Lo que viene no ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil
El confinamiento ha impedido el temido colapso del sistema sanitario, pero las pr¨®ximas fases ser¨¢n dif¨ªciles de gestionar: hay a¨²n muchas inc¨®gnitas sobre el virus y la guerra partidista tampoco ayuda
Fosas comunes en la ciudad de Nueva York para enterrar a los muertos que nadie reclama. Largos tr¨¢ilers refrigerados aparcados en las entradas de los hospitales para engullir los cad¨¢veres que ya no caben en las morgues. Este virus que lleg¨® de repente nos ha transportado en apenas cien d¨ªas a un mundo que antes nos hubiera parecido una distop¨ªa improbable. Si eso ha ocurrido en el coraz¨®n del primer¨ªsimo mundo, ?qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando el virus penetre en las depauperadas favelas brasile?as o en las sobrepobladas megal¨®polis indias y africanas?
Llevamos ya un mes confinados en una Barcelona desconocida, silenciosa, sumida en una par¨¢lisis sobrecogedora. Millones de personas en un par¨¦ntesis vital del que no sabemos cu¨¢ndo ni c¨®mo vamos a salir. Y sin embargo esta puede ser la fase m¨¢s f¨¢cil. Basta con cumplir la regla. Quedarse en casa. Las que vienen, en cambio, van a ser mucho m¨¢s dif¨ªciles de gestionar. Individual y pol¨ªticamente.
En alg¨²n momento tendremos que salir de nuevo a trabajar, reanudar servicios, en un desconfinamiento controlado que no puede tardar mucho si no queremos que a la emergencia sanitaria le suceda una emergencia econ¨®mica y social catastr¨®fica. Pero cuando demos el primer paso, el virus, como el dinosaurio de Monterroso, seguir¨¢ ah¨ª. Temblaremos con la posibilidad de un rebrote y de hecho, ese es un escenario muy plausible. Hay expertos que hablan incluso de sucesivas oleadas.
Saldremos a la calle con aprensi¨®n, con el miedo al contagio derramando fr¨ªo en nuestras espaldas cada vez que nos crucemos con alguien que tose o tengamos que cogernos a la barra del metro. El coronavirus ya no es una amenaza remota que puede llegar. Ahora lo tenemos entre nosotros y sabemos lo peligroso que es. Hemos visto las UCI repletas de pacientes atados a un respirador y aparcamientos llenos de ata¨²des. Muchos hemos visto marchar a gente querida sin poderles dar una ¨²ltima caricia de despedida. Sus cenizas esperan en alg¨²n lugar que tampoco conocemos a que podamos darles alg¨²n d¨ªa la despedida que merecen. Hemos contado los muertos cada d¨ªa, esperando que la curva alcanzara ese ansiado punto de inflexi¨®n.
Sabemos que el virus desencadena en el organismo una reacci¨®n inflamatoria que no solo afecta a los pulmones, sino a otros ¨®rganos como el coraz¨®n o el ri?¨®n, y cuando eso se produce, la mortalidad es muy alta. Y sabemos, sobre todo, que el virus tiene una transmisi¨®n silenciosa, que se contagia antes de que aparezcan los s¨ªntomas y eso hace que el control de contactos de las personas contagiadas que se hace ahora siempre llegue tarde.
Pero m¨¢s inquietante es a¨²n lo que no sabemos. Por ejemplo, no sabemos si la infecci¨®n produce inmunidad total, o si es parcial, si se comportar¨¢ como un virus estacional, como la gripe, o estar¨¢ siempre rondando con su guada?a, y no sabemos si, como el sida, es tambi¨¦n capaz de agazaparse en el organismo y reactivarse m¨¢s adelante. Corea del Sur ha informado de que han vuelto a dar positivo 91 pacientes de los m¨¢s de 7.000 ya recuperados y dados de alta, que hab¨ªan dado negativo en una prueba PCR, la m¨¢s fiable. Todav¨ªa no se sabe si se han infectado de nuevo, lo que significar¨ªa que no han desarrollado inmunidad, o si el virus se ha reactivado en su organismo, lo que significar¨ªa que puede esconderse en un reservorio indetectable. La OMS estudia estas inc¨®gnitas, de las que depende la evoluci¨®n de la pandemia.
En nuestro caso, el confinamiento ha evitado lo peor, el temido colapso del sistema sanitario. Pese a que algunos estudios le hab¨ªan puesto incluso fecha, los hospitales han llegado al l¨ªmite de su capacidad pero no a una situaci¨®n de colapso en la que no pudieran recibir m¨¢s pacientes, como ha indicado la consejera de Salud, Alba Verg¨¦s. Y eso se ha logrado gracias a la rapidez con la que los gestores sanitarios han reconvertido espacios y camas para atender a los enfermos cr¨ªticos. Hemos visto pasillos atiborrados de pacientes, el 061 ha estado lejos de ofrecer la respuesta r¨¢pida que requer¨ªan quienes ten¨ªan los primeros s¨ªntomas en casa, pero el sistema ha resistido y no tenemos noticias de pacientes que se hayan quedado sin atender.
De haber sido as¨ª, cabe suponer que se hubiera hecho uso de las ambulancias, helic¨®pteros y trenes medicalizados preparados para trasladar enfermo a comunidades vecinas con menos presi¨®n, Arag¨®n por ejemplo. Como hicieron las autoridades francesas ante el colapso de los servicios en Colmar, trasladando enfermos a otras partes de Francia, e incluso a Suiza y Alemania. Si alg¨²n d¨ªa nos enter¨¢ramos que han quedado pacientes sin atender o mal atendidos, tendr¨¢n que explicar por qu¨¦ no se han trasladado. Ser¨ªa terrible enterarnos de que alg¨²n prurito nacionalista ha impedido pedir ayuda.
Es previsible que la presi¨®n sobre los servicios sanitarios vaya disminuyendo, siempre que no haya un rebrote, pero todav¨ªa quedan semanas dif¨ªciles y despu¨¦s vendr¨¢ otra fase complicada: reprogramar toda la cirug¨ªa y todas las visitas suspendidas al resto de enfermos, cuyo estado puede empeorar si no reciben la atenci¨®n que necesitan.
Mientras tanto, la utilizaci¨®n partidista de la pandemia por parte del Gobierno catal¨¢n, lejos de amainar, se recrudece. El presidente Quim Torra y la portavoz Meritxell Bud¨® utilizan la comparecencia diaria ante la prensa para criticar y desgastar al Gobierno central y cuestionar la validez de las decisiones que se toman. A veces de forma sonrojante. Primero marcaron diferencias respecto del confinamiento, y ahora las marcan respecto del desconfinamiento. Su relato es monocorde: ellos lo har¨ªan todo mejor. Tampoco han dudado en utilizar a expertos afines pol¨ªticamente para socavar la autoridad de los organismos p¨²blicos que se ocupan de la vigilancia epidemiol¨®gica, incluida la direcci¨®n general de Salud P¨²blica de la propia Generalitat. Lo que ha provocado que, ahora mismo el Departamento de Salud est¨¦ en llamas.
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