustado, aunque s¨ª abrumado. Bueno, quiz¨¢ ¨¦l no pero una parte importante de los que compon¨ªan su primer Consejo de Ministros s¨ª est¨¢bamos bastante asustados. Y ten¨ªamos razones¡±, cuenta Solchaga. ¡°Esta era la situaci¨®n: hab¨ªa que devaluar mucho la peseta, ten¨ªamos que subir los precios de los carburantes, los dos grupos industriales privados m¨¢s importantes estaban quebrados: Rumasa y Explosivos Riotinto. Menos de dos a?os antes hubo un golpe de Estado y unos d¨ªas antes de formar el Gobierno tuvimos otra intentona, finalmente frustrada. ETA segu¨ªa asesinando de manera constante. Nada era f¨¢cil. Y hab¨ªa recelos. Ten¨ªamos que convencer a todos, dentro y fuera, de que los socialistas ¨¦ramos capaces de gobernar ese momento. Ponerse a gobernar ah¨ª era realmente un ejercicio de voluntad pol¨ªtica. Y as¨ª, as¨ª empezamos...¡±.
¡°Cuando llegu¨¦ ten¨ªa la mesa llena de problemas¡±, prosigue Almunia. ¡°El paro registrado llevaba meses aumentando a un ritmo de 100.000 parados m¨¢s cada mes. El empleo se destru¨ªa como si fuese agua que se escapa por el agujero del lavabo. Porque hab¨ªa una crisis industrial derivada de la industria vieja que hab¨ªamos heredado del franquismo y que no se hab¨ªa reestructurado. Hab¨ªa inmigrantes que volv¨ªan de Alemania o de Francia y que ven¨ªan aqu¨ª a buscar trabajo, pero era muy dif¨ªcil encontrarlo. Se estaba empezando a producir la incorporaci¨®n de la mujer al mercado de trabajo... En fin, era una tormenta perfecta. Hab¨ªa que arreglarlo, pero no hab¨ªa instrumentos para poderlo arreglar¡±.
Gonz¨¢lez hab¨ªa acordado con Narc¨ªs Serra que este siguiera siendo alcalde de Barcelona, pero la intentona golpista del 27-O, v¨ªspera de los comicios, cambi¨® los planes. ¡°Quer¨ªa en Defensa a alguien que hubiera mandado aunque fuese una alcald¨ªa. Y acept¨¦¡±, cuenta Serra. La misi¨®n encomendada fue clara: ¡°Que no haya m¨¢s golpes mientras estemos gobernando¡±. La amenaza no desapareci¨®, sin embargo, hasta pasados unos a?os: en 1985 a¨²n hubo un intento de atentado contra el Rey en A Coru?a, organizado por militares y civiles de ultraderecha.
Pronto, admiten varios exministros, se dieron cuenta de que ten¨ªan que aparcar algunos ideales de su no tan lejano pasado juvenil; ¡°gestionar las contradicciones¡± y bajar a lo concreto, dice De la Quadra-Salcedo: ¡°La econom¨ªa, el orden p¨²blico, la compra de aviones de combate cuando ven¨ªamos del pacifismo de la guerra de Vietnam...¡±. ¡°El reto importante¡±, en todo caso, ¡°era que hab¨ªa que entrar en Europa¡±. Sin descuidar asuntos como la reforma militar, que ten¨ªa que hacerla Narc¨ªs Serra, ¡°un catal¨¢n que no hab¨ªa hecho la mili¡±, subraya Moscoso. ¡°Serra tuvo una mano izquierda con el Ej¨¦rcito... Fue prodigioso¡±. A Barrionuevo, en la reuni¨®n en la que le ofreci¨® el cargo, Gonz¨¢lez le pidi¨® garantizar la seguridad ciudadana. ¡°La Segunda Rep¨²blica fracas¨® en parte porque perdi¨® la calle, por la inseguridad. Nos comprometimos ambos a que eso no volver¨ªa a pasar, que esta segunda experiencia democr¨¢tica ten¨ªa que ser definitiva¡±, explica el extitular del Interior, que contaba entonces 40 a?os.
El zarpazo constante de ETA opacaba el conflicto territorial, en ese momento a¨²n ¡°de menor relieve¡±, seg¨²n Solchaga: ¡°El PNV trataba de evitar el radicalismo para no confundirse con ETA; CiU trataba de evitar el radicalismo porque no estaba persuadido de tener el respaldo social suficiente¡±, resume. Almunia remarca que hab¨ªa que ¡°completar el desarrollo auton¨®mico¡±, pero intentando ¡°que el Estado de las autonom¨ªas fuese manejable, que pudiese funcionar de manera eficaz, sin fuerzas centr¨ªfugas que pusiesen en riesgo el proyecto com¨²n¡±.
