De la moderaci¨®n al maximalismo
En el espacio pol¨ªtico anta?o ocupado por CiU han emergido figuras que difunden rabia y sectarismo y tratan de arrastrar al PDeCAT y ERC a la intransigencia

En pol¨ªtica el vac¨ªo no existe pero eso no implica necesariamente que si desaparece un partido moderado, por ejemplo, el espacio que ocupaba vaya a ser llenado por otro igualmente moderado. Eso es lo que est¨¢ ocurriendo en Catalu?a tras la voladura de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica y, de rebote, de su alianza con Uni¨® Democr¨¤tica, la coalici¨®n CiU. Donde durante a?os imperaron la moderaci¨®n y el gradualismo ahora priman la intransigencia y el maximalismo.
La trayectoria de CiU hasta 2012 puede gustar m¨¢s o menos, incluso puede considerarse negativa, pero se caracteriz¨® por una permanente apuesta por la moderaci¨®n y la negociaci¨®n. All¨ª donde Miquel Roca, Joaquim Molins, Xavier Trias y Josep Antoni Duran Lleida se prodigaron como incansables negociadores durante d¨¦cadas hay ahora un conglomerado incapaz de algo tan sensato como apoyar en el Congreso de los Diputados la declaraci¨®n del estado de alarma para afrontar una epidemia que a d¨ªa de ayer se hab¨ªa cobrado 27.104 vidas en Espa?a, 5.692 de ellas en Catalu?a.
La moderaci¨®n que se echa ahora en falta en la pr¨¢ctica del PDeCAT y de Junts per Catalunya no es la relativa al programa, sino a la actitud en la relaci¨®n con las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas. Un partido puede tener en su programa objetivos que otros pueden considerar totalmente inaceptables, incluso radicales o extremos, y puede que lo sean. De hecho, es lo que sucede con el independentismo, aunque no solo con ¨¦l. Pero d¨¦cadas de experiencia reciente acreditan que eso no debiera impedir que pueda alcanzar acuerdos sobre muchos asuntos si el programa va acompa?ado de una actitud constructiva, negociadora, moderada. Esta actitud es lo que los sucesores de Converg¨¨ncia no han heredado.
Sus motivos tienen para estar enfadados con el mundo, y en particular con el mundo espa?ol, puede pensarse, si se tiene en cuenta la situaci¨®n dom¨¦stica de los hu¨¦rfanos del universo pujolista en este momento. O incluso enojados con ellos mismos, pues algunos de sus males principales, los que han llevado a la autodisoluci¨®n del partido, son enteramente end¨®genos. La semana en que los diputados de JxCat se opusieron a la tercera pr¨®rroga del estado de alarma coincidi¨® con la ratificaci¨®n por la Audiencia Nacional de las condenas de c¨¢rcel por la financiaci¨®n ilegal de Converg¨¨ncia a trav¨¦s del Palau de la M¨²sica durante los a?os de gobierno de Jordi Pujol. Se est¨¢ a la espera del desenlace del juicio por la llamada trama del 3%, tambi¨¦n por financiaci¨®n ilegal del partido en la etapa de Artur Mas. Y en cualquier momento puede caer sobre el presidente de la Generalitat, Quim Torra, la ratificaci¨®n de una sentencia de inhabilitaci¨®n que, llegado el caso, debe provocar la ca¨ªda de su gobierno. Su antecesor, Carles Puigdemont, sigue refugiado en Bruselas, ahora en condici¨®n de eurodiputado, pero perseguido por el mismo tribunal que ha condenado y encarcelado a casi todo el anterior Gobierno catal¨¢n por la frustrada declaraci¨®n de independencia de 2017.
Con este abrasador panorama de fondo, es bastante l¨®gico que en el universo pol¨ªtico de la derecha independentista abunden los sentimientos negativos. Para ellos cuenta poco, o nada, que su adversa situaci¨®n actual sea fruto, en primer lugar, de sus propios errores y desvar¨ªos pol¨ªticos. Entre lo que ha emergido de los restos del centrismo catalanista se cuenta un maximalismo nacionalista en el que medran figuras que, sobre todo a trav¨¦s de las redes sociales y algunos medios digitales, difunden rabia, sectarismo, odio al adversario pol¨ªtico, etnicismo y xenofobia. Un ejemplo reciente es la campa?a contra el escritor Javier Cercas. Pero es lo mismo que viene padeciendo Joan Coscubiela desde 2017, y tantos otros a quienes los nuevos agitadores de esta nueva derecha independentista se?alan como culpables de la inviabilidad de su enso?aci¨®n.
La expansi¨®n de estos elementos en el espacio pol¨ªtico del pujolismo obstaculiza la recuperaci¨®n del pactismo que anta?o lo caracterizaba, envenena el clima pol¨ªtico y dificulta la cicatrizaci¨®n de las heridas por las que el nacionalismo catal¨¢n sangra desde 2010. Se han convertido en un lastre para Esquerra Republicana, el otro partido del Gobierno de la Generalitat. Los republicanos promueven una desinflamaci¨®n pol¨ªtica con el objetivo, precisamente, de abrir negociaciones con el Gobierno de Espa?a sobre el autogobierno, pero se hallan prisioneros de la alianza con un PDeCAT y JxCat dominados por los maximalistas, que torpedean todos sus esfuerzos, los acusan de traici¨®n y en ocasiones los arrastran a sus posiciones. Cada d¨ªa les resulta m¨¢s inc¨®moda, pero no tienen alternativa para ella en la presente correlaci¨®n de fuerzas parlamentaria.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.