El pelotazo que frustr¨® a un aspirante a polic¨ªa
Carlos Prieto, que perdi¨® el bazo por un disparo de Mossos en la huelga de 2012, reclama a Interior una indemnizaci¨®n
A Carlos Prieto se le pasaron las ganas de ser polic¨ªa. Hubo un tiempo en que fue la ilusi¨®n de su vida. Oposit¨® para mosso d¡¯esquadra y para guardia urbano. Se qued¨® a las puertas, pero no se rindi¨®. Ahora no podr¨ªa ni intentarlo. Siente aversi¨®n hacia el uniforme. Y le falta un ¨®rgano. La noche del 29 de marzo de 2012, huelga general, Prieto recibi¨® el impacto de una pelota de goma de los Mossos d¡¯Esquadra que le destroz¨® el bazo. M¨¢s de 20 agentes fueron investigados, ninguno condenado: como ocurre con frecuencia, no pudo saberse qui¨¦n dispar¨®. Con una sentencia en la mano que acredita lo ocurrido, Prieto reclama ahora una compensaci¨®n econ¨®mica (m¨¢s de 40.000 euros) que no llega, como tampoco llega una disculpa del Departamento de Interior.
Prieto sabe que ha pagado el precio del anonimato: no ha ondeado ninguna bandera, no se ha dejado arropar por ning¨²n colectivo, no ha abrazado ninguna causa. Su incidente ocurri¨® entre dos casos de mayor impacto medi¨¢tico: los de Nicola Tanno (2010) y Esther Quintana (2012), que perdieron la visi¨®n de un ojo tambi¨¦n por una pelota de goma. ¡°Perder un ojo es terrible y deja una secuela f¨ªsica. Pero yo estuve a punto de morir desangrado en la calle¡±, cuenta Prieto. Tampoco es un ¡°personaje famoso¡±, dice, como el exjefe de la Guardia Urbana Xavier Vilar¨®, que perdi¨® el bazo por una pelota de goma lanzada por los Mossos durante los incidentes por la celebraci¨®n de la Eurocopa de f¨²tbol de 2008.
Nueve a?os despu¨¦s de aquella huelga general que le importaba m¨¢s bien poco, Prieto guarda la camiseta azul y la chaqueta naranja butano con la que caminaba por la Gran Via de Barcelona. Las prendas tienen un peque?o agujero y una zona ennegrecida alrededor. El hombre llevaba un grifo de cocina nuevo en una bolsa de pl¨¢stico para instalarlo en casa de su madre. Durante toda la tarde se hab¨ªan producido enfrentamientos violentos entre manifestantes y polic¨ªa en una ¨¦poca de mano dura policial, con el convergente Felip Puig al frente del Departamento de Interior.
Las conversaciones por emisora entre mandos y agentes, que el juez que investig¨® el caso de Prieto orden¨® incorporar a la causa, evidencian la tensi¨®n en la calle y la dura respuesta policial: ¡°Act¨²e en Fontanella inmediatamente y disuelva el grupo¡±; ¡°lanzamiento de material inflamable en El Corte Ingl¨¦s, prioridad¡±, ¡°limpien todo esto, hacia abajo, venga, fuerte¡±. Las comunicaciones tambi¨¦n dejan claro que se autoriz¨® el uso de pelotas de goma. ¡°Si tiene que limpiar el grupo de la Ronda de Sant Pere, est¨¢ autorizado a usar escopetas¡±. ¡°Atenci¨®n, pelotas a discreci¨®n, pelotas y botes de humo, venga, todo lo que tenemos¡±.
Pero en la Gran Via, a eso de las 21 horas, la situaci¨®n no era tensa, recuerda Prieto. Por eso pens¨® que podr¨ªa caminar sin peligro. Vio c¨®mo dos furgonetas de antidisturbios se le aproximaban. ¡°Bajaron ocho o 10 agentes. Me miraron. Ya vi que iban a disparar. Me proteg¨ª en un escaparate y me tap¨¦ la cabeza¡±. La pelota fue disparada a escasos 10 metros y le impact¨® directamente, sin rebotar en el suelo como marcaban los protocolos. Cay¨® al suelo de inmediato frente a la tienda Lamas Bola?o, en el n¨²mero 610.
Prieto not¨® que no pod¨ªa respirar. ¡°Pensaba que me hab¨ªan perforado un pulm¨®n¡±. La gente a su alrededor le ayud¨® a llegar a la Rambla de Catalunya, donde una ambulancia le traslad¨® al Hospital del Mar. Lleg¨®, no se sabe c¨®mo, pero as¨ª consta en el informe de ingresos, con el grifo de cocina en la mano. Recibi¨® varias transfusiones de sangre. ¡°Le abrieron en canal. Si no, se mor¨ªa¡±, cuentan sus abogados, Carles Garc¨ªa Roqueta y Laura Moyano.
Al caer al suelo, su m¨®vil se activ¨® y marc¨® el n¨²mero de su mujer. Durante seis minutos, ella escuch¨® ruidos sin comprender qu¨¦ le hab¨ªa pasado a su marido. La llamada, en todo caso, sirvi¨® para situar el momento de los hechos y exigir responsabilidades en la v¨ªa penal. Los abogados colgaron carteles pidiendo testigos, encontraron v¨ªdeos¡ Lograron que un juez de Barcelona abriese una investigaci¨®n y llamase a declarar a m¨¢s de 20 mossos. Pero no se reconocieron en las im¨¢genes. Ante la falta de autor conocido, el caso se archiv¨®. Pas¨® con Nicola Tanno y pas¨® con Esther Quintana, que al menos pudo llegar a juicio y recibi¨® las disculpas de Interior. En el auto de Prieto, el juez reconoce que la lesi¨®n fue consecuencia del disparo de una pelota de goma, lo que le ha abierto la puerta a una reclamaci¨®n por la v¨ªa contenciosa. Tambi¨¦n le ha dado cierta tranquilidad de conciencia. ¡°Parec¨ªa que ten¨ªa que dar explicaciones de qu¨¦ hac¨ªa yo all¨ª¡±.
Una persona sin bazo es m¨¢s proclive a coger infecciones, dice Prieto, de 42 a?os, que sufri¨® otro tipo de consecuencias: no quer¨ªa salir de casa, no pod¨ªa dormir, fue despedido. Estuvo ¡°de peor humor¡± y la relaci¨®n de pareja se resinti¨®. Vive en el centro de Barcelona, o sea que ha sido testigo de manifestaciones de todo tipo. ¡°Cuando veo que hay foll¨®n, me aparto¡±. Lo peor, dice, es el futuro roto. ¡°Fue un desenga?o. Al principio cog¨ª mucha man¨ªa a la polic¨ªa, casi odio. ?Qui¨¦n forma a esta gente para que act¨²e con ese exceso?¡±, dice. Ha tenido que volver a la construcci¨®n, el sector que quer¨ªa abandonar mientras opositaba. Su sue?o de ser polic¨ªa se evapor¨® una noche de huelga.
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