De la Quadra-Salcedo era el responsable de esa cartera territorial, y concluye que ¡°el sistema auton¨®mico ha funcionado razonablemente bien en medio de las imperfecciones¡±. ¡°Es, como dir¨ªa Churchill de la democracia, el peor de los sistemas con excepci¨®n de todos los dem¨¢s. Ha ayudado a vertebrar m¨¢s este pa¨ªs¡±.
Moscoso recuerda la continua espada de Damocles del no de Boyer cada vez que hab¨ªa que pedir dinero para algo. Una vez le llam¨® muy contento para contarle que hab¨ªa llegado a un acuerdo con los sindicatos de la funci¨®n p¨²blica para aplicar una subida salarial de apenas un 1%. ¡°Que era una subida rid¨ªcula, ?no? Pues me respondi¨®: ¡®No hay ni una peseta¡¯. Y colg¨®¡±. De la necesidad hubo que hacer virtud: ¡°Pensando en algo que ofrecer [a los sindicatos] se me ocurri¨® el tema de los d¨ªas de vacaciones, los famosos moscosos. Les dije: ¡®Mirad, la subida salarial es para un a?o; esto que os propongo, no¡¯. Y ah¨ª est¨¢n a¨²n hoy los moscosos, ah¨ª est¨¢n¡±.
Para Bar¨®n, una de las decisiones m¨¢s duras fue afrontar la modernizaci¨®n de la red ferroviaria ¡ªque implic¨® cerrar 2.000 kil¨®metros de l¨ªneas de ferrocarril ¡°de un sistema decimon¨®nico¡±¡ª, antes de dar un fuerte impulso a los Cercan¨ªas y sentar las bases de la futura red de alta velocidad. Y hubo pol¨ªticas aparentemente menos grandiosas, pero que ¡°serv¨ªan a la gente¡±: la creaci¨®n del c¨®digo postal o el cambio de logo para fomentar el turismo marca Espa?a. ¡°Ya se hab¨ªa muerto Picasso, y Dal¨ª estaba muy grave, pero conseguimos que Mir¨® nos diera el sol de Espa?a¡±, reivindica.
Sobre la mesa del 82 hab¨ªa tambi¨¦n un frente caliente: el de las relaciones internacionales: con Europa, con Am¨¦rica Latina, con EE UU. El ministro de Exteriores en ese momento era Mor¨¢n, pero Javier Solana (que asumir¨ªa la cartera 10 a?os despu¨¦s) ya recibi¨® entonces el encargo de Gonz¨¢lez para mover algunos hilos desde su discreta posici¨®n de ministro de Cultura. En enero de 1983 se fue en secreto a Cuba a entrevistarse con Fidel Castro; una visita que acabar¨ªa filtr¨¢ndose: ¡°Me cost¨® un peque?o percance con Mor¨¢n, l¨®gicamente, pero se arregl¨® enseguida¡±. En paralelo, el objetivo era ¡°tener una buena relaci¨®n con EE UU¡±. ¡°Fue dif¨ªcil, porque no est¨¢bamos en la OTAN, quer¨ªamos que las bases [militares estadounidenses en Espa?a] salieran, algunas por lo menos, ten¨ªamos a priori una cierta tensi¨®n. Pero creo que los Estados Unidos se quedaron muy sorprendidos de ver que esa Espa?a democr¨¢tica que sal¨ªa ten¨ªa a personas de una cierta solidez, gente responsable¡±, dice. ?l acababa de entrar en la cuarentena.
Los traumas: la reconversi¨®n industrial, la OTAN, el choque con los sindicatos
¡°Lo m¨¢s duro fue el terrorismo, pero la reconversi¨®n fue muy dura tambi¨¦n, porque era poner a gente en la calle¡±, sentencia Solana cuando se le pide identificar la cruz de aquellos primeros a?os. ¡°Ahora la UE te permite hacer ERE, pero entonces no hab¨ªa recursos para eso¡±, dice. La reconversi¨®n industrial, que implic¨® recortes y cierres en el ¨¢mbito de la siderurgia, la construcci¨®n naval y los aceros especiales, provoc¨® el despido de miles de personas y arroj¨® pronto, en distintos puntos de Espa?a, la imagen de un sector de los trabajadores en llamas contra el Gobierno socialista. ¡°La reconversi¨®n fue dura. No fue brutal, como se ha dicho, pero fue dura¡±, afirma Solchaga, ministro del ramo. ¡°Hab¨ªa que transformar la industria b¨¢sica espa?ola. El punto de vista del presidente era en favor del realismo: bueno, pues si hay que hacerlo, hay que hacerlo¡±.
