Suspiros de bilateralidad
Hace meses, y con mayor ah¨ªnco desde su ausencia en la conferencia de presidentes, que Quim Torra clama por una reuni¨®n bilateral con Pedro S¨¢nchez pero no tiene forma de concretarla
Clinc-clinc, clinc-clinc. Noche del domingo 4 de febrero de 1980, Palacio de la Generalitat. Josep Tarradellas preside la cena de recibimiento a Jes¨²s Sancho Rof. El ministro de Obras P¨²blicas y Urbanismo visita Catalu?a por primera vez tras diez meses en el cargo. El presidente est¨¢ molesto por la demora, por las migradas inversiones y por la ausencia de pol¨ªtica respecto al trasvase de agua del Ebro al campo de Tarragona. La visita, ha expresado, promete ser ¡°interesante a la par que preocupante¡±.
En la cena les acompa?an el consejero del ramo, Llu¨ªs Armet, y media docena de altos cargos de ambas administraciones. Clinc-clinc, clinc-clinc. Puesto que el anfitri¨®n no media palabra, los comensales permanecen mudos. Concierto de tenedores y cuchillos con la porcelana. Primer plato. Clinc-clinc. Segundo plato. Clinc-clinc. Acabado el postre, Tarradellas se levanta. Su figura, metro ochenta largo, se proyecta sobre su invitado. ¡°Bienvenido a Catalu?a, se?or ministro¡± y, teatral, se va.
Pujol trat¨® siempre de situar a Catalu?a como una suerte de ¡®primus inter pares¡¯ respecto a los dem¨¢s territorios
Armet, 40 a?os despu¨¦s, todav¨ªa se ve recibiendo en el aeropuerto del Prat ¡ªcomo era preceptivo en el Gobierno Tarradellas¡ª al ministro, anticip¨¢ndole el enojo del presidente. Durante la cena, recuerda, ¡°la violencia del silencio era brutal¡±. El episodio, que no mera an¨¦cdota, formaba parte de la modulaci¨®n de la relaci¨®n bilateral que el entonces mandatario catal¨¢n se esforzaba en mantener con el Gobierno de Espa?a. El momento era complejo. Adolfo Su¨¢rez se hac¨ªa el remol¨®n con el traspaso de competencias preestatutarias a las puertas de las primeras elecciones al Parlamento de Catalu?a.
Entre 1977 y 1980, no sin dificultades, los gobiernos catal¨¢n y espa?ol mantuvieron una relaci¨®n bilateral, de t¨² a t¨², bajo la concepci¨®n tarradellista de que la Generalitat era Estado, el Estado en Catalu?a, y que, aunque no tuviese las competencias transferidas, deb¨ªa ser informada, consultada y escuchada, y que bajo ninguna premisa su presidente y Gobierno deb¨ªan quedar al margen de la toma de decisiones de todo aquello que estuviese bajo su manto.
Con el triunfo de Jordi Pujol y durante sus m¨¢s de dos d¨¦cadas liderando Catalu?a, esa idea cambi¨®. La Generalitat dej¨® de concebirse como parte del Estado para situarse a menudo frente a ¨¦l. La arquitectura de Espa?a tambi¨¦n se cerraba. Catalu?a dejaba de verse como la promotora del autonomismo para ser una autonom¨ªa m¨¢s.
Sin embargo, Pujol trat¨® siempre ¡ªpor derroteros completamente diferentes a los de Tarradellas¡ª de situar a Catalu?a como una suerte de primus inter pares respecto a los dem¨¢s territorios. En ocasiones con cierto ¨¦xito en cuanto a obtenci¨®n de competencias e inversiones, en otras tantas como mera representaci¨®n para proyectar y mantener el denominado ¡°fet diferencial¡±.
La bilateralidad del primer modelo funcion¨® gracias a la auctoritas del anciano presidente, la del segundo en gran medida debido al h¨¢bil grupo parlamentario de Converg¨¨ncia i Uni¨® ¡ªy a la necesidad de ¨¦l¡ª en Cortes. Sin lo uno o lo otro, mantener una relaci¨®n de t¨² a t¨² en el marco auton¨®mico estatal no es posible.
Cuando la propuesta se reitera en demas¨ªa, la imagen se invierte y la voz demandante no se hace escuchar
En esta situaci¨®n se encuentra hoy precisamente el Gobierno de la Generalitat. Hace meses, y con mayor ah¨ªnco desde su ausencia en la conferencia de presidentes de San Mill¨¢n de la Cogolla, que el presidente Quim Torra clama por una reuni¨®n bilateral con Pedro S¨¢nchez pero no tiene forma de concretarla. Cuando el lehendakari consigue ciertas prerrogativas para Euskadi lo hace porque parte del factor diferenciador del concierto vasco, s¨ª, pero tambi¨¦n porque tiene un equipo de cocineros que le preparan los platos ¡ªpor ejemplo, Pedro Azpiazu, diputado en Cortes 2000-2016, ahora consejero de Hacienda y Econom¨ªa y negociador de la senda de d¨¦ficit que abri¨® la puerta del monasterio de Yuso a ??igo Urkullu¡ª.
Por bilaterales que sean las relaciones intergubernamentales, incluso cuando son en clave federal, el ejecutivo central suele tener m¨¢s herramientas para implementar sus designios. Precisamente por ello en estas circunstancias hay que saber d¨®nde pisar. Las dos primeras ocasiones en que uno pide una reuni¨®n de t¨² a t¨² y no se la conceden puede conseguir cierta empat¨ªa (?c¨®mo son los de Madrid!). Sin embargo, cuando la propuesta se reitera en demas¨ªa, la imagen se invierte y aquello que se evidencia es que la voz demandante no se hace escuchar, que no hay grupo, ni auctoritas. Y entonces a la ciudadan¨ªa, incluso la de las propias filas, le embarga una enorme sensaci¨®n de desamparo. Clinc-clinc. Suspiros (de Catalu?a).
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