A ver qu¨¦ se puede hacer
Toque de queda o cultura, en esas estamos, en estos momentos de la peste y en el tiempo que vendr¨¢
El t¨ªtulo no es m¨ªo sino del espl¨¦ndido libro de Lorrie Moore (Eterna Cadencia, traducci¨®n de Cecilia Pav¨®n) que recoge algunos de sus ensayos, rese?as y cr¨®nicas. A su vez, tampoco no es exactamente suyo, sino de Robert Silvers, el editor de la revista The New York Review of Books, que le public¨® algunos de estos perspicaces y amenos escritos. El jefe le ped¨ªa que considerara escribir sobre algo, le preguntaba por sus intereses y le ped¨ªa si pod¨ªa echar un vistazo a esto o aquello. ¡°A ver qu¨¦ se puede hacer¡±, conclu¨ªa cada vez.
Viene en mi ayuda por dos razones. La primera es que, aun a costa del temor a no saber qu¨¦ m¨¢s relevante decir del momento actual, algo habr¨¢ que seguir escribiendo sobre el asunto, en este espacio com¨²n, e inmediato, entre escritura y lectura que es un peri¨®dico. La segunda raz¨®n, y la m¨¢s poderosa, es que este libro de la novelista Lorrie Moore metida a comentarista y cronista, como toda obra de cultura, nos recuerda que de eso se trata, de ver qu¨¦ se puede hacer. Mientras esperamos vacunas y mayor justicia social, el asunto ahora mismo quiz¨¢ sea ese: toque de queda o cultura. Siguiendo a Moore y su potente humor: ¡°Cuando es posible una tiene que darse ¨¢nimo¡±. Y este libro lo da.
Toque de queda, declarado, mientras escribo, en Francia, B¨¦lgica y Eslovenia (de momento) y en Gran Breta?a sin declarar (de momento). Es una lengua de guerra puesta al d¨ªa. En la primera ola ten¨ªamos expresiones guerreras diversas ¨C"el virus es una guerra"¨C que se han ido modulando de manera sutil. Ya no las oyes ni las lees. A medida que la robustez o no del sistema sanitario ha dejado de estar en primera l¨ªnea informativa, a pesar de las protestas de sus profesionales y de la crisis evidente, ya no hablamos de ¡°guerra¡±. Tal vez porque, si era una ¡°guerra¡±, hab¨ªa que ¡°armar¡± a sus combatientes. Algo que no puede decirse que se haya hecho en la medida necesaria. Tal vez porque, si era una ¡°guerra¡±, la renta m¨ªnima universal para aguantarla en la ¡°retaguardia¡± tendr¨ªa que ser ya un hecho, y no lo es. Hemos dejado de hablar de ¡°guerra¡± y listo. Ahora hablamos de ¡°toque de queda¡±.
Es una manera de indicar que, cuando sea que esto deje de ser como es ahora, lo que nos espera es una posguerra. La enorme dificultad de las posguerras. Me adelanto a lo que sea para proponer, pues, celebrar la cultura.
Celebrarla en todas partes, no cabe decirlo de otra manera: en cualquier lugar. No vale seguir profiriendo que la cultura ¨Clas obras de la cultura¨C son para los pocos que pueden disfrutarla: por casta unos, por educaci¨®n otros, por devoci¨®n los m¨¢s. Tampoco vale trazar una frontera mayor entre cultura popular y aristocracia cultural. Lo admitamos o no, para la mayor¨ªa de las personas que disfrutan con una obra de cultura, incluidas la artesan¨ªa, el dise?o o las series, la cultura es una, la de sus creadores, que ayudan a seguir tirando (como ahora). Y nos descubren belleza y verdad, que no son siempre f¨¢ciles de ver y asumir, pues la belleza y la verdad pueden ser muy oscuras.
El domingo, una hora despu¨¦s de abrir taquilla, CaixaForum avisaba que hasta dos horas m¨¢s tarde no habr¨ªa m¨¢s entradas: todas vendidas. Hay reducci¨®n de aforo en las salas, claro, es la gran raz¨®n. Pero tambi¨¦n, y puede que m¨¢s a¨²n, hay ganas de ver esos grandes y hermosos cuadros que han llegado del Prado para recordarnos los mitos que, con mayor o menor conciencia de ellos, siguen sustentando nuestra sociedad. Porque necesitamos creer que seguimos siendo una sociedad, con criterios b¨¢sicos compartidos. Y cuando el Estado no puede garantizar la salud (y encima sus gobiernos se pelean a matar), algo profundo se tuerce en el colectivo.
Cultivar las ilusiones, recomendaba con fervor en sus ¨²ltimos a?os el dise?ador italiano Enzo Mari, muerto esta semana a los 88 a?os. Hablaba al cabo de una vida de creaci¨®n de objetos y dise?os, que empez¨® con su colaboraci¨®n con otro de los grandes del dise?o, Bruno Munari, y su puzle para ni?os. Autodidacta en tantos aspectos, dise?ador que proyectaba los objetos en el mismo momento de hacerlos, Mari dec¨ªa que todo lo hab¨ªa aprendido de los ni?os, observ¨¢ndoles, y que si por ¨¦l fuera cualquier ni?o de dos a?os tendr¨ªa el Nobel, por su inventiva y capacidad de autoaprendizaje.
En todas las casas, donde ahora debemos pasar tantas horas, en malas condiciones y en poco espacio algunos de nosotros y nuestros vecinos, evitar lo que atenta contra el ¨¢nimo es la propuesta. A ver qu¨¦ se puede hacer.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y cr¨ªtica cultural.
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