Almunia certifica: ¡°Tuvimos las primeras tensiones en los a?os 83, 84, 85. Hab¨ªa que tomar medidas muy duras que afectaban a muchos trabajadores de empresas que no ten¨ªan ya ninguna viabilidad de futuro. Y aquello supuso un choque con parte de la gente que nos hab¨ªa votado y que eran nuestros apoyos sociales, con los sindicatos, con los trabajadores¡±. Y no era el ¨²nico frente econ¨®mico que se abr¨ªa. Entre los largu¨ªsimos Consejos de Ministros de aquel primer a?o todos recuerdan el que en febrero de 1983 aprob¨® la intervenci¨®n de Rumasa, el conglomerado de empresas y bancos de la familia Ruiz-Mateos, que lleg¨® a durar, dicen, ¡°12 o 15 horas¡±. Una expropiaci¨®n que no dio lugar a otras pero que en aquel momento supuso un terremoto pol¨ªtico y econ¨®mico.
Pero si hubo un punto de inflexi¨®n entre la previa campa?a electoral y la realidad del ejercicio del Gobierno fue el cambio de posici¨®n del PSOE sobre la entrada de Espa?a en la OTAN. Solchaga lo explica as¨ª: ¡°Sab¨ªamos que la esperanza de que este pa¨ªs se homologara totalmente con el entorno era la entrada en la UE. Instalar a Espa?a dentro de la UE era condici¨®n sine qua non. Fue ah¨ª cuando se plante¨® quiz¨¢ el mayor problema del Gobierno desde el punto de vista del ser o no ser, que fue la permanencia en la OTAN. Ahora caben m¨¢s f¨®rmulas para estar dentro de la UE, pero en aquella ¨¦poca habr¨ªa sido un caso muy raro: Espa?a como ¨²nico pa¨ªs de la UE que no era de la OTAN. El Gobierno tuvo que afrontarlo, y particularmente Felipe Gonz¨¢lez. Fue quiz¨¢ la mayor piedra de toque¡±.
¡°La decisi¨®n se tom¨® el primer viernes [primera reuni¨®n del Gobierno] porque la semana siguiente ya hab¨ªa [reuni¨®n del] Consejo Atl¨¢ntico, y Fernando Mor¨¢n [ministro de Exteriores] ten¨ªa que saber a qu¨¦ atenerse¡±, rememora Narc¨ªs Serra. ¡°[Se acord¨®] no retirarnos de la OTAN, congelar la integraci¨®n, que nadie sab¨ªa demasiado bien lo que quer¨ªa decir, pero era [darnos tiempo] para encontrar puentes y transitar de un no a un s¨ª [a la OTAN]¡±. Se pas¨® as¨ª de un refer¨¦ndum para salir de la OTAN ¡ªel que hab¨ªa pedido el PSOE en campa?a¡ª a otro para quedarse. ¡°El objetivo prioritario era entrar en Europa, a ese objetivo ten¨ªamos que sacrificar otros. Obligamos a los espa?oles a ser m¨¢s sensatos que nosotros al redactar el programa electoral¡±, argumenta el exministro de Defensa.
¡°Lo pasamos regular, lo pasamos regular...¡±, dice Javier Moscoso, que cree que Gonz¨¢lez actu¨® con un ¡°profundo sentido del honor¡±. ¡°En la campa?a hab¨ªa dicho ¡®de entrada, no¡¯. Y hab¨ªa cambiado de criterio, as¨ª que decidi¨® someterlo a refer¨¦ndum. Recuerdo aquella noche, en La Moncloa, esperando los resultados. Est¨¢bamos nerviosos¡±. ¡°Hab¨ªa que hacerlo y cost¨® mucho trabajo a nivel del partido, pero se hizo¡±, abunda Solana. ¡°Yo entonces era portavoz del Gobierno, me toc¨® buena parte de esa campa?a y creo que la gente lo entendi¨®¡ Me acuerdo que yo acompa?aba a Felipe a los spots de televisi¨®n [pidiendo el s¨ª en el refer¨¦ndum] y el ¨²ltimo me pareci¨® extraordinariamente contundente, preguntando: ?Qui¨¦n va gestionar el no? Fue un final casi dram¨¢tico. No fue lo m¨¢s brillante que hicimos, pero s¨ª fue muy brillante ganarlo¡±.
