La mano que mece la escuela andaluza
La Administraci¨®n no puede caer en din¨¢micas producto y reflejo de esa tendencia sectaria que simplifica y reduce la historia, la cultura, las costumbres y la ideolog¨ªa con la intenci¨®n de imponerlas
Cada vez somos m¨¢s quienes andamos regular de esperanza mientras se acrecienta el miedo a ese futuro incierto e inestable que nos produce desaz¨®n y angustia. Y cuando aparece el miedo nos retraemos y atrincheramos, focalizando nuestra atenci¨®n y coraz¨®n, no en la vida como espacio de crecimiento, oportunidades y gozo; tampoco en lo que es justo, bello y bueno para todas, sino que nos dedicamos a defender nuestro espacio, la parcela donde nos sentimos protegidos y protegidas o, al menos, defendidos y defendidas.
Pasamos de los ideales democr¨¢ticos y colectivos, de la idea de progreso y m...
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Cada vez somos m¨¢s quienes andamos regular de esperanza mientras se acrecienta el miedo a ese futuro incierto e inestable que nos produce desaz¨®n y angustia. Y cuando aparece el miedo nos retraemos y atrincheramos, focalizando nuestra atenci¨®n y coraz¨®n, no en la vida como espacio de crecimiento, oportunidades y gozo; tampoco en lo que es justo, bello y bueno para todas, sino que nos dedicamos a defender nuestro espacio, la parcela donde nos sentimos protegidos y protegidas o, al menos, defendidos y defendidas.
Pasamos de los ideales democr¨¢ticos y colectivos, de la idea de progreso y mejora individual y comunitaria, a dar vueltas sobre lo que creemos que es nuestro mundo, aunque solo sea un trozo peque?o, oscuro y mal ventilado, pero convencidos de que, peque?o o grande, es ¡°nuestro mundo¡±. Entonces el paso siguiente es agruparnos en bandos, facciones, grupos y mostrarnos hostiles con quienes no pertenecen a nuestro grupo. Ante esto deber¨ªamos tener en cuenta que las heridas de las fronteras reales o mentales, de los l¨ªmites identitarios, cierran mal y tarde y siempre generan sufrimiento.
Aunque son varios los lugares donde podemos vacunarnos para no ser inoculados por este virus que nos hace sectarios, intolerantes y, admit¨¢moslo, un poco tontos, es la escuela uno de esos espacios donde debemos y podemos dar herramientas a ni?as, ni?os, adolescentes y j¨®venes para que, a la vez que intentan disfrutar de la vida, entiendan que mientras m¨¢s individualistas y gregarios sean, m¨¢s infelices ser¨¢n y su vida ser¨¢ m¨¢s pobre, incompleta y gris.
En este contexto, las administraciones educativas tambi¨¦n juegan un papel importante porque son quienes articulan en las sociedades democr¨¢ticas los l¨ªmites; o mejor dicho, los derechos de todos aquellos que en el futuro constituir¨¢n y construir¨¢n la sociedad. Por ello, no pueden caer en din¨¢micas producto y reflejo de esa tendencia sectaria que simplifica y reduce la historia, la cultura, las costumbres, la ideolog¨ªa y las creencias con la intenci¨®n de imponerlas.
?ltimamente estamos observando en la escuela andaluza que la Consejer¨ªa de Desarrollo Educativo y Formaci¨®n Profesional est¨¢ utilizando una serie de instrucciones aparentemente inocuas que, apelando a supuestas cuestiones consensuadas por los andaluces como la paz, la igualdad de la mujer, la identidad andaluza o la Semana Santa, lo que realmente persiguen es manipular la realidad y los hechos, introducir mensajes ideol¨®gicamente partidistas o excluir otras ideas y creencias tan andaluzas o m¨¢s que esas.
Puede ser hasta divertido ver c¨®mo la ultraderecha reivindica, por ejemplo, la figura del Cid Campeador como s¨ªmbolo de la religi¨®n cristiana, la reconquista y la unidad de Espa?a, cuando hist¨®ricamente es totalmente falso, pero la cosa empieza a resultar menos graciosa cuando para hablar de paz en la escuela andaluza el Partido Popular introduce, acompa?ado de su partido espejo Vox, la palabra fetiche ¡°ETA¡± y firma para ello un convenio con la Fundaci¨®n Villacisneros, reconocida organizaci¨®n ultraconservadora, ultracat¨®lica y ultraliberal. ?Qui¨¦n en su sano juicio no est¨¢ en contra del terrorismo? Pero lo que est¨¢ haciendo la derecha en la escuela andaluza es aprovechar ese atrincheramiento de parte de la sociedad para alimentar el miedo y el conflicto con ideas fantasma que adem¨¢s de falsas son t¨®xicas.
Tambi¨¦n puede resultar curioso que el arco pol¨ªtico que se opuso con u?as y dientes a que en Andaluc¨ªa existiera un Estatuto de Autonom¨ªa, ahora dicte unas instrucciones para celebrar el 4 de diciembre, centradas fundamentalmente en la conmemoraci¨®n de la bandera. ?Ay, las banderas! Por cierto, una bandera que se llama arbonaida, palabra procedente del ¨¢rabe andalus¨ª, con los colores verde y blanco que significan esperanza, uni¨®n, paz y di¨¢logo, o sea integraci¨®n. Pero en el fondo, en esa instrucci¨®n lo que subyace es una idea simple, ramplona, tosca pero, sobre todo, tergiversadora. Hay que reconocer que la estrategia tiene su parte sutil o maquiav¨¦lica, seg¨²n se mire. Los andaluces y andaluzas nos identificamos con la arbonaida como parte de una identidad (no excluyente) y un sentimiento (eso s¨ª, no podemos obviar que en los balcones andaluces hay m¨¢s rojigualdas que verdiblancas. La manipulaci¨®n acaba calando); pero lo que nos proponen es una identificaci¨®n con el s¨ªmbolo; es decir con lo externo, un nacionalismo de segunda divisi¨®n, cutre y caduco.
