El ¡®reset¡¯ que necesita Barcelona
El plan del Ayuntamiento para transformar el Eixample en una gran ¡®superilla¡¯ es solo el primer paso de la gran mutaci¨®n que precisan las grandes ciudades para sobrevivir a la emergencia clim¨¢tica
Los pisos se nos han quedado peque?os, las calles se han vuelto hostiles, la naturaleza est¨¢ demasiado lejos y no tenemos suficiente espacio vital para pasear ni para jugar. Si alguna cosa ha demostrado la pandemia es que las ciudades que dedican m¨¢s espacio al coche que a la gente son t¨®xicas y que el actual modelo de urbanismo y de organizaci¨®n social es disfuncional porque nos obliga a movernos todos a la vez y nos mata poco a poco. Por la poluci¨®n, el estr¨¦s asociado a la movilidad y por falta de espacio vital. Todo eso se agravar¨¢ con el cambio clim¨¢tico.
Las grandes ciudades tienen que mutar si quieren sobrevivir a lo que est¨¢ por venir. Necesitan un reset para reprogramarse. Y Barcelona lo necesita especialmente porque se encuentra en una zona de alto riesgo. La cuenca del Mediterr¨¢neo es uno de los lugares donde m¨¢s est¨¢ impactando el calentamiento global. Si la temperatura media del planeta ha aumentado 1 ? C respecto de la era preindustrial, en el Mediterr¨¢neo ha subido 1,5 seg¨²n el estudio Riesgos asociados al cambio clim¨¢tico y los cambios medioambientales en la regi¨®n mediterr¨¢nea, coordinado por el profesor Wolfgang Cramer, del Instituto Mediterr¨¢neo de Biodiversidad y Ecolog¨ªa. El trabajo, en el que participan m¨¢s de 80 cient¨ªficos, entre ellos la profesora M. Carme Llasat, se inici¨® en 2015 y los resultados preliminares constatan que la cuenca se calienta un 20% m¨¢s r¨¢pido que el resto del planeta.
El mar se calienta y eso tiene graves efectos en una tierra en la que, como canta Raimon, ¡®la pluja no sap ploure¡¯
La temperatura sube, el mar se calienta y eso tiene graves consecuencias en una tierra en la que, como canta Raimon, la pluja no sap ploure. El estudio advierte de que las olas de calor ser¨¢n cada vez m¨¢s intensas y m¨¢s duraderas, lo que provocar¨¢ sequ¨ªas prolongadas. Incluso si logramos contener el calentamiento global a final de siglo por debajo de los 2 grados que marca el Acuerdo de Par¨ªs, las lluvias estivales se reducir¨¢n entre un 10% y un 30%, y cuando llueva ser¨¢ de forma m¨¢s torrencial. Habr¨¢ escasez de agua dulce, los r¨ªos aportar¨¢n menos sedimentos, las playas retroceder¨¢n y aumentar¨¢ el nivel del mar.
En realidad, todo eso ya lo estamos viendo. Aquel futuro de sequ¨ªa y desertificaci¨®n que cre¨ªamos lejano se acerca a toda velocidad. Y ah¨ª est¨¢ Barcelona, comprimida entre el mar y la monta?a, viendo como el verano se alarga cada vez m¨¢s, el invierno se acorta y en medio quedan una primavera y un oto?o mucho m¨¢s c¨¢lidos de lo que sol¨ªan ser. Con estas previsiones ha de lidiar una de las ciudades m¨¢s densas del mundo, con menos espacio vital y mayor intensidad de tr¨¢nsito, unas condiciones especialmente propicias para que se forme lo que el profesor Javier Mart¨ªn Vide denomina una isla de calor. La ciudad consume mucha energ¨ªa y esta desprende calor. El trasiego humano, el tr¨¢fico, el asfalto recalentado y la actividad intensa aumentan la temperatura. Cuando la m¨ªnima nocturna sube por encima de los 20 grados, no se puede dormir bien y todo se vuelve espeso, desagradable. El profesor Mart¨ªn Vide, coordinador del ¨²ltimo informe sobre el cambio clim¨¢tico en Catalu?a, acu?¨® el t¨¦rmino noche t¨®rrida para describir este fen¨®meno. Pues bien, de un tiempo a esta parte ha observado que las noches t¨®rridas no solo son cada vez m¨¢s frecuentes sino que ya hemos dejado atr¨¢s los 20 grados y ahora cada vez son m¨¢s las que superan los 25, lo que tiene un fuerte impacto en la salud de las personas con patolog¨ªas card¨ªacas o respiratorias.
Las noches t¨®rridas con una temperatura m¨ªnima de m¨¢s de 25? C han pasado de cinco en 2007 a 21 en 2020
Mart¨ªn Vide empez¨® a estudiar este fen¨®meno hace 30 a?os, cuando a¨²n era anecd¨®tico. Ahora, dice, se ha convertido en un nuevo riesgo clim¨¢tico. Y, como ocurre con otros riesgos, impacta m¨¢s en aquellos que por su situaci¨®n de pobreza energ¨¦tica no pueden defenderse con un buen aire acondicionado. En el observatorio del Raval entre 2007 y 2015 se registraba un promedio de cinco de esas noches especialmente t¨®rridas. En 2017 ya eran 13 y este a?o han sido 21. Un salto brutal. 21 noches en las que se han superado los 25 grados de m¨ªnima.
Todos estos datos eran un pre¨¢mbulo para decir que el plan de transformaci¨®n del Eixample que prev¨¦ convertir en corredores verdes y semipeatonales 33 kil¨®metros de calle y construir 21 nuevas plazas en otros tantos cruces, no solo es algo necesario y urgente, sino que ha de extenderse y ampliarse al resto de la ciudad. Este proyecto es solo el primer paso del gran reset que necesita Barcelona. Como sostiene el fil¨®sofo Bruno Latour, la crisis del coronavirus nos ha hecho ver algo que no cre¨ªamos factible: que cuando una amenaza global y potencialmente catastr¨®fica nos alcanza, es posible reaccionar con un golpe de volante. Eso es lo que necesitan ahora las grandes ciudades para afrontar la emergencia clim¨¢tica y alejarse de un futuro de degradaci¨®n urbana como la que vemos en la pel¨ªcula Blade Runner.
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