Solchaga cree que el ¡°deterioro¡± que sufri¨® el Gobierno con el episodio del refer¨¦ndum de la OTAN fue el inicio de una serie de desencantos que desembocar¨ªa, ya en el segundo mandato de Gonz¨¢lez, en la gran huelga general de 1988. ¡°Todo fue sumando, digamos. Por un lado, la insatisfacci¨®n de los sindicatos, pero particularmente de UGT. La visi¨®n que ten¨ªa UGT de lo que deb¨ªa hacer un partido socialista en el Gobierno y la que ten¨ªa Gonz¨¢lez... Este sentimiento un poco de la p¨¦rdida de gracia¡±.
La de 1988, ¡°convocada por CC OO y UGT, y casi me atrevo a decir que por la CEOE del entonces presidente Cuevas, fue una huelga general de verdad¡±, se?ala Almunia. ¡°No se mov¨ªa nadie. Estaban las calles totalmente vac¨ªas, como si fueran las dos de la madrugada, pero a las 12 de la ma?ana. El pa¨ªs parado. Y aquello tuvo sus consecuencias. Pero eso ya le correspondi¨® afrontarlo al Gobierno del despu¨¦s de las elecciones del 89¡å.
Hubo tambi¨¦n, en aquel primer mandato del 82, momentos cr¨ªticos que se resolvieron felizmente. Uno de ellos tuvo como escenario el Museo del Prado en 1984. ¡°Las Meninas estaban sucias y hab¨ªa que limpiarlas¡±, cuenta Solana. ¡°Yo era el ministro y dije que s¨ª, pero hab¨ªa que buscar a la persona mejor preparada para hacerlo. Y entonces buscamos y el m¨¢s capacitado estaba en el Metropolitan de Nueva York. Era un ingl¨¦s y hubo resistencia en algunos conservadores de El Prado. Entonces es cuando hablo con Felipe y me dice: ¡®T¨² eres el responsable. Solo te quiero advertir de que, si nos cargamos Las Meninas, no es que nos vayamos del Gobierno, es que nos vamos para siempre¡¯. Pero sali¨® muy bien. No permit¨ª que nadie viera Las Meninas limpias hasta que encontr¨¦ a dos personas que las hab¨ªan visto antes [del franquismo]: Alberti, que conoc¨ªa el cuadro perfectamente, y Buero Vallejo. Les dej¨¦ solos y salieron llorando: ¡®Los colores, se ve todo, es una maravilla, gracias¡¯. Y ya me qued¨¦ tranquilo¡±.
ETA y la guerra sucia contra ETA
ETA mat¨® a 40 personas en 1982 y asesinar¨ªa a otras 41 el a?o siguiente, el primero de mandato del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. ¡°Aquel primer a?o fue horrible¡±, dice Barrionuevo. ¡°Hubo veces en que fui a un atentado y estando all¨ª comet¨ªan otro, el mismo d¨ªa. Me ofende que digan que se enterraba clandestinamente a los muertos. Yo fui a todos los funerales, llevaba una banda de m¨²sica e iba a poner flores al sitio donde lo hab¨ªan asesinado, hasta que los servicios de seguridad me advirtieron de lo peligroso que era actuar siempre igual. La compa?era de un polic¨ªa me dijo que quien ten¨ªa que estar dentro del ata¨²d era yo. Lo comprendo¡±. ¡°El Gobierno tuvo que dedicar muchos esfuerzos a la pol¨ªtica contra el terrorismo¡±, abunda Solchaga. ¡°Tuvo que buscar una nueva relaci¨®n con Francia, que acabara con lo que hasta entonces era un esc¨¢ndalo, que es que Francia de verdad era el santuario del terrorismo¡±.
En noviembre, pocos d¨ªas despu¨¦s de la victoria electoral pero antes de que el Gobierno tomara posesi¨®n, fue asesinado en Madrid el general V¨ªctor Lago Rom¨¢n, jefe de la Divisi¨®n Acorazada Brunete. ¡°ETA crey¨® que era el momento de golpear al Ej¨¦rcito para provocar una reacci¨®n en cadena. Yo tuve dificultades para impedir que el Ej¨¦rcito interviniera en la lucha contra ETA¡±, rememora Narc¨ªs Serra. Y a?ade: ¡°La cantidad de asesinatos [de militares] era enorme. [Los militares] quer¨ªan [intervenir]. Pero yo consideraba imprescindible que el Ej¨¦rcito no se mezclara en la lucha contra ETA, que lo consider¨¢ramos un tema policial y de informaci¨®n, no de uso de militares. Si [los etarras] luchaban contra el Ej¨¦rcito espa?ol [eso pod¨ªa interpretarse como que] ten¨ªan raz¨®n en que no eran terroristas sino que estaban en lucha contra Espa?a. Me cost¨® reuniones dif¨ªciles¡±.