Se olvidan a conciencia que en ese 4 de diciembre dos millones de andaluces y andaluzas salieron a la calle para protestar bajo el lema Libertad, Amnist¨ªa y Estatuto de Autonom¨ªa (ahora s¨ª vuelve a ser curioso lo de la amnist¨ªa ?No?) o que ese d¨ªa la polic¨ªa armada asesin¨® de un disparo a Manuel Jos¨¦ Garc¨ªa Caparr¨®s, un joven malague?o trabajador de la f¨¢brica de cerveza Alhambra y militante de Comisiones Obreras por el mero hecho de manifestarse. Para esa bandera que proponen y que no tienen nada que ver con lo que realmente significa, ser¨ªa mejor proponer en clase una unidad did¨¢ctica con la letra de la Milonga del moro jud¨ªo, de Jorge Drexler y detenerse un rato con el alumnado en esa parte que dice: Perdonen que no me aliste, bajo ninguna bandera, vale m¨¢s cualquier quimera, que un trozo de tela triste.
Casi igual t¨¢ctica de distracci¨®n han seguido con la instrucci¨®n sobre actividades relacionadas con la M¨²sica de Semana Santa en centros docentes andaluces. Nadie puede poner en duda que la Semana Santa forma parte del acervo cultural andaluz, tampoco que es un atractivo tur¨ªstico y, por tanto, econ¨®mico que redunda en la econom¨ªa andaluza. Pero, en primer lugar, intentan enmascarar en la instrucci¨®n, bajo la menci¨®n a la m¨²sica, otras ¡°sugerencias¡± como visitar capillas o recrear peque?os museos cofrades. En los tiempos monol¨ªticos que vivimos a nivel de pensamiento y reflexi¨®n, se hace necesario recordar, no ya que la escuela p¨²blica debe ser laica y aconfesional, sino que una cosa es la religi¨®n cat¨®lica y otra las manifestaciones culturales.
Para quienes anden perdidos puede resultar aconsejable la lectura de los pasajes que el periodista y escritor sevillano Manuel Ch¨¢vez Nogales dedic¨® a la Semana Santa sevillana, donde entre otros, nos habla del car¨¢cter humilde, rebelde y popular de la fiesta; de que los representantes de la Iglesia y el Estado son los ¡°enemigos natos¡± de la Semana Santa o esta otra m¨¢s ¨¢cida que dice que ¡°En tanto sirva para satisfacer al pueblo, subsistir¨¢ con el m¨¢ximo esplendor porque, en definitiva, al ciudadano le importa un bledo que se d¨¦ a su gula una significaci¨®n lit¨²rgica o un sentido pagano. Ocasiones para manifestarla es lo que desea. Y si la Iglesia se las proporciona ofreciendo al mismo tiempo la trascendencia teol¨®gica a su apetito, tanto mejor¡±. Ch¨¢vez dixit.
Por otra parte, no pod¨ªan dejar pasar el 8 de marzo, el D¨ªa de la Mujer, para impregnar con su sesgo ideol¨®gico un d¨ªa tan relevante para la sociedad andaluza. En la instrucci¨®n que remitieron a los centros educativos, se minimiza la lucha de las mujeres y los logros conseguidos a lo largo de la historia; se atenta contra los principios b¨¢sicos del feminismo y obvia los graves problemas de discriminaci¨®n de las mujeres en el entorno laboral y social, por poner solo unos ejemplos.
A este pseudo-adoctrinamiento de los que ostentan el poder en Andaluc¨ªa hay que unir sus pol¨ªticas privatizadoras y su visi¨®n mercantilista de la educaci¨®n. En los ¨²ltimos a?os en nuestra comunidad seguimos sin avanzar en la gratuidad de la educaci¨®n de 0 a 3 a?os, la formaci¨®n profesional se ha privatizado a un ritmo vertiginoso y las universidades privadas florecen como champi?ones con unas consecuencias fatales para las familias trabajadoras que ven c¨®mo sus hijos y sus hijas tendr¨¢n una educaci¨®n u otra, un futuro u otro, dependiendo de sus posibilidades econ¨®micas, lo que va a fomentar a¨²n m¨¢s la segregaci¨®n y las desigualdades en nuestra tierra.
No es balad¨ª lo que est¨¢ ocurriendo, forma parte de un plan urdido por quienes quieren imponer su forma de ver el mundo que, no nos olvidemos, son quienes tienen el poder econ¨®mico; es decir, una minor¨ªa. No cabe la menor duda de que, aunque vivamos tiempos complicados como sociedad, necesitamos tener planes, esperanza, proyectarnos hacia un futuro ilusionante en convivencia. Nuestras j¨®venes nos demandan un mundo diferente al que se les est¨¢ ofreciendo. Ojal¨¢ el Gobierno andaluz mire a la cultura, a la historia, a las costumbres andaluzas como un espacio com¨²n abierto donde cabemos todos y todas y para que vayan cogi¨¦ndole el regusto, unos versos del poeta malague?o Manuel Alc¨¢ntara extra¨ªdos de un poema dedicado a M¨¢laga que rezuma Andaluc¨ªa, belleza y esperanza: ¡°No se estaba ya en guerra aquel verano, mi padre me llevaba de la mano, yo estudiaba segundo de jazmines¡±.
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