Mujeres, capitalismo y pobreza
Representan el grueso de personas que cobran menos de 1.000 euros al mes en Catalu?a: son 7 de cada 10
El capitalismo sin regulaci¨®n perjudica a las mujeres. Es lo que intentan demostrar investigadoras como Kristen Ghodsee que analizan como la desregulaci¨®n en las econom¨ªas capitalistas castiga en mayor medida a las mujeres, y m¨¢s a las m¨¢s pobres. Las que est¨¢n en la c¨²spide de la distribuci¨®n de la renta, sufren menos. Pero cuando entran en juego factores como la clase social o el origen ¨¦tnico, las mujeres necesitan pol¨ªticas de redistribuci¨®n y protecci¨®n para no sufrir las formas m¨¢s crudas de discriminaci¨®n.
Este 8 de marzo las calles volver¨¢n a inundarse por una marea violeta que nos recordar¨¢ los problemas que enfrentan los colectivos de mujeres m¨¢s vulnerables pero tambi¨¦n las pol¨ªticas que deber¨ªamos estar desplegando para protegerlas. Las mujeres representan el grueso de personas que cobran menos de 1.000 euros al mes en Catalu?a: son 7 de cada 10. La mayor¨ªa trabaja en los sectores peor remunerados. El 84% son camareras, dependientas, administrativas o trabajan en el servicio dom¨¦stico. La inmensa mayor¨ªa de empleadas del hogar y cuidadoras son mujeres, muchas inmigrantes, que trabajan sin cotizar a la seguridad social y por sueldos que a veces no superan los 343 euros.
Desconocemos cu¨¢ntas son. En noviembre pasado, el Sistema de Seguridad Social de Empleadas del Hogar en Catalu?a hab¨ªa contabilizado un poco m¨¢s de 60.000 pero podr¨ªan ser unas 200.000 porque la mayor¨ªa permanece en la econom¨ªa sumergida. Por estas mujeres estamos haciendo muy poco. A pesar de que la Inspecci¨®n del Trabajo en Catalu?a tiene casi plenas competencias, en las ¨²ltimas Memorias no consta que se haya solicitado una sola vez a los juzgados sociales la autorizaci¨®n previa para entrar a un domicilio en los casos de empleadas del hogar. Las hemos dejado en un total abandono.
No sabemos tampoco cu¨¢l es el n¨²mero de mujeres que duermen en la calle. Es un colectivo que ha ido creciendo pero no se han creado recursos espec¨ªficos para atenderlas. Son mujeres que prefieren dormir al raso por el miedo y la falta de intimidad que representan unos albergues que est¨¢n pensados para hombres. Terminan en la calle por la imposibilidad de acceder a una vivienda, por la violencia de g¨¦nero y un mercado laboral que las excluye.
Otras mujeres que enfrentan una extrema precariedad son las que est¨¢n solas a cargo del hogar. Un 43% de las familias monomarentales vive en Catalu?a bajo el umbral de la pobreza. Mujeres que enfrentan inestabilidad laboral, que viven con sus hijos e hijas realojadas en habitaciones o en infraviviendas. La tasa de pobreza infantil en estos hogares se alza al 52%.
El patriarcado no es un hecho inexorable. Linda Williams y ?ngela Davis han estudiado como la esclavitud en los Estados Unidos, en su total deshumanizaci¨®n, termin¨® igualando la situaci¨®n de hombres y mujeres. Cuando la poblaci¨®n afroamericana consigui¨® liberarse, ellas se relacionaban en t¨¦rminos de igualdad con sus compa?eros. Esto favoreci¨® que las mujeres negras abrieran el camino al feminismo en los a?os 20 reivindicando a trav¨¦s de su m¨²sica el derecho a disfrutar del sexo y la igualdad en todos los sentidos. No hablamos nunca de esto porque, as¨ª como la historia la protagonizan los hombres, tambi¨¦n se da mucho m¨¢s valor a lo que hacen las mujeres de clases m¨¢s altas, blancas, que fueron las que protagonizaron la revoluci¨®n sexual de los 60. Est¨¢ en nuestras manos combatir los efectos del capitalismo sin regulaci¨®n en la vida de las mujeres no solo poniendo el foco este 8 de marzo en la desigualdad entre hombres y mujeres sino en aquellas que sufren las formas m¨¢s intensas de discriminaci¨®n y que son las grandes olvidadas.
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