Duelo, llanto y rabia por Mars¨¦
Palos hist¨®ricos y sociol¨®gicos entre opinadores sobre el valor de su obra en Catalu?a, mientras se anuncia su primera traducci¨®n al catal¨¢n
Duelo rabioso soterrado entre opinadores de obediencia catalana en la muerte de Mars¨¦. M¨¢s doliente en verdad que entre los de obediencia espa?ola aqu¨ª y all¨¢, que en general han sido bastante rutinarios en sus ¨®bitos. Entre los de expresi¨®n catalana, el m¨¢s interesante en su duelo, llanto y rabia por Mars¨¦ ha sido Juli¨¤ de J¨°dar (Badalona, 1942), diez a?os menor que el difunto, en un art¨ªculo en Vilaweb. J¨°dar es autor de una obra que puede y debe ser le¨ªda como contrapunto a la de Mars¨¦. Levanta un muy diferente Pijoaparte (aquel Manolo Reyes de nombre), su alter ego a momentos, Gabriel Caballero, protagonista de la brechtiana trilog¨ªa badalonesa L¡¯atzar i les ombres (1997-2005) y de la socarrona El desertor en el camp de batalla (2013), obras sin traducci¨®n espa?ola para desdicha de hipot¨¦ticos lectores. Gabriel por Gabriel Ferrater y Caballero por la resonancia hisp¨¢nica que quieran ustedes darle. Otras voces de este duelo rabioso han escrito no porque hayan le¨ªdo a fondo a Mars¨¦, que no lo han hecho ni se dir¨ªa que vayan a hacerlo alg¨²n d¨ªa m¨¢s all¨¢ de la consabida historia pijoapartiana. Sino por lo que Mars¨¦ no ha sido, por el escritor de expresi¨®n catalana que no fue. Los, y las, he le¨ªdo as¨ª: lloramos lo que no fue; y aprovechamos para dar unos cuantos palos hist¨®rico-sociol¨®gicos. La literatura, qu¨¦ importa en realidad. Estamos aqu¨ª para cantar glorias nacionales.
Otras voces han escrito no porque hayan le¨ªdo a fondo a Mars¨¦, sino por lo que no ha sido, por el escritor de expresi¨®n catalana que no fue
Traduzco: ¡°No negar¨¦ que las posiciones civiles y culturales de Mars¨¦, f¨¢cilmente asimiladas por el unionismo m¨¢s recalcitrante, deben haber contribuido a sostener la visi¨®n sole-turista [por Sol¨¦-Tura y su noci¨®n del nacionalismo catal¨¢n de ra¨ªz exclusiva burguesa] de una sociedad barcelonesa escindida groseramente¡±, escribe J¨°dar. Pero, a?ade, y as¨ª titula su art¨ªculo, ¡®Hay otro Mars¨¦¡±. Que nadie m¨¢s que ¨¦l ha subrayado estos d¨ªas y que en elipsis es respuesta a otros opinadores: ¡°un Mars¨¦ alternativo y perspicaz: el creador de Vargas, el charnego solidario del relato El fantasma del cine Roxy¡±. Subraya ¡®solidario¡¯ por su rareza en esto, la relaci¨®n del emigrante con los catalanes que lo acogen, le dan trabajo y le ense?an su lengua mal que bien. J¨°dar siente cerca a Mars¨¦ pero le duele ¡°la desnaturalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica a que somete a las clases populares catalanas, no porque haga hablar a chavas de Gracia y el Guinard¨® en castellano, sino por el uso deliberado de palabras de la tribu ¨Cmastresa, carota, etc¨¦tera¡ªpara caracterizar a gente marginal o vencida.¡±
Los opinantes de expresi¨®n espa?ola no han necesitado en cambio ni el llanto ni el duelo para cantar las correspondientes glorias nacionales: a partir de rememorar solo sus ¨¦xitos m¨¢s antiguos. O sea que ya estamos todos en el baile, este baile, Mars¨¦. No quer¨ªas caldo, pues tres tazas.
Tal vez superlativo es advertir que en verdad los indepes le aman, los y las titulares de las m¨¢s briosas columnas, aunque no se lo dijeran hasta ahora, aunque no lo miraran ni leyeran. Amor a la contra, claro. Porque, vaya, bien que les mortific¨® con el Foro Babel y cosas as¨ª.
Obligado igual es constatar que no siempre le han amado los briosos ¨ªdem de columnas espa?olas y hasta puede que los m¨¢s viejos no lo acepten a¨²n, escritor de catalanadas y otras verg¨¹enzas de la gloria de Espa?a. Siempre el caldo viene en tres tazas. Si le quisieran tanto como dicen en los obituarios, digo yo que le habr¨ªan le¨ªdo hasta el final, hasta su ¨²ltima y en¨¦rgica novela, de hace solo cuatro a?os, que public¨® a los 82.
Vuelvo a los indepes, tiene mayor sustancia incluso. Ese amor es muy de posguerra, la verdad, lo sepan o no los y las j¨®venes guerreantes del ramo ante tu tumba: amor-odio, celos el uno del otro. He conocido parejas unidas as¨ª hasta la muerte y el m¨¢s all¨¢. Mecanismos dignos del ?ngel de la historia, del Angelus Novus de Walter Benjamin al que Mars¨¦ apela para contar Caligraf¨ªa de los sue?os (2011), su obra tal vez m¨¢xima, que public¨® a los 78, muy poco comentada, ni ahora citada. Es el Mars¨¦ de la gran met¨¢fora que inicia la novela: las v¨ªas muertas. Las v¨ªas en la calzada de un tranv¨ªa que ya no funciona pero que los vecinos pueden llegar a temer igual, paralizados, porque el pasado es un fantasma, un recuerdo que sigue dando ramalazos de miedo sin parar.
Se anuncia para primeros de oto?o su primera traducci¨®n al catal¨¢n, la de la ¨²ltima y casi no comentada novela, Aquesta puta tan distingida (Club Editor), sobre la memoria colectiva. Veremos entonces c¨®mo sigue por aqu¨ª el baile de llanto, duelo y rabia por Mars¨¦.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y cr¨ªtica cultural.
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