Desencuentros de la izquierda y la estabilidad
Lo ocurrido es una advertencia para un gobierno en que unos tienen miedo a irritar a los que mandan y otros a frustrar a los que antes protestaban con ellos. ?Aprender¨¢n la lecci¨®n?
Espa?a ensaya gobierno de coalici¨®n. Dos partidos gobiernan juntos lo cual significa que el principio de lealtad gubernamental convive con la fidelidad al grupo o a la familia ideol¨®gica. Se trata adem¨¢s de dos siglas que se disputan una franja electoral com¨²n desde posiciones y tradiciones muy diferentes.
El PSOE, en el r¨¦gimen del 78, ha sido siempre un partido de poder. Le puede la conciencia de los l¨ªmites, que le ha llevado, a menudo, a acomodarse tanto que ha puesto en riesgo sus trazos diferenciales, vive en la palidez ideol¨®gica que viene caracterizando a la socialdemocracia desde hace tres d¨¦cadas, y tiene, eso s¨ª, probada experiencia en el uso de los mecanismos institucionales. Unidas Podemos es un aluvi¨®n de organizaciones y movimientos de distinto signo. Ni siquiera es un partido. Est¨¢ intentando ahora adaptarse a esta forma a toda prisa. Irrumpi¨® desde las movilizaciones callejeras, con mucha carga ideol¨®gica, y por tanto con refriegas doctrinarias constantes, y ha hecho el paso a la moderaci¨®n institucional a velocidad de v¨¦rtigo. Carece, por supuesto, de experiencia del poder. No se ha adaptado mal d¨®nde lo ha tocado, por ejemplo en el Ayuntamiento de Barcelona, pero el Estado es otra escala, con el agravante de que queda lejos de la calle y carece de la proximidad del poder local.
La coalici¨®n tiene morbo y todo el mundo est¨¢ atento a cualquier signo que indique el cumplimiento de la profec¨ªa
Despu¨¦s de muchos desencuentros, el enemigo com¨²n, la derecha en v¨ªa de radicalizaci¨®n, incapaz de echar una mano al PSOE, hizo posible que la izquierda cerrara una coalici¨®n de conveniencia, cuando los ¨²ltimos desencuentros humeaban todav¨ªa. Conscientes de la dificultad del empe?o han tratado de blindar su alianza con protocolos de relaci¨®n. No es raro que surjan discrepancias entre grupos que proceden de culturas tan diversas. Los socialistas y su vecindario de izquierdas siempre han ido a la gre?a. La democracia se libra en el terreno de la palabra. No deber¨ªa ser motivo de esc¨¢ndalo que se produzcan diferencias y desacuerdos, siempre que se tenga la cintura necesaria para encauzarlos. Pero, la coalici¨®n tiene morbo y todo el mundo est¨¢ atento a cualquier signo que indique el cumplimiento de la profec¨ªa: ¡°No tardar¨¢n en pelearse¡±. Por supuesto, una derecha en horas bajas, con pocos motivos para el regocijo, est¨¢ dispuesta a retratarse montando un cirio ante cada pelea intergubernamental.
El poder es piramidal. La ciudadan¨ªa mira a la c¨²spide y busca en ella una sola cara (la proyecci¨®n de lo teol¨®gico en la pol¨ªtica es alargada) y si la ve desfigurada o si percibe m¨¢s de un rostro se desconcierta. Las diferencias dentro de un gobierno no tienen premio, porque se interpretan como un signo de ineficiencia y bloqueo. En la sociedad de la comunicaci¨®n en que todo se condiciona al momento del mensaje, los riesgos se multiplican. De modo que la obsesi¨®n comunicativa (era una exigencia aprobar una ley de libertad sexual antes de las movilizaciones del 8 de marzo) y la inexperiencia t¨¦cnica (una ley se mueve en complicados marcos referenciales) han hecho que el primer conflicto entre PSOE y Unidas Podemos haya sido en un territorio en el que parec¨ªan que pod¨ªan encontrarse f¨¢cilmente. Y deja el procedimiento parlamentario de aprobaci¨®n de la ley sembrado de sospechas y suspicacias. ?Qu¨¦ era lo importante: hacer una buena ley o que el consejo de ministros la aprobara antes del domingo? El sentido de la oportunidad ¡ªcaptar el momento adecuado¡ª que es la virtud del buen pol¨ªtico se confunde a menudo con el principio de frivolidad de priorizar el impacto medi¨¢tico.
Hay hartazgo de la confrontaci¨®n. La ciudadan¨ªa quiere calma y soluciones pol¨ªticas
Dicen que el desencuentro deja heridas personales en el Consejo de Ministros, mal asunto porque acostumbran a llevar la carga del rencor y del resentimiento. Lo ocurrido es una advertencia para un gobierno en que unos tienen miedo a irritar a los que mandan y otros a frustrar a los que antes protestaban con ellos. ?Aprender¨¢n la lecci¨®n? Vivimos en unas circunstancias en que hay hartazgo de la confrontaci¨®n. La ciudadan¨ªa quiere calma y soluciones pol¨ªticas. Y el principal capital del que dispone este gobierno es haber querido demostrar que gente distinta puede entenderse y juntarse a trabajar para que las cosas vayan mejor.
Preservar esta imagen es fundamental para la estabilidad que necesita el gobierno y desea gran parte del pa¨ªs, en un momento en que la derecha vive instalada en la pelea, el conflicto catal¨¢n requiere ambici¨®n y el coronavirus sigue sembrando el p¨¢nico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.