En el camino de esa lucha para doblegar a ETA, el Estado acab¨® albergando en su seno la guerra sucia contra ETA. Barrionuevo y su n¨²mero dos, Rafael Vera, fueron condenados por el Tribunal Supremo en 1998 a 10 a?os de c¨¢rcel por autorizar en diciembre de 1983 el secuestro de Segundo Marey, a quien agentes de polic¨ªa, confundi¨¦ndolo con un etarra, detuvieron ilegalmente en su domicilio y mantuvieron oculto en una caba?a durante 10 d¨ªas. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, el entonces ministro del Interior sigue negando que ordenara ese secuestro ¡ªla primera acci¨®n atribuida a los Grupos Antiterroristas de Liberaci¨®n (GAL)¡ª, aunque no considera que la guerra sucia fuera contraproducente. ¡°Ellos [los franceses] hab¨ªan dicho que era mentira que los etarras estuvieran en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s. Los atentados en Francia [contra etarras], no todos acertados, muchos desacertados, ponen de manifiesto que s¨ª que estaban en Francia¡±, dice Barrionuevo, que pas¨® tres meses y medio en prisi¨®n antes de ser indultado por el Ejecutivo del PP.
¡°Sin ninguna duda, ese fue uno de los graves problemas del Gobierno: la pol¨ªtica, digamos, policial contra ETA. No la pol¨ªtica en general contra ETA, pero s¨ª, digamos, los aspectos represivos en la lucha contra ETA, donde evidentemente algunos se pasaron de la raya¡±, afirma Solchaga, que niega en todo caso la implicaci¨®n del Gobierno en su conjunto. Seg¨²n ¨¦l, la lucha antiterrorista era ¡°uno de esos temas delicados que solamente cuando hab¨ªa una cosa muy importante se tra¨ªa a colaci¨®n al Consejo de Ministros¡±. ¡°Lo normal era que esto lo llevara muy bien el ministro del Interior por su cuenta y, naturalmente, diera cuenta al presidente. Es un tema que no estaba abierto al debate¡±, insiste. Lo mismo subraya Tom¨¢s de la Quadra-Salcedo: ¨¦l afirma que no quiere se?alar absolutamente a nadie pero s¨ª remarcar que aquello ¡°no fue un error del Gobierno¡±. ¡°No fue una estrategia del Gobierno, ni mucho menos¡±.
Un balance
¡°El primer Gobierno yo creo que fue el mejor¡±, afirma Almunia. ¡°La tarea colectiva, empezando por el presidente y siguiendo por el ¨²ltimo ministro. Se produjo un cambio impresionante. Luego ese impulso sigui¨® en los siguientes gobiernos. Pero la energ¨ªa, la capacidad de tomar decisiones sobre pol¨ªticas sobre las que hab¨ªamos estado debatiendo mucho antes de llegar al Gobierno... Eso produjo un resultado que creo que es inigualable. Entre otras cosas, porque el momento hist¨®rico del 82 y de los a?os precedentes de la Transici¨®n no se va a volver a repetir¡±. Solchaga subraya tres aciertos ¡°estrat¨¦gicos¡±: ¡°Sentar las bases de un primer desarrollo del Estado de bienestar; encajar a Espa?a en el concierto de las naciones, abrirla al mundo, que los espa?oles perdieran en gran medida su viejo complejo de inferioridad; y los avances en educaci¨®n¡±.
De la Quadra-Salcedo defiende, como ¨¦xito n¨²mero uno, la incorporaci¨®n a la UE; tambi¨¦n la lucha contra el terrorismo ¡ª¡°cambi¨® completamente la actitud que algunos pa¨ªses pr¨®ximos ten¨ªan con respecto al tema¡±, dice, en aparente alusi¨®n a Francia¡ª y el desarrollo de la educaci¨®n y la sanidad universal. Enrique Bar¨®n concluye que aquel Ejecutivo estuvo ¡°a la altura de las expectativas¡±. ¡°Ya estando fuera de la pol¨ªtica, hace poco, durante una revisi¨®n m¨¦dica en el centro de salud, la enfermera me mir¨® y me dijo: ¡®Pero usted ha sido ministro¡¯. Y yo le respond¨ª: ¡®S¨ª. Y he sobrevivido¡±.