Otra bala esquivada
Acaba aqu¨ª la pol¨ªtica de bloques que ha paralizado Catalu?a durante una d¨¦cada; es el punto final de la unilateralidad
A pesar de la mir¨ªada de apocal¨ªpticos, los indultos no rompieron Espa?a. La amnist¨ªa tampoco. La extrema derecha ha llegado al poder en medio mundo, pero Vox no consigui¨® gobernar con el PP tras el 23-J. Junts y ese objeto pol¨ªtico no identificado que es Puigdemont pudieron hacer saltar por los aires la investidura de Pedro S¨¢nchez;...
A pesar de la mir¨ªada de apocal¨ªpticos, los indultos no rompieron Espa?a. La amnist¨ªa tampoco. La extrema derecha ha llegado al poder en medio mundo, pero Vox no consigui¨® gobernar con el PP tras el 23-J. Junts y ese objeto pol¨ªtico no identificado que es Puigdemont pudieron hacer saltar por los aires la investidura de Pedro S¨¢nchez; nada de eso ocurri¨®. La marea ultra estuvo a punto de provocar un tsunami en las europeas, pero no fue para tanto; en Francia, tampoco. Esa querencia por el Armaged¨®n ten¨ªa este viernes una nueva bala a punto de ser disparada: las bases de ERC provocaron una sombra de inquietud en el PSC y el PSOE porque pod¨ªan tumbar el acuerdo para investir a Salvador Illa y, de paso, dejar heridas en las inestables mayor¨ªas de Madrid; de nuevo se ha esquivado esa bala porque el Apocalipsis casi siempre defrauda a sus profetas. Siempre hay una bala extra: el pacto entre los socialistas y ERC es pol¨ªticamente inflamable; la nueva financiaci¨®n de Catalu?a, nos dicen los pesimistas, esconde una reforma del Estado auton¨®mico por la puerta de atr¨¢s con potencial para romper Espa?a por el flanco confederal. Romper Espa?a es uno de esos sintagmas-sonajero que aparecen una y otra vez en media docena de medios madrile?os y en los informativos del duopolio televisivo de esta Espa?a tan diversa salvo por el ecosistema period¨ªstico de su capital.
No, no habr¨¢ Apocalipsis. Aquel ¡°el que pueda hacer, que haga¡± ha desatado el ruido y la furia en la pol¨ªtica ¡ªy en la judicatura¡ª nacional, pero parece que la legislatura se le va a hacer larga al autor de esa frase, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que en una vida anterior tambi¨¦n fue casi confederal: subi¨® al 30% el IRPF transferido a las autonom¨ªas, dio las competencias de tr¨¢fico a los Mossos y prorrog¨® indefinidamente el concierto vasco. Entonces no se rompi¨® Espa?a. Ahora tampoco tiene pinta, pese a que la derecha practica el liberalismo como si fuera una mezcla de yudo y karate. Pese a un presidente cortoplacista que demasiado a menudo reh¨²ye las explicaciones. Y pese a que Espa?a es incapaz de resolver el acertijo del modelo territorial: ese es el gran desaf¨ªo pol¨ªtico de este pa¨ªs.
Se avecina un cambio de ciclo en Catalu?a, con el primer presidente no independentista en mucho tiempo. Salvador Illa, con esas gafas de pasta que parecen un antifaz y una mand¨ªbula de acero que le permiti¨® capear la covid como ministro de Sanidad y domar al independentismo como l¨ªder del PSC, ser¨¢ el nuevo president (siempre que no le alcance alguna bala perdida). Acaba aqu¨ª la pol¨ªtica de bloques que ha paralizado Catalu?a durante una d¨¦cada; es el punto final de la unilateralidad. Y a la vez, justo ahora empieza lo m¨¢s dif¨ªcil para Illa, que tiene que acertar con el Gobierno y con las pol¨ªticas, tras unos a?os de empacho de ideolog¨ªa y mala o nula gesti¨®n.
El presidente S¨¢nchez, propenso al regate corto y al resultadismo, tiene a media docena de barones socialistas en pie de guerra por el pacto con ERC, pero una vez m¨¢s sobrevive al fuego cruzado y sigue viviendo en esa met¨¢fora de los que son capaces de tirarse por la ventana y caer de pie. A Illa, en fin, le toca conseguir que el seny consiga empatar con la rauxa despu¨¦s de una d¨¦cada muy loca; a S¨¢nchez, contarnos si de veras tiene un plan, un modelo de Estado que vaya m¨¢s all¨¢ de las medidas (la amnist¨ªa, el concierto catal¨¢n) destinadas a proporcionarle investiduras. Y demostrar que la reconciliaci¨®n de Catalu?a no va a ser a costa de dividir Espa?a. ¡°Lo m¨¢s sospechoso de las soluciones es que se las encuentra siempre que se quiere¡±, escribi¨® S¨¢nchez Ferlosio. En Madrid, y en Barcelona, es hora de encontrar soluciones. Hag¨¢mosle caso a Ferlosio.