El d¨¦ficit de legitimidad
Fundamentar la causa independentista sin dividir a la sociedad, como defend¨ªa Artur Mas, supone asumir la v¨ªa eslovena, que supone tener m¨¢s del 50% del censo, no de los votantes
A medida que se acerca la desconocida fecha de las cada vez m¨¢s apremiantes elecciones catalanas, crece la curiosidad por saber c¨®mo va a articular el partido de Puigdemont ese nuevo artefacto llamado ¡°confrontaci¨®n inteligente¡±, y por supuesto crece tambi¨¦n la curiosidad por saber qu¨¦ parte del voto soberanista se llevar¨¢ el independentismo de combate frente a la panoplia de opciones independentistas pragm¨¢ticas que se vislumbra en el horizonte.
La apuesta por una confrontaci¨®n ¡°inteligente¡± con el Estado sugiere que puede existir tambi¨¦n una confrontaci¨®n no inteligente; lo que no queda claro es si el choque de trenes de 2017 pertenece a la primera categor¨ªa o a la segunda. Fuese o no inteligente, lo cierto es que el enfrentamiento de hace tres a?os evidenci¨® un error estrat¨¦gico fundamental: la falta de conciencia del d¨¦ficit de legitimidad que arrastraba el independentismo desde que perdi¨® las elecciones plebiscitarias del 27 de septiembre de 2015. Sin miedo a que le tilden de botifler, traidor o cosas peores, esa es la tesis que expone Jordi Mu?oz en Principi de realitat, sin duda uno de los an¨¢lisis m¨¢s brillantes sobre el proceso catal¨¢n, a pesar de la manifiesta parcialidad del autor, que confiesa sin ambages que su libro est¨¢ escrito ¡°desde el soberanismo¡±.
Mu?oz recuerda que el independentismo, en Catalu?a, nunca ha superado el 50% de los votos. No lo logr¨® en las plebiscitarias de 2015, no lo logr¨® en las generales de 2015 ni en la repetici¨®n de 2016, no lo logr¨® en las dram¨¢ticas elecciones de diciembre de 2017, no lo logr¨® en las dos generales de 2019, ni en las municipales del mismo a?o, ni en las europeas. Es decir, no lo ha logrado en ninguna de las ocho ¨²ltimas elecciones.
Pedir al independentismo un espacio de decisi¨®n compartido de forma amplia requiere criterios exigentes
Para Mu?oz, superar la barrera del 50% es una condici¨®n absolutamente necesaria para construir un poder pol¨ªtico alternativo con suficiente legitimidad interna y externa. La tesis es cristalina pero merece un reproche, que es la fijaci¨®n en el 50% de los votos emitidos. Si estamos pidiendo al independentismo ¡ªcomo quiere Mu?oz¡ª que genere un espacio de decisi¨®n ampliamente compartido y reconocido, es posible plantearse criterios m¨¢s exigentes. En este sentido, y sin que sirva de precedente, hay que reconocer que el presidente Quim Torra llevaba parte de raz¨®n cuando hace dos a?os, durante la presentaci¨®n del Consell per la Rep¨²blica, apel¨® a la ¡°v¨ªa eslovena¡±. No nos referimos por supuesto a la conveniencia de desencadenar una guerra ni de registrar, aunque sea peque?o, un cierto n¨²mero de v¨ªctimas mortales. Nos referimos a fundamentar la causa independentista en lo que Artur Mas llam¨® hace a?os ¡°mayor¨ªas cualificadas o reforzadas¡±, que en aquel entonces seg¨²n ¨¦l eran las ¨²nicas que pod¨ªan dar al independentismo ¡°toda la legitimidad y la fuerza necesarias¡±, al tiempo que permit¨ªan evitar ¡°dividir a la sociedad en dos mitades, con el riesgo de fractura social que eso comporta¡±.
Seg¨²n la ley eslovena que regul¨® el refer¨¦ndum del 23 de diciembre de 1990, el umbral de aprobaci¨®n era el 50% del censo electoral, no de los votantes. Con el 90% de participaci¨®n y el 95% de votos afirmativos, la cuesti¨®n es que la independencia eslovena fue aprobada por el 86% del censo. Con un censo de 5,6 millones de personas, aplicar la v¨ªa eslovena en Catalu?a supondr¨ªa que el independentismo lograra al menos 2,8 millones de votos, y para emularla del todo ser¨ªan necesarios 4,8 millones.
Las pr¨®ximas elecciones van adquiriendo el aire de un plebiscito que ya no ser¨¢ entre independencia s¨ª o no
El list¨®n m¨¢ximo del voto independentista se fij¨® en diciembre de 2017 con 2.079.340 papeletas. En ninguna de las cuatro elecciones posteriores se ha logrado igualar esa cifra. Ahora podr¨ªamos preguntarnos si el conjunto del independentismo lograr¨¢ no ya igualar sino superar esa cifra para acercarse a los 2,8 millones de la v¨ªa eslovena. Pero es posible que hablar del independentismo en conjunto ya no tenga mucho sentido. Las pr¨®ximas elecciones van adquiriendo el aire de un plebiscito que ya no ser¨¢ entre independencia s¨ª e independencia no sino m¨¢s bien entre la confrontaci¨®n que postula el partido de Puigdemont (y que previsiblemente secundar¨¢ la CUP) y cualquier otra estrategia pol¨ªtica. En este sentido, no hay que ser un analista muy conspicuo para predecir que Junts perder¨¢ la apuesta. Si a los movimientos presuntamente unitarios de 2017 ya les falt¨® legitimidad, el renovado unilateralismo de Junts lo tiene crudo, incluso en el supuesto de que en la photo finish se repita la historia de 2017 y Puigdemont avance a Junqueras en el ¨²ltimo suspiro del recuento.
Albert Branchadell es profesor en la Facultad de Traducci¨®n e Interpretaci¨®n de la UAB.
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